Por: Fidel Castro Ruz
La
sociedad mundial no conoce tregua en los últimos años, particularmente
desde que la Comunidad Económica Europea, bajo la dirección férrea e
incondicional de Estados Unidos, consideró que había llegado la hora de
ajustar cuentas con lo que restaba de dos grandes naciones que,
inspiradas en las ideas de Marx, habían llevado a cabo la proeza de
poner fin al orden colonial e imperialista impuesto al mundo por Europa
y Estados Unidos.
En la antigua Rusia estalló una revolución que conmovió al mundo.
Se esperaba, que la primera gran revolución socialista tendría lugar
en los países más industrializados de Europa, como Inglaterra, Francia,
Alemania y el Imperio Austrohúngaro. Ésta, sin embargo, tuvo lugar en
Rusia, cuyo territorio se extendía por Asia, desde el norte de Europa
hasta el Sur de Alaska, que había sido también territorio zarista,
vendido por unos dólares al país que sería posteriormente el más
interesado en atacar y destruir la revolución y al país que la engendró.
La mayor proeza del nuevo Estado fue crear una Unión capaz de
agrupar sus recursos y compartir su tecnología con gran número de
naciones débiles y menos desarrolladas, víctimas inevitables de la
explotación colonial. ¿Sería o no conveniente en el mundo actual una
verdadera sociedad de naciones que respetara los derechos, creencias,
cultura, tecnologías y recursos de lugares asequibles del planeta que a
tantos seres humanos les gusta visitar y conocer?¿Y no sería mucho más
justo que todas las personas que hoy, en fracciones de segundo se
comunican de un extremo a otro del planeta, vean en los demás un amigo
o un hermano y no un enemigo dispuesto a exterminarlo con los medios
que ha sido capaz de crear el conocimiento humano?
Por creer que los seres humanos podrían ser capaces de albergar
tales objetivos, pienso que no hay derecho alguno a destruir ciudades,
asesinar niños, pulverizar viviendas, a sembrar terror, hambre y muerte
en todas partes. ¿En qué rincón del mundo se podrían justificar tales
hechos? Si se recuerda que al final de la masacre de la última
contienda mundial el mundo se ilusionó con la creación de las Naciones Unidas,
es porque gran parte de la humanidad la imaginó con tales perspectivas,
aunque no estuviesen cabalmente definidos sus objetivos. Un colosal
engaño es lo que se percibe hoy cuando surgen problemas que insinúan el
posible estallido de una guerra con el empleo de armas que podrían
poner fin a la existencia humana.
Existen sujetos inescrupulosos, al parecer no pocos, que consideran
un mérito su disposición a morir, pero sobre todo a matar para defender
privilegios bochornosos.
Muchas personas se asombran al escuchar las declaraciones de algunos voceros europeos de la OTAN cuando se expresan con el estilo y el rostro de las SS nazis. En ocasiones hasta se visten con trajes oscuros en pleno verano.
Nosotros tenemos un adversario bastante poderoso como lo es nuestro
vecino más próximo: Estados Unidos. Le advertimos que resistiríamos el bloqueo,
aunque eso podía implicar un costo muy elevado para nuestro país. No
hay peor precio que capitular frente al enemigo que sin razón ni
derecho te agrede. Era el sentimiento de un pueblo pequeño y aislado.
El resto de los gobiernos de este hemisferio, con raras excepciones, se
habían sumado al poderoso e influyente imperio. No se trataba por
nuestra parte de una actitud personal, era el sentimiento de una
pequeña nación que desde inicios de siglo era una propiedad no solo
política, sino también económica de Estados Unidos. España nos había
cedido a ese país después de haber sufrido casi cinco siglos de
coloniaje y de un incalculable número de muertos y pérdidas materiales
en la lucha por la independencia.
El imperio se reservó el derecho de intervenir militarmente en Cuba
en virtud de una pérfida enmienda constitucional que impuso a un
Congreso impotente e incapaz de resistir. Aparte de ser los dueños de
casi todo en Cuba: abundantes tierras, los mayores centrales
azucareros, las minas, los bancos y hasta la prerrogativa de imprimir
nuestro dinero, nos prohibía producir granos alimenticios suficientes
para alimentar la población.
Cuando la URSS se desintegró y desapareció también el Campo
Socialista, seguimos resistiendo, y juntos, el Estado y el pueblo
revolucionarios, proseguimos nuestra marcha independiente.
No deseo, sin embargo, dramatizar esta modesta historia. Prefiero
más bien recalcar que la política del imperio es tan dramáticamente
ridícula que no tardará mucho en pasar al basurero de la historia. El
imperio de Adolfo Hitler, inspirado en la codicia, pasó a la historia
sin más gloria que el aliento aportado a los gobiernos burgueses y
agresivos de la OTAN, que los convierte en el hazmerreír de Europa y el
mundo, con su euro, que al igual que el dólar, no tardará en
convertirse en papel mojado, llamado a depender del yuan y también de
los rublos, ante la pujante economía china estrechamente unida al
enorme potencial económico y técnico de Rusia.
Algo que se ha convertido en un símbolo de la política imperial es el cinismo.
Como se conoce, John McCain
fue el candidato republicano a las elecciones de 2008. El personaje
salió a la luz pública cuando en su condición de piloto fue derribado
mientras su avión bombardeaba la populosa ciudad de Hanói. Un cohete
vietnamita lo alcanzó en plena faena y nave y piloto cayeron en un lago
ubicado en las inmediaciones de la capital, colindante con la ciudad.
Un antiguo soldado vietnamita ya retirado, que se ganaba la vida
trabajando en las proximidades, al ver caer el avión y un piloto herido
que trataba de salvarse se movió para auxiliarlo; mientras el viejo
soldado prestaba esa ayuda, un grupo de la población de Hanói, que
sufría los ataques de la aviación, corría para ajustar cuentas con
aquel asesino. El mismo soldado persuadió a los vecinos que no lo
hicieran, pues era ya un prisionero y su vida debía respetarse. Las
propias autoridades yankis se comunicaron con el Gobierno rogando que
no se actuara contra ese piloto.
Aparte de las normas del Gobierno vietnamita de respeto a los
prisioneros, el piloto era hijo de un Almirante de la Armada de Estados
Unidos que había desempeñado un papel destacado en la Segunda Guerra Mundial y estaba todavía ocupando un importante cargo.
Los vietnamitas habían capturado un pez gordo en aquel bombardeo y
como es lógico, pensando en las conversaciones inevitables de paz que
debían poner fin a la guerra injusta que le habían impuesto
desarrollaron la amistad con él, que estaba muy feliz de sacar todo el
provecho posible de aquella aventura. Esto, desde luego, no me lo contó
ningún vietnamita, ni yo lo habría preguntado nunca. Lo he leído y se
ajusta completamente a determinados detalles que conocí más tarde.
También leí un día que Mister McCain había escrito que siendo
prisionero en Vietnam, mientras era torturado, escuchó voces en español
asesorando a los torturadores qué debían hacer y cómo hacerlo. Eran
voces de cubanos, según McCain. Cuba nunca tuvo asesores en Vietnam.
Sus militares conocen sobradamente cómo hacer su guerra.
El General Giap fue uno de los jefes más brillantes de nuestra
época, que en Dien Bien Phu fue capaz de ubicar los cañones por selvas
intrincadas y abruptas, algo que los militares yankis y europeos
consideraban imposible. Con esos cañones disparaban desde un punto tan
próximo que era imposible neutralizarlos sin que las bombas nucleares
afectaran también a los invasores. Los demás pasos pertinentes, todos
difíciles y complejos, fueron empleados para imponer a las cercadas
fuerzas europeas una bochornosa rendición.
El zorro McCain sacó todo el provecho posible de las derrotas
militares de los invasores yankis y europeos. Nixon no pudo persuadir a
su consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger, de que aceptara la
idea sugerida por el propio Presidente cuando en momentos de
relajamiento le decía ¿Por qué no le lanzamos una de esas bombitas
Henry? La verdadera bombita llegó cuando los hombres del Presidente
trataron de espiar a sus adversarios del partido opuesto ¡Eso sí que no
podía tolerarse!
A pesar de eso lo más cínico del Sr. McCain ha sido su actuación en
el Cercano Oriente. El senador McCain es el aliado más incondicional de
Israel en las marañas del Mossad, algo que ni los peores adversarios
habrían sido capaces de imaginar. McCain participó junto a ese servicio
en la creación del Estado Islámico que se apoderó de una parte
considerable y vital de Irak, así como según se afirma, de un tercio
del territorio de Siria. Tal Estado cuenta ya con ingresos
multimillonarios, y amenaza a Arabia Saudita y otros Estados de esa
compleja región que suministra la parte más importante del combustible
mundial.
¿No sería preferible, luchar por producir más alimentos y productos
industriales, construir hospitales y escuelas para los miles de
millones de seres humanos que los necesitan desesperadamente, promover
el arte y la cultura, luchar contra enfermedades masivas que llevan a
la muerte a más de la mitad de los enfermos, a trabajadores de la salud
o tecnólogos que según se vislumbra, podrían finalmente eliminar
enfermedades como el cáncer, el ébola, el paludismo, el dengue, la
chikungunya, la diabetes y otras que afectan las funciones vitales de
los seres humanos?
Si hoy resulta posible prolongar la vida, la salud y el tiempo útil
de las personas, si es perfectamente posible planificar el desarrollo
de la población en virtud de la productividad creciente, la cultura y
desarrollo de los valores humanos ¿Qué esperan para hacerlo?
Triunfarán las ideas justas o triunfará el desastre.
Fidel Castro Ruz
Agosto 31 de 201410 y 25 p.m.
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