Ante el 110º aniversario del Compañero Presidente
La madrugada del 5
de septiembre de 1970 Salvador Allende salió al balcón del viejo caserón
que la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile tenía
frente a la Biblioteca Nacional, en la Alameda. No había un lugar más
simbólico para dirigir sus primeras palabras al país como futuro
Presidente, porque su bautismo de fuego se produjo precisamente
en la Universidad de Chile en la segunda mitad de los años 20, cuando
llegó a Santiago para estudiar Medicina, tras cumplir el servicio
militar de manera voluntaria.
Descendiente por vía paterna de
una familia que tuvo un papel destacado en la lucha por la independencia
nacional y después en la pugna por la democratización del país desde
las filas del Partido Radical y la masonería (con el ejemplo luminoso de
su abuelo Ramón Allende Padín), hijo de un abogado que terminó sus días
como notario de Valparaíso, Salvador Allende Gossens (Santiago de
Chile, 26 de junio de 1908) asumió desde muy joven un compromiso social y
político inusual en un muchacho de su clase social.
1933 marcó
el rubicón en su trayectoria al tomar parte en la fundación del Partido
Socialista en Valparaíso. Su ascenso fue verdaderamente meteórico:
secretario regional del PS desde 1935, vicepresidente del Frente Popular
porteño desde 1936, elegido diputado en marzo de 1937, responsable
local de la campaña presidencial de Pedro Aguirre Cerda que llevó al
histórico triunfo del 25 de octubre de 1938 y subsecretario general del
PS desde diciembre de este año. Y el 28 de septiembre de 1939 Aguirre
Cerda le designó ministro de Salubridad cuando tan solo contaba con 31
años.
Entre enero de 1943 y agosto de 1944 le correspondió
ocupar la secretaría general del Partido Socialista. En 1945 fue elegido
senador por primera vez. En 1947 y 1948 se distanció del sector
anticomunista del socialismo y criticó firmemente la persecución del
Partido Comunista por el Gobierno de Gabriel González Videla. Y cuando
la mayor parte de sus compañeros apostó por la opción populista de
Ibáñez para la contienda presidencial de 1952 supo reagrupar junto a los
comunistas en el Frente del Pueblo a las fuerzas de izquierda que
apostaron por un camino singular en el contexto de la guerra fría.
En 1958 ya con el socialismo reunificado y la izquierda fortalecida en
el Frente de Acción Popular, quedó a 33.000 votos de La Moneda y fue el
candidato más votado por el electorado masculino. Algunas
irregularidades en el escrutinio y la inopinada aparición de un curioso
personaje, el “cura de Catapilco”, le privaron de la victoria, que
correspondió a Jorge Alessandri. En 1964 la batalla presidencial le
enfrentó con un viejo amigo, Eduardo Frei Montalva, pero también con la
CIA y el Gobierno de Lyndon Johnson, que financió una increíble campaña
de propaganda anticomunista que ya había dado resultado en Italia en
1948. Su tercera derrota no le indujo ni a moderar sus posiciones, ni
tampoco a aceptar el estruendoso proceso de radicalización (retórica) de
su partido a partir del Congreso de Chillán de 1967.
Muy
pronto advirtió de las limitaciones del programa reformista de la
Democracia Cristiana y de la hipocresía de la “Revolución en Libertad”.
La fundación de la Unidad Popular en octubre de 1969 reafirmó su
correcto análisis político: por primera vez, junto con la izquierda
marxista confluían fuerzas tradicionalmente centristas (Partido
Radical), de inspiración cristiana (el MAPU) y otros sectores (API y
PSD). La campaña de 1970 terminó de alumbrar un inmenso movimiento
popular que abrió las puertas de la Historia aquel inolvidable 4 de
septiembre de 1970.
El 3 de noviembre, después de sesenta días
extremadamente convulsos, Salvador Allende se terció la banda
presidencial y se inició uno de los procesos políticos que mayor
esperanza despertaron en el siglo XX. Nuestro Compañero Presidente
representa ante la humanidad aquel proyecto político, aquel tiempo de las cerezas, tan similar al cantado en la bella canción de la Comuna de París, un siglo atrás.
Recordar a Salvador Allende exige ir más allá de la inmensa tragedia
del 11 de septiembre de 1973 (y después), de su heroica muerte en La
Moneda. Recordar a Allende requiere recorrer su apasionante trayectoria
política y la historia de Chile y de la Izquierda en el siglo XX.
El autor es historiador y periodista. Autor de Allende. La biografía (Ediciones B, 2013, 681 págs.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario