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sábado, 25 de junio de 2011

Hoja de ruta


Apuntes postsoviéticos
Juan Pablo Duch

Las disputas territoriales siguen enfrentando a repúblicas de la ex Unión Soviética, como es el caso de Azerbaiyán y Armenia, que llevan ya 20 años disputando la soberanía sobre Nagorno-Karabaj, un enclave en territorio azerbaiyano con mayoría étnica armenia.

Setenta años después de haber sido anexado por Azerbaiyán, Nagorno-Karabaj se declaró independiente en 1991, lo que desató una guerra con casi 30 mil muertos, igual número de heridos y un millón de desplazados.

Desde 1994 se firmó un alto el fuego que puso fin a las hostilidades, pero se mantiene intacta la retórica belicista entre Bakú y Yereván, chispa que puede devenir en una matanza.

Tras perder Azerbaiyán el control de Nagorno-Karabaj y siete distritos azerbaiyanos colindantes, son ya muchos años sin poder lograr un arreglo definitivo, pese a contar con el marco legal de negociación que proporcionan Rusia y el Grupo de Minsk, integrado por Estados Unidos, Francia y la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.

Ayer, en la ciudad rusa de Kazaján, se emprendió un nuevo intento de paz. Con la mediación del presidente Dimitri Medvediev, aceptaron reunirse los mandatarios de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, y de Armenia, Serge Sarkisián.

La reunión sirvió sólo para refrendar la voluntad de Aliyev y Sarkisián de resolver todas las discrepancias por la vía diplomática y pacífica. A la hora de la verdad, rechazaron la hoja de ruta para una solución negociada.

Azerbaiyán y Armenia avanzaron en el entendimiento de que la solución de algunas cuestiones crea condiciones para adoptar los principios básicos de un arreglo, dice el comunicado del encuentro.

En realidad, se esperaba que hoy firmarían esos principios básicos, sin lo cual es imposible elaborar un tratado de paz, con la supervisión de los mismos mediadores.

Después, Yereván tendría que devolver a Bakú los distritos ocupados, cuya seguridad sería garantizada por un contingente militar foráneo, que también vigilaría un corredor que permita unir Nagorno-Karabaj con Armenia.

Dentro de unos años, si se crean condiciones para el retorno de la mayoría de los desplazados, se celebraría un referendo, bajo estricta vigilancia internacional, para determinar el estatus legal y definitivo de Nagorno-Karabaj.

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