La multifacética crisis del sistema-mundo (I)
Entre
los días 9 y 11 de marzo de 2015, una veintena de intelectuales nacidos
o actualmente residentes en países de América Latina y el Caribe se
reunieron, con el apoyo del Partido del Trabajo (PT), en un taller
internacional en la Ciudad de México que tenía como objetivo analizar
las superpuestas crisis que caracterizan al cada vez más globalizado
sistema capitalista mundial para a partir de ese análisis identificar y
sintetizar los escenarios más probables en los que en el futuro
relativamente cercano se desarrollarán las luchas de nuestros pueblos y
naciones, así como de algunos gobiernos latinoamericanos y caribeños.
Los
participantes de dicho taller fueron Ángel Guerra (Cuba), Arantxa
Tirado (Estado español), Darío Salinas (Chile), Esteban Rivero
(México), Fernando Sánchez Cuadros (Perú), Gilberto López y Rivas
(México), Héctor Díaz-Polanco (México), John Saxe-Fernández (México),
Jorge Casals (Cuba), Jorge Veraza (México), Josefina Morales (México),
Katu Arkonada (País Vasco), Lila Molinier (Paraguay), Luis Suárez
(Cuba), Marco Gandásegui (Panamá), Nayar López Castellanos (México),
Omar González (Cuba), Raúl García Linera (Bolivia), Silvina Romano
(Argentina), Tamara Barra (México).
Asimismo el equipo de
coordinación del taller conformado por Ángel Guerra, Katu Arkonada,
Luis Suárez Salazar y Omar González, se encargó de la redacción de la
versión final de este documento a partir de los contrastes que se
hicieron con diversos partidos de la izquierda latinoamericana y
caribeña, y los aportes que llegaron por escrito desde varios países. A
continuación se presentan las principales conclusiones en forma de
documento que pretende ser un insumo para el debate entre los partidos
políticos, sindicatos, movimientos sociales e intelectuales de Nuestra
América.
1.- Diríase que es un lugar común en el pensamiento de
la izquierda social, política e intelectual de diferentes partes del
mundo, el reconocimiento de que las superpuestas crisis que
caracterizan al cada vez más globalizado sistema capitalista mundial,
tendrán un impacto devastador en el históricamente desigual y
distorsionado desarrollo económico, social, cultural, sostenido y
sustentable de nuestros diferentes países.
2.- Si consideramos
que, a partir del 2008, el epicentro de esas crisis –definidas como
periódicas o cíclicas por los clásicos y otros pensadores marxistas y
no marxistas- se ha localizado en los estados integrantes de la llamada
“tríada del poder mundial” --Estados Unidos (EEUU), Japón y la Unión
Europea (UE)--, comprenderemos que tales impactos han sido y serán
particularmente severos en aquellos países subdesarrollados,
periféricos o semiperiféricos de África, Asía, América Latina y el
Caribe, así como del Sur y el Este de Europa, estructuralmente
dependientes de las potencias imperialistas.
3.- Sin negar los
crecimientos que en los años más recientes se han producido en los
indicadores económico-sociales de determinados países latinoamericanos
y caribeños, ni los avances conseguidos en la eliminación de ciertas
secuelas políticas, económicas, sociales e ideológico-culturales de las
contrarrevoluciones y las contrarreformas neoliberales, esas crisis del
sistema capitalista-mundo también tendrán repercusiones negativas en
los diferentes procesos de cambios favorables a los intereses
nacionales y populares que, con diversos horizontes programáticos, se
han desplegado en varios países de América Latina y el Caribe desde
finales del siglo XX hasta la actualidad. De igual manera, en los
esfuerzos que se vienen realizando para actualizar el modelo de la
transición socialista cubana, en medio de las enormes dificultades
derivadas del criminal bloqueo económico, comercial y financiero de los
Estados Unidos, que continúa esencialmente intacto, así como de otras
agresiones contra el pueblo cubano.
4.- Los distintos
desenlaces de estos y otros procesos --que pueden ser catalogados como
nacionales por su forma, pero continentales y globales por su
proyección externa--, también influirán en la evolución de los
promisorios proyectos de concertación política, cooperación e
integración económica, impulsados en el decenio más reciente por
diversos gobiernos latinoamericanos y caribeños, como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de
los Pueblos (ALBA-TCP), la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), y
la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
5.-
De lo antes dicho, y de otros aspectos que veremos posteriormente, se
infiere la importancia que tiene para la elaboración de las estrategias
y las tácticas de los movimientos sociales y políticos de raigambre
popular, así como para los gobiernos revolucionarios, reformadores o
reformistas instalados en América Latina y el Caribe, el análisis
crítico-prospectivo de la evolución de las crisis del sistema
capitalista mundial y de los diferentes procesos que tienen lugar en el
sistema internacional y, específicamente, en el subsistema
interamericano. Igualmente, el esclarecimiento de las diversas
estratagemas contrarrevolucionarias que en el futuro previsible
emprenderán los gobiernos permanente y temporales de los Estados
Unidos, ya sea de manera unilateral o concertada con sus aliados de
diversas partes del mundo, con vistas a tratar de recomponer y
prolongar durante el presente siglo su dominación global, especialmente
sobre el Sur político del continente americano.
6.- Para
contribuir a la elaboración de este tipo de análisis, y contando con el
decisivo apoyo del Partido del Trabajo (PT) de México, nos reunimos en
la capital de este país, durante los días 9, 10 y 11 de marzo del
presente año, una veintena de intelectuales nacidos o actualmente
residentes en países de América Latina y el Caribe. Nuestro objetivo
primordial fue identificar y sintetizar los escenarios más probables en
los que se desarrollarán las luchas de nuestros pueblos y naciones en
el futuro relativamente cercano, así como de algunos gobiernos
latinoamericanos y caribeños. Luchas orientadas, en lo fundamental, a
defender los derechos de la Madre Tierra (Pachamama); garantizar la
satisfacción de los derechos humanos individuales y colectivos para
todas y todos los habitantes de nuestro continente; distribuir
equitativamente las riquezas; edificar democracias étnica, social y
culturalmente participativas y representativas; defender la
independencia y la soberanía nacional-popular y la autodeterminación de
los pueblos; y convertir en realidad los sueños de las y los próceres y
mártires que ofrendaron sus vidas y su inteligencia durante las
heroicas y aún inconclusas luchas por alcanzar las que José Martí llamó
“primera” y “segunda” independencias de Nuestra América y, en
particular, de El Libertador Simón Bolívar, quien escribió, tan
temprano como en 1815: “Yo deseo más que otro alguno ver formar en
América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y
riquezas que por su libertad y gloria.”
7.- La importancia de
significar y analizar tales escenarios está dada por la complejidad de
la situación actual, por la necesidad de conjugar la praxis con la
elaboración y sistematización de un pensamiento crítico y
descolonizado, que enriquezca la teoría revolucionaria precedente, y
porque en algunos estados nacionales y plurinacionales de América
Latina y el Caribe se vienen construyendo esperanzadoras alternativas
al capitalismo subdesarrollado y dependiente aún instaurado en esta
zona del mundo. Tal concurrencia de realidades ha convertido a Nuestra
América en un campo de batalla en el que se enfrentan los diversos
proyectos emancipatorios de los pueblos, de las naciones y de algunos
gobiernos, con las pretensiones de los representantes de los sectores
hegemónicos de las clases dominantes de revertir los avances que se han
obtenido, así como de reinsertar a sus respectivos países de manera
subordinada en el “nuevo” orden panamericano y mundial, impulsado por
las principales potencias imperialistas y, en especial, por Estados
Unidos.
8.- En ese contexto, nuestras reflexiones fueron
estimuladas por la ola de repudio que suscitó, sobre todo en América
Latina y el Caribe, la orden presidencial emitida por Barack Obama el 9
de marzo del presente año, en la que proclamó que la República
Bolivariana de Venezuela constituía una “amenaza inusual y
extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de
Estados Unidos”. De igual modo, fueron consideradas las repercusiones
que esa injuria tuvo y tendrá en las negociaciones que se están
desarrollando con vistas al restablecimiento de las relaciones
diplomáticas entre los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos.
Asimismo, las denuncias que se han formulado acerca de los acuerdos
firmados entre los gobiernos de Barack Obama y Ollanta Humala, que
posibilitarán el despliegue en territorio peruano de 3 500 militares
estadounidenses antes de septiembre del presente año. Estos, al igual
que otros pactos militares sobre “seguridad regional” existentes entre
los gobiernos de EEUU y Colombia, constituyen una amenaza para otros
estados suramericanos, en especial para el Estado Plurinacional de
Bolivia y para la República de Ecuador.
9.- A lo antes dicho
habría que agregar las calificadas informaciones que recibimos de las y
los prestigiosos intelectuales mexicanos participantes en nuestras
deliberaciones, acerca de la impunidad que rodea las masivas y
sistemáticas violaciones a los más elementales derechos humanos que se
producen en su país, incluida la sistemática utilización de torturas y
las ejecuciones extrajudiciales perpetradas por los órganos represivos
del Estado. En particular, se analizó la desaparición forzada de miles
de personas en diferentes puntos de su territorio. Estas prácticas
–evidenciadas en el caso de los 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa — constituyen una de las tantas expresiones de la “represión
preventiva” desatada contra las comunidades, los pueblos originarios y
los diversos movimientos sociales y políticos que luchan de manera
descentralizada, generalmente descoordinada, contra las terribles
consecuencias políticas, económico-sociales, ecológico-ambientales y
culturales que han tenido las contrarreformas neoliberales emprendidas
por sucesivos gobiernos del Partido Revolucionario Institucional (PRI)
y del Partido de Acción Nacional (PAN), desde la entrada en vigor, en
1994, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
10.-
Las desnacionalizaciones, privatizaciones y subordinaciones a los
intereses geopolíticos y geoeconómicos de los grupos dominantes
estadounidenses, provocadas por este Tratado, fueron ampliadas mediante
los inconstitucionales acuerdos adoptados por los sucesivos mandatarios
de Canadá, Estados Unidos y México en los marcos de la Alianza para la
Prosperidad y la Seguridad de América del Norte (ASPAN). También
durante la implementación de la multimillonaria Iniciativa Mérida,
elaborada por el Pentágono y aceptada por los dos últimos mandatarios
mexicanos, con vistas a emprender la cruenta y cada vez más
militarizada “guerra” contra el narcotráfico y el crimen transnacional
organizado. La profunda y traumática crisis humanitaria provocada por
esa ineficaz contienda, se corroboró durante el pasado año. Según las
cifras disponibles, en el 2014 se reportaron 14 413 muertes violentas,
1 332 secuestros y más de 5 000 desapariciones forzadas. La mayoría de
estos hechos no han sido esclarecidos por los organismos estatales
competentes. En el crimen de Estado y lesa humanidad de Iguala, por
ejemplo, se condensó en unas horas de barbarie toda la violencia
estructural y de Estado que ha padecido México durante más de una
década, y que ha resultado en más de 120.000 muertos, en su mayoría
jóvenes y pobres, al menos 30.000 desaparecidos, así como medio millón
de desplazados internos y hacia otros países.
11.- En resumen,
el TLC ha desarticulado las cadenas productivas nacionales e insertado
fragmentariamente las actividades económicas en las cadenas globales
del capital transnacional, muchas veces con las maquilas y
ensambladoras --donde las condiciones laborales son sumamente
precarias--, como último eslabón productivo. La economía criminal se
diversifica, avanza y penetra diversos niveles del gobierno, llegando a
representar en la actualidad entre el ocho y diez por ciento del PIB de
México.
12.- Luego de analizar el significado de México y de
otros países y acontecimientos en la coyuntura actual y venidera, los
resultados preliminares de nuestras reflexiones fueron presentados ante
las y los representantes de los 132 partidos políticos de 40 países que
asistieron al XIX Seminario Internacional “Los partidos y una nueva
sociedad”, organizado por el PT en México, DF, entre el 12 y el 14 de
marzo de 2015. También fueron consultados a intelectuales de varios
países latinoamericanos y caribeños, quienes, a pesar de haber sido
invitadas e invitados al evento, no pudieron participar en nuestras
deliberaciones. Asimismo, fueron sometidos al criterio de varios
dirigentes de partidos o frentes políticos de diferentes países de
América Latina y, en menor medida, del Caribe. Después de estudiar e
incorporar las opiniones recibidas hasta el 25 de marzo de 2015,
llegamos a las conclusiones que seguidamente exponemos:
Crisis del capitalismo y geopolítica del mundo multipolar
13.-
Con independencia de los moderados indicadores de crecimiento económico
que en los meses más recientes se han venido registrando en algunos
países capitalistas, y en particular en EEUU, en el futuro previsible
se profundizarán las crisis financiera, económica, energética,
alimentaria, ecológica, ambiental, ética, social, ideológica, cultural,
en definitiva, política y civilizatoria, que caracteriza al sistema
capitalista mundial desde hace varios lustros. Ello es así porque, como
afirmó en 1999 el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel
Castro, ese sistema “es insostenible, porque se sustenta sobre leyes
ciegas, caóticas, ruinosas y destructivas de la sociedad y la
naturaleza.”
14 .- El efecto de esas “leyes ciegas y
caóticas” agudizará las contradicciones que siempre han existido entre
el carácter cada vez más social de la producción y la apropiación cada
vez más privada de los excedentes creados por las y los trabajadores,
al igual que de los principales recursos naturales, renovables y no
renovables, y de los bienes comunes existentes en nuestro planeta, como
sería el caso del agua, la tierra, los recursos forestales y la
biodiversidad. Esas contradicciones seguirán manifestándose en las
recurrentes crisis periódicas y cíclicas de superproducción (o de
subconsumo) que siempre han caracterizado el funcionamiento del sistema
capitalista y, concomitantemente, los mercados internos e
internacionales. También en la depredación y contaminación de la
naturaleza, con sus consiguientes efectos negativos en el medio
ambiente, la biosfera y la sociedad. Esto provocará diversos fenómenos
naturales cada vez más severos y destructivos, en particular los
vinculados al cambio climático producido por las constantes emisiones
de los gases de efecto invernadero. Las negociaciones que se
desarrollarán para contener la emisión de estos gases, no tendrán los
resultados que se requieren, a causa del abandono del principio de
“responsabilidad compartida, pero diferenciada”, propugnado por buena
parte de los gobiernos de África, Asia, América Latina y el Caribe, en
1992.
15.- Mucho menos porque el agotamiento de los principales
yacimientos de petróleo, impulsará el empleo, por parte de las más
poderosas empresas transnacionales y multinacionales, de tecnologías
ecológicamente peligrosas y altamente contaminantes, como la denominada
“fractura hidráulica” o fracking. De igual manera, estimulará
la creciente extracción de los combustibles fósiles existentes en las
arenas bituminosas y en las profundidades de los mares y océanos. A
corto y mediano plazo, el incremento de la cada vez más costosa
explotación de esos yacimientos, el creciente empleo de nuevas fuentes
renovables de energía (como los agrocombustibles) y la ralentización de
los ritmos de crecimiento de la economía mundial, provocarán una crisis
de sobreproducción de petróleo y gas. No desaparecerán los conflictos
internacionales y regionales vinculados al control de estos y otros
recursos naturales, lo que sería aplicable también a las cada vez más
escasas fuentes de agua potable y, en general, a la posesión y dominio
de otros bienes comunes de carácter estratégico. La minería a cielo
abierto, practicada por las grandes empresas multinacionales y
transnacionales, en especial las que tienen sus casas matrices en
Canadá y EEUU, además de contar con la anuencia de no pocos gobiernos,
representa un perjuicio incalculable para el deterioro y la
contaminación de las propias fuentes de agua y de la existencia de
otros bienes comunes e, incluso, del patrimonio natural y cultural de
los pueblos.
16.- Paralelamente, a causa de las diversas
asimetrías y contradicciones que caracterizarán al sistema
internacional de estados-mundo, así como por la incapacidad que
seguirán demostrando los principales organismos internacionales –en
particular, la Organización de Naciones Unidas y su antidemocrático y
cada vez menos representativo Consejo de Seguridad—, se continuará
debilitando la búsqueda de soluciones multilaterales a los principales
problemas de la agenda internacional y, específicamente, a aquellos
que, por su carácter supranacional, perjudican y perjudicarán a la
Humanidad. En tal sentido, estarían los vinculados a la interrelación
que siempre ha existido entre la paz y la seguridad internacional con
la solución de los problemas económicos, sociales, políticos,
demográficos y ecológicos que, como es de suponer, continuarán
incidiendo en buena parte de los estados del mundo y, aún más
crudamente, en los territorios coloniales que todavía subsisten. Esos y
otros graves problemas que asolan a las sociedades contemporáneas,
acentuarán el círculo vicioso existente entre el constante crecimiento
de la población mundial (especialmente en África y Asia), la pobreza y
el creciente deterioro del medio ambiente. A consecuencia de este
sinsentido y de los intentos de las principales potencias imperialistas
de mantener su poder global, se producirán nuevos conflictos
internacionales, los que provocarán la intensificación de la carrera
armamentista y el consiguiente incremento de los gastos militares.
Mucho más si no olvidamos la práctica de los círculos de poder
estadounidenses y de sus principales aliados, de mantener su dominio
global mediante la amenaza de recurrir al uso de la fuerza asiduamente.
17.- En tal contexto, el actual gobierno norteamericano, así
como el que resulte electo en los comicios presidenciales de noviembre
de 2016, y sus principales aliados europeos, continuarán buscando
“soluciones” militares a los conflictos que actualmente se están
desarrollando en el Medio Oriente. Muy propias de estas soluciones de
fuerza, serán las violaciones a la soberanía nacional de diferentes
países con el pretexto de exterminar al llamado Estado Islámico y, como
parte esencial de los superobjetivos imperiales, derrocar al actual
gobierno de la República Árabe Siria. Aún más porque, a pesar de las
contradicciones existentes entre la administración de Barack Obama y el
actual gobierno israelí, los grupos dominantes en los Estados Unidos
continuarán respaldando a la coalición de diversas fuerzas políticas
sionistas que seguirá controlando a Israel. Esto se expresará en su
apoyo o en su silencio cómplice ante los nuevos ataques contra el
pueblo palestino, y en diversas acciones dirigidas a evitar el
reconocimiento internacional del Estado que lo representaría. Por otra
parte, las negociaciones entre los actuales gobiernos de EEUU y de la
República Islámica de Irán, no impedirán las agresiones contra esta
última, provenientes del gobierno sionista y de otros aliados
estadounidenses (como la monarquía saudita) en esa estratégica región.
18.-
Paralelamente, a pesar de las contradicciones que recientemente se han
expresado entre los gobiernos de Estados Unidos, Alemania y Francia con
relación a la situación creada en el sureste de Ucrania, persistirán
las acciones de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN), dirigidas a
fortalecer su cerco militar contra la Federación de Rusia. Ello
generará nuevos conflictos con el actual o el futuro gobierno de esa
federación, en tanto el Kremlin continuará trabajando por fortalecer
sus diversas alianzas orientadas a preservar sus tradicionales esferas
de influencia en Europa Oriental y en Asia Central. Asimismo, como se
verá más adelante, dedicará todo su empeño a fortalecer y consolidar la
alianza estratégica con la República Popular China en diferentes
campos, al igual que con los gobiernos de otros estados asiáticos y
centroasiáticos integrantes del denominado Grupo de Shanghái.
19.-
Para tratar de contrarrestar el impacto negativo que estas alianzas
tendrán en sus pretensiones de mantener la supremacía en el sistema
internacional, la actual administración estadounidense y la que se
instale el 20 de enero de 2017, de consuno con sus principales aliados
asiáticos, continuará desplegando diversas acciones dirigidas a
contener la creciente influencia económica y política de la República
Popular China. Con tal fin, el Pentágono seguirá concentrando sus
fuerzas militares en la región Asia-Pacífico. Al mismo tiempo, el
actual y el futuro gobierno estadounidense proseguirán las
negociaciones dirigidas a institucionalizar la denominada Alianza
Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés) orientada a crear una
vasta zona de libre comercio e inversiones entre los estados
signatarios de la misma. Tres de los cuatro países latinoamericanos
integrantes de la Alianza para el Pacífico (México, Perú y Chile),
formarán parte de la nueva asociación.
20.- A ello se agregará
el Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP) que,
con los mismos fines, seguirán negociando los actuales y futuros
gobiernos de EEUU y de los estados integrantes de la Unión Europea.
Cualesquiera que sean los resultados de estas negociaciones, se
mantendrá la aguda competencia entre las principales empresas
transnacionales y multinacionales que tienen sus casas matrices en los
estados integrantes de la “triada del poder mundial”. Del mismo modo,
continuarán las intrincadas y a veces simultáneas relaciones de
cooperación, competencia y conflictos que se producen entre sus
gobiernos, al igual que entre estos y los de las potencias emergentes
integrantes del Grupo BRICS.
21.- Los gobiernos de los cinco
estados que actualmente conforman el Grupo BRICS (Brasil, Rusia, India,
República Popular China y Sudáfrica), continuarán emprendiendo diversas
acciones orientadas a incrementar su cohesión interna y profundizar en
su institucionalidad flexible; fortalecer diversos foros de
gobernabilidad global; modificar la actual arquitectura financiera
internacional; menoscabar la supremacía del dólar estadounidense en las
transacciones internacionales, al igual que fortalecer sus
concertaciones políticas frente a los diversos problemas que
actualmente perturban las relaciones políticas y económicas.
Igualmente, a ampliar sus interacciones con otros países u organismos
regionales que agrupan a los estados del Sur político del mundo. Sin
proponérselo, esto generará mayores espacios de confrontación con los
intereses hegemónicos de EEUU y sus aliados. Todo eso –y los serios
problemas que seguirán aquejando a la economía y la sociedad
estadounidense, al igual que a la japonesa y la de varios estados
europeos— contribuirá a incrementar la influencia de los integrantes
del BRICS, tanto a escala mundial como en regiones específicas, así
como a la institucionalización de un sistema internacional cada vez más
multipolar.
22.- En este escenario, la República Popular China
aumentará su poderío mundial, enfatizará en la ampliación de su mercado
interno, incrementará su progreso científico técnico, aumentará los
gastos militares y desplegará una política exterior aún más activa. En
ese orden, fortalecerá sus relaciones estratégicas con Rusia, lo que le
permitirá reducir su vulnerabilidad energética. También emprenderá
diversas acciones dirigidas a consolidar la Organización de Cooperación
de Shanghái y sus vínculos, en sentido general, con los países de Asia
Central y el Pacífico.
23.- No obstante, las relaciones entre
China y EEUU se caracterizarán por su interdependencia económica y
financiera, lo que condicionará la manera en que los gobiernos de ambos
países procesarán y tratarán de resolver los conflictos actualmente
existentes o los que en el futuro se presentarán entre ellos. Sin
embargo, la dirección china incrementará su activismo en diversas
regiones del mundo –y en especial hacia sus países limítrofes—,
procurando obtener espacios geopolíticos que contrarresten la
influencia de EEUU y Japón, ampliar sus exportaciones, así como acceder
a los eventuales recursos naturales que necesita para mantener o
ampliar el ritmo de crecimiento que continuará registrando su economía.
Esta política generará contradicciones con los países vecinos que, en
algunos casos, facilitarán la influencia de EEUU en el área. Al mismo
tiempo, la República Popular China mantendrá una expansión activa con
créditos e inversiones en África, en el espacio postsoviético y en
América Latina y el Caribe, lo que la convertirá en un actor económico
clave en casi todo el mundo subdesarrollado. Esto contribuirá al
crecimiento económico de varios países y patentizará, aún más, la
presencia china en prácticamente todos los ámbitos de su vida
cotidiana.
24.- Por su parte, Rusia incrementará su actividad
diplomática, sus gastos militares y el empleo de los recursos
energéticos como instrumentos para mantener su estatus de gran potencia
y poder enfrentar los efectos de las sanciones económicas y la mayor
agresividad por parte de EEUU y de la OTAN. El actual o futuro gobierno
de la Federación de Rusia, responderá con la instalación de nuevos
sistemas de defensa, incluida la permanente actualización de su escudo
antimisil, y estrechará los nexos económicos con la República Popular
China y con otros países asiáticos. Con el objetivo de obtener los
recursos necesarios para su modernización y conseguir mercados para el
gas, el petróleo y los armamentos que produce, también desplegará una
ofensiva diplomática orientada a consolidar la Unión Euroasiática, así
como a aumentar su acción en el BRICS, el G-20 y en otros foros
multilaterales.
25.- Adicionalmente, el gobierno de Rusia
continuará emprendiendo una política proactiva dirigida a evitar el
ingreso de Ucrania a la OTAN. Con tal fin, hará valer la actual
dependencia energética tanto de este país como de otros europeos. A la
par, el gobierno ruso estrechará sus relaciones con Irán, Siria y otros
países del Medio Oriente. Además, fortalecerá sus nexos
político-diplomáticos, militares y económicos, a una escala sin
precedentes, con varios gobiernos latinoamericanos, aprovechando el
nivel de comprensión a su política que se aprecia en el área. Sin
embargo, mantendrá abiertas las vías de negociación en estas y otras
zonas de conflicto con EEUU y la UE.
26.- Por su parte, con
vistas a defender y a sustentar la estabilidad de sus intereses
nacionales y a ejercer una mayor influencia internacional, India
logrará un crecimiento estable y mantendrá su rol protagónico en el Sur
de Asia. Aunque persistirán contradicciones con algunos de los estados
miembros, el actual y los futuros gobiernos hindúes trabajarán para
profundizar las políticas comunes definidas por la Asociación para la
Cooperación Regional de Asia Sur (SAARC). Simultáneamente, mantendrán
sus crecientes lazos estratégicos con EEUU para aprovechar la
influencia de esa potencia y garantizar su espacio geopolítico en la
región. Con estos y otros fines, India también estrechará su
colaboración en materia de seguridad y en la lucha contra el terrorismo
con los gobiernos de la República Popular China y de la Federación de
Rusia, al tiempo que ampliará la promoción de los intereses comerciales
y financieros con ambos países. En lo que concierne a la cooperación
militar y de seguridad con Moscú, ésta se incrementará notablemente.
27.-
Aunque debilitado y en declive, Estados Unidos continuará siendo un
actor clave del sistema capitalista mundial. Sobre todo por su
indiscutible supremacía militar y la persistencia de su red de alianzas
con la OTAN y con otros estados de la UE, al igual que con Japón, Corea
del Sur, Australia, Colombia, Chile, México y Perú, así como con otros
países latinoamericanos y caribeños; igualmente, por su peso en la
creación y sostenimiento de normas en las instituciones políticas y
económicas internacionales; por el poder que conservarán sus empresas
transnacionales (45% de las primeras 500) a escala mundial; por su
importante papel en la investigación y el desarrollo
científico-técnico; porque el dólar continuará siendo la divisa
internacional más utilizada en las diversas transacciones económicas, y
por el predominio que conservarán sus grandes medios de desinformación
masiva y sus industrias culturales, en buena medida gracias al
creciente empleo de las tecnologías más avanzadas y al robo permanente
de cerebros. Tal hegemonía le permitirá continuar violando la
privacidad de sus ciudadanos y de cualquier otra persona o entidad en
el mundo, socavando así lo poco que aún pervive de las libertades
individuales y la soberanía nacional de la mayor parte de los estados
del planeta.
28.- Inevitablemente, se reducirá mucho más la
relevancia de la Unión Europea en comparación con otros centros de
poder, como resultado de su acentuada dependencia energética, de los
problemas por la falta de cohesión interna, de su subordinación a EEUU,
y del estancamiento y la débil recuperación económica, cuya
circunstancia contrastará aún más con el elevado y rápido crecimiento
de China y de otras economías emergentes. Sin embargo, aunque parezca
contradictorio, continuará siendo un polo de poder en la arena
internacional, sobre todo desde el punto de vista económico, y el
referente cultural que tanto debe al colonialismo y a sus secuelas de
explotación, saqueo y genocidio. Mucho más porque Alemania, Francia y
el Reino Unido mostrarán un mayor protagonismo, aún más ostensible por
el hondo declive del resto de los estados.
29.- A pesar de sus
contradicciones, los gobiernos de los países de la Unión Europea
buscarán compensar su pérdida de jerarquía mediante las negociaciones
que continuarán desarrollando con Estados Unidos, con vistas a firmar
el ya mencionado Tratado Trasatlántico para el Comercio y la Inversión
(TTIP), al tiempo que se propondrán lograr el fortalecimiento y la
ampliación de la actuales fronteras de la OTAN como una acción
geopolítica orientada a consolidar su peso en la escena mundial. En tal
sentido, tratarán de ampliar su influencia en diversos países de Europa
Oriental, al igual que en el denominado “espacio postsoviético”. Con
igual fin se plantearán aprovechar las vulnerabilidades de la
Federación Rusa y, taxativamente, de la República Popular China, que
seguirá muy interesada en ampliar sus vínculos con diversos estados
europeos, en particular con los ubicados en la otrora llamada “ruta de
la seda”.
30.- Simultáneamente, la UE incrementará su activismo
político-militar en el Norte y Sur de África. En alianza con EEUU, y
siguiendo las actuales doctrinas de la OTAN, su “modelo” preferente de
intervención militar privilegiará la guerra no convencional,
caracterizada por el despliegue rápido y flexible de sus fuerzas
especiales y por su pretensión de dejar “una huella ligera” en los
países donde se produzca. Sin desconocer las amenazas reales que
representan, el terrorismo, la ciberguerra, la piratería y el tráfico
ilícito de estupefacientes continuarán siendo manipulados y utilizados
como pretextos, por parte de Estados Unidos y sus aliados europeos,
para garantizar su presencia militar global y para la realización de
acciones militares punitivas en las distintas regiones del mundo.
31.-
Continuará concentrándose la propiedad sobre los medios de
comunicación, en cuyo ámbito se agudizarán las tendencias a fusionarse
con las megaempresas de otros sectores de la economía, para reforzar de
este modo la mercantilización de la información y garantizar el
vaciamiento cultural e ideológico, la manipulación y el consiguiente
control de la sociedad. En correspondencia con esta estrategia de
dominación, se acrecentará, hasta límites insospechados, la hegemonía
de las grandes transnacionales mediáticas, lo que contribuirá a forjar
visiones colonizadas, propias de un pensamiento único, amparadas en el
creciente papel de los think tanks de orientación conservadora o
neoliberal, así como de las universidades occidentales, en la
producción y difusión de los conocimientos científico-técnicos propios
o ajenos, incluidos los vinculados a las cada vez más fragmentadas
ciencias sociales. Las respuestas de los estados, los gobiernos y los
diferentes sectores sociales que impulsan una cultura
contra-hegemónica, encontrarán grandes dificultades para romper el
dominio sobre el sentido común de crecientes sectores de la población,
propalado por esos poderos aparatos ideológicos-culturales controlados
por las principales potencias imperialistas.
Las estratagemas contrarrevolucionarias de los gobiernos de Estados Unidos contra Nuestra América
32.-
Lo expuesto hasta aquí tendrá una significativa influencia en las
relaciones entre los gobiernos permanentes y temporales de EEUU con los
de América Latina y el Caribe. Con independencia del curso que sigan
las negociaciones que tienen lugar entre Cuba y los Estados Unidos, con
vistas a emprender el largo y complejo proceso orientado hacia la
normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países, y
cualquiera que sea el resultado de los elecciones presidenciales que se
realizarán en Estados Unidos en noviembre de 2016, la maquinaria de la
política exterior, económica, de defensa y seguridad imperial, al igual
que los diferentes aparatos políticos, comunicacionales, mediáticos e
ideológico-culturales que actúan en esa potencia imperialista,
continuarán desplegando multifacéticas estrategias
contrarrevolucionarias orientadas a preservar o restablecer su sistema
de dominación sobre América Latina y el Caribe, así como sobre otras
zonas del mundo.
33.- Esas estratagemas –ya sean unilaterales o
concertadas con sus aliados gubernamentales o no gubernamentales de
diversos países de América Latina y el Caribe, y de Canadá y las
potencias imperialistas europeas--, tendrán, como uno de sus
principales objetivos desestabilizar y, allí donde les resulte posible,
derrocar a aquellos gobiernos latinoamericanos y caribeños calificados
como anti-estadounidenses. En particular, aunque no únicamente, a los
que en la actualidad son miembros plenos del ALBA-TCP.
34.-
Aunque los Estados Unidos continuarán emprendiendo acciones en todos
los campos posibles --con énfasis en la subversión
política-ideológica--, para tratar de “cambiar el régimen cubano” y
derrocar su Revolución; para cercar política, económica y militarmente
a la Revolución Democrática y Cultural de Bolivia; a la Revolución
Ciudadana de Ecuador; a la “segunda etapa de la Revolución Sandinista”;
y para lograr la derrota electoral de los gobiernos más radicales del
Caribe Oriental, en lo inmediato sus multifacéticas acciones
desestabilizadoras se concentrarán en la República Bolivariana de
Venezuela, buscando conseguir el mayor impacto desmovilizador, tanto
nacional como regionalmente.
35.- En este país, el actual
gobierno estadounidense continuará respaldando política y
financieramente, y a través de sus diferentes medios de propaganda, a
todas aquellas fuerzas económicas, sociales, mediáticas y políticas,
integrantes de la mal denominada Mesa de Unidad Democrática (MUD) que,
con tácticas diferentes, aunque complementarias, se propongan derrotar
a la Revolución bolivariana. Con independencia de los avances y
retrocesos que consigan en sus estratagemas, este objetivo encontrará
continuidad en la administración estadounidense que resulte electa en
los comicios presidenciales de noviembre de 2016, ya que en la
maquinaria de la política exterior, económica, militar y de “seguridad
imperial” de Estados Unidos, se mantendrá el criterio de la que la
derrota de esta Revolución provocaría “un efecto dominó” en los demás
gobiernos integrantes del ALBA-TCP, al tiempo que debilitaría los
paradigmas de concertación política, cooperación e integración
latinoamericana y caribeña, impulsados por los gobiernos de todos los
estados miembros de esta alianza.
36.- En la percepción oficial
estadounidense, la derrota de la Revolución bolivariana –-junto a las
contrarreformas que se han producido y han tenido reflejo en la
Constitución mexicana y en el incremento de la producción y exportación
de petróleo y gas—, facilitaría la transformación del continente
americano en el centro energético del mundo, anticipado por el
vice-presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, en el discurso que
pronunciara en Washington en mayo de 2013. Ese objetivo estratégico –y
la eliminación de “la dependencia del petróleo venezolano” que tienen
la mayor parte de los estados centroamericanos y caribeños integrantes
de PETROCARIBE— guiará en los próximos años la Iniciativa para la
Seguridad Energética del Caribe, dada a conocer por el propio
vicepresidente Biden en enero de 2015.
37.- En el caso de que
la mayor parte de los gobiernos de los estados centroamericanos y
caribeños aceptaran esta iniciativa estadounidense, se agudizará la
dependencia de la región a las necesidades geoestratégicas de los
Estados Unidos. Tal circunstancia se agravará por el opresivo control
que han alcanzado las empresas transnacionales norteamericanas en los
principales sectores de la economía de estas naciones, las que,
supuestamente, se beneficiarían con la entrada en vigor del Tratado de
Inversión signado en mayo de 2013 por el propio Joe Biden y el entonces
presidente pro tempore de la CARICOM, Michel Martelly, así como
también por la Ley de Promoción Comercial hasta 2020, aprobada por la
administración de Barack Obama. A cambio de las “preferencias”
unilaterales que esta ley le otorgará a las exportaciones caribeñas
hacia Estados Unidos, los gobiernos integrantes de la CARICOM, al igual
que el de República Dominicana, mantendrán con sus contrapartes
estadounidenses diversos acuerdos en el campo de “la seguridad no
tradicional”, los que continuarán siendo financiados con los
multimillonarios fondos destinados a la Iniciativa para la Seguridad de
la Cuenca del Caribe (CBSI, por sus siglas en inglés), aprobados por el
gobierno de Obama en 2009, y aún vigentes.
38.- Otro de los
objetivos generales de la política estadounidense en la región, será
consolidar la integración subordinada de México, y en la misma medida
fortalecer la dominación sobre todos los estados nacionales ubicados en
el istmo centroamericano y en el Caribe insular y continental, con
vistas a preservar su control sobre los recursos naturales,
energéticos, y los bienes comunes, incluidos los diversos espacios
geoestratégicos existentes en el llamado Gran Caribe.
39.-
Adicionalmente, el gobierno de los Estados Unidos, cualquiera que este
sea, continuará desplegando diversas estrategias dirigidas a subordinar
a sus intereses geopolíticos y geoeconómicos a los gobiernos de todos
los estados nacionales del Hemisferio Occidental ubicados en el llamado
“Arco del Pacífico”. En este empeño, seguirá respaldando la ampliación
y profundización de la ya referida Alianza para el Pacífico, al igual
que su articulación con el TPP que, como fuera expuesto, continuarán
negociando con los gobiernos de diferentes estados de esa zona del
mundo.
40.- Al mismo tiempo, los Estados Unidos persistirán en
su conducta dirigida a contrarrestar las amenazas planteadas a su
“liderazgo” en el Hemisferio Occidental y, específicamente, en
Suramérica. La paulatina, inconclusa y aún incierta transformación de
Brasil en una potencia global, contrastará con los intereses
geopolíticos, geoeconómicos y geoestratégicos estadounidenses en las
cuencas de los ríos Amazonas y de la Plata, al igual que en el
Atlántico Sur. Con tales fines, mantendrán su apoyo sibilino o su
silencio cómplice a las acciones que desarrollarán los principales
sectores de la derecha brasileña con miras a desestabilizar y, si fuera
posible, derrocar al actual gobierno de ese país. Simultáneamente,
tratarán de evitar la continuidad de las políticas que califican como
anti-estadounidenses o “populistas radicales”, aplicadas por los
sucesivos gobiernos del Frente para la Victoria en Argentina, desde el
2003 hasta la actualidad. En ese contexto, y cualquiera que sea el
resultado de las elecciones presidenciales que se celebrarán en Estados
Unidos a finales del presente año, los grupos dominantes en ese país y
sus aliados argentinos continuarán emprendiendo diferentes cursos de
acción orientados a atenuar u obstaculizar las coincidencias entre los
actuales gobiernos de Brasil y Argentina, y a agudizar las
contradicciones ya existentes, y las que en el futuro pudieran
suscitarse, con el actual gobierno del Frente Amplio uruguayo. Entre
otras razones, porque este último continuará su política dirigida a
estrechar sus vínculos con Estados Unidos.
41.- El cumplimiento
de los objetivos antes mencionados, al igual que el consiguiente
respaldo a los gobiernos conservadores en Paraguay, y la continuidad de
las acciones dirigidas a evitar los avances políticos que ha venido
obteniendo el Frente Guasú, también perseguirán, por parte de Estados
Unidos y sus aliados en las oligarquías nacionales, impedir la reforma
y ampliación del MERCOSUR y evitar la profundización de la UNASUR. En
línea con este último propósito, se mantendrán y fortalecerán los
acuerdos de “libre comercio” y los relativos a la defensa y la
“seguridad interamericana”, firmados por Estados Unidos con los
actuales gobiernos de Colombia, Chile y Perú. En el caso de Colombia,
particularmente, dichos acuerdos se mantendrán cualesquiera que sean
los resultados de las negociaciones que se efectúan entre
representantes del gobierno y de las organizaciones insurgentes de ese
país.
42.- De igual modo, el gobierno estadounidense continuará
aplicando diversas estrategias destinadas a dificultar la
institucionalización y la profundización del acervo político y las
prácticas diplomáticas de la CELAC. Del mismo modo, aquellas que
dificulten el adecuado cumplimiento de los diferentes tratados,
acuerdos y planes de acción que se aprueben en las Cumbres de las
Américas, las reuniones de sus ministros de Defensa, de Seguridad
Pública y de Justicia, de los Fiscales Generales (MISPA y REMSA, en el
lenguaje de la OEA), al igual que por parte de los principales órganos
político-militares y político-jurídicos del Sistema Interamericano; en
fin, se opondrá a cualquier intento, en cualquier espacio político, que
pudiera representar un cuestionamiento, no necesariamente radical, a su
proyectada hegemonía en las Américas.
43.- La Junta
Interamericana de Defensa continuará impulsando las Conferencias de
Jefes de Ejército, Marina y Aviación, así como los diversos ejercicios
militares que se han venido realizando al amparo del Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado por el gobierno
estadounidense y por algunos gobiernos de la región en 1947. A pesar de
que varios gobiernos latinoamericanos han anunciado su renuncia a ese
vetusto tratado, tanto el Departamento de Estado como el de Defensa de
Estados Unidos continuarán defendiendo su vigencia ante supuestas
amenazas “extra continentales” que tendría que enfrentar el Hemisferio
Occidental en el futuro.
44.- Con ese y otros fines, el actual
y el futuro gobierno de los Estados Unidos seguirán impulsando la
reforma y “revitalización” de la OEA, plasmada en La Política de Defensa para el Hemisferio Occidental
hasta el 2023, difundida por el Pentágono en octubre de 2012 y en la
Ley que al respecto firmara el presidente Barack Obama a finales de
2013. Sobre la base de esta Ley, y de sus sesgados enfoques sobre los
derechos humanos y las libertades fundamentales contenidos en la Carta
Democrática Interamericana, en los años venideros el Departamento de
Estado emprenderá diversas acciones orientadas a la inútil aspiración
de revitalizar la OEA para que siga siendo, desde su perspectiva, el
foro primordial para defender “la paz y la seguridad interamericanas,
fortalecer el cada vez más cuestionado Sistema Interamericano de
Derechos Humanos, promover y consolidar la democracia liberal y
burguesa, solucionar las disputas regionales, fomentar el crecimiento
económico, la cooperación para el desarrollo y la facilitación del
comercio, así como para analizar los problemas que representan para la
seguridad interamericana las migraciones incontroladas, el tráfico
ilegal de drogas y el crimen transnacional organizado.
45.-
Tomando como pretextos estas y otras amenazas (el tráfico de armas y de
personas, el lavado de dinero), la maquinaria de la política exterior
de defensa y seguridad de los Estados Unidos continuará respaldando la
Iniciativa Mérida y la “guerra contra las drogas” que el actual
gobierno mexicano ha seguido promoviendo. Sobre la base de los acuerdos
adoptados en la Cumbre de América del Norte, efectuada en Toluca,
México, a comienzo de 2014, y en coordinación con sus correspondientes
contrapartes mexicanas y canadienses, el gobierno estadounidense
impulsará la Iniciativa Regional para la Seguridad Centroamericana
(CARSI, por sus siglas en inglés) y el denominado Plan Biden para el
Triángulo Norte Centroamericano.
46.- Asimismo, se fortalecerán
todos los acuerdos vinculados con la Seguridad Regional firmados por
Estados Unidos con el actual gobierno de Colombia. Sobre tales bases y
las presuntamente exitosas experiencias acumuladas en la lucha contra
la subversión, el narcotráfico y el narcoterrorismo, y en coordinación
con el Comando Sur de las fuerzas estadounidenses (SOUTHCOM, por sus
siglas en inglés), las fuerzas militares y policiales colombianas
seguirán brindando entrenamiento a miles de oficiales militares y
policiales de diferentes países de América Latina y el Caribe, en
particular de México y Centroamérica, República Dominicana, Ecuador,
Perú y Paraguay.
47.- Todas las estrategias
contrarrevolucionarias de los Estados Unidos y de sus principales
aliados en el Hemisferio Occidental, encontrarán resistencia en los
diversos movimientos sociales y políticos latinoamericanos y caribeños,
incluidos los que luchan por la total descolonización del Caribe
insular. En contraste con la reacciones que se producirán en los
territorios colonizados por Francia, Gran Bretaña y Holanda, en el caso
de Puerto Rico la resistencia será mayor, lo que propiciará el respaldo
a la descolonización de ese archipiélago, el cual, pese a la oposición
estadounidense y de sus aliados internos, continuará expresándose tanto
en los marcos de la CELAC como en el Comité de Descolonización de la
ONU, al igual que en otros foros no gubernamentales de la región.
Estimulados por la creciente resistencia del pueblo haitiano y por la
crisis de legitimidad que está afectando al gobierno de ese país, en
dichos foros también crecerá la exigencia de que sean retiradas las
fuerzas de la MINUSTAH que, siguiendo un mandato del antidemocrático
Consejo de Seguridad de la ONU, mantienen ocupado a Haití desde hace
más de una década.
48.- En lo específico, el apoyo a la luchas
por la independencia de Puerto Rico y de los demás territorios
sometidos a diferentes formas de dominación colonial en el Caribe, será
más consistente por parte de los gobiernos integrantes del ALBA–TCP.
Este proyecto integracionista continuará consolidándose como mecanismo
de concertación política e impulsando acuerdos de cooperación como
PETROCARIBE, así como los que se han venido implementando en Haití
antes y después del terremoto de 2010.
49.- Sin embargo, se
ralentizarán los diferentes acuerdos económicos existentes en el
ALBA-TCP, tales como las empresas y los proyectos gran nacionales, el
Banco del ALBA y el SUCRE, así como otros acuerdos de cooperación en el
campo social, como consecuencia de la contraofensiva
plutocrática-imperialista contra los gobiernos de la República
Bolivariana de Venezuela y de otros países integrantes de la alianza.
Esa contraofensiva tendrá un impacto negativo en la CARICOM y el SICA;
igualmente, le creará dificultades al proceso de reforma y ampliación
del MERCOSUR y a la profundización de UNASUR.
50.- No obstante,
la CELAC continuará ampliando sus potencialidades para desempeñar un
papel más importante en la edificación del sistema multipolar que,
contra la voluntad política estadounidense, se ha venido gestando en
los años más recientes, así como para convertirse en un eficaz
mecanismo de diálogo político y de cooperación económica con los
actuales gobiernos de la República Popular China, la Federación de
Rusia y de otras potencias emergentes que integran el Grupo BRICS. De
similar manera, con los gobiernos de los 27 estados actualmente
integrantes de la UE, y con otras organizaciones internacionales en las
que también participan los gobiernos de África y Asia, como sería el
caso del Movimiento de Países No Alineados (NOAL) y el Grupo de los
77+China (G-77).
51.- Empero, a causa de sus debilidades
institucionales, de la heterogeneidad política e ideológica de los
gobiernos de los 33 estados que la componen, la CELAC no romperá con
los principales órganos político-militares y político-jurídicos que
componen el Sistema Interamericano. Mucho menos porque la mayoría de
los gobiernos de los estados de mayor desarrollo relativo de América
Latina (en particular los de Brasil, Chile, Colombia, México y Perú),
al igual que los estados independientes que integran la CARICOM, y
República Dominicana, mantendrán sus correspondientes compromisos con
los Estados Unidos y Canadá en los campos de la seguridad, el comercio,
las finanzas, la energía, la ciencia, la tecnología y en otros asuntos
multilaterales.
La multifacética crisis del sistema-mundo (II)
Perspectivas de los movimientos populares y de los gobiernos posneoliberales de América Latina y el Caribe
Perspectivas de los movimientos populares y de los gobiernos posneoliberales de América Latina y el Caribe
52.- No nos corresponde definir el contradictorio impacto que los escenarios más probables, sintetizados en los dos acápites precedentes, tendrán en cada uno de los 33 estados políticamente independientes y en los 18 territorios sometidos a diferentes formas de dominación colonial en América Latina y el Caribe. Esa compleja tarea les corresponderá a los diversos movimientos sociales y políticos, y a los intelectuales y científicos sociales comprometidos con las luchas populares que en ellos actúan; asimismo, a los gobiernos revolucionarios, reformadores o reformistas –genéricamente calificados como “progresistas”, “de izquierda” y/o “posneoliberales”— actualmente instalados o que en el futuro se instalen en Nuestra América.
53.- Sin embargo, consideramos necesario indicar que ninguno de los escenarios antes sintetizados u otros que no hayamos sido capaces de identificar, están predeterminados. En tanto los campos de batalla entre los diferentes actores sociales y políticos, gubernamentales y no gubernamentales, hemisféricos o extra hemisféricos, serán heterogéneos, al tiempo que esos mismos actores pugnarán entre sí por defender su cuota de poder o la razón de sus ideas e intereses, en esa misma medida crecerán las reacciones conservadoras y, como contraparte, la creatividad popular y la resistencia, dando lugar a la aparición de nuevos y muy diferentes escenarios.
54.- En nuestros debates también se fortaleció nuestra convicción de que la política de saqueo y depredación de los recursos naturales renovables y no renovables y de los bienes comunes, seguida por el capital imperialista en América Latina y el Caribe, con pleno apoyo de los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea, provocará un amplio abanico de resistencias populares en buena parte de los países de la región, incluido México.
55.- Frente a la redoblada ofensiva del capital transnacional y nacional, en el propio México se han multiplicado las formas de resistencia popular, al igual que la construcción social alternativa de los pueblos indígenas, la defensa del trabajo y las organizaciones sindicales, la lucha contra el capital transnacional minero, la defensa del agua, de la tierra, de los territorios sagrados, de los saberes, de los espacios públicos urbanos, de la educación, y la batalla permanente contra la contaminación ambiental, por la justicia y por el derecho a la vida. De manera que los desafíos para la construcción de la unidad en la diversidad, serán enormes, pero no imposibles de solventar. Encontrar los caminos para coordinar, hacer confluir y unificar las diversas formas de lucha para enfrentar el despojo y las políticas de un Estado criminal que criminaliza la resistencia, será un reto que el pueblo mexicano, sus movimientos sociales y las diversas organizaciones políticas de izquierda, tendrán que asumir por encima de las diferencias y contradicciones que en la actualidad se advierten en el campo popular.
56.- Estas y otras evidencias nos inducen a pensar que —ante la que se ha calificado como “acumulación por desposesión”—, los diversos sectores populares y, en especial, las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas, así como las y los campesinos y las y los trabajadores sin tierra, tendrán que padecer y enfrentar incontables proyectos de minería a cielo abierto, extracción de petróleo y gas convencional o no convencional, construcción de grandes carreteras y de obras hidráulicas e hidroeléctricas, o la plantación de enormes extensiones de diversos cultivos agrícolas (algunos de ellos transgénicos, como es el caso de la soya), que llevarán aparejado el desplazamiento de miles de familias por medios coercitivos, y la pérdida de la tierra y el territorio en los que han vivido y creado su cultura. El resultado de este nuevo e incesante despojo, históricamente hablando, será la ampliación del hambre y la profundización de la marginación a las que han estado sometidos buena parte de los habitantes de nuestro continente desde que los colonizadores impusieran, a sangre y fuego, sus múltiples formas de dominación en este, aquel Nuevo Mundo.
57.- Lo antes dicho nos permite vislumbrar que en los próximos años se producirá una gran ola de luchas populares en defensa de la tierra y los territorios, así como del agua y otros bienes comunes, al igual que de los recursos naturales, como las que se libraron hace algunas décadas en diferentes países de América Latina y el Caribe contra las políticas neoliberales. Sin excluir a ninguna de esas luchas, consideramos importante destacar las llamadas guerras del Agua y del Gas que se produjeron en Bolivia. Como se demostró en este y otros países del continente --en Ecuador, por ejemplo--, para lograr la victoria fue imprescindible fortalecer la organización y, sobre todo, lograr la articulación de los esfuerzos de los diferentes sectores populares del campo y la ciudad en aras de ampliar la movilización popular, y, del mismo modo, organizar y consolidar la fuerza política capacitada para expresar las aspiraciones de quienes participaban en las luchas. Esas fuerzas políticas pudieron ir mucho más lejos que la oposición de los movimientos sociales y las comunidades a los proyectos que los afectaban de manera más o menos directa, hasta transformarse en un movimiento político de alcance nacional, capacitado para disputar y arrebatar a las clases dominantes el gobierno y una parte importante del poder.
58.- De modo que la posibilidad de derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria que han emprendido los representantes políticos, económicos, miliares e ideológico-culturales de las clases dominantes, estrechamente aliadas con las principales potencias imperialistas (y sobremanera con Estados Unidos), dependerá de la voluntad y capacidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños para unirse y organizarse sobre una plataforma que vaya de la resistencia puntual a formas de organización político-social que permitan plantearse la toma del gobierno y del poder y, posteriormente, las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que se demandan.
59.- Al mismo tiempo, los procesos políticos genéricamente calificados como progresistas y/o posneoliberales que en la actualidad se están produciendo en diferentes países de América Latina y el Caribe, implican retomar el debate inconcluso sobre el Estado y, en correspondencia, acerca de la problemática del poder. En este contexto, consideramos imprescindible asumir la necesidad de la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y las naciones contra el imperialismo y las transnacionales; igualmente, la función reguladora y redistributiva del Estado, con la finalidad de contrarrestar los mecanismos de mercado, tan lesivos para la economía popular. Esa desmercantilización relativa permitirá que broten formas de gestión popular que sustituyan los mecanismos automáticos inherentes al propio mercado. En nuestro criterio, resulta fundamental que estos temas sean objeto de debate permanente en los distintos espacios de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas.
60.- Tales debates son aún más importantes, si entendemos el camino al socialismo como una transición civilizatoria que, partiendo del desplazamiento de las clases dominantes y del poder recolonizador de la burguesía transnacional, contemple, como bases mínimas, una economía sustentable, con crecimiento y redistribución de la riqueza, el ascenso en la calidad de vida de la mayoría de la población, y una democracia participativa que posibilite el control popular en los asuntos centrales del país. Todo esto presupone rediscutir los parámetros fundamentales del desarrollo a partir de nuestras características dependientes y subdesarrolladas, colocando en un lugar primordial el debate de la matriz productiva y extractivista que caracteriza a las estructuras económicas de la mayor parte de los estados latinoamericanos y caribeños.
61.- Esto es mucho más necesario porque a nuestros análisis los atraviesan lógicas del capitalismo y la modernidad que nos dificultan visualizar un horizonte postcapitalista. Sin embargo, tenemos que ser honestos: quinientos años de colonialismo y treinta de neoliberalismo nos han dejado déficits tan abismales que no se nos puede negar el derecho al desarrollo, a luchar para salir de la pobreza y a vivir en condiciones de dignidad plena, sencillamente humanas. La tarea para las diversas fuerzas de la izquierda en América Latina y el Caribe, especialmente cuando acceden al gobierno, es conjugar ese derecho al desarrollo con los derechos de la Madre Tierra, no entendida esta como una naturaleza estática a la que le damos derechos, sino como el conjunto de seres vivos que interactuamos en un escenario de biodiversidad.
62.- En un sistema alternativo al capitalismo, también necesitamos pensar en nuevos modelos de desarrollo a partir de un cambio de la matriz productiva, cambio que solo puede ser fruto de una transición sostenida y paulatina; o sea, en modelos inequívocamente diferentes al que asumieron los países capitalistas centrales y, en particular, las principales potencias imperialistas. Aquellos y estas pudieron “desarrollarse” a costa de los pueblos, las personas y la naturaleza. Un escenario postcapitalista en América Latina y el Caribe, no se puede sustentar en la explotación ni resignarse a que perdure la alienación de las personas sin la formulación e implementación de políticas que mejoren su vida cotidiana, sin regular la explotación de una naturaleza que cuenta con recursos limitados e insuficientes para que el Sur del mundo crezca y mantenga niveles de consumo similares a los del Norte. Miles de millones de personas en América Latina y el Caribe, China, India y el Sur geopolítico del planeta, necesitan mejorar sus condiciones de vida, pero no habrá recursos estratégicos suficientes para ello si se mantiene el actual modelo consumista y mientras no se alcance una soberanía tecnológica que libere a nuestros países de las diversas formas de dependencia respecto a los denominados países centrales o altamente desarrollados.
63.- Para emprender ese otro modelo de desarrollo, resulta imprescindible demandar que los gobiernos latinoamericanos y caribeños comiencen a gestar una arquitectura financiera internacional ajustada a los intereses públicos y nacionales. Ese nuevo proyecto económico y financiero, deberá contar con un Banco de Desarrollo e Integración Latinoamericano y Caribeño que, tomando como punto de partida el Banco del ALBA y el ya aprobado, pero aún inoperante, Banco del Sur, y actuando de manera complementaria con el Banco del Grupo BRICS, se plantee sustituir las instituciones financieras internacionales en el menor tiempo posible, específicamente al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo.
64.- Del mismo modo, será imprescindible seguir luchando para que los gobiernos del continente que los hayan suscrito, se liberen de los leoninos tratados de libre comercio que se han venido implementando desde 1994, tanto con los Estados Unidos como con la Unión Europea. Sobre todo porque, como demuestran múltiples evidencias, esos tratados son totalmente asimétricos, constituyen mecanismos para la dominación geopolítica y están centrados en las necesidades del gran capital, lo que ha agudizado las desigualdades, la inequidad y el rol primario exportador de las economías de la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños.
65.- Los perjuicios al medioambiente constituyen uno de los efectos provocados por la exacerbación de la cultura del consumo individualista de energía y de otros bienes y recursos materiales. Es un imperativo trascender esta ecuación suicida para poder avanzar hacia una planeación y un consumo colectivos, a fin de compartir beneficios y responsabilidades, tanto sociales como ambientales.
66. Como parte de las perspectivas y deberes de los movimientos populares y de los gobiernos posneoliberales de América Latina y el Caribe más allá de sus fronteras, se impone la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental, encargado de juzgar a países que no cumplen con sus compromisos ni con los tratados internacionales que ellos mismos refrendaron. Será necesario considerar que debe ser una institución que evite reproducir las asimetrías características de los organismos vigentes y que garantice mecanismos de coerción reales, considerando la enorme diferencia entre los niveles de consumo de los países centrales y los periféricos.
67.- Por otra parte, en la lucha contra el capitalismo en crisis se requiere priorizar más que nunca las que José Martí denominó “trincheras de ideas”, sin perder de vista, como él mismo señalara en abril de 1895, que “ De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento.” Para lograrlo, debe emprenderse con celeridad el lento y trabajoso proceso de subordinar los medios de comunicación privados a los intereses de las grandes mayorías, pues en tanto aquellos sean controlados por las clases dominantes, actuarán como promotores de la cultura del derroche, de la banalización de la historia y de la identidad; en fin, como reproductores de la ideología hegemónica de la dominación, la exclusión y la manipulación, centrada en la despolitización de lo cotidiano y en la pérdida de la memoria colectiva, hasta logar el control absoluto de cualquier sociedad.
68.- En la batalla contra los medios hegemónicos, será necesario establecer estrategias de comunicación claras y consensuadas que permitan la creación de proyectos alternativos de prensa gráfica y digital y fomenten la utilización intencionada e inteligente de las redes sociales y de las radios, las pequeñas televisoras y otros espacios culturales a nivel comunitario. Estos espacios/medios pueden constituirse en herramientas útiles para (re)construir el sentido común, la conciencia colectiva y los sentidos de pertenencia. Tales estrategias de comunicación deben proponerse arropar el rol protagónico de los jóvenes y las mujeres, apuntando a la toma de conciencia no sólo desde lo político, sino también desde todo el espectro cultural de lo local, lo nacional y lo regional.
69.- El presente siglo no puede tener otro horizonte que la inexistencia de una civilización que ha subordinado todos los aspectos de la vida, incluida la muerte, a una maquinaria de acumulación de ganancias; que ha sometido a la dictadura del lucro a la producción, la ciencia, la tecnología, la educación, la política, el ocio, la naturaleza, y, por si fuera poco, a cualquier forma de intercambio comercial, por ingenua que parezca. La comunitarización universal de todas las relaciones humanas con la naturaleza, pasa por un largo y complicado proceso de transición en el que se desarrollarán enconadas batallas entre la civilización dominante, la del capitalismo decadente, y la nueva civilización socialista, que ya emerge desde los intersticios, las grietas y contradicciones del propio capitalismo.
70.- En ese contexto, la necesidad y posibilidad de fundar un contra-poder popular y conquistar el poder político, por parte de la izquierda, constituye una oportunidad para dar la batalla entre el viejo Estado --que monopoliza las decisiones asociadas a las elites capitalistas transnacionales y locales--, y un nuevo Estado, que cada vez democratice y fundamente más sus decisiones en las comunidades, en los movimientos sociales, en los diversos sectores populares que componen la sociedad civil y política. Debemos apostar por el desborde democrático, hasta lograr la superación de la democracia fósil, meramente representativa, y alcanzar la democracia comunitaria, de género, multicultural, multiétnica, verdaderamente participativa.
71.- Esta será una batalla por el predominio de la democracia en todas las vertientes de la vida en sociedad, una democracia que envuelva y atraviese las disímiles actividades cotidianas de todas las personas; desde la cultura hasta la política, desde la economía hasta la educación. Una batalla de la que también formará parte la lucha nacional e internacional por la ampliación de los bienes comunes y por la gestión común de esos mismos bienes, como son el agua, la salud, la educación, la ciencia, la tecnología, el medio ambiente.
72.- En esa batalla entre la civilización capitalista dominante y la civilización comunitaria emergente — que comenzará a gestarse a partir de las características nacionales de cada país —, se conjugarán diferentes formas de propiedad, desde la estatal hasta la comunitaria y la privada, pero todas ellas en función de la socialización de la producción y de la apropiación social de los resultados. En ese contexto, un Estado revolucionario debe ayudar a que lo comunitario se expanda, se fortalezca y pueda superar más rápidamente los obstáculos que se interponen en su camino. La comunitarización de la economía solo puede ser una creación heroica de los propios productores y consumidores.
73.- La apuesta por la toma del poder y la conquista del Estado, es la apuesta por un largo proceso de transición en el que el Estado revolucionario, los partidos y movimientos sociales se fusionan para apuntalar y expandir o disputar la democratización de las decisiones, el desmontaje permanente de la lógica del lucro, en aras de la lógica comunitaria y la apuesta al intercambio armónico entre el ser humano y la naturaleza en la producción de la riqueza y en el vivir cotidiano.
A modo de conclusión
74.- Durante el primer decenio del siglo XXI se produjo una contraofensiva de las fuerzas opuestas a todos los procesos de cambio que, desde el triunfo de la Revolución bolivariana, comenzaron a gestarse en América Latina y el Caribe. Aunque esa contraofensiva no pudo derrotar a la mayor parte de los gobiernos revolucionarios, reformadores o reformistas instalados en este continente, ni evitar nuevas victorias electorales de las fuerzas políticas populares en algunos países de Centroamérica y el Caribe, produjo una especie de ralentización o reflujo en varios de los procesos de cambio que venían desarrollándose y, por tanto, en las luchas por la “segunda independencia” de Nuestra América.
75.- En la coyuntura actual se nos plantea la necesidad impostergable de realizar una valoración ponderada de los progresos antineoliberales que hasta ahora se han obtenido, así como de profundizar en los debates que se han realizado sobre los límites de los diversos procesos de cambio que se están desarrollando en la actualidad en América Latina y el Caribe. Aunque resulte obvio decirlo, no habrá consolidación de lo alcanzado hasta aquí, si la marcha se detiene o si se cae en la trampa del inmovilismo posibilista. Mucho más porque las evidencias históricas --entre ellas, la experiencia de la Revolución cubana-- indican que la única garantía para evitar retrocesos, es la constante profundización de los procesos antiimperialistas y anticapitalistas, y la socialización de la propiedad, la economía, los servicios públicos, el poder y la cultura.
76.- En este contexto habría que señalar que, si bien actuar dentro de la democracia representativa ha constituido un recurso empleado por la izquierda para avanzar en la lucha por la liberación de los pueblos, una vez que se logra la instauración de un gobierno posneoliberal mediante la vía electoral, las dinámicas de los mecanismos de la democracia representativa incrustados en las estructuras político-estatales republicanas, tienden a favorecer a la burguesía y al capital, con indudable perjuicio para los propios procesos de cambio y para la conciencia política y social. Por eso, se torna imprescindible crear instancias de democracia directa, participativa, lo más nutridas posibles, para contrarrestar esa tendencia negativa y evitar que se estanquen o retrocedan las gestiones al servicio del pueblo.
77.- De modo que la ampliación de los márgenes de la democracia, mediante la participación popular y directa en la construcción del poder popular, y la educación política de las masas, constituyen armas sumamente eficaces para derrotar la contraofensiva de Estados Unidos y sus aliados en la región.
78.- Como se ha visto, prácticamente en todos los países latinoamericanos y caribeños en los que se ha emprendido procesos de cambios favorables a los intereses nacionales y populares, esa contraofensiva ha demostrado que cada avance --por muy moderado que sea-- hacia la construcción de una sociedad, no sólo posneoliberal, sino poscapitalista, desencadenará las más feroces reacciones de la derecha y de sus garantes imperialistas, con múltiples tácticas, recursos y estrategias, tanto encubiertas como declaradas.
79.- Ese comportamiento se mantendrá en los próximos años, durante los cuales la lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre la revolución y la reacción, se agudizará en diferentes países del continente y, en especial, como hemos señalado, en la República Bolivariana de Venezuela. Si la contrarrevolución lograra triunfar en ese país, el escenario más probable sería una cruenta guerra civil que desestabilizaría a toda la región y, en particular, a sus gobiernos posneoliberales. No hay ni habrá, entonces, tarea más apremiante para todas las fuerzas progresistas, los movimientos populares y los liderazgos transformadores en Nuestra América, que patentizar por todas las vías a su alcance la mayor solidaridad con el pueblo bolivariano y chavista y con el gobierno presidido por el compañero Nicolás Maduro.
80.- Al saludar todo paso firme de cualquier Estado y gobierno hacia la autodeterminación y hacia las reformas sociales y políticas que debiliten y desmonten el orden impuesto por la globalización neoliberal, y al reconocer todo esfuerzo de unidad e integración no subordinada a EEUU, ni a otros centros imperialistas, estamos convencidos de que resulta imprescindible renovar, recrear y unificar en cada país la gran diversidad de fuerzas sociales, políticas y culturales con capacidad de asumir y profundizar cada proceso transformador e impulsar nuevas y originales acciones que contribuyan a la construcción de una Patria Grande latinoamericana y caribeña, social y políticamente liberada. Una meta tan trascendente, como sería lograr nuestra impostergable unidad de acción, exige que traspasemos fronteras, erradiquemos dogmas y revitalicemos, con renovadas expectativas, el internacionalismo y el latinoamericanismo de los fundadores de la idea de la gran patria latinoamericana y caribeña, y de sus continuadores más cercanos, entre los cuales figuran, por el mérito de sus grandes aportes, los comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías.
Edición: 2 de junio de 2015.
Participantes del taller internacional, por orden alfabético de los nombres
Ángel Guerra (Cuba), Arantxa Tirado (Estado Español), Darío Salinas (Chile), Esteban Rivero (México), Fernando Sánchez Cuadros (Perú), Gilberto López y Rivas (México), Héctor Díaz-Polanco (México), John Saxe-Fernández (México), Jorge Casals (Cuba), Jorge Veraza (México), Josefina Morales (México), Katu Arkonada (País Vasco), Lila Molinier (Paraguay), Luis Suárez (Cuba), Marco Gandásegui (Panamá), Nayar López Castellanos (México), Omar González (Cuba), Raúl García Linera (Bolivia), Silvina Romano (Argentina), Tamara Barra (México).
Hicieron llegar sus aportes por escrito:
Frente Guasú (Paraguay), Narciso Isa Conde (República Dominicana), Paula Klachko (Argentina), Sergio Rodríguez Gelfenstein (Venezuela), Tania García (Cuba).
El equipo de coordinación del taller y de redacción de la versión final de este documento, estuvo integrado por: Ángel Guerra, Katu Arkonada, Luis Suárez.
Parte I: Una mirada crítico-prospectiva a su impacto en Nuestra América
52.- No nos corresponde definir el contradictorio impacto que los escenarios más probables, sintetizados en los dos acápites precedentes, tendrán en cada uno de los 33 estados políticamente independientes y en los 18 territorios sometidos a diferentes formas de dominación colonial en América Latina y el Caribe. Esa compleja tarea les corresponderá a los diversos movimientos sociales y políticos, y a los intelectuales y científicos sociales comprometidos con las luchas populares que en ellos actúan; asimismo, a los gobiernos revolucionarios, reformadores o reformistas –genéricamente calificados como “progresistas”, “de izquierda” y/o “posneoliberales”— actualmente instalados o que en el futuro se instalen en Nuestra América.
53.- Sin embargo, consideramos necesario indicar que ninguno de los escenarios antes sintetizados u otros que no hayamos sido capaces de identificar, están predeterminados. En tanto los campos de batalla entre los diferentes actores sociales y políticos, gubernamentales y no gubernamentales, hemisféricos o extra hemisféricos, serán heterogéneos, al tiempo que esos mismos actores pugnarán entre sí por defender su cuota de poder o la razón de sus ideas e intereses, en esa misma medida crecerán las reacciones conservadoras y, como contraparte, la creatividad popular y la resistencia, dando lugar a la aparición de nuevos y muy diferentes escenarios.
54.- En nuestros debates también se fortaleció nuestra convicción de que la política de saqueo y depredación de los recursos naturales renovables y no renovables y de los bienes comunes, seguida por el capital imperialista en América Latina y el Caribe, con pleno apoyo de los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea, provocará un amplio abanico de resistencias populares en buena parte de los países de la región, incluido México.
55.- Frente a la redoblada ofensiva del capital transnacional y nacional, en el propio México se han multiplicado las formas de resistencia popular, al igual que la construcción social alternativa de los pueblos indígenas, la defensa del trabajo y las organizaciones sindicales, la lucha contra el capital transnacional minero, la defensa del agua, de la tierra, de los territorios sagrados, de los saberes, de los espacios públicos urbanos, de la educación, y la batalla permanente contra la contaminación ambiental, por la justicia y por el derecho a la vida. De manera que los desafíos para la construcción de la unidad en la diversidad, serán enormes, pero no imposibles de solventar. Encontrar los caminos para coordinar, hacer confluir y unificar las diversas formas de lucha para enfrentar el despojo y las políticas de un Estado criminal que criminaliza la resistencia, será un reto que el pueblo mexicano, sus movimientos sociales y las diversas organizaciones políticas de izquierda, tendrán que asumir por encima de las diferencias y contradicciones que en la actualidad se advierten en el campo popular.
56.- Estas y otras evidencias nos inducen a pensar que —ante la que se ha calificado como “acumulación por desposesión”—, los diversos sectores populares y, en especial, las comunidades indígenas, afrodescendientes y mestizas, así como las y los campesinos y las y los trabajadores sin tierra, tendrán que padecer y enfrentar incontables proyectos de minería a cielo abierto, extracción de petróleo y gas convencional o no convencional, construcción de grandes carreteras y de obras hidráulicas e hidroeléctricas, o la plantación de enormes extensiones de diversos cultivos agrícolas (algunos de ellos transgénicos, como es el caso de la soya), que llevarán aparejado el desplazamiento de miles de familias por medios coercitivos, y la pérdida de la tierra y el territorio en los que han vivido y creado su cultura. El resultado de este nuevo e incesante despojo, históricamente hablando, será la ampliación del hambre y la profundización de la marginación a las que han estado sometidos buena parte de los habitantes de nuestro continente desde que los colonizadores impusieran, a sangre y fuego, sus múltiples formas de dominación en este, aquel Nuevo Mundo.
57.- Lo antes dicho nos permite vislumbrar que en los próximos años se producirá una gran ola de luchas populares en defensa de la tierra y los territorios, así como del agua y otros bienes comunes, al igual que de los recursos naturales, como las que se libraron hace algunas décadas en diferentes países de América Latina y el Caribe contra las políticas neoliberales. Sin excluir a ninguna de esas luchas, consideramos importante destacar las llamadas guerras del Agua y del Gas que se produjeron en Bolivia. Como se demostró en este y otros países del continente --en Ecuador, por ejemplo--, para lograr la victoria fue imprescindible fortalecer la organización y, sobre todo, lograr la articulación de los esfuerzos de los diferentes sectores populares del campo y la ciudad en aras de ampliar la movilización popular, y, del mismo modo, organizar y consolidar la fuerza política capacitada para expresar las aspiraciones de quienes participaban en las luchas. Esas fuerzas políticas pudieron ir mucho más lejos que la oposición de los movimientos sociales y las comunidades a los proyectos que los afectaban de manera más o menos directa, hasta transformarse en un movimiento político de alcance nacional, capacitado para disputar y arrebatar a las clases dominantes el gobierno y una parte importante del poder.
58.- De modo que la posibilidad de derrotar la nueva ofensiva contrarrevolucionaria que han emprendido los representantes políticos, económicos, miliares e ideológico-culturales de las clases dominantes, estrechamente aliadas con las principales potencias imperialistas (y sobremanera con Estados Unidos), dependerá de la voluntad y capacidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños para unirse y organizarse sobre una plataforma que vaya de la resistencia puntual a formas de organización político-social que permitan plantearse la toma del gobierno y del poder y, posteriormente, las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que se demandan.
59.- Al mismo tiempo, los procesos políticos genéricamente calificados como progresistas y/o posneoliberales que en la actualidad se están produciendo en diferentes países de América Latina y el Caribe, implican retomar el debate inconcluso sobre el Estado y, en correspondencia, acerca de la problemática del poder. En este contexto, consideramos imprescindible asumir la necesidad de la defensa de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y las naciones contra el imperialismo y las transnacionales; igualmente, la función reguladora y redistributiva del Estado, con la finalidad de contrarrestar los mecanismos de mercado, tan lesivos para la economía popular. Esa desmercantilización relativa permitirá que broten formas de gestión popular que sustituyan los mecanismos automáticos inherentes al propio mercado. En nuestro criterio, resulta fundamental que estos temas sean objeto de debate permanente en los distintos espacios de las izquierdas latinoamericanas y caribeñas.
60.- Tales debates son aún más importantes, si entendemos el camino al socialismo como una transición civilizatoria que, partiendo del desplazamiento de las clases dominantes y del poder recolonizador de la burguesía transnacional, contemple, como bases mínimas, una economía sustentable, con crecimiento y redistribución de la riqueza, el ascenso en la calidad de vida de la mayoría de la población, y una democracia participativa que posibilite el control popular en los asuntos centrales del país. Todo esto presupone rediscutir los parámetros fundamentales del desarrollo a partir de nuestras características dependientes y subdesarrolladas, colocando en un lugar primordial el debate de la matriz productiva y extractivista que caracteriza a las estructuras económicas de la mayor parte de los estados latinoamericanos y caribeños.
61.- Esto es mucho más necesario porque a nuestros análisis los atraviesan lógicas del capitalismo y la modernidad que nos dificultan visualizar un horizonte postcapitalista. Sin embargo, tenemos que ser honestos: quinientos años de colonialismo y treinta de neoliberalismo nos han dejado déficits tan abismales que no se nos puede negar el derecho al desarrollo, a luchar para salir de la pobreza y a vivir en condiciones de dignidad plena, sencillamente humanas. La tarea para las diversas fuerzas de la izquierda en América Latina y el Caribe, especialmente cuando acceden al gobierno, es conjugar ese derecho al desarrollo con los derechos de la Madre Tierra, no entendida esta como una naturaleza estática a la que le damos derechos, sino como el conjunto de seres vivos que interactuamos en un escenario de biodiversidad.
62.- En un sistema alternativo al capitalismo, también necesitamos pensar en nuevos modelos de desarrollo a partir de un cambio de la matriz productiva, cambio que solo puede ser fruto de una transición sostenida y paulatina; o sea, en modelos inequívocamente diferentes al que asumieron los países capitalistas centrales y, en particular, las principales potencias imperialistas. Aquellos y estas pudieron “desarrollarse” a costa de los pueblos, las personas y la naturaleza. Un escenario postcapitalista en América Latina y el Caribe, no se puede sustentar en la explotación ni resignarse a que perdure la alienación de las personas sin la formulación e implementación de políticas que mejoren su vida cotidiana, sin regular la explotación de una naturaleza que cuenta con recursos limitados e insuficientes para que el Sur del mundo crezca y mantenga niveles de consumo similares a los del Norte. Miles de millones de personas en América Latina y el Caribe, China, India y el Sur geopolítico del planeta, necesitan mejorar sus condiciones de vida, pero no habrá recursos estratégicos suficientes para ello si se mantiene el actual modelo consumista y mientras no se alcance una soberanía tecnológica que libere a nuestros países de las diversas formas de dependencia respecto a los denominados países centrales o altamente desarrollados.
63.- Para emprender ese otro modelo de desarrollo, resulta imprescindible demandar que los gobiernos latinoamericanos y caribeños comiencen a gestar una arquitectura financiera internacional ajustada a los intereses públicos y nacionales. Ese nuevo proyecto económico y financiero, deberá contar con un Banco de Desarrollo e Integración Latinoamericano y Caribeño que, tomando como punto de partida el Banco del ALBA y el ya aprobado, pero aún inoperante, Banco del Sur, y actuando de manera complementaria con el Banco del Grupo BRICS, se plantee sustituir las instituciones financieras internacionales en el menor tiempo posible, específicamente al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial y al Banco Interamericano de Desarrollo.
64.- Del mismo modo, será imprescindible seguir luchando para que los gobiernos del continente que los hayan suscrito, se liberen de los leoninos tratados de libre comercio que se han venido implementando desde 1994, tanto con los Estados Unidos como con la Unión Europea. Sobre todo porque, como demuestran múltiples evidencias, esos tratados son totalmente asimétricos, constituyen mecanismos para la dominación geopolítica y están centrados en las necesidades del gran capital, lo que ha agudizado las desigualdades, la inequidad y el rol primario exportador de las economías de la mayor parte de los países latinoamericanos y caribeños.
65.- Los perjuicios al medioambiente constituyen uno de los efectos provocados por la exacerbación de la cultura del consumo individualista de energía y de otros bienes y recursos materiales. Es un imperativo trascender esta ecuación suicida para poder avanzar hacia una planeación y un consumo colectivos, a fin de compartir beneficios y responsabilidades, tanto sociales como ambientales.
66. Como parte de las perspectivas y deberes de los movimientos populares y de los gobiernos posneoliberales de América Latina y el Caribe más allá de sus fronteras, se impone la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental, encargado de juzgar a países que no cumplen con sus compromisos ni con los tratados internacionales que ellos mismos refrendaron. Será necesario considerar que debe ser una institución que evite reproducir las asimetrías características de los organismos vigentes y que garantice mecanismos de coerción reales, considerando la enorme diferencia entre los niveles de consumo de los países centrales y los periféricos.
67.- Por otra parte, en la lucha contra el capitalismo en crisis se requiere priorizar más que nunca las que José Martí denominó “trincheras de ideas”, sin perder de vista, como él mismo señalara en abril de 1895, que “ De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento.” Para lograrlo, debe emprenderse con celeridad el lento y trabajoso proceso de subordinar los medios de comunicación privados a los intereses de las grandes mayorías, pues en tanto aquellos sean controlados por las clases dominantes, actuarán como promotores de la cultura del derroche, de la banalización de la historia y de la identidad; en fin, como reproductores de la ideología hegemónica de la dominación, la exclusión y la manipulación, centrada en la despolitización de lo cotidiano y en la pérdida de la memoria colectiva, hasta logar el control absoluto de cualquier sociedad.
68.- En la batalla contra los medios hegemónicos, será necesario establecer estrategias de comunicación claras y consensuadas que permitan la creación de proyectos alternativos de prensa gráfica y digital y fomenten la utilización intencionada e inteligente de las redes sociales y de las radios, las pequeñas televisoras y otros espacios culturales a nivel comunitario. Estos espacios/medios pueden constituirse en herramientas útiles para (re)construir el sentido común, la conciencia colectiva y los sentidos de pertenencia. Tales estrategias de comunicación deben proponerse arropar el rol protagónico de los jóvenes y las mujeres, apuntando a la toma de conciencia no sólo desde lo político, sino también desde todo el espectro cultural de lo local, lo nacional y lo regional.
69.- El presente siglo no puede tener otro horizonte que la inexistencia de una civilización que ha subordinado todos los aspectos de la vida, incluida la muerte, a una maquinaria de acumulación de ganancias; que ha sometido a la dictadura del lucro a la producción, la ciencia, la tecnología, la educación, la política, el ocio, la naturaleza, y, por si fuera poco, a cualquier forma de intercambio comercial, por ingenua que parezca. La comunitarización universal de todas las relaciones humanas con la naturaleza, pasa por un largo y complicado proceso de transición en el que se desarrollarán enconadas batallas entre la civilización dominante, la del capitalismo decadente, y la nueva civilización socialista, que ya emerge desde los intersticios, las grietas y contradicciones del propio capitalismo.
70.- En ese contexto, la necesidad y posibilidad de fundar un contra-poder popular y conquistar el poder político, por parte de la izquierda, constituye una oportunidad para dar la batalla entre el viejo Estado --que monopoliza las decisiones asociadas a las elites capitalistas transnacionales y locales--, y un nuevo Estado, que cada vez democratice y fundamente más sus decisiones en las comunidades, en los movimientos sociales, en los diversos sectores populares que componen la sociedad civil y política. Debemos apostar por el desborde democrático, hasta lograr la superación de la democracia fósil, meramente representativa, y alcanzar la democracia comunitaria, de género, multicultural, multiétnica, verdaderamente participativa.
71.- Esta será una batalla por el predominio de la democracia en todas las vertientes de la vida en sociedad, una democracia que envuelva y atraviese las disímiles actividades cotidianas de todas las personas; desde la cultura hasta la política, desde la economía hasta la educación. Una batalla de la que también formará parte la lucha nacional e internacional por la ampliación de los bienes comunes y por la gestión común de esos mismos bienes, como son el agua, la salud, la educación, la ciencia, la tecnología, el medio ambiente.
72.- En esa batalla entre la civilización capitalista dominante y la civilización comunitaria emergente — que comenzará a gestarse a partir de las características nacionales de cada país —, se conjugarán diferentes formas de propiedad, desde la estatal hasta la comunitaria y la privada, pero todas ellas en función de la socialización de la producción y de la apropiación social de los resultados. En ese contexto, un Estado revolucionario debe ayudar a que lo comunitario se expanda, se fortalezca y pueda superar más rápidamente los obstáculos que se interponen en su camino. La comunitarización de la economía solo puede ser una creación heroica de los propios productores y consumidores.
73.- La apuesta por la toma del poder y la conquista del Estado, es la apuesta por un largo proceso de transición en el que el Estado revolucionario, los partidos y movimientos sociales se fusionan para apuntalar y expandir o disputar la democratización de las decisiones, el desmontaje permanente de la lógica del lucro, en aras de la lógica comunitaria y la apuesta al intercambio armónico entre el ser humano y la naturaleza en la producción de la riqueza y en el vivir cotidiano.
A modo de conclusión
74.- Durante el primer decenio del siglo XXI se produjo una contraofensiva de las fuerzas opuestas a todos los procesos de cambio que, desde el triunfo de la Revolución bolivariana, comenzaron a gestarse en América Latina y el Caribe. Aunque esa contraofensiva no pudo derrotar a la mayor parte de los gobiernos revolucionarios, reformadores o reformistas instalados en este continente, ni evitar nuevas victorias electorales de las fuerzas políticas populares en algunos países de Centroamérica y el Caribe, produjo una especie de ralentización o reflujo en varios de los procesos de cambio que venían desarrollándose y, por tanto, en las luchas por la “segunda independencia” de Nuestra América.
75.- En la coyuntura actual se nos plantea la necesidad impostergable de realizar una valoración ponderada de los progresos antineoliberales que hasta ahora se han obtenido, así como de profundizar en los debates que se han realizado sobre los límites de los diversos procesos de cambio que se están desarrollando en la actualidad en América Latina y el Caribe. Aunque resulte obvio decirlo, no habrá consolidación de lo alcanzado hasta aquí, si la marcha se detiene o si se cae en la trampa del inmovilismo posibilista. Mucho más porque las evidencias históricas --entre ellas, la experiencia de la Revolución cubana-- indican que la única garantía para evitar retrocesos, es la constante profundización de los procesos antiimperialistas y anticapitalistas, y la socialización de la propiedad, la economía, los servicios públicos, el poder y la cultura.
76.- En este contexto habría que señalar que, si bien actuar dentro de la democracia representativa ha constituido un recurso empleado por la izquierda para avanzar en la lucha por la liberación de los pueblos, una vez que se logra la instauración de un gobierno posneoliberal mediante la vía electoral, las dinámicas de los mecanismos de la democracia representativa incrustados en las estructuras político-estatales republicanas, tienden a favorecer a la burguesía y al capital, con indudable perjuicio para los propios procesos de cambio y para la conciencia política y social. Por eso, se torna imprescindible crear instancias de democracia directa, participativa, lo más nutridas posibles, para contrarrestar esa tendencia negativa y evitar que se estanquen o retrocedan las gestiones al servicio del pueblo.
77.- De modo que la ampliación de los márgenes de la democracia, mediante la participación popular y directa en la construcción del poder popular, y la educación política de las masas, constituyen armas sumamente eficaces para derrotar la contraofensiva de Estados Unidos y sus aliados en la región.
78.- Como se ha visto, prácticamente en todos los países latinoamericanos y caribeños en los que se ha emprendido procesos de cambios favorables a los intereses nacionales y populares, esa contraofensiva ha demostrado que cada avance --por muy moderado que sea-- hacia la construcción de una sociedad, no sólo posneoliberal, sino poscapitalista, desencadenará las más feroces reacciones de la derecha y de sus garantes imperialistas, con múltiples tácticas, recursos y estrategias, tanto encubiertas como declaradas.
79.- Ese comportamiento se mantendrá en los próximos años, durante los cuales la lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre la revolución y la reacción, se agudizará en diferentes países del continente y, en especial, como hemos señalado, en la República Bolivariana de Venezuela. Si la contrarrevolución lograra triunfar en ese país, el escenario más probable sería una cruenta guerra civil que desestabilizaría a toda la región y, en particular, a sus gobiernos posneoliberales. No hay ni habrá, entonces, tarea más apremiante para todas las fuerzas progresistas, los movimientos populares y los liderazgos transformadores en Nuestra América, que patentizar por todas las vías a su alcance la mayor solidaridad con el pueblo bolivariano y chavista y con el gobierno presidido por el compañero Nicolás Maduro.
80.- Al saludar todo paso firme de cualquier Estado y gobierno hacia la autodeterminación y hacia las reformas sociales y políticas que debiliten y desmonten el orden impuesto por la globalización neoliberal, y al reconocer todo esfuerzo de unidad e integración no subordinada a EEUU, ni a otros centros imperialistas, estamos convencidos de que resulta imprescindible renovar, recrear y unificar en cada país la gran diversidad de fuerzas sociales, políticas y culturales con capacidad de asumir y profundizar cada proceso transformador e impulsar nuevas y originales acciones que contribuyan a la construcción de una Patria Grande latinoamericana y caribeña, social y políticamente liberada. Una meta tan trascendente, como sería lograr nuestra impostergable unidad de acción, exige que traspasemos fronteras, erradiquemos dogmas y revitalicemos, con renovadas expectativas, el internacionalismo y el latinoamericanismo de los fundadores de la idea de la gran patria latinoamericana y caribeña, y de sus continuadores más cercanos, entre los cuales figuran, por el mérito de sus grandes aportes, los comandantes Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías.
Edición: 2 de junio de 2015.
Participantes del taller internacional, por orden alfabético de los nombres
Ángel Guerra (Cuba), Arantxa Tirado (Estado Español), Darío Salinas (Chile), Esteban Rivero (México), Fernando Sánchez Cuadros (Perú), Gilberto López y Rivas (México), Héctor Díaz-Polanco (México), John Saxe-Fernández (México), Jorge Casals (Cuba), Jorge Veraza (México), Josefina Morales (México), Katu Arkonada (País Vasco), Lila Molinier (Paraguay), Luis Suárez (Cuba), Marco Gandásegui (Panamá), Nayar López Castellanos (México), Omar González (Cuba), Raúl García Linera (Bolivia), Silvina Romano (Argentina), Tamara Barra (México).
Hicieron llegar sus aportes por escrito:
Frente Guasú (Paraguay), Narciso Isa Conde (República Dominicana), Paula Klachko (Argentina), Sergio Rodríguez Gelfenstein (Venezuela), Tania García (Cuba).
El equipo de coordinación del taller y de redacción de la versión final de este documento, estuvo integrado por: Ángel Guerra, Katu Arkonada, Luis Suárez.
Parte I: Una mirada crítico-prospectiva a su impacto en Nuestra América
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