“En nuestra opinión, la OEA desde su fundación fue, es y será un instrumento de dominación imperialista y ninguna reforma podría cambiar su naturaleza o historia”.
Raúl Castro Ruz
Como es sabido por muchos, la exclusión de Cuba del sistema
interamericano fue acordada el 31 de enero de 1962 en el seno de la
Octava Conferencia de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA,
celebrada en Punta del Este, Uruguay, bajo la excusa de que el gobierno
de la isla quebrantaba la unidad y la solidaridad del hemisferio, por
haberse declarado de ideología marxista leninista en pleno y legítimo
ejercicio de su soberanía.
Sin embargo, habrán de ser menos
los que saben que la citada conferencia fue convocada a solicitud del
gobierno del Perú por instrucciones del entonces presidente Manuel Prado
Ugarte, impartidas a su representante permanente en la organización,
durante una visita a Washington en octubre de 1961 que, “curiosamente” le sirviese para gestionar la concesión de un crédito por 99 millones de dólares (1).
De igual forma, trascendió en aquellos días que el 03 de enero de 1962,
a unos 20 días de iniciarse el funesto evento, la Casa Blanca anunció
un proyecto destinado a entregar 15 millones de dólares a los gobiernos
de Costa Rica, Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador, con destino
a la producción de café; siendo oportuno señalar que en aquellos días
el periódico “Adelante” de Costa Rica, comentó en relación a este
proyecto gringo, que se trataba de un chantaje y un soborno en vísperas
de la Conferencia de Punta del Este, dirigido a estabilizar el mercado
de un producto cuyos precios habían sido apreciablemente dañados
precisamente por los grandes importadores radicados en los Estados
Unidos.
Pero no pararon aquí los sobornos del imperio
destinados a obtener el apoyo necesario para satisfacer su capricho de
expulsar a Cuba de la OEA, y es que poco antes de iniciada la reunión,
habiéndose conformado un grupo integrado por Brasil, Argentina, Ecuador,
Bolivia, Chile, México, Haití y Honduras, que buscaba contener la
iniciativa sancionatoria liderada por Estados Unidos, Colombia y
Venezuela, “un cañonazo de billetes verdes” disparado por el
gobierno del presidente Kennedy logró que el Haití del vesánico dictador
François Duvalier cambiara su posición y que en consecuencia este grupo
se quebrara (2), llevando al fracaso tan loable iniciativa.
En aquellos días la OEA estaba integrada por 21 estados, de manera que
la mayoría calificada (2/3 ó 66,66 %) necesaria para acordar la
expulsión era de 14 votos, que finalmente se obtuvo, con 6 abstenciones
(Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México) y 1 voto en
contra, el de la representación de Cuba. Para finalizar, resulta
conveniente apuntar que la Conferencia fue presidida por el embajador de
Uruguay, José Antonio Mora Otero, y tuvo que ser celebrada en el casino
de un hotel de playa y no en la capital Montevideo, ante los fundados
temores del gobierno de entonces a una natural repulsa del noble y
aguerrido pueblo uruguayo.
La 39° Asamblea General celebrada en
San Pedro Sula (Honduras) en junio de 2009 (3), aprobó por aclamación el
reingreso de Cuba a la organización y por este motivo, aunque este
estado insular no sólo que no se ha incorporado aún, sino que su
gobierno no ha dado señal alguna de querer hacerlo, el número actual de
estados miembros de la OEA es de 35 y por ende la mayoría calificada ha
sido establecida en 23 miembros.
Comenzando a entrar en
materia debo decir que la 48° Asamblea General de la OEA habrá de
celebrarse durante los días 04 y 05 de junio en la mismísima ciudad
capital del imperio; una sede propuesta lacayunamente por el canciller
de Méjico, Luis Videgaray, para conmemorar el 70° aniversario de este
ministerio de colonias gringo, en ocasión de la sesión de clausura de la
69° Asamblea, que hubo de ser celebrada en la ciudad balneario de
Cancún ante las esperadas protestas populares que habrían de producirse
en caso de que se hubiese celebrado en Ciudad de Méjico; siendo oportuno
señalar que tanto en esta Asamblea, como en la anterior celebrada en
República Dominicana, aunque se trató el “tema Venezuela”, aun
sin estar incluido en las respectivas agendas, no le fue posible al
imperio aprobar ninguna decisión en nuestra contra, por no haber podido
alcanzar la mayoría calificada de 23 votos.
Para esta Asamblea si ha sido incluida en agenda la “situación de Venezuela”,
a proposición de los Estados Unidos y de los gobiernos cipayos del
llamado Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa
Rica, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Santa Lucía); según la
agencia EFE (4), el documento de solicitud suscrito por los países antes
mencionados, que sólo pide que "la situación en Venezuela sea incluida para su consideración"
en el temario de la Asamblea, fue aprobado el 02 de mayo en una reunión
de la comisión preparatoria del evento, con 19 apoyos, 5 abstenciones y
6 votos en contra, siendo de suponerse que los 4 miembros activos
restantes no asistieron a la votación. Aunque el temario debe aún ser
aprobado por mayoría simple por la propia Asamblea General en su primera
plenaria, es obvio que dada la correlación actual de fuerzas será
aprobado sin mayores trámites.
Resulta oportuno y
conveniente apuntar que Carlos Trujillo, un estadounidense de origen
cubano quien es el nuevo representante permanente del imperio en la OEA
ha expresado opiniones decididamente hostiles hacia Venezuela desde el
propio acto de juramentación de su cargo, a la salida del cual declaró a
los periodistas que Venezuela no debería estar en la organización ni
debería tampoco irse de ella voluntariamente, en clara alusión a la
solicitud de retiro introducida por Venezuela el 28 de abril del año
pasado, que habrá de materializarse en el 2019 en esa misma fecha,
porque a su juicio no respeta ni la democracia ni los derechos humanos.
Así mismo, este pichón de halcón ha señalado que en el seno de la OEA
se está trabajando en una resolución de condena al gobierno de Nicolás
Maduro por no permitir la entrada de ayuda humanitaria, llegando al
extremo de afirmar que varios países coinciden con Estados Unidos en la
necesidad de incluir una condena a Maduro y su gobierno en una
resolución en la 48° Asamblea General, aunque sin decir cuáles ni
cuántos. En efecto, con el tono prepotente empleado por los diplomáticos
del imperio cuando se dirigen a alguno de sus socios menores, dijo en
la misma ocasión: "Las cosas tienen que cambiar y no vamos a seguir aceptando que pase el tiempo", para rematar señalando en tono altisonante: "Los Estados Unidos y varios países dicen que no es opcional en este momento: tienen que aceptar la ayuda humanitaria".
En verdad considero que el imperio sigue sin contar con los 23 votos
necesarios para expulsarnos o imponernos algún tipo de sanciones en el
seno de la OEA, ya que desde el año pasado no han logrado obtener más de
19 votos y eso para decisiones mucho menos trascendentes; no obstante,
nunca se puede descartar que al igual que en el pasado, una serie de “cañonazos de billetes verdes”,
logren quebrar la voluntad de algunos de nuestros socios en el proyecto
Petrocaribe o hasta de alguno de los miembros del ALBA-TCP que lleva ya
más de un año haciéndole carantoñas al imperio.
A mi
juicio lo más probable es que en el seno de la Asamblea se trate de
soliviantar a la mayor cantidad posible de países del área, suscritores
del “Estatuto de Roma”, para que acusen al presidente Maduro ante
la Corte Penal Internacional, haciendo suyo el más reciente de los
esperpentos del secretario Almagro en contra de Venezuela, cual es el
informe que encargase a un grupo de “expertos” en DD. HH., para intentar demostrar que existe un "fundamento razonable"
para considerar que el gobierno revolucionario ha cometido crímenes de
lesa humanidad (5), ya que la OEA como cuerpo colegiado no estaría
facultado para hacerlo, aunque si podría hacerlo Almagro a título
personal.
La iniciativa anterior pudiera estar apoyada por
lo que en definitiva se logre acordar en ese verdadero teatro del
absurdo convocado por el congreso nacional colombiano (6), con la
anuencia de la Asamblea Nacional en desacato y el parlamento de la Unión
Europea, para ser escenificado en la ciudad fronteriza colombiana de
Cúcuta el día 01 de junio, llevando el pomposo nombre de “Encuentro de Congresos de América Latina por Venezuela”;
en apoyo de la tesis anterior puedo señalar que mientras me dedico a
terminar de escribir estas líneas, ya el representante Colombiano
Rodrigo Lara Restrepo ha señalado que: “Debemos pedir que se suspenda
a la dictadura de la OEA, aquí no hay lugar para ambigüedades, la
libertad volverá a la tierra del libertador, sabemos que unidos, en una
sola voluntad podemos hacer lo posible para lograr un cambio en
Venezuela” (7).
Debo decir sin embargo que
considero que todas estas iniciativas que pudiésemos llamar de carácter
diplomático, enmarcadas en la agenda oficial de la reunión, no son más
que juegos pirotécnicos si se les compara con el verdadero objetivo de
la 48° Asamblea, inmerso en su agenda oculta, que no sería otro que
afinar los compromisos que se han venido estableciendo desde poco más de
un año para conformar la fuerza multiestatal invasora de nuestro
territorio, tal como se hizo con la invasión a la Guatemala de Jacobo
Arbenz, coordinada soterradamente por el propio secretario de estado
John Foster Dulles, en la X Conferencia Interamericana celebrada en
Caracas entre el 01 y el 28 de marzo de 1954, aunque lo que realmente se
sometió a votación y fue aprobado en esa instancia, con el voto en
contra de Guatemala y las abstenciones de Méjico y la Argentina, fue una
condena muy general al comunismo internacional y una convocatoria a una
Reunión de Consulta de Cancilleres para la adopción de medidas
concretas (8), que nunca se celebró con ese propósito.
En
demostración inequívoca de lo anterior puedo citar una reunión de
efectivos militares del Comando Sur y países aliados de los Estados
Unidos, celebrada en Panamá el pasado 17 de mayo, bajo los auspicios del
"MARFORSOUTH" (US Marine Corps Forces, South), con el propósito
de elaborar un plan de acción para unas presuntas maniobras aeronavales
destinadas a intervenir en una nación latinoamericana que estaría
representando una supuesta amenaza para la seguridad de la región y de
los Estados Unidos (9).
Dichas maniobras que estarían
comandadas por el General Robert Neller (veterano de la invasión a
Panamá en 1989 y de la guerra de Irak) y el Mayor General David Bellón
(actual comandante de MarForSouth), un par de halcones militares que
vienen de haber sostenido conversaciones con líderes militares de más de
veinte países de Latinoamérica durante la “VII Conferencia de Líderes de Infantería de Marina de las Américas 2018” (10),
celebrada en Paraguay entre el 12 y el 16 de marzo del presente año,
suponen entre otras cosas la unificación de fuerzas de infantería de
Colombia con Marines norteamericanos para conformar una fuerza conjunta
de tarea especial para operaciones aéreas y navales subordinada al
Comando Sur, lo que vendría a confirmar el papel protagónico del
ejército colombiano, que tantas veces hemos señalado en artículos
anteriores, en una eventual intervención militar a nuestro país.
Para tener idea del grado de peligrosidad que representa una amenaza como ésta basta con considerar que el Cuerpo de Marines "MARFORSOUTH",
conformado por 47.000 efectivos, posee la capacidad de introducirse en
un campo de batalla y combatir sin la ayuda externa de sus fuerzas
armadas, por un período de 60 días.
Somos un pueblo de paz
pero ante una amenaza como ésta debemos decir con plena convicción,
parafraseando al Comandante Fidel Castro: Si los yanquis intentan
destruir la Revolución Bolivariana por la fuerza, ¡no encontrarán aquí
su Guatemala, sino que encontrarán aquí su Waterloo!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
Notas
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