Alainet
En los últimos tiempos,
cada día leemos en la prensa declaraciones del Presidente de la
República Mexicana, Enrique Peña y de diversos miembros del Gabinete que
dejan ver que –para decirlo en pocas palabras- no saben cómo enfrentar
el momento por el que atraviesa el país que deberían gobernar. Dos
ejemplos, el Canciller de la República, Luis Videgaray no reacciona ante
el embate del Gobierno de los EEUU, el principal socio comercial y
aliado en todos los frentes. Se han escrito ríos de tinta sobre el
particular. El segundo ejemplo, el 12 de julio de 2017 aparece que el
Secretario de Educación, Aurelio Nuño, promete que en dos décadas la
población mexicana hablará inglés, sin explicar las ventajas de tal
estrategia. Sobre el hecho de que la “reforma educativa” del presente
gobierno no es educativa, sino laboral, también se han escrito ríos de
tinta. Lo que aparece en las ideas de ambos funcionarios es su
convicción de que México debe subordinarse a los EEUU.
El presidente
de los EEUU ha manifestado unilateralmente su decisión de renegociar el
TLCAN, el Tratado de Libre Comercio de América del norte, porque está
en desacuerdo con la participación de México y encuentra que ha afectado
negativamente a su país tras dos décadas de vigencia. Siendo un Tratado
tripartito, el Canadá no aparece en la discusión. Por su parte, el
Gobierno de México no ha manifestado su posición sobre los resultados
del Tratado y guarda silencio respecto de si es conveniente tal
renegociación, los porqués de tal conveniencia, los términos en los que
debería ocurrir. El acuerdo original, firmado en 1993, refleja los
intereses de las grandes empresas de EEUU; en buena medida porque las
grandes empresas de México (como las del Canadá) son escasas, se
encuentran ubicadas en sectores económicos muy específicos y no tienen
una gran presencia en los tres países norteamericanos. También habría
que revisar, para el caso de México, la actitud de los funcionarios que
negociaron en 1993 ¿Conocían el interés nacional? La respuesta más
probable es NO y de allí los resultados para este país (los estudios
académicos no encuentran resultados positivos). Quizá habría que indagar
en los intereses privados de los funcionarios para conseguir un TLCAN a
todo costo ¿o es pura ideología?
Enseguida, la Cancillería se
niega a reconocer que el gobierno de los EEUU es hostil a México. El
Titular ha declarado que la principal amenaza, la construcción de una
muralla (que no muro) y su financiación, no son asunto de la relación
bilateral entre ese país y México ¿En dónde se clasifica esa cuestión,
entonces? Parece que EEUU preferiría llevar una relación más
distanciada, frente al Gabinete que busca la subordinación.
Coinciden con la opinión del Gobierno mexicano diversos grupos de la
élite nacional, aquellos que tienen casas en Nueva York y Miami, que
prefieren que la publicidad en México sea en lengua extranjera y que las
tiendas sean idénticas en ambos países, que no haya producción
nacional. Curiosamente, además de que los mexicanos ricos mantienen sus
activos financieros e inmuebles en EEUU, no muestran intereses
económicos definidos en la relación con ese país. ¿Qué empresas, qué
sectores económicos son de mexicanos allá, qué exportan las empresas
mexicanas? Es decir, no es evidente por qué interesa mantener esta
relación económica en estos términos y a todo costo, desde un punto de
vista nacional (en el sentido de colectivo).
Enseguida aparece
el tema de la educación bilingüe, en inglés, claro, porque ninguna otra
lengua merece la pena (en opinión del mismo Gobierno y los mismos
grupos). En términos económicos, tal como están las cosas, la población
necesita hablar inglés para emigrar al norte, porque el modelo económico
que deriva de la integración con EEUU (no con América del norte) supone
que en México no hay ni habrá empleo de calidad y aquel que quizás
exista, será ofrecido por empresas extranjeras y en todo caso, el idioma
del trabajo (no de los negocios) es el inglés. Relegan el castellano a
un papel subordinado, junto con toda la cultura y a la nación entera.
Asimismo, el planteamiento de bilingüismo no reconoce que en el país
existen segmentos de la población que en el mejor de los casos alcanzan
ese carácter, pero desde las lenguas indígenas, con el español como
lengua franca. Se trata del Secretario de Educación, pero también el
encargado del organismo electoral (INE) Lorenzo Córdova, quien nos
brindó un caso de ignorancia y racismo hace algunos años, cuando hizo de
burla pública de algún ciudadano, visitante a su oficina y que no
hablaba español correctamente.
Curiosamente, el llamado
Gabinete Económico ha jugado un papel más bien limitado en la esperada
renegociación del TLCAN, de donde se deduce que el Gobierno no considera
este problema de naturaleza económica, lo cual, es por lo menos
extraño. Tampoco la llamada “Sociedad Civil” ha manifestado gran
preocupación por el particular. Al parecer, México cree que la
asociación subordinada a los EEUU es inevitable y queda que la población
crezca (la familia es el valor fundamental) y emigre u ofrezca fuerza
de trabajo barata, pero bilingüe, a quien quiera montar plantas de
ensamblaje en el territorio nacional. Interesante visión del desarrollo
económico.
Fidel Aroche es profesor titular de la Facultad de Economia, UNAM. Miembro fundador del Obela. www.obela.org
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