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jueves, 8 de septiembre de 2011

ALEPH: Voto decisivo

Carolina Escobar Sarti
Hay un asunto que trasciende campañas electorales y precisa hablarse ahora. Así que esta columna no hará referencia al voto de las elecciones 2011 en nuestro país, sino al voto de Guatemala por la aceptación o no del Estado Palestino en el seno de las Naciones Unidas, en la Asamblea que está por realizarse en pocos días. Por años he escrito esporádicamente y a distancia sobre la relación Israel-Palestina, a partir del reconocimiento de un doloroso y aberrante genocidio judío a manos del nazismo, que superó los seis millones de personas

—cifra mal colocada en la última columna, por cierto, por lo cual ofrezco disculpas—. También he mencionado las réplicas de apartheid que el mismo Estado Judío ha impuesto sobre otros pueblos con los que históricamente ha vivido en conflicto, como los palestinos refugiados en Gaza.
Hoy, la pregunta sería: ¿por qué importa este tema? Primero, porque cualquier Estado del mundo tiene derecho a su independencia y soberanía. Pero esto es aún muy amplio, muy humanitario para algunos y dice poco a miles de kilómetros de distancia, para otros. ¿Cómo toca directamente este voto en las Naciones Unidas a Guatemala? Primero, y aunque me disguste fotografiar la “reciprocidad diplomática” de esta manera, si Guatemala no da su voto por un Estado Palestino libre e independiente, los 22 países de la Liga Árabe y las comunidades Islámicas podrían vetar la aceptación de Guatemala en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que está por darse. Esto significaría perder una oportunidad histórica, aunque yo particularmente tenga mis reservas sobre el Consejo de Seguridad.
Segundo, el no votar por la constitución de un Estado Palestino soberano podría significar una especie de boicot económico y diplomático de los países árabes a nuestro país. Esto dejaría a más de 160 mil familias guatemaltecas sin trabajo, relacionadas con la producción de productos que sólo son consumidos en los países árabes y que ningún otro país compra, como el cardamomo, por ejemplo. En medio de la crisis económica y de desempleo que vivimos, esto sería catastrófico para el gobierno que ocupará el Guacamolón en pocos meses. Guatemala es el mejor y mayor productor de cardamomo del mundo, y vende a los países árabes anualmente un promedio de U$300 mil además de otros productos como café, pimienta gorda y limón deshidratado.
Analizando estas posibles consecuencias, entre otros muchos aspectos de política internacional, hay motivos suficientes y de distinta índole para considerar la postura de Guatemala ante ese desafío histórico. No es casualidad, entonces, que el embajador Gert Rosenthal haya venido por estos días a dar una vuelta al país. Luego de la reunión del SICA, en agosto pasado, cuando los presidentes centroamericanos se reunieron para considerar si tomarían una decisión conjunta al respecto, quedó definido que El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana darían un sí al Estado Palestino libre e independiente, sumándose así a los 135 países que ya han dado su apoyo a esta causa. Sabemos que, de darse, las condiciones para el nacimiento de este Estado no serán fáciles, pero si Guatemala fuera salomónica y ayudó a nacer a Israel hace décadas, ¿por qué no habría de estar presente en este germinar también?

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