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domingo, 1 de enero de 2012

La “democracia” que nos legaron los yankis

Las primeras elecciones en Cuba el 31 de diciembre de 1901

Lázaro Barredo Medina

El proceso de "americanización" de Cuba, que se fue conformando durante el siglo XIX en el pensamiento político norteamericano, se expresaba con absoluto desdén hacia los cubanos.

Conseguidos sus propósitos con la intervención en la guerra hispano-cubana, cuando ya los mambises tenían virtualmente ganada la guerra contra España, el general Leonardo Wood, gobernador militar norteamericano en Cuba, escribía al secretario de la Defensa de EE.UU., E. Root: "Todos los americanos y todos los cubanos que miran al porvenir saben que la isla va a formar parte de los Estados Unidos y que es de tanto interés para nosotros como para ellos darle una posición sólida".

El afán del reparto territorial por parte de las grandes potencias europeas a finales del siglo XIX y la necesidad diplomática norteamericana de evitar rozamientos en medio de esas contradicciones, unido a la resistencia de una mayoritaria parte del pueblo cubano a la anexión, obligó a los Estados Unidos a buscar una fórmula por la cual los cubanos tuvieran su república, pero siempre mediatizada si se lograba que los elegidos fueran hombres que se plegaran a los intereses norteamericanos.

Es sobre esta base que el 9 de febrero de 1901 el secretario de Defensa norteamericano E.Root envió una carta al gobernador Wood definiéndole las cinco condiciones que debían servir de base para las relaciones cubano-norteamericanas:

1. reconocer el derecho de EE.UU. a intervenir en los asuntos internos en Cuba,

2. limitar los derechos de Cuba a firmar acuerdos y tratados con las potencias extranjeras o a concederles todo tipo de privilegios sin acuerdo previo de EE.UU.,

3. limitar los derechos de Cuba a obtener empréstitos en el extranjero,

4. reconocer el derecho de EE.UU. a adquirir tierras y tener bases navales en Cuba,

5. reconocimiento y observación por Cuba de todas las leyes promulgadas por las autoridades militares norteamericanas y los derechos derivados de estas leyes.

El senador Orville H. Platt, al presentar su enmienda ante el Congreso norteamericano, tomaría esos cinco puntos y les agregaría tres cláusulas más.

6. el gobierno de Cuba ejecutará y, en cuanto fuese necesario, cumplirá los planes ya hechos y otros que mutuamente conveng para el saneamiento de las poblaciones de la Isla, con el fin de evitar el desarrollo de enfermedades epidémicas e infecciosas, protegiendo así al pueblo y al comercio de Cuba, lo mismo que al comercio y al pueblo de los puertos del Sur de los Estados Unidos;

7. la isla de Pinos será omitida de los límites de Cuba propuestos por la Constitución, dejándose para un futuro arreglo la propiedad de la misma;

8. el gobierno de Cuba insertará las anteriores disposiciones en un Tratado Permanente con los Estados Unidos.

Así surgió desde el Congreso de los Estados Unidos la Enmienda Platt que los cubanos estarían obligados a incorporar como un apéndice a su Constitución republicana.

Unos días después de aprobada la Enmienda Platt, el general Wood escribió a Teodore Roosevelt, entonces vicepresidente de EE.UU.: "Por supuesto que con la Enmienda Platt, a Cuba le hemos dejado poca o ninguna independencia... Lo práctico ahora es conseguir la anexión. Esto requerirá un poco de tiempo... Con el control que tenemos sobre Cuba, y que sin duda antes de mucho se convertirá en posesión, pronto controlaremos todo el comercio de azúcar del mundo. Creo que Cuba es una adquisición de lo más deseable para los Estados Unidos".

El arrogante General Leonard Wood no solo "organiza", sino que se "ofrece" como "observador" en las llamadas primeras elecciones "democráticas" para los puestos más importantes en el Gobierno de Cuba.

Wood no solo ejerció una intensa presión sobre una gran parte de los constituyentes cubanos para lograr esos propósitos, sino también maniobró para limitar la participación del pueblo cubano durante las elecciones que tuvieron lugar el 31 de diciembre de 1901, cuyos requisitos impuestos por los interventores norteamericanos solo permitieron que pudiese votar el 7 % de la población. De 1 millón 572 797 habitantes, solo pudieron empadronarse 150 648 electores ante las limitaciones establecidas en la ley electoral promulgada por el gobernador Wood, de los cuales votaron 110 816. Así fueron las primeras elecciones "democráticas" cubanas organizadas por Estados Unidos.

Las regulaciones del gobernador militar yanki

En esta lid electoral de la "nueva" e "independiente" nación cubana los requisitos impuestos por los yankis fueron: ser varón natural de Cuba o hijo de un natural de Cuba nacido durante la residencia temporal de sus padres en el extranjero; o español, que con arreglo al artículo 9 del Tratado de París, no hubiese declarado su propósito de conservar su condición de español —la mujer quedó excluida del derecho a votar o ser elegida—; tener 21 años de edad como mínimo; residir en el término municipal donde pensaba votar, por lo menos 30 días consecutivos, y tener, además, cualesquiera de las siguientes condiciones: saber leer y escribir o poseer bienes muebles o inmuebles por valor de 250 pesos moneda de Estados Unidos (lo que era casi una fortuna para la época), o haber servido en el Ejército Libertador cubano con anterioridad al 18 de julio de 1898 y haberse licenciado "sin nota desfavorable".

Como era de esperar, en un país minado por el analfabetismo y arruinado por la guerra, los requisitos de saber leer y escribir y poseer bienes de fortuna eran factores excluyentes para gran parte de la población, particularmente la de raza negra, integrante mayoritaria de las capas más pobres y a la que históricamente se le había negado el derecho a la instrucción. A los ocupantes no les convenía ponerse a mal con los integrantes del Ejército Libertador, pero muchos habitantes del occidente, donde radicaba la mayor parte de la población cubana de entonces, no habían tomado parte en la guerra.

En las elecciones, aquel último día del año 1901, el cubano-americano Tomás Estrada Palma se convirtió en el candidato de Estados Unidos a las primeras elecciones cubanas en las cuales tendría como oponente a Bartolomé Masó, Mayor General del Ejército Libertador cubano y último presidente de la República en Armas, pero ante la falta de garantías electorales el General Masó optó por el retraimiento y Estrada Palma fue postulado como candidato único, ganó sin oposición.

La concepción republicana para Cuba fue esbozada en aquel último año del siglo XIX por la publicación Review of Reviews, cuando confesó: "la nueva Cuba será una nación, pero no un poder soberano. Interiormente poseerá la independencia que su pueblo ha apetecido y por la que ha luchado. Exteriormente será una dependencia y estará bajo la protección del gran poder americano".

Eso lo garantizaba la composición del primer gobierno republicano cubano. De los ministros o secretarios de gobierno que compartieron con Tomás Estrada Palma la dirección del mediatizado Estado cubano, nueve habían pertenecido al desaparecido Partido Autonomista, cuyas principales figuras sirvieron a la metrópoli española en la dirección del Estado colonial cubano; seis eran miembros de prominentes familias de la oligarquía azucarera criolla, y otros seis —incluidas figuras que de una u otra forma participaron en la Revolución de 1895— habían desempeñado altos cargos durante el Gobierno de ocupación norteamericano.

Aquí tenemos el proceso de la "democracia" que los yankis han tenido y siguen teniendo en mente para el pueblo cubano. Y quien lo dude, tómese el trabajo de revisar los capítulos uno y dos de la Ley Helms-Burton, aprobada por el Congreso de los Estados Unidos en 1996.

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