Ginebra, la ciudad de Juan Jacobo Rousseau y de Juan Calvino, entre muchos otros ilustres personajes, otrora una de las ciudades más seguras del mundo, vive un aumento delincuencial sin precedente, debido, según algunos, al abandono de la política del antiguo procurador del Cantón (entidad federativa, Ndr) Bernard Bertossa, quien emprendió una lucha sin cuartel contra el crimen organizado y el lavado de dinero, porque su sucesor, Daniel Zappelli, elegido en 2002 con el apoyo decisivo de la banca y los abogados de empresas, tiene una estrategia que incluso contradice la legislación de los otros cantones suizos.
Por ejemplo, el poseedor de 2.5 kilos de hachís (derivado de la mariguana) o de 60 gramos de heroína, es penalizado con 50 días máximo de prisión cambiables por una suma en efectivo, por día y según los recursos del condenado. Si en Zurich, otro ejemplo, quien posee apenas 2.8 gramos de cocaína puede ser condenado con 90 a 180 días del mismo régimen llamado días-multa
, en Ginebra sólo se le condenará a 30 días-multa. Porque, según el procurador Zappelli se fijan las condenas en función de la pureza de la droga
, de modo que una droga alterada con una taza de pureza dos o tres veces más baja que en otros cantones merece una pena menor.
Sin embargo, el procurador de Ginebra considera que el error en la lucha contra la delincuencia estuvo en eliminar las penas de prisión –a fin de vaciar éstas que estaban sobrepobladas– con la legislación que entró en vigor el primero de enero de 2011, según la cual las sentencias de jueces a pena de prisión inferiores a seis meses un día se pueden cambiar por días-multa, “lo que ha llenado las calles de narcomenudistas”, en opinión del procurador ginebrino.
Mientras que sus críticos opinan que las medidas represoras de este procurador son más bien favorables a los delincuentes.
Yuriria Iturriaga
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