Plan del Comando Sur contra Venezuela
Diario Contexto
El plan estadounidense insta a “apelar a aliados domésticos como a otras personas insertadas en el escenario nacional con el objetivo de generar protestas, disturbios e inseguridad, pillaje, saqueos, robos, asaltos y secuestros de buques y otros medios de transporte, con la intención de desabastecer el país" |
Panamá,
Colombia, Brasil y Guyana son puntos claves del movimiento militar, con
el apoyo de Argentina y otros “amigos”, bajo control del Pentágono. Ya tienen preparadas las bases que ocuparán, los países de apoyo directo (fronterizos), y hasta hospitales y centros de acopio de víveres para sus soldados.
El
documento analiza la situación actual ratificando la guerra
contrainsurgente que se libra contra Venezuela, pero también el perverso
esquema de la guerra psicológica que permite entender la persecución,
el acoso, el desprestigio, la mentira criminal que se utiliza para
acabar no sólo con las dirigencias populares, sino contra los pueblos de
la región.
Esto surge de un documento que lleva la firma USN K W
TIDD, es decir, Kurt Walter Tidd, almirante de la Armada de Estados
Unidos, actual comandante del Comando Sur, y que no ha sido aún
divulgado.
Al referirse a la situación actual de Venezuela, el
informe menciona que tambalea la “dictadura venezolana chavista como
resultado de sus problemas internos, la gran escasez de alimentos, el
agotamiento de ingreso de fuentes de dinero externo y una corrupción
desenfrenada, que ha mermado el apoyo internacional, ganado con
petro-dólares, y que el poder adquisitivo de la moneda nacional está en
constante picada”.
Suponen que este escenario, que admiten que
ellos mismos han creado, con una impunidad que aterra, no cambiará. En
este caso, justifican sus acciones advirtiendo que el gobierno
venezolano acudirá a nuevas medidas “populistas” para preservarse.
Asombra en qué lugar colocan a la oposición que ellos manejan, asesoran y
pagan, al entender que “el corrupto régimen de Maduro colapsará, pero
lamentablemente las fuerzas opositoras, defensoras de la democracia y
del bienestar de su pueblo, no tienen poder suficiente para poner fin a
la pesadilla de Venezuela” por las disputas internas e incluso “la
corrupción similar a la de sus rivales, así como la escasez de raíces”
(NdR: es decir, de patriotismo), que no les permite sacar “el máximo
provecho de esta situación y dar el paso necesario para sobrevolar el
estado de penuria y la precariedad en la que el grupo de presión que
ejerce la dictadura de izquierda ha sumergido al país”.
Lo que
resulta aterrador es que mientras consideran que se está ante “una
acción criminal sin precedentes en América Latina”, refiriéndose al
gobierno de Venezuela, que nunca ha actuado contra ninguno de sus
vecinos y que ha mostrado una intensa solidaridad regional y mundial, el
plan sostiene que la “democracia se extiende en América, continente en
el cual el populismo radical estaba destinado a tomar el control”.
“Argentina,
Ecuador y Brasil son ejemplo de ello. Este renacimiento de la
democracia -así le llaman- está soportado sobre las determinaciones más
valiosas y las condiciones de la región, las cuales corren a su favor.
Este es el momento en que los Estados Unidos prueben, con acciones
concretas, que ellos están implicados en ese proceso en el que derrocar a la dictadura venezolana seguramente representará un punto de inflexión continental”.
Por
otra parte, alientan al presidente estadunidense Donad Trump a actuar,
considerando que “esta es la primera oportunidad de la Administración
Trump para demostrar y llevar adelante su visión sobre democracia y
seguridad”. Buscan convencerlo de que “su participación activa es
crucial, no sólo para la Administración sino para el continente y el
mundo; que el momento ha llegado”.
Esto significa “intensificar el derrocamiento definitivo del chavismo y la expulsión de su representante,
socavar el apoyo popular” al gobierno y “alentar la insatisfacción
popular, aumentando el proceso de desestabilización y el
desabastecimiento para “asegurar el deterioro irreversible de su actual
dictador”.
Si uno quiere avanzar en el arte de la perversión
contrainsurgente, basta leer este párrafo: “Sitiarlo (a Maduro),
ridiculizarlo y mostrarlo como un símbolo de torpeza e incompetencia,
exponerlo como una marioneta de Cuba”. También sugieren “exacerbar la
división entre los miembros del grupo de gobierno, revelando las
diferencias de sus condiciones de vida y la de sus seguidores y al mismo
tiempo incitándolos a mantener en aumento esas divergencias”.
El plan está destinado a ejecutarse en forma rápida y furiosa,
como las medidas tomadas por los mayordomos de Washington, Mauricio
Macri y Michel Temer, con una escandalosa historia de corrupción,
transformados por el Imperio en “líderes de la transparencia” que
tomaron medidas en horas para la destrucción de los Estados nacionales
con la certeza del disparo de un misil.
Demanda el plan de Estados
Unidos hacer insostenible el gobierno de Maduro forzándolo a claudicar,
negociar o escapar. El plan para acabar en plazos muy cortos con la
llamada “dictadura” de Venezuela llama a ”incrementar la inestabilidad
interna a niveles críticos, intensificando la descapitalización del
país, la fuga de capital extranjero y el deterioro de la moneda
nacional, mediante la aplicación de nuevas medidas inflacionarias que
incrementen ese deterioro”.
Otro objetivo es “obstruir todas las
importaciones y al mismo tiempo desmotivar a los posibles inversores
foráneos” para –y vean ustedes la bondad capitalista– “contribuir a
hacer más crítica la situación de la población”.
También abarca el
plan, en sus once páginas, “apelar a aliados domésticos como a otras
personas insertadas en el escenario nacional con el objetivo de generar
protestas, disturbios e inseguridad, pillaje, saqueos, robos, asaltos y
secuestros de buques y otros medios de transporte, con la intención de
desabastecer el país, a través de todas las fronteras y otras posibles
maneras, poniendo en peligro la seguridad nacional de sus vecinos”.
Consideran
importante “causar víctimas” para señalar como responsables de esos
hechos a los gobernantes “magnificando, frente al mundo la crisis
humanitaria, a la que está sometida el país”, usando la mentira de una
corrupción generalizada de los gobernantes y ligar al gobierno al
narcotráfico para desacreditar su imagen frente al mundo y sus
seguidores domésticos”, además promover “la fatiga entre los miembros
del PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela) incitando a la
inconformidad entre ellos mismos, para que rompan ruidosamente las
relaciones con el gobierno y para que rechacen las medidas y
restricciones que también los afectan” y hacerlos tan débiles como es la
oposición, “creando fricciones entre el PSUV y Somos Venezuela”.
La
propuesta va subiendo de tono, como cuando llama a “estructurar un plan
para lograr la deserción de los profesionales más calificados del país,
para dejarlos sin profesionales en absoluto, lo que agravará más la
situación interna y en este sentido culpar al gobierno”.
La mano militar
Como
en una novela de suspenso, el documento llama a “utilizar a los
oficiales del ejército como una alternativa de solución definitiva” y
“continuar endureciendo la condición dentro de las Fuerzas Armadas para
llevar a cabo un golpe de Estado, antes de que concluya el 2018, si esta
crisis no hace que la dictadura colapse o el dictador no se decida a
hacerse a un lado”.
Entendiendo que todo lo anterior puede fallar y
con evidente desprecio por la oposición, llama a “continuar el fuego
continuo en la frontera con Colombia, multiplicar el tráfico de
combustible y otros bienes, el movimiento de los paramilitares,
incursiones armadas y tráfico de drogas, provocando incidentes armados
con las fuerzas de seguridad de la frontera venezolana y además
“reclutar paramilitares mayormente de los campos de refugiados en
Cúcuta, la Guajira y del norte de Santander, áreas largamente pobladas
por ciudadanos colombianos que emigraron a Venezuela y ahora retornaron,
huyendo del régimen que intensificó la desestabilización entre las
fronteras entre dos países, usando el espacio vacío que dejó la FARC, la
beligerancia del ELN y las actividades en el área cártel del Golfo
(paramilitares)”.
Aquí viene el armado del golpe final cuando se
planea “preparar el involucramiento de fuerzas aliadas en apoyo a los
oficiales de la Armada venezolana o para controlar la crisis interna en
caso de que se demore mucho la iniciativa […] establecer en una línea de
tiempo rápido que prevenga que el dictador continúe ganando el control
del escenario interno. Si fuera necesario actuar antes de las elecciones
estipuladas para el próximo mes de abril”, en realidad serán el 20 de
mayo y desde ya no las reconocen.
El nudo de la cuestión es
“obtener el apoyo de cooperación de las autoridades aliadas de países
amigos (Brasil, Argentina, Colombia, Panamá y Guyana). Organizar las
provisiones, de las tropas, apoyo logístico y médico desde Panamá. Hacer
buen uso de las facilidades de la vigilancia electrónica y las señales
inteligentes; de hospitales y dotaciones desplegadas en Darién (selva
panameña), el equipamiento de drones del Plan Colombia, como también las
tierras de las antiguas bases militares de Howard y Albroock (Panamá),
así como las pertenecientes a Río Hato. Además, en el Centro Regional
Humanitario de Naciones Unidas, diseñado para situaciones de catástrofe y
emergencia humanitaria, que cuenta con un campo de aterrizaje aéreo y
sus propios almacenes”
Ya estamos hablando de un escenario de
intervención donde se propone “avanzar en la basificación (estacionarse)
de aviones de combate y helicópteros, vehículos blindados, posiciones
de inteligencia y unidades militares de logística especiales (policías,
oficiales militares y prisiones) […] Desarrollar la operación militar
bajo bandera internacional, patrocinada por la Conferencia de los
Ejércitos Latinoamericanos, bajo la protección de la OEA y la
supervisión, en el contexto legal y mediático, del secretario general
Luis Almagro”.
“Declarando la necesidad de que el Comando
Continental fortalezca la acción, usando del instrumento del capítulo
democrático interamericano, con el objetivo de evitar la ruptura
democrática”.
Y más aún, “uniendo a Brasil, Argentina, Colombia y
Panamá para contribuir al mejor número de tropas, hacer uso de su
proximidad geográfica y experiencia en operaciones en regiones boscosas o
selváticas. Fortaleciendo su condición internacional con la presencia
de unidades de combate de los Estados Unidos y de las naciones
mencionadas; bajo el comando general del Estado Mayor Conjunto liderado
por Estados Unidos”.
Asombra la impunidad con que todo se está
preparando a espalda de los pueblos, en la ilegalidad absoluta, y esto
hace comprensible las últimas maniobras militares de Estados Unidos en
esta región en la frontera de Brasil con Venezuela (Brasil, Perú,
Colombia), en el Atlántico Sur (Estados Unidos, Chile, Gran Bretaña,
Argentina), en el caso argentino, sin autorización del Congreso en
octubre-noviembre pasado.
“Usando las facilidades del territorio
panameño para la retaguardia y las capacidades de Argentina para la
seguridad de sus puertos y de las posiciones marítimas […] Proponer a
Brasil y Guyana para hacer uso de la situación migratoria a la cual
tenemos intención de alentar en la frontera con Guyana. Coordinar el
apoyo a Colombia, Brasil, Guyana, Aruba, Curazao, Trinidad y Tobago y
otros Estados frente al flujo de migrantes venezolanos debido a los
eventos de la crisis”.
Pero además “promover la participación
internacional en este esfuerzo como parte de la operación multilateral
con contribución de Estados, organismos no estatales y cuerpos
internacionales, y abastecer de adecuada logística, inteligencia,
apoyos, anticipando especialmente los puntos más valiosos en Aruba,
Puerto Carreño, Inirida, Maicao, Barranquilla y Sincelejo, en Colombia, y
Roraima, Manaos y Boavista en Brasil”. Increíble mapa de una guerra de
intervención anunciada.
Información estratégica
Es
asombroso el plan de silenciar “el simbolismo de la presencia de la
representatividad de Chávez y el apoyo popular” y mantener el acoso “al
dictador como único responsable de la crisis en la cual él ha sumergido a
la nación” y sus más cercanos seguidores, a los que se acusará de la
crisis y la imposibilidad de salir de esta.
En otro párrafo se llama a “intensificar el descontento contra el régimen de Maduro y
señalar la incompetencia de los mecanismos de integración creados por
los regímenes de Cuba y Venezuela, especialmente el ALBA (Alianza
Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América) y Petrocaribe”.
En
cuanto al tema mediático, el plan diseñado por Estados Unidos llama a
aumentar dentro del país a través de los medios de comunicación locales y
extranjeros la diseminación de mensajes diseñados y basados en
testimonios y publicaciones originados en el país, haciendo uso de todas
las capacidades posibles, incluidas las redes sociales, y por otra
parte “llamar a través de los medios de comunicación a la necesidad de
poner fin a esa situación porque es en esencia insostenible”.
En
uno de sus últimos párrafos se trata de “asegurar” o mostrar el uso de
medios violentos por parte de la dictadura para obtener el apoyo
internacional, utilizando “todas las capacidades de la guerra
psicológica de la Armada de Estados Unidos”. Es decir, repitiendo los
mismos escenarios de mentiras, armado de noticias, fotografías y videos
falsos, y todo lo usado en las guerras coloniales del siglo XXI.
“Estados
Unidos deberá apoyar internamente a los Estados americanos que lo
apoyan”, levantar la imagen de estos y del “orden multilateral de
instituciones del sistema interamericano, como instrumentos para la
solución de los problemas regionales. Promover la necesidad de envío de
la Fuerza Militar de la ONU para la imposición de la paz, una vez que la
dictadura corrupta de Nicolás Maduro sea derrocada”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario