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miércoles, 30 de noviembre de 2011

EU-Rusia: ¿crisis de misiles "a la inversa" de 1962?

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
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El presidente ruso, Dimitri Medvediev (derecha), antes de visitar un nuevo radar militar en la región de Kaliningrado ayer; en primer plano, el general Nikolai MakarovFoto Ap

Cuando el planeta ha estado más cerca de una guerra nuclear ha sido en 1962, durante la crisis de los misiles instalados por la URSS en Cuba, en las cercanías de Estados Unidos, y que fue resuelta felizmente mediante un quid pro quo de las partes con retiro simultáneo de armas consideradas ominosas tanto en la isla del Caribe como en Turquía.

La crisis de los misiles de 1962 es lo más cercano que se ha acercado el reloj del juicio final del Boletín de Científicos Estadunidenses a su fatídico epílogo.

Los estrategas de ambos países –Estados Unidos, triunfante de la guerra fría, y una ex URSS balcanizada y transformada en Rusia– saben perfectamente, dados los antecedentes de hace medio siglo, las implicaciones que conlleva instalar misiles en las cercanías de sus fronteras respectivas.

La perezagruzka (reajuste) entre Estados Unidos y Rusia anunciada al inicio de la administración Obama se ha desajustado en varios frentes, donde colisionan sus intereses geopolíticos a grado tal que hoy se encuentran en las aguas territoriales frente a Siria el portaviones estadunidense USS George H. W. Bush y tres barcos de la armada de Rusia. Los temas donde chocan las dos superpotencias nucleares son numerosos cuan variados, desde los contenciosos de Siria hasta Irán.

Sin tapujos, un general ruso de alto rango, Nikolai Makarov, sentenció ante el influyente cuerpo consultivo Cámara Pública Rusa que no podía descartar que, bajo ciertas (sic) condiciones, conflictos armados locales (sic) y regionales (sic) podrían crecer a una guerra a gran escala, posiblemente aun con armas nucleares (¡súper sic!).

Al general Makarov le perturba la expansión de la OTAN a las entrañas del colapsado mundo soviético en busca de deglutir a Ucrania y Georgia. El general Makarov fustigó el proyecto de Estados Unidos para colocar su controvertido escudo misilístico en las fronteras de Rusia.

La retórica ha escalado ominosamente y el portal de la televisora Russia Today (25/11/11) ha llegado hasta difundir la opinión de expertos espaciales rusos sobre la probabilidad de que el arma climática High-Frecuency Active Auroral Research Program (HAARP, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos pudo haberse encontrado detrás del sabotaje a su misión satelital para Marte. ¡Uf!

Durante dos días consecutivos, Russia Today (24 y 25/11/11) se consagró a difundir el concierto de severas críticas de los más altos funcionarios rusos contra el despliegue del escudo misilístico de Estados Unidos.

El supuestamente más pro occidental de los líderes rusos, según la narrativa fantasiosa de los mendaces oligopolios multimediáticos israelí-anglosajones, el presidente Dimitri Medvediev, envió un mensaje para despertar (sic) a los líderes occidentales al advertir que Moscú desplegará misiles de largo alcance en la frontera europea como contramedida al despliegue de Estados Unidos.

Nunca en su vida Medvediev había sido públicamente tan duro: no solamente contempla elevar de nivel las capacidades ofensivas de los ominosos misiles balísticos estratégicos de Rusia dotados de nuevas ojivas de alta precisión, sino, además, vislumbra asegurar cuando sea necesario (sic) la destrucción (¡súper sic!) de la información y las capacidades de un sistema misilístico de defensa (léase: el escudo de Estados Unidos).

En caso de que tales medidas graduadas no sean suficientes, Rusia desplegará sus modernos sistemas de armas ofensivas al oeste (sic) y al sur (sic) que garantizan la derrota (¡súper sic!) del componente europeo del sistema misilístico de defensa.

Medvediev no se anduvo por las ramas y especificó que uno de estos pasos será el despliegue del sistema misilístico Iskander en la región de Kaliningrado. Se recuerda que Kaliningrado –la antigua Konigsberg, donde nació el filósofo alemán I. Kant– es el enclave ruso entre Polonia y Lituania en el mar Báltico.

¿Que necesidad existe para que los países del Báltico jueguen con el fuego nuclear y sirvan de carne de cañón a los objetivos aviesos del belicismo estadunidense hoy en franca decadencia?

A juicio de Russia Today, el anuncio del presidente Medvediev envió ondas de choque a través de las capitales europeas.

¿Empezó una nueva carrera armamentista entre Estados Unidos y Rusia, que puede inmolar a Europa y cuyos países más belicosos, curiosamente los más vulnerables, parecen no haber aprendido nada de la previa guerra fría ni de la balcanización del euro en curso?

Rusia solicita algún género de garantías legales (v.gr. un contrato) de que el despliegue misilístico de la OTAN, el bloque militar de 28 países encabezado por Estados Unidos, no está destinado a alterar el equilibrio de disuasión, como promete verbalmente su secretario general, el danés Anders Fogh Rasmussen.

A raíz del colapso de la URSS en 1991, la OTAN no cumplió su promesa verbal de no traspasar las fronteras balcanizadas. Después de tantos engaños occidentales los dirigentes moscovitas, menos cándidos que sus antecesores, no desean repetir los mismos errores ni correr riesgos innecesarios.

Robert Bridge, de Russia Today, considera que Moscú “no puede detener el sistema, pero puede tomar medidas preventivas para asegurarse de que los dirigentes estadunidenses –quienes pueden cambiar sus lealtades conforme a los vientos impredecibles de su política interna– no amanezcan una mañana con la noción de que Rusia es el enemigo”.

Baste escuchar las jeremiadas expectoradas durante los debates para alcanzar la nominación de los candidatos presidenciales del Partido Republicano, donde Irán y Rusia se han vuelto las piñatas favoritas, para obligar a cualquier actor internacional a prevenirse y defenderse.

La intransigencia de Estados Unidos para instalar su escudo misilístico en suelo europeo, dizque para defenderse de Irán (según Kissinger para obligar a la teocracia jomeinista a sentarse a negociar su proyecto nuclear), a juicio de Robert Bridge puede descarrilar tanto la perezagruzka como el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START, por sus siglas en inglés) entre Estados Unidos y Rusia, renovado recientemente en Praga.

El analista alemán Alexander Rahr considera que el endurecimiento del saliente presidente Medvediev proviene de su desilusión de que, pese a la notable mejoría en el ambiente de las relaciones bilaterales, Estados Unidos se empecine en colocar su escudo misilístico en las fronteras rusas (nota: lo cual justifica con un pretexto pueril, la amenaza iraní).

Hasta ahora la réplica rusa ha sido excesivamente retórica y prudentemente limitada en sus actos, como la reactivación de su sistema de alerta de radares en Kaliningrado.

Según el muy influyente Mijail Margelov, mandamás del Comité de Asuntos Internacionales del Consejo de la Federación Rusa, quien asistió a la reunión entre Obama y Medvediev al margen de la cumbre Asia-Pacífico en Honolulu, la lúgubre advertencia del presidente ruso no significa el fin de la perezagruzka: Un desacuerdo en uno de los varios puntos de la agenda de las relaciones ruso-estadunidenses no es razón para la ruptura, cuando existen otros proyectos comunes en materia de seguridad con Estados Unidos y la OTAN.

No es todavía una crisis de los misiles de 1962, pero tampoco Estados Unidos y Rusia se encuentran tan lejos de sucumbir en ella, esta vez a la inversa.

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