American Curios
David Brooks
Decenas de miles de maestros en algunos de los estados más
conservadores de Estados Unidos encabezan un movimiento que ha
presionado no sólo por más salario y mejores condiciones laborales, sino
que también ha exigido mayores recursos para la educación pública,
afectada por décadas de recortes a su presupuesto. Profesores de
Kentucky, durante una protesta, en imagen de archivoFoto Ap
Medio siglo después
resucita la Campaña de los Pobres contra la pobreza sistémica, el
racismo y el militarismo, que encabezó Martin Luther King en 1968,
cuando fue asesinado, nutriendo lo que ha sido en la era Trump la mayor
expresión social de oposición contra un gobierno en la historia de
Estados Unidos.
A lo largo de los pasados 15 meses de este régimen, las expresiones
masivas de disidencia brotan en todas partes del país, incluso en
algunas donde no ha existido ni se esperaba, algo parecido –o sea, que
estaban dormidos– durante décadas. Pocos pronosticaban que parte del
movimiento de los trabajadores resucitaría con decenas de miles de
maestros en algunos de los estados más conservadores del país: Virginia
Occidental, Oklahoma, Kentucky, Arizona; tampoco que estallara un
movimiento nacional detonado por estudiantes de preparatoria en Florida,
o un nuevo capítulo del movimiento de los derechos de las mujeres con
la Marcha de las Mujeres y después del “#MeToo y el #TimesUp, todos
los cuales acompañan expresiones de organización social y disidencia
masiva que se han formado en los años recientes, aun antes de Trump,
como Black Lives Matter, los Dreamers y otras fuerzas de defensa de inmigrantes, aí como el movimiento encabezado por indígenas en Standing Rock, entre otros.
Nunca antes tantos han marchado, participado en manifestaciones y
mítines y otras expresiones de repudio y protesta. Según la organizadora
social y autora LA Kaufman, quien publicó en The Guardian que
entre 10 y 15 millones han marchado y participado en mítines desde la
toma de protesta de Trump (90 por ciento han sido antiTrump),
más gente en términos absolutos que jamás ha protestado antes en Estados Unidos, y tal vez hasta un porcentaje de la población más alto aun que las masivas movilizaciones contra la guerra en Vietnam a finales de los años 60.
Más aún, estas expresiones disidentes no sólo se limitan a unas
cuantas marchas nacionales, sino en acciones en todas partes del país.
Por ejemplo, en la Marcha de las Mujeres del 21 de enero de 2017, hubo
movilizaciones en 650 comunidades, además de la nacional en Washington.
En la Marcha por Nuestras Vidas, impulsada por los estudiantes de
preparatoria contra las armas, se organizaron actos en más de 750
lugares.
Jane McAlevey, organizadora sindical y analista de movimientos laborales, señala que los maestros en los pasados tres meses
han convertido al país entero en su aula. No han presionado sólo por una mejor paga y mejores condiciones de trabajo, sino que también han montado un reto directo a décadas de recortes de impuestos para empresas, ayudándonos a entender qué significa la austeridad. Y al promover una serie de propuestas políticas para redistribuir la riqueza del 1 por ciento para regresarlo a la clase trabajadora y media, nos han enseñado cómo puede ser derrotada la austeridad.
La Campaña de los Pobres (Poor Peoples Campaign)
busca reiniciar la iniciativa más radical de King, quien afirmó que
“los males del racismo, explotación económica y militarismo están
enlazados (…) no puedes deshacerte de uno sin deshacerte de los otros”.
Hoy día, para enfrentar una realidad nacional con casi 41 millones de
personas viviendo en la pobreza (la mayoría blancos), un total de 140
millones que están en la pobreza o apenas sobreviviendo con lo que ganan
(incluidos maestros en varios estados), con un país que dedica más de
tres veces en catidad de recusos al gasto militar que a programas
sociales, y con un índice de desigualad económica extrema sin precedente
en casi un siglo, con mayor racismo expresado en nuevas leyes, en el
encarcelamiento masivo y en violencia policiaca, entre otras cosas,
concluyen que se requiere de una coalición de
fusión moralentre razas, generaciones, género y geografía para lanzar un nuevo “movimiento moral amplio y profundo a escala nacional –enraizado en el liderazgo de la gente pobre y reflejando las grandes enseñanzas morales– para unir al país desde abajo hacia arriba”.
El extraordinario reverendo William Barber y su colega, la
reverenda Liz Theoharis, han promovido nuevas coaliciones por todo el
país durante los dos años recientes para llevar a cabo la campaña que se
inicia este lunes con actos simultáneos en unos 40 estados, seguido de
acciones sobre diversos temas de una
agenda moraldurante los próximos 40 días. Barber afirma:
debemos tener disidencia moral, resistencia moral y visión moral en este momento.
Nuestro movimiento es un llamado nacional por la recuperación moral, afirma Barber, señalando que
confrontaremos de manera no violenta a nuestro gobierno y sus políticas, y rehusaremos abandonar nuestro derecho constitucional a protestar. Varios sindicatos y organizaciones nacionales ya declararon su apoyo, pero Barber insiste que las bases locales serán las que encabecen este esfuerzo.
El reverendo Jesse Jackson, en 1968, un joven asistente de King,
estuvo entre los que insistieron en continuar la Campaña de los Pobres
después del asesinato de su líder, el 11 de mayo de 1968, cuatro semanas
después de la tragedia en Memphis, llegaron miles de todo el país
–afroestadunidenses y blancos pobres, indígenas, jornaleros
mexicano-estadunidenses y más– donde establecieron un pueblo de tiendas
de campaña que llamaron Ciudad de la Resurrección sobre el parque
central, frente al Capitolio en Washington –una
coalición de la conciencia– con la demanda de poner fin a la guerra en Vietnam y empezar a atender las necesidades sociales en casa. Jackson declara que ahora la nueva Campaña de los Pobres está llegando
justo a tiempo, ya que todo por lo que se ha luchado durante medio siglo está bajo ataque, desde derechos civiles hasta derechos laborales, salud, educación y medio ambiente;
y yo orgullosamente me sumaré (...) Nunca he guardado mis zapatos de marcha.
Esto no es, insisten, un intento de resurrección del pasado. Tal vez
esta campaña, junto con los otros movimientos que han brotado en estos
tiempos, podrán lograr algo más parecido a una re-insurrección contra
las fuerzas oscuras, con sus largas raíces históricas, que han ocupado
el poder en este país.
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