La Poderosa
El Salto
La Garganta Poderosa,
la revista que nació del movimiento argentino y latinoamericano La
Poderosa, se ha convertido, además de en una herramienta con la que
visibilizar la vida de las villas, en una fuente de ingresos para los
vecinos de los barrios olvidados de Argentina.
La Zabaleta
es una zona —o un asentamiento precario, como lo denomina Wikipedia—
situada entre los barrios de Nueva Pompeya y Barracas, en Buenos Aires.
También llamada Villa 21-24, es donde se concentra más proporción de
población de la capital argentina por espacio: cerca de 50.000 personas
viven en sus poco más de 0,6 kilómetros cuadrados.
Es la cuna de La Poderosa,
un movimiento en que se unen 79 asambleas vecinales de toda la
Argentina y de otros países, que tienen en común eso que llaman la
Patria Grande —América Latina— y la Patria Baja —la pobreza—, según
señala a El Salto Nacho Levy. Y también de La Garganta Poderosa,
su revista, de la que imprimen más de 50.000 ejemplares cada mes y que
se ha convertido en una de las fuentes de ingresos de los vecinos de
estos barrios. Nacho Levy y Daniela Mérida han visitado España la pasada
semana invitados por el Grupo Europarlamentario de Podemos.
Nacho Levy: “La Poderosa es un movimiento que nace en Zabaleta, un barrio popular, una villa, como se diría en Argentina, o favela en Brasil. Un barrio de lucha 50 años invisibilizado, creado por el propio Estado como un núcleo habitacional transitorio que hasta el día de hoy lucha contra la invisibilidad. Si lo buscás en el mapa de la ciudad, aparece como un cuadrado gris; si lo buscás en el gps de los taxis, es un cuadrado rojo, si lo buscás en el mapa interactivo del gobierno que lo creó es un cuadrado blanco. Cualquier color que aplasta lo que es un mapa con calles, con personas con derechos. Es un cuadrado aplastado como si allí nada hubiera”.
El germen de La Poderosa es un
equipo de fútbol de barrio y los debates que tenían para establecer las
reglas del juego. En el equipo jugaban tanto mujeres como hombres, pero
había quejas: las mujeres señalaban que nunca les pasaban la pelota.
“Se tomó una decisión por consenso: el gol que marcara una mujer valdría
doble. De alguna forma era discriminación, pero así conseguimos que les
pasaran la pelota”, explica Levy. Eso fue hace más de diez años.
Ahora,
según señala, los goles de mujeres ya no cuentan doble porque hay
“muchas mujeres que juegan mucho mejor que muchos hombres”, y esa
apuesta por el consenso fue lo que se convertiría en la base de La
Poderosa. “Un poco de esa experiencia comunitaria nació una dinámica
organizativa, comunitaria, que fundamentalmente estanca en un proceso
asambleario semanal con el eje muy fuerte de la educación popular, a
través del deporte, del arte y de la cultura, y del trabajo
cooperativo”, comenta. El activista explica que La Poderosa se fue
amplificando: “No se fue expandiendo, decimos nosotros, porque, en
realidad, esa expansión es inherente a la patria grande que habitamos”,
puntualiza Levy.
Nacho Levy: “Nosotros, boliviana y argentino, somos compatriotas de la patria grande y de la patria baja. Somos compatriotas de por debajo de la línea de la pobreza, atravesando una misma historia, mismos desafíos, con la misma fortaleza. En nuestros barrios, el concepto de patria grande no es un concepto filosófico, se puede palpar en el desayuno de cada barrio: una sopa con arroz de una familia peruana, una empanada con papa y carne de una familia boliviana… Está en cada villa, en cada favela o colonia, de México a la Argentina es una misma cultura”.
Hoy, solo en Argentina, hay 79
asambleas en todas las provincias que forman parte de La Poderosa, y ya
hay experiencias comunitarias de La Poderosa en todos los demás países
de América del Sur.
Levy explica que en julio de confluirán en Porto
Alegre (Brasil) en el que será el segundo Foro Internacional de La
Poderosa y en el que habrá representantes de todos los países de América
del Sur, delegados de base, feministas, docentes y referentes de
derechos humanos, para marcar “estrategias comunes para problemáticas
comunes”.
Nacho Levy: “La Poderosa la puso en marcha el Che Guevara, era una moto. Una moto en la que fueron el Che Guevara y Alberto Granado recorriendo América Latina atravesando los mismos problemas que nosotros tenemos ahora. En esa simbología, rebeldía y utopía de dos jóvenes nos identificamos todos nosotros, con distintas creencias, matices, filosofías. Pero ahí, en esa lucha, estamos todos”.
Economía desde abajo frente a Macri y el FMI
"Es
el trabajo de la educación popular, con distintos talleres de fútbol
popular, de arte popular, apoyo a educación primaria y secundaria, en
donde se usan los espacios de contención con los pibes y también las
diferentes cooperativas que vamos formando”, explica Daniela Mérida,
referente de su asamblea del barrio Fátima en Villa Soldati, en el sur
de la capital, sobre cómo se traduce en la vida de estos barrios el
trabajo de La Poderosa. El trabajo cooperativo es una de las líneas
principales de trabajo de La Poderosa. “Cada asamblea, con sus
diferentes necesidades, fue formando cooperativas para afrontar sus
necesidades”, continúa.
En su marco se han creado, desde las
distintas asambleas de barrios que dan vida al movimiento, cooperativas
gastronómicas y textiles, entre otras. “Se siguen creando en el marco de
la economía popular a partir del único sindicato que crece, que es el
de las personas sin trabajo: la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular”,
señala Levy. Este sindicato argentino, que tomó forma jurídica en enero
de 2016, es un “sindicato de nuevo tipo —define el activista vecinal—,
un nuevo sujeto político en la historia de nuestro país que ahora tiene
forma, color y poder en la calle, que ha sacado a 200.00 o 300.000
trabajadores de la economía popular a luchar por nuestros derechos, que
ha conseguido conquistas como el salario social complementario [complemento
salarial para trabajadores de la economía informal cuyo sueldo no llega
al salario mínimo] en el marco de esa lucha y que hasta el día de hoy
sigue batallando contras las políticas de ajuste y exclusión que intenta
imponer este gobierno”.
Entre las cooperativas creadas hay
pizzerías y roticerías, en las que trabajan gente de los barrios y que
venden sus productos fuera de estos. También textiles, como La
Cienfuegos. Cooperativas que hacen mermeladas, como las de las
compañeras de Villa María, en Córdoba, que también meten el tema de
género en su trabajo con la creación de Casas de la Mujer en distintos
barrios. También el primer centro cultural del barrio Fátima, donde vive
Daniela, se gestiona a través de una cooperativa nacida desde el propio
movimiento. “Vienen vecinos de diferentes edades, también hay espacio
de jubilados. Se labura en ese sentido, en la cultura villera,
reivindicándola, y en el cooperativismo, que es el trabajo de la
economía popular, es el sustento y la autogestión”.
'La Garganta Poderosa', del pueblo y exitoso
La
cooperativa de La Poderosa que más éxito ha tenido es su propio medio
de comunicación. Un éxito doble, ya que ha permitido romper la
invisibilidad y criminalización en los medios que sufrían las villas a
la vez que se ha convertido en una fuente de ingresos para los barrios.
Daniela Mérida: “La herramienta comunicacional que tenemos nosotros va más allá. Hacer fotos de lo que pasa en el barrio es lo que nos permite después mostrarle al Estado cómo vivimos, y a los de afuera también. Nos vamos armando desde ese lado. Así como el vecino te ayuda a sacar la mierda de tu casa cuando se inunda, al igual que tú harías por él, es importante la imagen que muestra el vivir de nosotros en contra de lo que dicen los medios de comunicación”.
Echando un ojo a la mancheta o staff de la La Garganta Poderosa se lee el nombre, como redactor jefe, del periodista argentino Rodolfo Walsh,
asesinado en 1977, durante la dictadura militar argentina. “Escribió la
carta abierta a la Junta Militar y que se llevó en el cuerpo un pedazo
de plomo por haber tenido la osadía de soñar un semanario villero [medio
de comunicación fundado por Walsh en los 70 sobre el día a día en las
villas argentinas]”, recuerda Levy. También aparecen como colaboradores
los “30.000 compañeros detenidos desaparecidos”. “Aparecen porque
nosotros somos una consecuencia de esa lucha histórica que no comenzó
con nosotros ni tampoco con nosotros va a terminar, pero que nos obligó a
pensarnos en nuestro tiempo", continúa.
Nacho Levy: “No nacimos el día 0 ni el día ideal, nacimos en una sociedad de consumo que impone la agenda, que nos interpela a nosotros, que nos obliga a discutir si somos medios alternativos. Y nosotros decimos: “¿Pero alternativos a qué?”, “¿entonces cuál es el plan a?”. “¿Entonces mejor medios comunitarios o populares?”. Y nunca discutimos por qué les seguimos diciendo medios a sus empresas. La realidad es que para nosotros La Garganta es un medio”.
Por las portadas o
‘tapas’ han pasado Maradona, Messi, el Papa, Joaquín Sabina, Joan Manuel
Serrat, Eduardo Galeano, Pepe Mujica, Evo Morales, Lula o René de Calle
13. “Todo eso fue ni más ni menos que una estrategia para que pudieran
también salir las tapas que nosotros queremos: la de nuestra vecina, la
de nuestro vecino… Porque todas esas personas de la cultura popular,
antes de ser personajes de mercado, son personas que entienden que la
influencia social que tienen la necesitamos al servicio de esa
invisibilidad, de ese silenciamiento que nosotros necesitamos romper”,
explica Levy.
El activista pone como ejemplo el tercer número de la
revista, en la que apareció René, de Calle 13, en portada: “Para
nosotros era un sueño porque el compañero de barrio que lo había
entrevistado nunca se hubiera podido pagar una entrada para ir a verlo a
un recital. Y no solo fue a verlo, sino que fue a su camerino, René
echó a todos los periodistas del camerino, se quedó a solas con él y
después, cuando entraban, les dijo: “Ustedes tienen que hacer como él
[en referencia al periodista de La Garganta]”.
Pero, una semana
antes de mandar la revista a imprenta, mataron a Pascual, un compañero
de 21 años de la Villa 31 de Retiro. “Fue herido por una bala perdida,
de esas que siempre se le pierden en los barrios pobres [a la policía], y
como la ambulancia no entraba a buscarlo, su amigo cartonero, en la
carretilla de cartonear, lo tuvo que llevar hasta el hospital. Llegó
tarde y Pascual se murió”, continúa Levy.
A una semana de ir a
imprenta, se encontraron con el debate sobre si mantener a René en
portada, un personaje conocido con el que la revista llegaría a más
gente, o que saliera Pascual, su compañero asesinado por la policía.
“Llegamos a un consenso unánime, que incluía a la familia de Pascual, de
que la tapa tenía que ser René, y gracias a eso estamos acá hablando de
Pascual”, concluye.
La Garganta Poderosa sacó su primer
número en enero de 2011 y, desde entonces, ha salido cada mes. Su
creación fue literalmente desde abajo, desde las asambleas de cada
barrio, que pusieron el dinero y eligieron a personas para que pusieran
en marcha un medio de comunicación que estaba pensada para ser de y para
el barrio.
Nacho Levy: “Cuando quisimos colgar los cuadros de la redacción en Zabaleta fuimos a buscar hacia dentro de nuestros barrios a aquellos periodistas, fotógrafos, ilustradores que vos seguro no me podrías nombrar de la historia de nuestras villas, y ¿sabes qué? nosotros tampoco los podríamos nombrar. Y 200 años de crisis vocacional nos parecía mucho. Más bien lo que había era algo que nos lo impedía”.
“Nos organizamos para que cada asamblea pudiera
dar una beca a comunicadores durante tres meses. Algunos comunicadores
no había ni terminado educación secundaria, pero conocían la diversidad
cultural del barrio y podían hablar desde las entrañas”, relata Levy.
“Entendimos que era prioridad tan inmediata como sacar la mierda de las
cloacas o tomar el Ministerio de Vivienda poder contar para afuera lo
que estábamos viviendo, y para eso había que formar compañeros”,
continúa.
El barrio de Zabaleta, por ejemplo, recaudó dinero para
becar a cuatro personas durante tres meses: octubre, noviembre y
diciembre. Cobraban 500 pesos [94 euros al cambio de 2010] cada uno. “En
ese momento alcanzaba para comer y hoy no alcanzaría ni para comer un
día”, apunta Levy. De esta manera llegaron a diciembre con un equipo
armado y con una revista terminada que en la portada tenía al número 10
del Boca Juniors, Juan Román Riquelme, —que “además era villero”, añade
Levy— gritando en la portada. “En la contratapa sale diciendo 'sshss'
—[dice llevándose un dedo a la boca]—, ahora hablamos nosotros”,
continúa. En ese momento aún no sabían si la portada iba a ser siempre
un grito, como al final ha sido. Ni siquiera si iba a haber un número
dos de la revista.
Ahora les tocaba recaudar dinero para
imprimir la revista. “Hicimos la vaquita para juntar la plata y entre
todos los barrios juntamos un salario mínimo, 6.000 pesos”, continúa el
activista. El coste de imprimir cada revista era de dos pesos, así que
pudieron imprimir 3.000 ejemplares. 1.000 las distribuyeron gratis
dentro del barrio y las otras 2.000 las vendieron los propios
comunicadores de la revista en parques o universidades. Se vendieron
todas.
“En el medio nos cagó a palos la policía bonaerense, nos
metieron presos, nos sacaron las Madres de Plaza de Mayo. Todo eso en el
número uno”, recuerda Levy. Pero el éxito fue total: vendieron 2.000
ejemplares a una media de 10 pesos, recaudando 20.000 pesos (3.760 euros
a cambio de 2010). Con esos 20.000 pesos pudieron pagar las becas de
todos los trabajadores de La Garganta y pagar una nueva impresión de 3.000 ejemplares.
“Ahí vino el clic económico. Una de las asambleas dijo: 'A ver, un
momento. Este mes vamos a juntar 2.000 pesos de vuelta y ya no tenemos
que pagar la beca de los comunicadores porque la revista se hace cargo.
Entonces, ¿qué vamos a hacer con esos 2.000 pesos? Vamos a pedirle a la
cooperativa de La Garganta que imprima 1.000 ejemplares más de los que
tiene pensado, se los compramos al costo y los salimos a vender una
cooperativa de distribución a 10 pesos afuera del barrio'. Multiplícalo
por 50 asambleas”, relata Levy. La revista La Garganta se había
convertido en una cooperativa, de la que vivía otra cooperativa de
distribución, que aportaba riqueza a los barrios. “Para fuera fue una
revolución comunicacional, dicen algunos medios. Para nosotros fue una
revolución económica”.
No es reivindicar la precariedad, es reivindicar la solidaridad
Nacho Levy: “Cuando nosotros reivindicando, desde La Poderosa, la cultura villera, no estamos reivindicando la precariedad. No estamos reivindicando vivir con las cloacas tapadas. No estamos reivindicando vivir sin ambulancias. No estamos reivindicando vivir en un barrio en el que la principal causa de inseguridad son las fuerzas de seguridad. Lo que estamos reivindicando son valores que han sobrevivido a toda esa hostilidad del sistema durante décadas, a las topadoras [excavadoras] de la dictadura en los 70, al hambre y a las políticas neoliberales en los 90 y al infanticidio que propone este gobierno con su doctrina Chocobar, alabando a un policía que dispara por la espalda, por las dudas, a un niño”.
Levy explica que el objetivo cumplido con La Garganta
es visibilizar una tradición de construir colectivamente, y a pesar de
todo. “Es muy raro encontrar en los canales tradicionales de televisión
un informe sobre cómo se paga un velatorio en nuestro barrio. A mi no me
duele menos enterrar a un familias, y a ella [refiriéndose a Daniela]
tampoco, pero pagar una sepultura digna tiene un coste mayor que un
salario medio en nuestro barrio. La manera de resolverlo siempre fue
comunitaria”, explica el activista. “Es un orgullo que nunca un vecino
no pudiera enterrar dignamente a un familiar, cada vez que a alguien se
le muere un familiar se hace una colecta y su grupo íntimo pasa puerta
por puerta, y quien tiene 50 centavos pone 50 centavos, y quien tiene 50
pesos pone 5 pesos, porque ahí estás pagando tu propio funeral, el de
tu mamá, el de tus hijos. Pero la televisión no informa sobre esto,
muestra la mierda que flota, pero no las cloacas tapadas”, continúa.
En
el barrio en el que vive Levy no hay wifi, ni infraestructura para
tener internet en casa. No pueden pedir comida a domicilio. “Si tengo
que ir al kiosco a comprar un sándwich y la kioskera no tiene más
sándwiches, yo no tendría alternativa para cenar si no fuera por la
cultura villera que hace que esa kioskera me convide a un plato del
guiso que acaba de cocinar en su casa”, afirma con orgullo.
Tampoco
hay una infraestructura de alcantarillado que evite que se inunden las
viviendas cuando llueve. “Hace una semana los barrios se inundaron y
ahora han vuelto a inundarse otra vez. Mi casa se inundó y yo estoy en
la obligación de estar acá para contarlo, teniendo a mi vieja diabética
con la mierda flotando [en casa]. Estoy en la obligación porque, igual
que ella, son un montón los vecinos que padecen lo mismo”, relata
Daniela.
Nacho Levy: “Cuando se larga una lluvia torrencial y vos ponés los canales de televisión, puede que te alerten de si le pusiste brazada al auto para que no se te abolle, puede que te alerten de dónde puedes comprar la medialuna, o si vas a hacer cucharita mirando no sé qué película… y no te cuentan que en nuestro barrio hay hombres y mujeres que lloran cada vez que llueve desde hace 60 años porque a la indignidad, por suerte, no te acostumbras nunca. Cuando cae agua del techo de chapa de tu casa, porque no tenías plata ni para ponerle una cepillada de ceresita [impermeabilizante] y cae en el colchón donde duerme tu hija, el piso está con las cloacas tapadas y sale mierda flotando. En ese inodoro gigante es muy difícil sentirte algo que no sea un sorete [mierda]. Y dejás de sentirte un sorete cuando un vecino a quien ese día no se le inundó viene con la escoba y te ayuda a barrer. Nosotros reivindicamos esa cultura de la solidaridad como una manera de anteponerse al egoísmo que nos proponen para salvarse porque en la villa ya aprendimos hace mucho tiempo que es imposible salvarse solo”.
Ni siquiera entran las ambulancias, debido al miedo hacia estos barrios impulsado desde los medios de comunicación.
Daniela Mérida: “Mucha gente ha muerto. Mi madre, porque no entró la ambulancia, esperó a unas cuadras, y la tuvimos que arrastrar por un pasillo de tierra mi hermano y yo, lastimándola, siendo ella diabética. Yo, proque no entren las ambulancias, casi pierdo a mi madre. Y al igual que yo, muchos vecinos han perdido a familiares.
Nacho Levy: “Jamás verás en La Garganta una interpelación a aquellos ambulancieros que no viven en la villa y tienen miedo a entrar al barrio porque nosotros también vemos los canales de televisión que ellos ven. Lo que de ninguna manera aceptamos es que sea el Gobierno, el Estado, el garante de nuestros derechos, el que se escude en el estigma que ellos mismos alimentan en sus propios canales de televisión para negarnos a nosotros un derecho constitucional que es, fundamentalmente, el derecho a la vida”.
Levy explica que, en 2009, con el aval de todos
los curas villeros presentaron en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, que por entonces conducía Mauricio Macri —ahora
presidente del gobierno argentino— una petición para que que capacitaran
a conductores de ambulancias entre los vecinos de las villas. “No
tuvimos una mala respuesta, tampoco tuvimos una buena respuesta. Nunca
tuvimos una respuesta”, señala tras apuntar que otra organización, la Corriente Villera Independiente, sí ha podido, fruto también de la organización popular, acondicionar sus propias ambulancias.
Violencia policial: “Que dejen de matarnos”
La Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI) cifra en uno cada 23 horas los muertos a manos de las fuerzas policiales
en Argentina desde que Mauricio Macri asumió la presidencia en
diciembre de 2015. Uno de ellos fue Kevin, un niño de nueve años,
ahijado de Levy. Murió en un tiroteo que duró tres horas en el que
resultaron heridas 105 personas por disparos de uzi —un arma de guerra—,
según explica Levy, quien señala que el responsable del operativo
policial no ha sido sancionado de ninguna manera.
Nacho Levy: “Kevin estaba escondido debajo de la mesa en su casa haciéndose pis de miedo por un tiroteo que los vecinos denunciaron con llamados al 911. Los prefectos fueron a mitad del tiroteo cuando Kevin estaba vivo. Tiraron un carrito contra la puerta donde estaban atrincherados los que no vivían en nuestro barrio y se disputaban las casas que las fuerzas de seguridad garantizan que sirvan para vender y dijeron ‘que se maten entre ellos’. Porque estaban seguros de que la bala, si en vez de darle a mi ahijado le daba a mi compadre, les bastaba decir que era un jefe narco para que nadie se preocupe, ni lo investiguen ni nada. Pero como jefe narco de nueve años no hay, el grito de Kevin ahora retumba en todo el mundo”.
Frente a
la violencia policial en los barrios, los vecinos se han organizado
creando un dispositivo de control a las fuerzas de seguridad. Ahora el
proyecto se está traduciendo en un proyecto de ley que cuenta con el
apoyo de todos los bloques opositores. “No se trata de una policía
comunal, no le agrega ni una sola bala al conflicto. Es un comisión de
vecinos que regula el accionar de las fuerzas de seguridad adentro del
territorio, en comunicación directa con el Ministerio Público Fiscal,
con la Procuradoría contra la Violencia Institucional y con los
organismos de derechos humanos sin pasar por las comisarías y
destacamentos policiales, que son los que administran el delito adentro
de nuestro barrio”.
El objetivo es que,
además de convertirse en un canal de denuncia para los vecinos, sea
también un canal de información para la justicia. “Cuando el fiscal
recibe un caso, lo que recibe es la versión policial y el informe que
redacta es el refrito de la versión policial. Aun cuando el fiscal
infiriera que hay participación policial en el crimen, para investigarlo
requiere el acompañamiento de la fuerza policial”, explica Levy. “Lo
que nosotros estamos diciendo es que se cree una entidad jurídica que
habilite a actores de la sociedad civil a cumplir ese rol”, concluye.
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