"Hemos
desarrollado ciudades compartimentadas donde segregamos los diferentes
usos del suelo, pero también donde, en parte acompañado por las
políticas de vivienda, se han segregado los barrios, a veces con muros
físicos y otras con muros invisibles y eso responde al modelo de
urbanización prevaleciente en los últimos 40 o 50 años", explicó a
Sputnik Nóvosti Elkin Velásquez, director de la oficina regional de
ONU-Habitat para América Latina y el Caribe.
La
propuesta de Trump de cerrar con un enorme muro la frontera de EEUU
para impedir la entrada de inmigrantes ha causado polémica en todo el
mundo, pero lo cierto es que América Latina lleva tiempo experimentando
un fenómeno parecido.
Actualmente la mayor parte de las ciudades
latinoamericanas, con excepción de las cubanas, han desarrollado ese
patrón de segregación socioespecial, añadió Velásquez.La inseguridad genera un mercado lucrativo
La construcción de muros y barrios privados está ligada a la "obsesión generalizada que existe con la seguridad en la región", indicó por su parte el politólogo Marcelo Pérez, profesor adjunto en la Universidad de la República en Uruguay.
"Se
va construyendo una idea en torno a la inseguridad más allá de lo real y
eso da lugar a urbanizaciones cerradas, barrios privados, a partir de
los años 80 se empieza a dar sobre todo en México, Venezuela y Brasil, y
más hacia los años 90, en Argentina y Uruguay, donde tiene una fuerte
expansión", indicó Pérez, quien realiza un doctorado en estudios
urbanos.
Se trata de un producto inmobiliario muy tentador para el
mercado, sostuvo Pérez, quien precisó que además existe una industria
de la inseguridad "en la que se incluyen alarmas, guardias y rejas,
entre otros elementos, que genera mucho dinero".Una realidad en Río, Buenos Aires, Lima o Punta del Este
La separación es una realidad en las grandes metrópolis de Perú, Argentina o Brasil, entre otros países.
Así, en Río de Janeiro se han levantado muros de hormigón para limitar el crecimiento de las favelas que se encuentran en las colinas de la ciudad, mientras que en Sao Paulo, el barrio rico de Morumbi linda con Paraisópolis, una especie de laberinto con cerca de 14.000 viviendas precarias.
En Buenos Aires una malla de acero separa La Recoleta, uno de los barrios más caros de la capital argentina, de la villa 31, un asentamiento lleno de casas de chapa y ladrillo donde se estiman que viven unas 40.000 personas.
©
AFP 2016/ Christophe Simon
Otro
ejemplo más se da en Lima, donde un muro de 10 kilómetros de concreto y
alambre de espino separan la lujosa urbanización Las Casuarinas de una
de las zonas más pobres: Pamplona Alta.
En otras ciudades de la
región en lugar de muros se construyen avenidas para separar estas
zonas, como ocurre en Caracas, donde la autopista Francisco Fajardo
divide el barrio pobre de Petare de una lujosa zona de la capital
venezolana.Lo mismo ocurre en uno de los destinos turísticos más famosos de América Latina, Punta del Este en Uruguay: allí las humildes viviendas del asentamiento Kennedy se sitúan al lado del exclusivo club de golf.
"No hay relación entre vecinos
iguales. Si hay interacción se da a través de dos lógicas: captación de
mano de obra no cualificada, pues trabajan dando servicios como
empleadas domésticas, jardineros, o por lógicas de beneficencia,
dándoles una dádiva o aquello que sobra", explicó Pérez a Sputnik
Nóvosti.
Uso mixto del sueloPara poder cambiar ese modelo, en opinión de Velásquez "se necesita voluntad política y mucha claridad sobre los impactos positivos de construir la ciudad de otra manera".
Una
de las soluciones que proponen desde ONU Habitat es desarrollar usos
mixtos del suelo para "evitar la zonificación", es decir, la división de
un terreno en sectores homogéneos.
"Hay una tendencia a la
especulación en la conversión de áreas rurales en áreas urbanas en las
zonas periféricas de las ciudades (latinoamericanas). Los barrios tienen
que ser mixtos en los usos del suelo, combinar actividades comerciales
con las residenciales", indicó Velásquez.En ese sentido, concluyó el experto de Onu Habitat, México y Chile están avanzando, al igual que Lima y Quito, ciudades que están trabajando por la recuperación de sus centros históricos, además de Medellín, que está llevando a cabo un urbanismo social tratando de mejorar las condiciones de los barrios no formales.
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