Entrevista
a Ariel Alejandro Goldstein, sociólogo argentino y becario del Conicet
en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC)
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El Telégrafo
El sociólogo argentino presenta su libro en el cual analiza el comportamiento de la prensa conservadora en el gobierno de Luis Ignácio Lula da Silva. Considera inviable una ley de medios en Brasil. |
Ariel
Goldstein reconoce la influencia mediática de uno de los líderes
políticos más importantes que ha tenido Brasil: Luis Ignácio Lula da
Silva, y lo muestra en el libro ‘De la expectativa a la confrontación: O Estado de S. Paulo durante el primer gobierno de Lula da Silva’, que ha publicado.
El
sociólogo, argentino de nacimiento pero brasileño por opción académica,
investigó los archivos del antiguo y tradicional periódico brasileño O
Estado de S. Paulo para examinar su posición editorial en el primer
mandato presidencial (2003-2006) de Lula y su campaña por la reelección
en 2006.
En su análisis concluye que el ascenso al poder del
exsindicalista, que representaba a la clase trabajadora, fue posible
porque él y el Partido de los Trabajadores (PT) montaron una estrategia
para neutralizar a la prensa conservadora, dominada por las élites
económicas que trataban de desprestigiarlo. ¿Por qué toma como
referencia el primer mandato de Lula para examinar el comportamiento de
la prensa conservadora brasileña?
Analicé uno de los
periódicos más tradicionales de Brasil, como es el diario O Estado de
S. Paulo, que está ligado a los acontecimientos políticos del país. El
medio pertenece a la familia Mesquita, que tuvo injerencia en la
historia política del país armando conspiraciones como es el golpe
contra Joao Goulart (1964). De este modo, me interesaba comprender cómo
este periódico se posicionaba frente a lo que llamo una democratización
social del poder político, lo que para mí significa el acceso a la
presidencia de Lula en el año 2002, un obrero proveniente del nordeste,
de origen popular, del PT de centroizquierda, que llegó a hacer
reformas sociales. Analizo cómo un diario tradicional y conservador,
representante de esta visión de las élites del país, se posiciona
editorialmente frente a este proceso de cambios que emprenden Lula y el
PT.
¿Cómo se desarrolló la cobertura de este medio durante la campaña de Lula en esa época?
Hay
un acontecimiento importante en el primer gobierno de Lula que es el
escándalo del caso ‘mensalão’, que tiene que ver con una serie de
denuncias que surgen desde las propias bases del gobierno. Roberto
Jefferson, que era un diputado de un partido aliado al gobierno (PDT),
denunció que el régimen le pagaba una mensualidad para que vote a favor
de los proyectos oficialistas. Este hecho nunca fue del todo
comprobado, sin embargo, esta acusación tuvo fuerza y se convirtió en
un escándalo político mediático.
Cuando Lula inicia su campaña
electoral lanza la Carta al Pueblo Brasileño, en la que indica que
seguirá los lineamientos de Fernando Enrique Cardoso. Entonces el
diario O Estado de S. Paulo lo describió no como el político ideológico
del pasado, sino como un dirigente “pragmático”, criticando a los
“radicales de izquierda” que estarían en el partido. Después del
escándalo ‘mensalão’, Lula recurre a los movimientos sociales y a los
discursos populares en distintos puntos del país para sobrellevar las
críticas de la oposición. Entonces el diario dice que el gobierno de
Lula es un “populismo chavista” para desacreditarlo y presentarlo como
una amenaza radical al sistema político. Esto nos conduce a una
cuestión importante, que es el conservadurismo de las élites en Brasil.
Estas no son capaces de pensar en las reformas y aspiraciones sociales
como inherentes al propio sistema, sino que cada vez que se intentan
reformas sociales las perciben como una amenaza al orden impuesto que
va a destruir los cimientos de la nación.
¿Entonces el diario abrió espacio a la confrontación con el gobierno de Lula?
Sí,
mientras Lula se mantenía como un líder moderado, pragmático, capaz de
conservar el status quo en el gobierno, ellos lo toleraban. Pero cuando
se rebela y convoca a distintos sectores populares, el diario comienza
a confrontar a su administración.
¿Cuál era el temor de los sectores conservadores frente a Lula como figura política?
Creo
que Lula representa algo especial en Brasil porque es un líder
carismático y llega a los sectores populares. De hecho lo que se llama
‘lulismo’ logró votos en sectores que nunca se habían registrado, como
el nordeste que siempre había sido un bastión de los partidos
conservadores, por ejemplo el Partido del Movimiento Democrático
Brasileño (PMDB). Sin embargo, el gobierno de Lula llegó al nordeste a
través de políticas como el programa Bolsa Familia, aunque el diario
decía que el programa no sacaría de la pobreza a la gente, sino que
solo servía para reproducir su condición. Pero los sectores populares
no opinan lo mismo y se sienten identificados con alguien de su misma
condición social como Lula.
¿Considera que ahora el ataque mediático es dirigido a la presidenta Dilma Rousseff con el caso de Petrobras?
Seguramente
sí, obviamente ha ido cambiando el contexto político. Esto fue evidente
en las elecciones de 2014 cuando la revista de oposición Veja, que
debía salir un domingo, adelantó su publicación con una portada que
decía que Lula y Dilma sabían sobre el escándalo de Petrobras,
basándose en la declaración de un empresario involucrado en este caso
de corrupción, sin comprobación de fuentes ni objetividad. Había una
intención política de influir en la campaña electoral, lo que demuestra
que en varios medios importantes brasileños predomina la línea
antipetista, contra el gobierno. Y la corrupción se ha convertido en un
discurso que hace mella en la clase media alta de Brasil, donde los
líderes opositores construyen un espacio que aprovechan, pero que aún
no les permite derrotar el gobierno del PT en las elecciones.
¿Qué representa el PT en Brasil?
Es
una experiencia única porque en las fuerzas políticas latinoamericanas
progresistas o de izquierda que llegaron al gobierno en este último
siglo el Partido de los Trabajadores tiene una historia fuerte con tres
ejes: Uno es el sindicalismo del cual viene Lula, otro las comunidades
eclesiásticas y el tercero, los intelectuales paulistas. El PT posee
una estrategia que le permitió llegar al poder y mantenerse durante 12
años, que en un país como Brasil es difícil. La fuerza y democracia
interna que tiene este partido es una experiencia inédita en la
historia latinoamericana.
¿Cómo influye la prensa en los sectores de la clase media de Brasil?
La
gran prensa está concentrada en Río de Janeiro y Sao Paulo, donde más
circula. Me parece que el nexo más importante entre la crítica contra
el gobierno de algunos medios y la población de sectores medios altos
tiene que ver con el tema de la corrupción, ya que a través de este
buscan el desprecio o el rechazo hacia el gobierno, eso lo vemos en los
casos ‘mensalão’ y Petrobras.
¿Estima que hay medios brasileños que manipulan la información para volcar a la población contra el gobierno?
Hay
un proceso importante en Brasil que ha sacado a 40 millones de personas
de la pobreza extrema y hoy llegan a lo que llaman la clase C, es un
ascenso social que involucra una serie de reglamentaciones en favor de
los sectores que estaban desprotegidos, como el servicio doméstico.
Estas cosas irritan a los sectores medios y altos tradicionales del
país. El diario O Estado de S. Paulo describe a Lula como un caudillo
manipulador y afirma que solo los ignorantes o los menos informados
votan a favor del PT.
Ahora el gobierno de Dilma habla de una ley de medios de comunicación. ¿Es viable regularlos?
Evidentemente
es difícil regular los medios en Brasil. En la transición democrática,
el gobierno de José Sarney (1985-90) otorgó muchas licencias de
radiodifusión a élites políticas regionales, o sea que es difícil
afectar esos intereses creados. El poder real es la TV, como la cadena
Globo que tiene millones de televidentes. Lo cierto es que Lula
confrontó a los medios en cierta ocasión, pero a la vez nunca concretó
una ley de medios. En cambio, Dilma ironizó una vez que la mejor manera
de regular a los medios era el control remoto, pero después de la
campaña seguramente se dio cuenta de que es necesario hacer una reforma
de este tipo. Ahora que se haya dado cuenta, no significa que la hará,
porque hay obstáculos para que esto se realice.
¿Cree que se debe aplicar un modelo como el de Argentina o de Ecuador?
Creo
que cada país debe adecuar su propia legislación porque las condiciones
son distintas. Me parece que el mejor modelo es el de Argentina porque
regula la concentración de la propiedad, pero no los contenidos. El
principio de la libertad de expresión no tiene que ser afectado. Estimo
que una ley en ese sentido estaría bien en Brasil.
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