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sábado, 7 de enero de 2012

EL SUTIL ENCANTO DE LA CENSURA DE FACEBOOK

Por Everardo Monroy Caracas

Facebook no es el instrumento idóneo para promover o defender la libertad de expresión. Dentro de los intereses políticos y económicos de un sector de poder, el ciudadano critico queda expuesto a ser aislado o destruido. Aun así, las redes sociales tienen el antídoto para preservar la verdad revolucionaria, pese al intento malévolo de contrarrestar la denuncia e impedir que la derecha doctrinaria, aval del neoliberalismo, haga de las suyas y enajene a sus ejércitos de consumo y mano de obra.

Durante casi un año fui militante asiduo de Facebook y jamás trivialicé su utilidad social. Descubrí que era la herramienta perfecta para multiplicar valores y defender causas sociales. Me impresionaba confirmar que un ejército de zombis y solitarios habían encontrado el medio ideal para reproducir su silencio, soledad y amargura. Los menos, entre ellos periodistas, sociólogos y activistas políticos, entendían la utilidad de esta herramienta virtual y diariamente continúan dando la batalla de ideas y propósitos de poder público.

Sin embargo, nuestros adversarios, consecuentes con los depredadores de la vida, cuentan con el apoyo de Facebook, al fin corporativo o negocio privado. En carne propia experimenté una censura hábil, sutil, de esta herramienta virtual que obtuvo ingresos en el 2010 por casi dos mil millones de dólares.

Primero, tras lograr obtener dos mil 300 seguidores de mi muro, extrañamente empezaron a castigarme ante reportes de personas que decían no conocerme, Durante una semana fui aislado de cualquier nuevo ingreso e incluso de mi propia familia, de la que yo estaba interesado en conectar. Las sanciones pasaron de la semana al mes y eso fue recurrente.

Segundo, ante mi posición abierta en contra de los asesinos de dos estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero (México) hecho ocurrido el lunes 12 de diciembre de 2010, la mano fantasmal de Facebook me limitó la utilización de material grafico. Tuve que recurrir a videos existentes en youtube, que cada día se dificultaba incorporarlos a mi muro.

Tercero, constantemente recibía avisos de quejas en mi contra por ofender o aplicar un lenguaje ajeno a la política de Facebook. Incluso, en dos ocasiones fui hackeado y utilizada mi cuenta para amenazar de muerte a conocidos, amigos y familiares. El hecho fue reportado, pero no tuve respuesta. De ahí siguieron mensajes amenazantes y comentarios ofensivos en mi muro.

Cuarto.- En mi afán de seguir dando la batalla política e ideológica, opté por reactivar tres viejos blogs en los sitios wordpress.com y blogspot.com, y desde ellos alimentar mi muro de Facebook. La estrategia comunicacional funcionó con éxito durante cerca de un mes, pero el viernes 6 de enero de este año, algo extraño sucedió: mi cuenta fue cancelada sin explicación alguna. Pude abrir una nueva con un correo electrónico diferente, pero me abstuve. La razón: ya había focalizado la atención de alguien en mi persona y eso pondría en riesgo la seguridad de mi familia. Facebook atrae ojos y enferma almas, de ahí la necesidad de recular cuando sea necesario.

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