Samuel Moncada es el canciller de la República Bolivariana de Venezuela. El pasado domingo declaró a Vicente Fox persona no grata. No hay novedad en ello. Lo sorprendente es que los mexicanos no lo hayamos hecho antes.
El canciller añadió:
El señor Fox quiso provocar a las autoridades para armar un circo mediático que sirviera a los viles intereses que lo contrataron. ¿Acaso el ex presidente mexicano no lo ha hecho así una y otra vez desde hace al menos 12 años?
¿Qué hizo ahora la chachalaca mexicana en Caracas para provocar la furia del gobierno venezolano? Escribir un tuit en
¡inglés! en el que acusa: “Diosdado Cabello. Tú eres él que está detrás
del Dictador Maduro. Tú eres el asesino, tú torturas, tus manos están
llenas de sangre. Conocerás la Hall Court (sic). Prepárate. “Cabello es
actualmente diputado de la Asamblea Nacional de Venezuela y una de las
figuras claves en la relación entre militares y políticos chavistas.
Y otro más –este sí en español– en el que
explica: @NicolasMaduro no tiene una dictadura perfecta ni blanda, está haciendo pasar a Venezuela por una dictadura violenta, torpe y descarada.
Fox viajó a Caracas con otros ex mandatarios latinoamericanos
simpatizantes de la oposición venezolana, para participar como
observador de la consulta organizada por quienes buscan la salida del
presidente Nicolás Maduro.
No hay novedad en los pleitos de Vicente Fox con la revolución
bolivariana. En noviembre de 2005, siendo él presidente, expulsó al
entonces embajador Vladimir Villegas y colocó la diplomacia bilateral
cerca del abismo. Fue hasta septiembre de 2007 que se nombraron
nuevamente embajadores en ambos países.
La agudización del pleito se dio en el contexto de la penosa actitud
del mandatario mexicano en la cuarta Cumbre del Mar de las Américas.
Haciéndole el trabajo sucio a Estados Unidos (tal como ahora se lo hace
Luis Videgaray), Fox se dedicó a impulsar la iniciativa de un Área de
Libre Comercio para las Américas (ALCA), en contra de los gobiernos de
Argentina, Venezuela, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Días después, ya en Caracas, el entonces presidente Hugo Chávez denunció en cadena nacional de televisión y radio, que
el presidente de México salió sangrando por la herida. Yo les voy a mostrar los videos de los discursos: da tristeza el entreguismo del presidente Fox. Qué triste que el mandatario de un pueblo como el mexicano se preste a ser un cachorro del imperio, cuando México
ha sufrido durante años el atropello del imperialismo de Washington.
Los exabruptos del cachorro mexicano del imperio no son una
iniciativa propia. Están absolutamente sincronizados con la política de
Tlatelolco. No son ocurrentes improperios ideológicos de un panista
trasnochado, sino parte de una operación más amplia que busca ocultar la
estrepitosa derrota del canciller mexicano en la última reunión de la
OEA realizada en Cancún. No en balde, en distintos momentos de la
campaña por la presidencia de 2006, Vicente Fox apoyó públicamente a
Enrique Peña Nieto. En 2012, llamó
a cerrar filas en torno al candidato que va a la cabeza en las preferencias electorales porque México no puede permanecer otros seis años de confrontación y jaloneo entre la clase política.
El asunto alebrestó los ánimos de Acción Nacional. Tanto así
que, el entonces líder panista, Gustavo Madero, declaró que el ex
mandatario podría ser sancionado o expulsado del partido por apoyar al
candidato del PRI. No lo hicieron.
Desde entonces, Vicente Fox –el presidente que reprimió las luchas de
Atenco, los mineros de Lázaro Cárdenas y el movimiento de la APPO en
Oaxaca– ha encontrado en los ataques a Venezuela sus 15 minutos de
celebridad. Desde aquella fecha, cada vez que el mexicano insulta a Hugo
Chávez o a Nicolás Maduro, los medios de comunicación (principalmente
electrónico) recogen y amplifican sus palabras, como si fueran un
argumento de autoridad.
La historia es interminable. En abril de 2007, Fox ganó cierta atención mediática, ofreciendo cabalgar
a lomos de mi caballo para dirigirme hacia el sur y defender del gobierno autoritario, demagogo y dictatorialdel presidente Hugo Chávez y promover, al mismo tiempo, una
economía con rostro humanoen el conjunto de los gobiernos de América Latina.
Encarrerado, en 2011, en República Dominicana, en plena campaña por
legalizar la mariguana, el ex mandatario acusó a Venezuela, sin ofrecer
prueba alguna, de seguir
facilitando el tráfico de drogas. Parece –dijo– que hay una asociación entre Chávez y los cárteles de las drogas”.
Un año después, en diciembre de 2012, tildó de
burroal presidente Chávez y a otros mandatarios latinoamericanos por oponerse al libre mercado.
Riguroso como es en sus análisis, el marido de Marta Sahagún equiparó
a Donald Trump –cuando era candidato– con Hugo Chávez. Lo acusó de ser
un falso profeta, aseguró que estaba loco y luego le pidió perdón...
“Soy –dijo– lo suficientemente humilde como debe ser un líder compasivo.
Si te ofendí, lo siento”. Curiosamente, también comparó a Bernie Sanders con Chávez. Y, ahora, en Caracas, llamó a Nicolás Maduro
loco, por enésima ocasión.
Pero, en lo que sí fue exitoso el espectáculo caraqueño del señor de
las botas fue en trasladar a los opositores sus artes de mapache
electoral. Mientras él vociferaba ellos hacían trampa. El fraude que
instrumentó en 2012 para hacer ganar a Felipe Calderón en México se
trasladó magistralmente a aquellas tierras. Los antichavistas se
despacharon con la cuchara grande en su falso plebiscito (la figura no
existe legalmente). Fuera de ese país votaron 693 mil personas, pero el
registro electoral de los venezolanos en el exterior es de 101 mil. En
la consulta sufragaron niños de 10 años y una sola persona lo hice en 17
ocasiones (https://goo.gl/1FKnWt ). Aún así, tuvieron menos votos de los que alcanzaron en 2013.
La última aventura venezolana de Vicente Fox corrobora la descripción
que en su momento hizo sobre él el presidente Hugo Chávez: es el
cachorro del imperio. Y, también –habría que añadir– de Los Pinos.
Twitter: @lhan55
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