El mercado lo hizo de nuevo
Una visión superficial
pone la causal de la corrida cambiaria de estos días en la combinación
de factores internos y externos, que indudablemente influyeron, pero las
causales reales son más profundas. La situación política ha cambiado.
Escribo
esta nota en medio de la segunda oleada de la crisis cambiaria. La
pulseada la ganó el mercado, como tantas otras veces en nuestra historia
reciente, le torció el brazo al gobierno, y hoy se lo está volviendo a
torcer. Hace unos minutos el presidente anunció el regreso del país al
FMI, al que se le pedirá un crédito de emergencia. Un préstamo de este
tipo y de este monto, se habla de 30.000 millones de dólares, no es
gratuito. Los condicionamientos que impone el fondo empujarán a la
recesión. El impacto en la economía y la sociedad ya se siente y se
intensificará en los próximos meses.
Malgastando reservas
No
fue sorpresa, se anticipaba que en algún momento iba a pasar. Desde
esta misma columna alertamos más de una vez sobre las inconsistencias
del programa en curso, que se acumulaban tensiones, que la inflación no
cedía, que presionaba sobre el dólar, que la dependencia del
endeudamiento no era sostenible en el tiempo. En paralelo los
acontecimientos del 14 y 18 de diciembre, y la insólita conferencia de
prensa del 28 donde se anunció el cambio de metas y se obligó al BCRA a
bajar las tasas; el tarifazo y la renuncia anticipada de Emilio Monzó en
diputados fueron armando el combo perfecto para que creciera la
desconfianza sobre la capacidad de gestión del gobierno.
No ayudó
mucho la política errática del BCRA. Primero hizo teoría y virtud de la
flotación cambiaria, luego fijó el tipo de cambio para usarlo como
ancla frente a la inflación, finalmente dejó que el dólar subiera para
recién intervenir en el mercado (¿tal vez para favorecer a algún
comprador o para aprovechar una devaluación encubierta?). Las disputas
entre los ministros por el curso a seguir y al interior de Cambiemos por
el tarifazo completaron el cuadro.
No por esperada resultó menos
impactante la crisis cambiaria. Nunca en la historia de nuestras crisis
el BCRA se vi obligado a vender casi 1.500 millones de dólares en un
día. En solo tres días fueron 3.700, y si se toma el período del 5 de
marzo al 3 de mayo se llega a 7.700, con lo que, si se le suman salidas
por remesas y turismo, prácticamente se dilapidó el préstamo de 9.000
tomado en enero pasado.
Una cosa es la superficie y otra el fondo
En
un mundo globalizado la interconexión de los mercados es un hecho de
ahí que efectivamente el impacto de la combinación del alza de tasas en
EEUU y la aplicación de un impuesto a las rentas de las Lebacs provocara
una masiva salida de los fondos de inversión, algo que se verifica en
toda América latina, y disparara la corrida cambiaria. Pero esto es la
superficie del problema, en realidad se levantó el velo sobre el fondo
de la cuestión: la fragilidad de la economía y del programa de gobierno.
No es solo el déficit fiscal sino que más grave aún es el del sector
externo (saldo comercial, pago de remesas y utilidades, turismo, fuga de
capitales) que requiere cada vez mas divisas, que solo se consiguen con
más deuda, pero los mercados están alarmados y tomando sus
precauciones, no estan dispuestos a seguir prestando. No en vano
titulaba la revista Forbes “Llegó el momento de salir de Argentina.
Ortodoxia al palo
La
respuesta de urgencia del gobierno ha sido bien ortodoxa: dilapidar
reservas, subir la tasa de referencia al 40 por ciento, anunciar un
mayor ajuste fiscal, imponer a los bancos que desarmen sus posiciones en
dólares, ratificar la meta del 15 por ciento. Solo mensajes para
tranquilizar a los acreedores y rogarles que no retiren los dólares. Fue
en vano, dos días de tregua y volver a empezar con la presión
compradora. El regreso al FMI resultó así inevitable, si acuerda el
préstamo por 30.000 millones el gobierno se garantizaría financiamiento
para lo que resta del año y también para el 2019.
No será
gratuito. Los condicionamientos significarán profundizar el ajuste, se
encarecerá el crédito, habrá una nueva ronda de aumentos de precios, la
carga de intereses será mayor y el consumo caerá más todavía. En
síntesis que el PBI crecerá menos de lo poco que estaba previsto
creciera y el costo social será elevado.
Nuevo escenario político
El
gradualismo está agotado y el gobierno se encontraba en un punto –como
lo fue 1976, 1989/91 o 2001- en que debe aplicar un fuerte ajuste para
poder relanzar el proceso de acumulación de capitales. Pero la situación
política no es la misma que en aquellos años –no hay un gobierno
militar, no se sale de una hiperinflación como en tiempos de Alfonsín,
tampoco es el descalabro de la convertibilidad que dejó De La Rúa- y han
sido las resistencias sociales al ajuste las que impusieron el
gradualismo y este llegó a sus límites.
El acuerdo con el FMI viene a destrabar por derecha esta situación.
Así el escenario político ha cambiado, el recorte de la obra pública se
sentirá en el crecimiento y también en los votos, el archipiélago
peronista se está recomponiendo alrededor de los tarifazos y la reforma
laboral, aunque aún no encuentra un liderazgo, la CGT se ve empujada a
dejar su quietismo colaboracionista (¿lo hará?). Ya nadie asegura la
reelección presidencial en 2019.
Se vienen tiempos más duros. Todo depende de la reacción social.
Eduardo Lucita es integrante de EDI –Economistas de Izquierda
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