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domingo, 5 de julio de 2015

Salida de las tropas de la ONU no significará el fin de la opresión a Haití, afirma historiador


[ENTREVISTA ESPECIAL] 


Adital
Este mes de mayo [2015], el gobierno brasilero anunció que dentro de un año las tropas nacionales que lideran la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah) dejarán el país caribeño, dando fin a un período de ocupación que ya dura más de 10 años. Sin embargo, para el historiador integrante de la Red Jubileo Sur en Río de Janeiro y del Instituto Políticas Alternativas para el Cono Sur (Pacs), Miguel Borba de Sá, debemos analizar críticamente el anuncio, pues no representará el fin de la opresión a la nación caribeña.

"El fin de la Minustah no significa el fin de la ocupación económica y, sospecho, que militar, en Haití. Ella [ocupación imperialista] probablemente va a tener otra forma, si de hecho, la Minustah termina”, explica el historiador. La razón son los intereses de las transnacionales presentes en suelo haitiano, que se benefician de la legislación blanda y de la inestabilidad política del país.

"Situaciones como éstas son producidas por los lucros de empresas como la Levis, Disney, la brasilera Coteminas [productoras de vestuario], Halliburton, entre otras, que quieren pagar salarios bajísimos, los más bajos del continente americano, para continuar manteniendo sus márgenes de lucro”, señala Sá.

La real solución para la inestabilidad en Haití pasa por la política, y no por la intervención militar, defiende Borba de Sá. "La solución para el colonialismo no pasa por el colonizador, nunca pasó [...] El pueblo debe tener la chance de arreglar sus cuentas con su propia elite, y no ha tenido esa posibilidad a causa de la ocupación de las tropas extranjeras.”
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El historiador Miguel Borba de Sá, durante el Seminario Nacional sobre "Haití: construyendo solidaridad”, debate el fim de la ocupación brasilera y la opresión al país caribeño. Crédito: Adital

Vea la entrevista exclusiva concedida por Miguel Borba de Sá a Adital.

Adital: ¿Como ustedes, representantes de los movimientos sociales contra la ocupación de la Minustah, recibieron la decisión del gobierno brasilero de retirar sus tropas de Haití?
Miguel Borba de Sá: Esa decisión no llegó a tomarnos de sorpresa porque existen muchas disputas dentro del gobierno, dentro de las propias fuerzas armadas, en las esferas internacionales, en las Naciones Unidas, sobre la continuidad de la misión en Haití, porque ella es un fracaso retumbante. En todos los sentidos, pero principalmente en el objetivo que se propuso cumplir: democracia. Hoy, [la Minustah] es una ocupación que legitima a un presidente que está atrasando por más de un año las elecciones, para poder gobernar solamente por decreto. O sea, desde el punto de vista institucional, político, ella vino con un mandato de ayudar en la realización de elecciones, y hoy las impide. En relación con los derechos humanos, ella vino a proteger esos derechos, pero los viola, un gran fracaso en este sentido también.

Desde el punto de vista de la reconstrucción y del desarrollo económico de Haití, [la ocupación] generó una gran industria internacional del humanitarismo. Por detrás de esto está el interés de las grandes empresas que invierten en Haití y, cuando yo digo invierten, debería decir explotan: la mano de obra, los recursos naturales, la flexibilidad de las legislaciones ambiental y laboral... En el fondo, es a esos intereses que la Minustah atiende.

Entonces, ¿la salida de la Minustah representará el fin de esos problemas para Haití?
El fin de la Minustah no significa el fin de la ocupación económica y, sospecho, militar, en Haití. Ella, probablemente, va a tener otra forma si, de hecho, la Minustah termina. Esa otra forma puede llegar a ser peor que la propia Minustah. No está claro, ahora, que la situación va a ser mejor, porque en los últimos 10 años la ocupación estuvo aumentando la complejidad y el nudo que hay en la política haitiana, sustentando una situación insustentable. Por ejemplo, impidiéndole al partido más popular participar en las elecciones, que las encuestas realizadas hasta por institutos estadounidenses, prueban que tendría 70, 80 por ciento de los votos. Queda claro que vamos a tener una crisis política en Haití en ese momento [pos ocupación], basta que uno observe las relaciones laborales que hay en las zonas francas, el alto desempleo, la expulsión de los campesinos por el agronegocio, la minería, el turismo de lujo... Uno tiene un barril de pólvora a punto de explotar. Pero es un barril de pólvora creado y que atiende a intereses económicos internacionales muy específicos, en especial haciendas estadounidenses, canadienses y ahora brasileras.

Mi expectativa es que, si la Minustah termina de verdad, alguna otra "solución” de fuerza va a llegar para sustituir ese lugar, porque los intereses económicos dependen de una situación de caos constante, que tira para abajo el precio de la mano de obra, de los recursos naturales, lucrando así mucho con la pobreza, la desgracia, el sufrimiento.
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Ocupación militar de Haití se debe a la protección de los intereses económicos de empresas transnacionales, cree Borba de Sá. Reproducción.

O sea, ¿no hay una expectativa de que termine la opresión en Haití?
No, de ningún modo, lamentablemente. Claro, [el retiro] es una victoria y ellos, en esa decisión ciertamente acusan esa presión política que [movimientos sociales] venimos realizando hace mucho tiempo, pero ciertamente no es una decisión tomada para revertir la opresión. Por ejemplo, no hay ninguna evaluación crítica de la ocupación. ¿La misión cumplió sus objetivos? ¿Están yéndose porque realizaron lo propuesto inicialmente? ¿Están saliendo porque asumieron el fracaso? Lo mínimo que se esperaría es que quien inventó esta intervención militar explique por qué está terminando, no simplemente dejarla discretamente, melancólicamente, terminando de a poco. Ya fue presentado aquí, hoy, [durante el "Seminario nacional sobre Haití: construyendo solidaridad”, en mayo último, en São Paulo] que ese plazo de más de un año es necesario para cerrar todos los contratos que todavía no fueron cerrados, o sea, privatizar todo lo que da para ser privatizado todavía en Haití, vender a las compañías extranjeras las tierras y los derechos de explotación todavía no otorgados... Entonces, vemos con mucha preocupación el futuro de Haití después de la Minustah. No es que queramos a la Minustah, evidentemente vamos a acompañar el retiro de las tropas, pero porque no creemos en la benevolencia de ésos que son los mismos actores que crearon esta situación.

¿Cómo andan la policía y el ejército haitianos? Quero decir, ¿cómo va a quedar Haití después, quien va a cuidar el país?
El ejército haitiano existe, es un problema y siempre lo fue. Un ejército que fue dominado por la elite blanca francesa durante mucho tiempo, por eso que hasta los propios dictadores haitianos durante el siglo XX, François Duvalier y su hijo [Jean-Claude Duvalier], crearon escuadrones paramilitares propios para controlar al ejército, porque no es un ejército afecto ni a dictadores negros.

El propio Aristide [ex-presidente Jean-Bertrand Aristide] disolvió al ejército haitiano en los años 1990. Él había sufrido un golpe de ese ejército, después lo disolvió, una actitud corajuda que debería ser apoyada. Acostumbramos a apoyar a Costa Rica por haber disuelto a su ejército, pero nadie dijo nada de Haití cuando él hizo lo mismo. El problema fue la forma como fue tomada esa decisión, de arriba hacia abajo, sin plan de desmovilización. Fueron creados "señores de la guerra”, War lords locales, un ex-general, un ex-coronel, por ejemplo, que tiene personal, algún dinero y capacidad de crear milicias semiprivadas para vender protección a quien puede pagar: las transnacionales, la elite haitiana... O sea, esa violencia, ese caos que la prensa brasilera retrata como un estado casi "natural” en Haití, es creado deliberadamente, producido activamente.

¿Y las policías?
La policía nacional haitiana está formada, hoy, por reminiscencias de ese antiguo ejército disuelto, ese ejército rencoroso, golpista y colonial, que ahora intenta juntar individuos y fragmentos para intentar construir una fuerza que pueda atender los intereses de este gobierno golpista que está ahí sustentado por la comunidad internacional hace más de 10 años. Reprimen al pueblo haitiano, pero no lo consiguen porque es una situación imposible, sólo una gran fuerza militar internacional es capaz de sustentar esta relación de explotación, que es insoportable.

Ante este cuadro tan inestable, ¿cuál sería la solución que esta misma comunidad internacional creadora de la Minustah debería apoyar en Haití en este momento?
No creo que la solución sea la policía o el ejército. La primera solución es que los pueblos imperialistas dejen Haití, acepten que Haití se volvió independiente 200 años atrás, porque parece que no lo aceptan. El trabajador y trabajadora haitianos tienen derecho a la soberanía, a vivir una vida sin la explotación de las transnacionales, sin la explotación del agronegocio estadounidense.
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Empresas como Levis se benefician de la inestabilidad política en Haití. Reproducción. 

Por ejemplo, lo que Estados Unidos hizo con la soberanía alimentaria haitiana durante la presidencia de Bill Clinton fue un delito, hoy en día reconocido por el propio ex-presidente [Clinton], que al introducir forzosamente reglas de libre mercado en una sociedad que tenía alguna autosuficiencia alimentaria acabó destruyendo la producción local. La cuestión de la leche fue emblemática. Hasta los años 1990 la producción de leche existía en el país, inclusive con redes de intercambios solidarios, supliendo el abastecimiento interno. Los haitianos pararon de fabricar leche, hoy necesitan importarla de Estados Unidos, pero no hay dinero para eso, entonces pasan hambre. Hasta los años 1970 Haití era un país autosuficiente en términos de alimentos, hoy dejó de serlo. Situaciones como ésta son producidas por la ganancia de firmas como la Levis, la Disney, la brasilera Coteminas [productoras de vestuario], Halliburton, entre otras, que quieren pagar salarios bajísimos, los más bajos del continente americano, para continuar manteniendo sus márgenes de ganancia de la forma como lo esperan. Esta situación, además de indignante, explica muy bien porque Haití está como está.

El primer paso para pensar en qué hacer es pensar quién lo debe hacer. ¿Serán estos mismos actores? ¿Esta llamada comunidad internacional, que está creando un problema más en el siglo, utilizando a Haití para sus propios intereses económicos y políticos? No nos parece. La solución para el colonialismo no pasa por el colonizador, nunca pasó. Los ingleses adorarían que sí, los franceses también. Hoy, los americanos [estadounidenses] y, lamentablemente, a veces, los brasileros, parecen pensar de la misma forma, y nosotros discordamos completamente con este tipo de actitud.

No cabe decirnos lo que tiene que hacerse, sino preguntar, dejar que por primera vez, el pueblo haitiano se exprese libremente. El problema es que, cuando esto ocurre, ellos eligen candidatos que no agradan a las potencias y a las grandes empresas internacionales. Son candidatos que restringen el accionar de esas empresas en el país. Si esa ganancia imperial no termina, Haití va a continuar sufriendo bastante.
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Jean-Bertrand Aristide, presidente haitiano depuesto por un golpe militar en 2004, goza de gran popularidad en el país. Reproducción.



Por lo que vimos hasta aquí, el problema y la solución para Haití pasa, entonces, por la política.
No hay la más mínima duda. Es, inclusive, importante recordar que existe una política en Haití. Esa imagen que la prensa brasilera da, muchas veces, de una guerra irracional de los haitianos contra ellos mismos es una construcción mentirosa. Haití tiene una sociedad muy desarrollada, tiene una sociedad civil organizada, robusta, con movimientos sociales, sindical, de mujeres, movimientos por derechos de toda clase, contra la ocupación extranjera... Es una sociedad que produce buenos economistas, buenos historiadores, buenos abogados, y que merece ser tratada como lo que es, como una sociedad. ¿Que tiene conflictos políticos? Sí, pero que son fomentados desde afuera hace muchas décadas, si no siglos. Esta sociedad necesita tener la chance de resolver sus conflictos políticos. Claro, la elite haitiana tiene una gran parte en esa culpa, porque se asocia al capital extranjero para explotar a su propio pueblo. El pueblo debe tener la chance de arreglar sus cuentas con su propia elite, y no ha tenido esa posibilidad a causa de la ocupación de las tropas extranjeras.

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