“Ni
Duque ni Petro, ninguno de los dos representa lo que queremos”,
“Ninguna de las dos vías que se abren a los electores me parece óptima”,
resumen las posiciones de Fajardo y De la Calle para explicar su voto
en blanco el próximo 17 de junio, a pesar de la enorme distancia de
ambos frente a la coalición Uribe-Pastrana-Ordoñez, reflejada hoy en la
candidatura de Duque, y no obstante que sus respectivos programas de
campaña coincidían en puntos importantes con el programa Colombia Humana
de Petro.
De otro lado, se podría pensar que una alta
votación en blanco en la segunda vuelta lanzaría un mensaje en favor de
una candidatura de centro para las presidenciales de 2022, aun cuando
Fajardo haya manifestado que no se presentará. Nada menos seguro.
Téngase en cuenta que un gobierno de Duque-Uribe y un Congreso con una
importante bancada de derecha, también de la mano de Uribe, en alianza
con sus nuevos mejores amigos, harán todo lo posible por continuar en el
poder en el siguiente cuatrienio. Petro ha expresado, en cambio,
conocidos los resultados de la primera vuelta, su deseo de ver a Fajardo
presidente en el 2022.
De todas maneras, cualesquiera que
sean las razones que tenga un elector para votar en blanco, está en
todo su derecho y debemos respetar su decisión: son las reglas de la
democracia en nuestro país y hace parte de la cultura de tolerancia y
convivencia que requiere nuestra sociedad.
Pero seamos
claros. Teniendo en cuenta los resultados de la primera vuelta en donde
Duque le sacó algo más de dos millones setecientos mil votos a Petro, el
voto en blanco jugará en la práctica en favor del candidato del
expresidente Uribe. En efecto, aun cuando el voto en blanco no aumentará
ni disminuirá la diferencia entre ambos candidatos, al final de cuentas
beneficiará a Duque en la medida en que le sustrae piso electoral a
Petro. Tanto más, ante el anuncio de los partidos Conservador, Cambio
Radical, de la U y Liberal, de sumarse a Duque, luego de los resultados
del pasado 27 de mayo.
En el otro escenario, por el camino
de la convergencia propuesta por Petro, que sigue creciendo día a día
con las más diversas ciudadanías, sectores de centro izquierda y el
respaldo de liderazgos tan importantes como los de Antanas Mockus y
Claudia López, un gobierno de coalición nacional de nuevo tipo, si Petro
es electo, podría sacar adelante las políticas y reformas en las que
coinciden los programas de unos y otros, cuyos votos sumados fueron
mayoría en la primera vuelta (Petro, Fajardo y De la Calle obtuvieron en
su conjunto 50.87%).
Implementar a cabalidad los acuerdos
de paz entre el Estado y las FARC; cero corrupción, erradicar la
actitud del más vivo y de que todo vale; resguardar y fortalecer el
equilibrio de poderes entre las instituciones; hacer de la educación la
base del progreso individual y colectivo; un Estado eficiente en la
planeación y ejecución, con funcionarios por meritocracia; promover la
industria y la agroindustria como fuente principal de riqueza en el
marco de una economía de mercado; superar la pobreza en pro de una
sociedad de clases medias; garantizar los derechos de las minorías y
LGTB, y al aborto legal; tratar el consumo de drogas desde una política
de salud pública; mejorar el sistema de salud con énfasis en la
prevención; y actuar decididamente desde el Estado y la sociedad frente
al cambio climático, son todos temas en los que hay coincidencias.
Los
colombianos anhelamos superar la subcultura del enfrentamiento
descalificador entre la derecha y la izquierda, e incluso al interior de
las mismas colectividades políticas. Que unos y otros no se vean como
enemigos sino como adversarios en democracia, y el debate serio y
constructivo sea la forma de hacer política, no la pendencia. Queremos
un Jefe de Estado que sepa escuchar y trabajar en equipo, que tenga
espíritu de concertación y gobierne con la Constitución de 1991 sin
sobresaltos. Eso esperamos del futuro presidente.
Así las
cosas, el voto en blanco ¿para qué? Reflexionemos. El país lleva décadas
gobernado por las mismas élites políticas, más allá de sus diferencias
visibles. Cierto, hemos avanzado en algunos frentes, pero estamos
rezagados en muchos otros y nos rajamos en múltiples campos: los índices
de desigualdad, desempleo, pobreza, informalidad, exclusión, violencia,
corrupción, ineficiencia pública, entre otros, están entre los más
altos de la región e incluso del mundo en algunos. Démonos una
oportunidad de cambio, necesitamos un gobierno de inclusión y progreso
en beneficio de todos. Con nuestro voto por Petro todos somos Colombia.
14 de junio de 2018
https://www.alainet.org/es/articulo/193516
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