Aumenta la tensión en el país por el desabasto; carreteras obstruidas en 25 estados
El presidente firma el decreto de Garantía de la Ley y el Orden que regirá hasta el 4 de junio
Policías escoltan pipas cargadas de gasolina, este viernes, en Duque de Caxias, en el área metropolitana de Río de Janeiro
Al principio de la noche de este viernes de tensión máxima en Brasil,
el presidente Michel Temer recibió un texto bastante breve para que lo
firmara. Se trataba del decreto que implantó en el país, hasta el lunes 4
de junio, la Garantía de la Ley y el Orden.
Con eso, las fuerzas de seguridad, con especial relevancia del
ejército, están autorizadas a actuar libremente en todo el territorio
nacional
en situaciones que atenten contra el orden público. Toca al mando militar definir cuáles son esas situaciones, a su libre albedrío.
El objetivo inicial de la medida es deshacer un paro de
transportistas que desde el lunes pasado bloqueó carreteras en 25
estados brasileños, creando una situación crítica de desabasto en todo
el país.
Tanto el paro de camioneros, que recuerda lo que antecedió en 1973 al
derrocamiento de Salvador Allende en Chile y la instalación de Augusto
Pinochet en el poder, como conceder carta blanca a los militares,
sonaron a pésimo presagio en Brasil. Cuando un gobierno débil como el de
Temer decide recurrir a la fuerza, aumenta el riesgo del caos y la
convulsión.
La medida adoptada ayer es oriunda de los cuarteles, vía la acción
coordinada por el general Sergio Echegoyen, responsable del gabinete de
seguridad institucional, que, entre otras funciones, controla el
servicio de inteligencia. El general viene de una familia de militares
con amplia trayectoria durante la dictadura (1964-1985) y es considerado
por sus pares como un duro-entre-duros.
El decreto tiene dos funciones. La primera y más inmediata es
desobstruir las carreteras bloqueadas por piquetes de camioneros en un
movimiento que alcanzó su auge el miércoles. La segunda es asegurar un
paraguas protector a los militares, sean cuales sean y resulten en lo
que resulten sus actos.
Decretos similares han sido bajados al menos 11 veces desde 1985,
cuando los militares abandonaron el poder, pero jamás con alcance
nacional.
Al principio de la noche de este viernes, el ministro de Seguridad
Nacional, Raul Jungman, ex comunista convertido, anunció solemnemente
que de las 938 barreras existentes en carreteras y vías expresas de 25
estados brasileños, 419 habían sido levantadas.
Lo que no dijo el ministro es que casi la mitad de ellas lo fueron
por iniciativa de los mismos camioneros, para evitar enfrentamientos con
el Ejército.
La adopción de la medida extrema ocurrió luego de que Michel Temer
dio nutridas y robustas pruebas de absoluta incapacidad para hacer
frente a una situación límite.
Un dato aclara el panorama del sector de combustibles en Brasil: a lo
largo de los ocho años de Lula da Silva, hubo ocho aumentos de precios.
En los dos años de Temer, 229. Eso: 229.
¿Por qué Lula y luego Dilma contuvieron los precios? Para no
presionar la inflación e incentivar el crecimiento de la actividad
económica. ¿Por qué con Temer se permitió una estampida absurda de
aumentos? Para atender a los intereses de los mercados, tanto el local
como el global.
Si con los gobiernos de Lula y Dilma el precio al consumidor era un
instrumento para determinada política, con Temer se transformó en
instrumento del mercado, en lo que el lucro prevalece absoluto.
La política adoptada por la todavía estatal Petrobras, de
seguir día a día las oscilaciones del mercado internacional, ha sido
desde siempre duramente contestada por los transportistas. Como en los
últimos meses hubo 51 elevaciones, sin espacio alguno para negociar, la
opción ha sido bloquear las carreteras y, con eso, literalmente
paralizar el país.
A lo largo de cuatro días, de lunes a jueves, el gobierno se mostró
atónito y sin norte alguno, mientras el desabasto se extendía a todos
los sectores, de supermercados a los autobuses urbanos, pasando por
escuelas que suspendieron las clases, hospitales donde se instaló un
cuadro de emergencia extrema al faltar insumos básicos, en resumen, un
caos total que alcanzó su auge cuando, al determinar la intervención de
las fuerzas armadas, hubo que examinar cuáles instalaciones militares
disponían de combustible para moverse.
El viernes, 11 aeropuertos, empezando por el de Brasilia, capital del
país, ya no tenían cómo reabastecer aviones, lo que llevó a la
suspensión de una significativa cantidad de vuelos.
El día anterior, tras una reunión de siete horas, ministros del
gobierno de Temer y dirigentes de sindicatos patronales llegaron a un
acuerdo confuso que, en términos concretos, significaría una rebaja de
35 centavos de real (10 centavos de dólar), 10 por ciento del precio del
litro de gasoil.
Como Petrobras no acepta ser perjudicada, la diferencia saldrá de las
arcas públicas para las de la empresa, provocando un agujero de al
menos mil 500 millones de dólares en la cuenta fiscal este año.
Fragilidad oficial
Al negociar con dirigentes patronales, se evidenció que
por detrás de los camioneros autónomos, que representan un tercio del
total en actividad, estaban las empresas. O sea, lo que se dio ha sido
más un lockout que un paro en moldes tradicionales. Tal acción
es ilegal en Brasil, pero el gobierno de Temer, en el auge de su
fragilidad, aceptó las condiciones.
Tan pronto se reunieron en la misma mesa con ministros y autoridades,
los autónomos rechazaron los términos en debate y abandonaron el local,
lo que ya presagiaba lo que ocurrió el viernes: nada cambió.
En Brasil, 67 por ciento de la carga es transportada por carretera,
lo que hace que el poder de los gremios, tanto el patronal como el de
los autónomos, sea especialmente significativo.
Un dato es preocupante: la cada vez más evidente falta de contacto de Temer con la realidad.
El mismo jueves, mientras la situación llegaba al borde del abismo y
su gobierno era presionado, impotente, el presidente comparecía, en la
provincia de Río de Janeiro, a una ceremonia de entrega de automóviles a
algunos consejos tutelares de menores.
Sin pestañear, Temer afirmó a una platea atónita que aquel era el acontecimiento
más relevantede la jornada. Sería el único brasileño a creer en sus palabras, si es que él mismo se las creía.
Foto Ap, Eric Nepomuceno
Periódico La Jornada
Río de Janeiro.
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