El sistema
capitalista posee una filosofía utilitaria, si es que posee alguna. Solo
le importa aquello que es útil, en el sentido de que produzca
“utilidades”, es decir, plusvalía y ganancia. Todo lo demás sale
sobrando, o se acepta mientras no obstaculice el objetivo central: las
utilidades.
Uno de esos obstáculos históricos, con que se han
encontrado las “utilidades capitalistas” en el proceso educativo, es la
formación de los estudiantes en las diversas áreas que componen aquello
que se ha llamado las humanidades: historia, filosofía, sociología,
educación ambiental, lengua y literatura, etc. Se las considera un
obstáculo porque la educación humanística produce un educando con
pensamiento crítico, conocedor de su entorno, su nación y su mundo.
Esa capacidad de pensar por sí mismo sale sobrando según la filosofía
pedagógica utilitaria de los capitalistas, para quienes el educando
sometido al mercado de trabajo debe ser un sujeto que sepa captar,
acatar y ejecutar directrices. Pensar se deja para el empresario, si
acaso. Para el trabajador común debe bastarle, según el utilitarismo
imperante: saber leer y escribir, sumar y restar, todo de manera
elemental, para que pueda cumplir sus deberes laborales.
La
educación se ha convertido en “punshing bag” de los políticos burgueses.
Hay un problema social, delincuencia, pobreza, desempleo, etc., todo es
culpa de la educación. Todos llegan al solio presidencial prometiendo
cambios, y luego pasan a limpiarse con los docentes cuando se aprecia
que nada ha cambiado, o todo va para lo peor.
En educación
superior hace décadas la derecha (utilitaria), que habla por el capital
dentro de las universidades ha levantado el estandarte de una educación
tecnocrática, donde “no se pierda tiempo” enseñando humanidades, para ir
directo a las materias técnicas, que son las que importan. Según ellos,
para qué queremos un médico que estudie sociología, si basta con que
sepa el oficio y pasar la factura del consultorio. Para qué un ingeniero
va a estudiar Historia de las Relaciones de Panamá con Estados Unidos,
si ahí sólo se aprende las incontables veces que el imperialismo yanqui
nos ha invadido, y lo que se trata es de “llevarse bien con los
gringos”, que son dueños de buen parte de la industria farmacéutica.
Bajo la actual administración de la Universidad de Panamá, un grupo de
decanos utilitarios, revestidos de lenguaje tecnocrático, se han lanzado
al ataque frontal contra las humanidades y la educación superior
humanística que nos legaron Octavio Méndez Pereira y José D. Moscote. Su
ataque está dirigido contra el llamado “núcleo común”, que son un grupo
de asignaturas humanísticas que se han definido obligatorias para todas
las licenciaturas: Español, Inglés, Historia de Panamá, Geografía de
Panamá, Historia de las Relaciones de Panamá con Estados Unidos,
Sociología.
La perspectiva de los enemigos utilitarios del
tronco común es doble en su objetivo de eliminar estas asignaturas: por
un lado, evitar cualquier alteración que las humanidades puedan hacer en
el cerebro de los futuros asalariados; por otro, eliminando esas
asignaturas se gana espacio en el curriculum para asignaturas que dicten colegas allegados a sus departamentos a costa de los docentes de cursos humanísticos.
Interrogado el rector Dr. Eduardo Flores sobre la situación, alega que
no se pretende eliminar el tronco común, sino las leyes nacionales que
imponen la obligatoriedad de esas asignaturas a la Universidad de Panamá
por cuanto ella es constitucionalmente autónoma para fijar sus planes
de estudio. Y que eliminarla reñiría con el hecho de que él mismo, junto
a otros colegas, como la Dra. Ana Elena Porras, lucharon por la ley que
establece como obligatoria la enseñanza de la Historia de las
Relaciones de Panamá con EE UU.
Pero la explicación del Dr.
Flores no nos satisface, pues resulta que el representante legal de la
propia Universidad de Panamá, Dr. Vasco Torres, ha presentado una sarta
de demandas de inconstitucionalidad contra las leyes que establecen la
obligatoriedad de las asignaturas de: Historia de las Relaciones de
Panamá con EE UU, Español, Historia de Panamá, Geografía de Panamá,
Inglés y Educación Ambiental.
Una de las demandas es contra el artículo 6 de la Ley 37 de 12 de mayo de 2015, que establece que: “Las
universidades oficiales y particulares y los centros de enseñanza
superior deberán incluir la enseñanza de la asignatura Historia de las
Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos de América en todas sus
carreras, durante el año académico”.
Otra demanda es contra los artículos 1, 2 y 3 de la Ley 25 de 27 de junio de 2000 que “establece
como obligatoria la enseñanza del idioma español en todas las carreras a
nivel superior de las universidades, oficiales y particulares…”. El
artículo 3 obliga a la Universidad de Panamá a asegurarse que los
planes de otras universidades incluyan la enseñanza del español en todas
sus carreras.
Así contra todas y cada una de las leyes que
regulan la obligatoriedad de establecer las asignaturas señaladas arriba
como parte de los planes de estudio de todas las licenciaturas. El
argumento central en todas las demandas es que el artículo 103 de la
Constitución Política confiere autonomía a la Universidad de Panamá lo
cual incluye organizar sus planes de estudio. Lo cual es una
contradicción porque todas las leyes referidas reconocen esa autonomía y
establecen que a la Universidad de Panamá le corresponde concretar la
forma en que se reglamentarán esos cursos.
El rector Flores, el
abogado Torres y los decanos utilitaristas no pueden ser tan ingenuos
que ignoren que, si la Corte Suprema les diera la razón, y se eliminara
la obligatoriedad de esas asignaturas “en todos los niveles del sistema
educativo” (como ellos han demandado), significaría el pandemonio
generalizado y la automática y expedita eliminación de los cursos en
todos lados y su suplantación. Sería el sueño de los utilitarios
realizado.
Cien años después de la lucha de los estudiantes de
la Universidad de Córdoba, Argentina, por lograr tanto la autonomía como
el cogobierno universitario, vemos la enorme capacidad del utilitarismo
capitalista para apropiarse de las conquistas democráticas e
instrumentalizarlas en su propio interés.
El utilitarismo
burgués tiene la capacidad de apropiarse de cualquier conquista
democrática y de cualquier concepto para vaciarlo de su contenido
original llenándolo de un sentido “útil” al sistema capitalista. Así
tenemos que la “democracia” ha devenido de “gobierno del pueblo” ha
gobierno del poder económico (plutocracia). Ahora resulta que la
autonomía universitaria, por la que luchó la Federación de Estudiantes
de Panamá (FEP), ha pasado ser instrumento de los enemigos de la
Universidad humanística, comprometida con la nación y el pueblo.
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