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lunes, 3 de octubre de 2011

La sesión 66: en definitiva la sesión de Palestina en la ONU


Randa Nabulsi *
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Palestinas sostienen retratos de familiares presos en cárceles israelíes, durante una protesta celebrada ayer en la ciudad cisjordana de Jenin para pedir su liberaciónFoto Ap

Cuando el presidente Mahmoud Abbas finalizó su discurso, interrumpido 16 veces por los aplausos de los representantes de la comunidad internacional, las masas en Palestina lo escuchaban en las calles, viéndolo en pantallas gigantes, y fue muy emocionante escuchar repicar las campanas de todas las iglesias en Palestina y las ovaciones desde los micrófonos en los minaretes de las mezquitas; con grandes expectativas, el pueblo palestino ha seguido esta sesión.

A lo largo de la historia de Naciones Unidas ha habido sesiones pacíficas que han dicho mucho, en las que anualmente se discute la cuestión de Palestina y se han adoptado cientos de resoluciones a favor de los palestinos que nunca se han implementado.

En la sesión 3, en 1947, la Asamblea General adoptó la resolución 181 para dividir a Palestina en dos estados.

En la sesión 5, en 1950, vino la resolución 377 Unidad por la paz, que permitió a la Asamblea General tomar decisiones con mayoría de dos tercios, de existir un veto en el Consejo de Seguridad.

En la sesión 15 de 1960 fue estremecedor ver a Nikita Kruschov golpeando el púlpito con sus zapatos, atacando al primer ministro británico y, en la misma sesión, Fidel Castro dio el discurso más largo en la historia de Naciones Unidas, cuando habló por cuatro horas y media.

En la sesión 17, en 1962, fue sorprendente ver la adhesión de la Argelia independiente a Naciones Unidas, después de una revolución de liberación en que perdieron la vida un millón de mártires.

En la sesión 29, en 1974, Yasser Arafat, por primera vez, se dirigió a la Asamblea General con un rifle de revolucionario en una mano y una rama de olivo en la otra, y pidió a la comunidad internacional no permitir que esa hoja verde cayera de su mano.

Un año después, en la sesión 30 de 1975, el doctor Faiz Saig, en nombre de los miembros árabes, defendió la resolución que consideraba al sionismo como una forma de discriminación, misma que fue adoptada entonces, aunque después fue cancelada, en la sesión 46 de 1991.

Tres años después, en la sesión 49 de 1994, toda la Asamblea General ovacionó de pie a Nelson Mandela, el héroe de Sudáfrica y del tercer mundo.

En las sesiones 61 y 62, Ajmadineyad fue una estrella que brilló y después perdió su brillo, y cómo olvidar el famoso discurso de Chávez en la sesión 61, cuando dijo, refiriéndose a la anterior participación del presidente George W. Bush, “el Diablo ha estado aquí… en este mismo lugar… huele a azufre todavía”.

Después, en la sesión 64, Kadafi habló durante 96 minutos y rompió una copia del estatuto de la ONU, lanzando los fragmentos a los asistentes, y fue la primera vez que Barack Obama brilló en tal foro.

Definitivamente, la sesión 66 es la sesión de Palestina. Mahmoud Abbas, con todas las dudas sobre si daría este paso o no, en contra de la voluntad estadunidense pero con el apoyo de 131 países que reconocen al Estado de Palestina con las fronteras de 1967 y a Jerusalén oriental como capital, habló exponiendo el sufrimiento de su pueblo a lo largo de la historia y el doble estándar con que se ha medido y puso a prueba la legitimidad y credibilidad de Naciones Unidas.

Dos horas después habló Netanyahu, intentando legitimar los asentamientos y pretendiendo esconder la horrible naturaleza de la ocupación y la política expansionista de Israel. Omitió por completo la absoluta falta de respeto de Israel por todas las resoluciones de Naciones Unidas y el hecho de que a lo largo de su historia, protegido por los vetos estadunidenses, Israel ha sido un país por encima de la ley. Después de su actuación en la Asamblea General, Netanyahu regresó a Israel para autorizar la construcción de mil 100 nuevas unidades habitacionales en un asentamiento en Jerusalén, gesto de burla que revela sus verdaderas intenciones, sin importar cuántos discursos dicte. Este acto fue inmediata y fuertemente condenado por la Unión Europea mientras la señora Clinton dijo que era una medida contraproducente.

El discurso de Obama fue un shock, no sólo para los palestinos o los árabes, sino para muchos países. Tratando con negligencia la historia de los últimos 40 años, dijo que Israel está rodeado de enemigos, aunque Israel tiene dos acuerdos de paz con Jordania y con Egipto y relaciones subterráneas con otros países árabes, e incluso el único país árabe que ha sido considerado siempre enemigo de Israel, Siria, no ha disparado una sola bala que cruce las fronteras entre ambos países en los últimos 44 años, aunque Israel también ocupa una parte de Siria, las alturas del Golán. Así que ¿qué mejor vecino podría tener Israel?

También mencionó Obama las guerras por las que Israel ha pasado, olvidando que, con excepción de la guerra de Egipto en 1973, todas han sido iniciadas por Israel, desde la de 1967, pasando por las de 1980 y 1982 y hasta la agresión contra Gaza en 2008; mostró a Israel como víctima y no como la potencia expansionista que es en realidad.

Ignoró la Iniciativa de Paz Árabe adoptada en Beirut en 2000, que ofrece a Israel el reconocimiento y establecimiento de relaciones diplomáticas con todos los países árabes a cambio de su retirada a las fronteras de 1967 y de una solución al problema de los refugiados de acuerdo con la resolución 194. Esta iniciativa fue, el año siguiente, adoptada por la Cumbre Islámica en Teherán, con lo que serían 57 los países que normalizarían relaciones con Israel, que rechazó esta iniciativa. Ariel Sharon, primer ministro en ese tiempo, dijo que ésta no valía la tinta con la que estaba escrita.

Habló sobre las negociaciones respecto del asunto de Sudán del Sur, olvidando que Colin Powell firmó el tratado de paz entre Sudán y Sudán del Sur, y que George Mitchell fue un actor principal en la negociación de Irlanda y que Estados Unidos obligó a las partes en el problema de Bosnia Herzegovina a firmar el Tratado de Dayton en 1994, cuando el ministro de Asuntos Exteriores, Christopher, advirtió a Milosevic que no saldría hasta que firmara. Y cuando dice que los estados no pueden surgir de resoluciones de Naciones Unidas, olvida que Israel mismo fue establecido por una de esas resoluciones, y que, sin el Consejo de Seguridad, nunca hubiéramos visto países como Timor Oriental, Namibia y los tres países bálticos, Lituania, Estonia y Livonia, así como Sudán del Sur.

Las resoluciones de Naciones Unidas agregaron 70 países independientes en un periodo menor de 20 años desde su establecimiento.

¿Está tan llena la Organización de Naciones Unidas como para no agregar un país más, cuya población es mayor que la de 80 países miembros? ¿Es ser miembro de la Comunidad Internacional, con todo respeto para estos países, un derecho para Tuvalu, Palao, Liechtenstein, Islas Salomón o Islas Marshall, y no nuestro?

La autodeterminación es algo que se toma y no algo que se otorga.

La autoridad moral y la credibilidad de Estados Unidos estuvieron en su peor momento.

* Embajadora de Palestina en México

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