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jueves, 13 de octubre de 2011

África vende sus tierras a transnacionales y fondos de inversión

Más de 47 millones de hectáreas de tierras se han vendido en todo el mundo, según el Banco Mundial, 30 millones del total son terrenos de África, aunque este organismo internacional admite que la falta de transparencia de las transacciones podría elevar las cifras.
Organizaciones independientes como Global Land Project apuntan que sólo en África han sido vendidas 63 millones de hectáreas a inversores extranjeros. Es lo que ya se conoce como acaparamiento de tierras.
Mientras, el hambre se ceba con este continente. Más de 10 millones de personas en el Cuerno de África sufren una de las peores hambrunas. Este verano, la Agencia de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) hizo un llamamiento a la comunidad internacional para asistir a miles de personas de Somalia, pero también de Eritrea, Etiopía, Kenia, Yibuti y norte de Kenia.

‘Razones’ del hambre

La FAO explica que la causa de la hambruna en el Cuerno de África es debida a la peor sequía que sufre la región desde hace 30 años. Sin embargo, no se menciona la venta de tierras a multinacionales como uno de los fenómenos más graves que impide a la población de estos países ricos en recursos naturales el acceso a los alimentos.
Organizaciones sociales, ambientales y campesinas, como las ONG Grain y Vía Campesina, entre otras, denuncian la presencia fondos de pensiones y multinacionales de la agroindustria en sus tierras. Desde 2008, trasnacionales y algunos Esta dos ricos se lanzaron a la búsqueda de tierras fértiles debido a la subida del precio del petróleo, que encareció también el precio de los alimentos.
Los gobiernos africanos dieron la bienvenida a estos inversores, que se encontraron con tierras fértiles, agua, salarios bajos e incluso subvenciones de los Estados africanos. Gran parte de la producción está siendo destinada a los biocombustibles, otra parte a garantizar la soberanía alimentaria de países importadores de alimentos.
Esta política neocolonialista ha sido impulsada por el Banco Mundial y la propia FAO, además de organismos como la agencia de Comercio y el Desarrollo de Naciones Unidas o el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, sustentada por bancos privados como el Banco Islámico de Desarrollo, con sede en Arabia Saudí.
La FAO, en su informe sobre el Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo, (2010), asegura que de los 6.700 millones de habitantes que hay hoy el planeta, 925 millones sufren hambre crónica. Y estima que en 2050 la población mundial se elevará a 9.100 millones. Por eso apunta que “será necesario cultivar, de manera efectiva, miles de hectáreas hasta ahora desaprovechadas, sobre todo en países subdesarrollados”.
En África, el 80% de la población subsiste gracias a la agricultura familiar. Además, en muchos países las tierras son comunales, pero los acuerdos entre los gobiernos africanos y las multinacionales no son claros. Ni siquiera para el Banco Mundial, que admite la falta de transparencia en las transacciones. Esta política ha expulsado ya a miles de familias de sus tierras y pone en peligro su soberanía alimentaria.
India, Arabia Saudí y China son los primeros compradores de tierras en el continente africano. Pero también Kuwait, Qatar, Bahrein y empresas de Suecia, Alemania o Reino Unido que han suscrito acuerdos con Angola, Kenia, Zambia, República Demo crá tica del Congo, Mozam – bique, Senegal, Mali, Sudán, Sua – zilandia, Botswana, etc.

Tierras ‘no aprovechadas’

Según Gustavo Duch, activista y experto en soberanía alimentaria, esta política supone “un duro ataque contra la soberanía alimentaria de los pueblos”. Además, frente al argumento oficial de que son tierras “desaprovechadas”, Duch explica que “esas tierras ‘inhabitadas’, como dicen, son bosques o campos que ofrecen frutos, leña y caza para muchas poblaciones, tierras que son pequeños huertos, son pastos comunales para el ganado local que están perdiendo esas funciones”.
Etiopía (82 millones de habitantes) es uno de los países que más tierras ha vendido y alquilado durante años a transnacionales. Según el presidente etíope, Meles Zenawi, más de 2.500 kilómetros de tierra fértil en la región de Gambella ha sido alquilada a 36 países. Más de 15.000 etíopes van ser realojados este año para “darles mejor acceso al agua, escuelas y transporte” en el departamento de Gambella. El Gobierno asegura que son realojos “voluntarios” y que el motivo es el acaparamiento de sus tierras.
En esa región, la multinacional india Karuturi, radicada en Bangalore, una de las 25 empresas de la agroindustria más potentes del mundo,ha alquilado 311.000 hectáreas de tierras para producir arroz que irá a parar a la India, según denuncia el Consejo de Justicia de la etnia Anuak. También en Etiopía, el millonario saudí Al Amoudi, a través de la compañía Star, ha invertido más de 2.000 millones de dólares en la compra de tierras en Etiopía.
Mientras, miles de personas de la región Ogaden, al sureste del país, corren el riesgo de morir de hambre según la FAO, debido a que el Gobierno niega la ayuda internacional a la zona. Etiopía es uno de los mayores receptores de ayuda humanitaria del mundo, al tiempo que dedica la mitad de su presupuesto a gastos militares.
En el mismo continente, inversores de Arabia Saudí tienen proyectado cultivar en el valle del río Senegal 120.000 hectáreaspara producir un billón de toneladas de arroz que serán transportadas a este país del Golfo Pérsico.
Esta inversión, codirigida por el hijo del presidente, forma parte del denominado proyecto 7×7, ahora Agro – globe, de Foras International Investment Company, grupo de inversión de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), integrada por 57 Estados. La compañía Foras asegura que en siete años se producirán siete millones de hectáreas en tierras de regadío. La misma operación se llevará a cabo en terrenos de Mali, donde Foras ha adquirido 5.000 hectáreas más. El proyecto también se va a extender a Mauritania, Nigeria y Sudán.
China, socio preferente en el continente africano, donde ha invertido grandes cantidades en infraestructuras, ha adquirido también millones de kilómetros en tierras. Beidahuang Group, la primera empresa de la agroindustria china, cuenta ya con dos billones de hectáreas en varios continentes, sobre todo en África.
Pero es India quien está a la cabeza en el acaparamiento de tierras. Según The Economist Times, más de 80 compañías indias han invertido en cultivos en Kenia, Etiopía, Madagascar, Senegal y Mozambique destinados al mercado hindú.
El listado de países africanos que han entregado sus tierras es largo. Entre ellos, Mozambique, donde se calcula que se ha vendido el 20% de las tierras de cultivo. Por su parte, la República Democrática del Congo alquila a empresarios de la agroindustria de Sudáfrica diez millones de hectáreas por un periodo de 90 años, y algo muy parecido ocurre en Sudán.
Por su parte, el Banco Mundial, ante la resistencia de las comunidades locales al acaparamiento de tierras, ha creado los llamados Principios de Inversión Respon – sable, una serie de condiciones, no vinculantes, que pretenden ‘legalizar’ estas transacciones.
Más de 500 organizaciones campesinas, organizaciones no gubernamentales, ambientales y sindicatos hicieron en junio un llamamiento contra el acaparamiento de tierras durante la reunión en París del G-20. Esas mismas organizaciones se darán cita entre el 17 y el 20 de noviembre en Nyeleni (Mali) para unir estrategias frente a la venta de tierras.
Pero los planes no cambian. El economista neoliberal Jeffrey Sachs, responsable del proyecto Aldeas del Milenio, de la ONU, cuya trayectoria repasa La Doctrina del Shock, de Naomi Klein, explica en un artículo publicado en agosto que en el Cuerno de África hay esperanza porque empresas como “Ericsson, Airtel, Novartis y Sumitomo Chemical” están participando en iniciativas para “ayudar a las comunidades de pastores pobres”. Y añade Sachs que afortunadamente “varios países de la península Arábiga (…) están mostrando una alentadora disposición a ayudar” al Cuerno de África.
María José Esteso Poves / Diagonal

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