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lunes, 31 de julio de 2017

El 'populismo radical' convive con los empresarios en Nicaragua

La bandera de Nicaragua (imagen referencial)Sputnik
Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999, el Comando Sur de Estados Unidos consideró como una 'nueva amenaza' para la seguridad nacional estadounidense la aparición del 'populismo radical', al que se sumaron posteriormente Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos" (Eduardo Galeano, 1940-2015)
Casi dos décadas después, Washington y sus 'guerreros mediáticos de la pluma' han puesto en serios aprietos a Venezuela y después, paulatinamente, a Bolivia y Ecuador. Sin embargo, este modelo sigue vivito y coleando en Nicaragua, donde se ha logrado un consenso de convivencia entre el Gobierno y los empresarios.
De acuerdo a la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez, en Nicaragua se ha establecido "un absoluto compadrazgo entre el sector empresarial y el Gobierno de Daniel Ortega. A diferencia de Venezuela, Bolivia y Ecuador, donde los empresarios no están dispuestos a someterse al Socialismo del Siglo XXI, en Nicaragua no hay empresarios disidentes y todo el sector empresarial
está contento
con Ortega… y todo el mundo está interesado en que las cosas sigan igual y los pocos que quieren un cambio no reciben el apoyo". La popularidad del actual presidente de Nicaragua del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), siete veces candidato presidencial y cuatro veces presidente y aliado incondicional de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), se le atribuye a los efectivos programas sociales gestionados por su Gobierno.

Actualmente, Nicaragua está viviendo una sólida estabilidad económica y, según la Comisión para América Latina y el Caribe (CEPAL), el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), este año Nicaragua
mantendrá su crecimiento
económico hasta el 4,6%, superando a los demás países centroamericanos a excepción de Panamá. Una de las más prestigiosas e influyentes calificadoras, Moody's Investors Service, decidió mantener a Nicaragua en la categoría B2 con perspectiva estable, lo que da una señal clara a los inversionistas de que pueden confiar en este país debido a su sostenido crecimiento económico, altos niveles de inversión extranjera directa, bajos déficits fiscales y un diálogo estable entre el Gobierno y el sector privado.

Debido a las ayudas sociales del Gobierno y la colaboración empresarial, la pobreza en Nicaragua registró una disminución en los últimos 10 años del 42,5% al 29,6%, y la pobreza extrema bajó del 14,6 al 7,6% según los datos oficiales. Sin embargo, en el campo, aproximadamente el 60% de la población continúa siendo pobre, lo que obligó al Gobierno a actualizar el Plan Nacional para el Desarrollo Humano hacia 2020. Para ponerlo en marcha, Daniel Ortega aprendió a utilizar todas las posibilidades que se le presentan. Dicen sus detractores que Ortega tiene ya 'maestría y doctorado' en el arte de sobrevivir, superando a Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales.
Durante los 10 años en el poder, aprendió que no valía la pena pelear con Estados Unidos, la iglesia y los empresarios en esta época moderna. Entonces, como lo explica la politóloga Gloria Álvarez, "en vez de pelear con EEUU, Ortega les abre las puertas para que puedan hacer la inversión que quieran y en lugar de pelearse con la Iglesia católica, cada vez que regala una bolsa de frijoles o de arroz, mete una estampita de la virgen", lo que les agrada a los sacerdotes. También Ortega supo hacer las paces con los empresarios, convirtiéndolos en socios del Estado.
Lo que no dice Gloria Álvarez es que Daniel Ortega supo delimitar por el momento el grado de influencia de Washington en las decisiones del Gobierno nicaragüense y no le permitió inmiscuirse en las estrechas relaciones de Nicaragua con los países integrantes del ALBA. También el presidente Ortega ha logrado restringir la influencia de la iglesia en el quehacer del Gobierno y en su ideología del socialismo del siglo XXI. Hizo participar a los empresarios en los programas sociales formando 'alianzas y consensos' con el sector privado nicaragüense. Durante una reciente conferencia anual de la Asociación de Cámaras de Comercio Americanas de América Latina y el Caribe (AACCLA), la aparición de Daniel Ortega fue recibida con un estallido de aplausos.
En su intervención, Ortega explicó que en el actual "modelo de desarrollo de Nicaragua, las leyes se negocian con los empresarios y los banqueros, que antes eran tomados por sorpresa". Lo que no mencionó Ortega fue el rol de los trabajadores en la definición de las leyes nacionales, lo único que recalcó fue que en el país se logró una "unidad de empresarios, trabajadores y el Gobierno". Como retórica, esta frase suena bien, pero, en la práctica, la realidad es algo diferente y lo confirma el procurador laboral José Antonio López, al declarar que "hay contubernio entre el poder judicial y el Estado para favorecer al empleador en detrimento de los derechos adquiridos por los trabajadores y, en especial, perjudicando a los operadores de la maquila.

El secretario de la Confederación de Sindicatos de zona franca, Pedro Ortega, afirmó que "hay retroceso en la lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores en este Gobierno, por lo que se han quedado sin fuerza muchos convenios colectivos". Y no podría ser de otra forma, pues la historia demuestra que cada consenso entre el Gobierno y el sector empresarial trae directa o indirectamente la reducción de los derechos de los trabajadores y de su capacidad adquisitiva. Daniel Ortega lo sabe perfectamente, pero estos arreglos unilaterales le dan al Gobierno un cierto y limitado espacio de tiempo y tranquilidad social hasta que los trabajadores se den cuenta de la injusticia y la lucha comience de nuevo.
Mientras tanto, no hay escasez de productos en Nicaragua, no hay colas ni caos, y la violencia está bien controlada por el Gobierno, fortaleciendo la seguridad ciudadana. El pueblo en general está satisfecho y prácticamente nadie quiere cambios. Lo que más preocupa a la gente es la posibilidad de que Donald Trump recorte fondos para Nicaragua. Ya es de conocimiento público que el presidente de EEUU, para subir los gastos militares en 54.000 millones de dólares, ha mandado al Congreso el presupuesto recortando unos 38.000 millones de dólares del Departamento de Estado y de la USAid. El presupuesto de ayuda a Latinoamérica sufrió el recorte más drástico en comparación con Asia, África y Oriente Medio, y fue reducido a 1.100 millones de dólares, lo que implica el poco interés que tiene la actual administración en Latinoamérica y, por supuesto, en Nicaragua.
La ayuda a Nicaragua se reducirá a 200.000 dólares en vez de 9,8 millones de dólares. En realidad, lo que el país dejará de percibir representa una cantidad insignificante tomando en cuenta que el Producto Bruto Interno (PBI) del país es de 13.200 millones de dólares. Lo que se teme es la aprobación por el congreso estadounidense de la Ley Nicaraguan Investment Conditionality Act, llamada popularmente Nica Act. La iniciativa establece que la política de EEUU en relación a Nicaragua debe estar sustentada en apoyo al Estado de Derecho y un poder judicial y electoral independientes. Todo este contexto, en realidad, es una retórica que podría convertirse en sanciones si es que Trump presta atención al acercamiento de Nicaragua a China, Irán y, en especial, a Rusia.
© Sputnik/ Mikhail Voskresensky
El Gobierno de Vladímir Putin
intensificó las relaciones
con Nicaragua después de su visita al país en julio de 2014. Durante los siete años anteriores, Rusia brindó un fuerte apoyo financiero al sector público, envió ayuda humanitaria a Nicaragua de 200.000 toneladas de trigo, 550 taxis Lada y 520 buses para el sector público. También entregó al país equipos para el Sistema Nacional de Prevención de Desastres. En 2016 entró en funcionamiento la primera y única Planta de Producción de Vacunas Mechnikov en América Central, cuya construcción fue financiada por Rusia y Nicaragua.
Desde el 2015, el Gobierno de Nicaragua comenzó la adquisición de armamento ruso, interesado especialmente en dos barcos de misiles Molina y cuatro lanchas rápidas Mirash para reforzar su territorio marítimo en el mar Caribe. Y esto después de que la Corte Internacional de Justicia se pronunció a favor de Nicaragua en su juicio contra Colombia, otorgándole 90.000 kilómetros cuadrados del mar Caribe. También el país recibió de Rusia 50 tanques T-72 y varios aviones de combate y entrenamiento Yak-130.
Lo irónico es que, cuando Nicaragua recibe ayuda de EEUU o la Unión Europea, la prensa globalizada lo considera como algo positivo, pero cualquier ayuda de Rusia significa un peligro para la seguridad nacional norteamericana o europea.
Si agregamos a esto la construcción por Rusia del centro para operar 24 satélites rusos del
Sistema Glonass
(alternativa rusa al GPS), ya podemos imaginar todas las acusaciones de espionaje involucrando a Rusia por los paranoicos políticos y hombres de medios globalizados de comunicación occidentales, que nunca acusan a los Centros GPS norteamericanos de espionaje. Pero la vida sigue adelante y los cuatro Centros Glonass ya están funcionando en Brasil, tres en Antártida y uno en Sudáfrica. Simplemente Rusia tiene el mismo derecho de instalar su sistema en cualquier país del mundo con la autorización de los Gobiernos correspondientes.
Nicaragua es uno de estos países que buscan diversificar sus relaciones incluyendo a Rusia, a pesar del descontento de Washington, cuyos intereses en este momento están lejos de Managua y más concentrados en México, Venezuela y Cuba. Pasará mucho tiempo para que sus 'especialistas' en caos y violencia presten atención a Daniel Ortega y a su 'populismo', que ya no es tan 'radical' como lo era hace una década, pues nada es estático excepto los intereses nacionales de cada país.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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