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domingo, 18 de septiembre de 2011

Sicilia, al oír los tambores de guerra, dice: “Esta puede ser la última movilización pacífica”

Pedro Echeverría V.
1. Me alegra que Javier Sicilia -quien desde el asesinato de su hijo hace seis meses encabeza un movimiento de masas por la paz y por el castigo de los culpables de 53 mil víctimas de una guerra en la que el gobierno ilegítimo de Calderón es el principal culpable- ahora comience a darse cuenta que las guerras no son un problema de corazones, de falta de cariño entre los seres humanos y de amor entre unos y otros. Afirmó en Villahermosa: “Que hagan caso a lo que está mostrando y proponiendo este movimiento a través de ver y escuchar los dolores, porque si no enderezan el camino del país, si no se ponen a servir a los ciudadanos y construir país y seguridad para los ciudadanos, reconstruir el tejido social, éste, por desgracia, va a ser el último movimiento pacífico, lo que va a venir por la indignación va ser terrible”.

2. La guerra y la violencia no son producto de la voluntad, del deseo de matar; son el medio que han usado los poderosos para invadir, asesinar y apropiarse de las riquezas de otros países y sus habitantes. La guerra y la violencia han sido usadas contra los pueblos débiles, bondadosos y desarmados y, han sido pensadas dos veces cuando los países y los pueblos están armados y prestos a resistir. Por eso se ha dicho que para luchar contra la guerra hay que tener con qué responder la guerra; para luchar contra el armamentismo hay que armarse. ¡Qué rara dialéctica!, pero así ha sido la realidad. Ni a Sicilia y sus caravanas pacifistas, ni a López Obrador y sus movilizaciones pacifistas, ni a Marcos y su EZLN pacífico les harían caso –como simples mortales- si no contaran con una fuerza. En el capitalismo las leyes valen un carajo; todo el asunto de fuerza.

3. El Papa Woytila demostró su fuerza. Visitó México en 1979 –a los pocos meses de asumir el cargo- con el fin de explorar las condiciones de América Latina, de México en particular, para extender su poderío en la región. Once años después, en 1990, realizó su segunda visita al país –con el total apoyo del presidente Salinas y del neoliberalismo internacional- con el fin de obligar a México a establecer relaciones con el Vaticano, y en 1993, concluidas las elecciones intermedias que dieron gran fuerza a Salinas, llegó al país a festejar las nuevas relaciones México-Vaticano impuestas por Salinas. Era impensable que México no cayera arrodillado ante el Papa después de que éste logró derrumbar el “socialismo europeo” que, aunque totalmente falso, representaba un contrapeso frente a los yanquis. Así que el famoso Juan Pablo II fue un gran guerrero.

4. La Iglesia ha demostrado enorme fuerza y ha sido violenta a través de la historia. “La violencia no es extraña a la religión, escribe el especialista Roberto Plancarte; la violencia divina de desencadena contra los faraones y el pueblo de Egipto, para que los hebreos alcancen su libertad; la violencia contra los infieles se justifica en otras religiones, como el Islam o el Cristianismo; se convierte incluso en un sistema de enseñanza para conocer el camino correcto; la fe llegó a imponerse por la violencia a través del propio Estado, brazo armado de la Iglesia. Ni qué decir de las guerras de religión –pasadas y presentes- que han sido testimonio de que no siempre la religión ha estado ligada a la paz. Muchos obispos, arzobispos y curas han sido asesinados por estar al servicio de los pobres, pero también por causas que quedaron enterrados por gobiernos.

5. El Estado mexicano, los poderosos empresarios y los agentes yanquis que deciden sobre la política mexicana saben bien a quien apoyan y a quien combaten. Sicilia, al radicalizar su discurso hablando de la “último movilización pacífica”, se le iran cerrando las puertas del gobierno, de los empresarios y de los medios de información. Dejará de estar en los diálogos con funcionarios y en la TV, entonces comenzará a quejarse en serio, pero sin que nadie lo sepa. Fue la misma fórmula que se aplicó a Marcos después de su gran movilización de 2001 y a López Obrador después que fue despojado de la Presidencia en 2006. ¿O acaso podría esperarse otra cosa si se denuncia a la clase política y empresarial, sobre todo al imperio yanqui? La experiencia me dice que cuando aparece algún payasito en la tele es porque la clase dominante lo ordena.

6. La violencia nunca la ha impuesto el pueblo, los trabajadores; ellos lo único que han hecho es defenderse. ¿Acaso no es violencia mantener a la población en la miseria, provocar que mueran millones por falta de alimentación, por desnutrición, por enfermedades curables? ¿No es violencia reprimir una huelga, una manifestación, impedir una protesta, intervenir domicilios y teléfonos? Ninguna de las manifestaciones de la CNTE, la APPO, de los electricistas, mineros, AMLO, EZLN o Sicilia acude armada a sus protestas; pero siempre son recibidas con rejas y bardas de metal, con policías y soldados armados, con caballos y perros preparados para violentar. La realidad es que los ilusos hemos sido nosotros que sabiendo cómo nos han tratado no hemos acudidos a las concentraciones con piedras, resorteras, palos y cabillas para defendernos.

7. Así que aunque al movimiento encabezado por Sicilia acudan decenas de sacerdotes de liberación –desconocidos y combatidos por el alto clero y el papado- que sólo saben hablar de paz y cooperación, en cuyos discursos reiteran que no se busca confrontar con nadie, que se conviertan en llamados al amor y a la paz, el gobierno y toda la derecha no lo entiende así las cosas porque sabe que el pueblo explotado y miserable está ya muy cansado de tanta opresión y puede levantarse en armas. La clase dominante no puede olvidar que aunque las elecciones suelen ser una farsa o un circo, porque representan un desvío en la atención de los problemas económicos y políticos principales, los años de campañas y comicios siempre pueden peligrosos para el poder. Por ese motivo, con el pretexto del combate al narcotráfico, la represión en México se ha multiplicado.



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