Vicky Peláez
Como todo en esta vida es cíclico, llegó también el momento para Rafael Correa, quien transformó Ecuador de 'Banana Republic' a un país de 'Buen Vivir', de dejar el poder y dar oportunidad a su pueblo para decidir qué camino seguir.
Como todo en esta vida es cíclico, llegó también el momento para Rafael Correa, quien transformó Ecuador de 'Banana Republic' a un país de 'Buen Vivir', de dejar el poder y dar oportunidad a su pueblo para decidir qué camino seguir.
Me
tocó la misión de relámpago: rasgar un instante las tinieblas; fulgurar
apenas sobre el abismo y tornar a perderse sobre el vacío (Simón Bolívar, 1830, Carta a Fanny Dervieu du Villars).
En realidad, no hay muchas alternativas para elegir en el actual complicado contexto nacional, regional y global, dominado por el avance de la derecha al poder. Lo único que les queda a los ecuatorianos es seguir con su Revolución Ciudadana, haciéndola más participativa y transparente, o retornar al modelo neoliberal para entregar el país a la oligarquía, a la banca usurera, todos al servicio incondicional de Washington.
Los que estábamos siguiendo la trayectoria del presidente Rafael Correa desde el 2007 al 2017, hemos sido testigos de una sistemática guerra mediática globalizada contra el propulsor de la Revolución Ciudadana desde el primer hasta el último día de su Gobierno.
A instancias de Washington y de sus generosas propinas por medio de numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG), la USAid y la NED, la prensa manejada por la oposición intensificó aún más los ataques contra Rafael Correa después de que el presidente reorientara la política comercial hacia China y los países de la ALBA, la CELAC y Rusia, clausurara la base militar estadounidense de Manta, cancelara los proyectos de la USAid y organizara la salida de Ecuador del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
Con la puesta en marcha de la Ley Orgánica de Comunicación en 2013, que estableció la distribución equitativa de frecuencias de radio y televisión, la guerra mediática contra Rafael Correa se hizo aún más despiadada y carente de toda ética. A los dueños de medios de comunicación no les agradó el hecho de quedarse solamente con el 33% de las frecuencias radioelectrónicas. El resto fue distribuido en la siguiente proporción: el 33% al sector público; 10% a la iglesia; y el 24% a las comunidades. Los exdueños de la 'verdad' que usaban la libertad de injuriar como si fuese una opinión denunciaron al unísono el "linchamiento mediático" debido a la 'ley Mordaza'.
El anuncio
Los más poderosos periódicos de la derecha ecuatoriana, El Comercio y El Universo, han empezado a presentar a Lenín Moreno como un verdadero líder democrático que siente el pulso de su pueblo. Las alabanzas se intensificaron después de designar el presidente al derechista exeditor de El Comercio, Fernando Larenas, como director editorial del periódico público de El Telégrafo, de mayor importancia para la Alianza País.
Ahora Guillermo Lasso se está autoproclamando el defensor de la democracia y de los derechos humanos, olvidándose de su promesa electoral de expulsar a Julian Assange de la embajada de Ecuador en Londres. A la vez, el mismo siniestro personaje está tratando de entablar una sutil amistad y diálogo con el presidente Lenín Moreno.
La supuesta 'dictadura' que instaló Rafael Correa es otro mito, otra 'falsa bandera'. Basta acordarnos del informe de uno de los más prestigiosos 'think tanks' británicos, World Values Survey 2014, que anunció que "Ecuador es uno de los países del mundo gobernado más democráticamente, incluso más que Estados Unidos, el Reino Unido y Francia".
Por supuesto que el diálogo es siempre necesario, pero hay que tomar en cuenta que el "diálogo", según Rafael Correa, "es bienvenido… pero hay que saber con quiénes te sientas a la mesa y no dialogar con quienes saquearon Ecuador".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
En realidad, no hay muchas alternativas para elegir en el actual complicado contexto nacional, regional y global, dominado por el avance de la derecha al poder. Lo único que les queda a los ecuatorianos es seguir con su Revolución Ciudadana, haciéndola más participativa y transparente, o retornar al modelo neoliberal para entregar el país a la oligarquía, a la banca usurera, todos al servicio incondicional de Washington.
El nuevo presidente, Lenín Moreno, trató de tomar una ligera distancia del legado de Rafael Correa y asumir un
estilo de conducción distinto
durante sus primeros 50 días de liderazgo. En el primer día de su
Gobierno, Moreno suprimió la Secretaría del Buen Vivir. Días después
convocó a los representantes de los medios de comunicación de la
oposición anunciándoles que llegó la hora de la tolerancia, la
reconciliación, el respeto y de acabar con el autoritarismo.
Pero lo más curioso y de paso alarmante en su alocución de bienvenida
a los directivos de la prensa fue cuando les dijo: "Respiren los aires
de la libertad, no hay satisfacción más grande". Con esta frase,
prácticamente afirmó que, durante 10 años, cuatro meses y nueve días de
la Presidencia de Correa, la libertad estaba ausente o restringida.Los que estábamos siguiendo la trayectoria del presidente Rafael Correa desde el 2007 al 2017, hemos sido testigos de una sistemática guerra mediática globalizada contra el propulsor de la Revolución Ciudadana desde el primer hasta el último día de su Gobierno.
La prensa al
servicio de las élites nacionales e internacionales "no se cansaba en
presentar un país incendiado por la conflictividad, que marcha hacia la
catástrofe y el conflicto social", según el periodista ecuatoriano Jorge
Núñez Sánchez. "La oposición trató de ver diariamente en cada acto
administrativo un error, en cada declaración oficial una amenaza, en
cada negocio público una muestra de corrupción y en cada proyecto una
infamia". Todos los intentos de diálogo fueron rechazados por la
oposición y sus medios de comunicación.
Decía Bernard Shaw que "la libertad significa la responsabilidad".
Sin embargo, 'la responsabilidad' ha sido interpretada durante siglos
por la prensa al servicio de la oligarquía nacional y las
transnacionales desde el punto de vista de los intereses de sus
patrocinadores o sus amos, es decir, unilateralmente. Así, la prensa
ecuatoriana, en su mayoría, se convirtió en la propietaria de la verdad.A instancias de Washington y de sus generosas propinas por medio de numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG), la USAid y la NED, la prensa manejada por la oposición intensificó aún más los ataques contra Rafael Correa después de que el presidente reorientara la política comercial hacia China y los países de la ALBA, la CELAC y Rusia, clausurara la base militar estadounidense de Manta, cancelara los proyectos de la USAid y organizara la salida de Ecuador del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR).
Y
no podía ser de otra forma porque hasta la promulgación de la Ley
Orgánica de Comunicación en 2013, el 83% del espacio radio electrónico
estaba en manos privadas, el 13% era manejado por la iglesia y solo el
3% estaba destinado al sector público y comunitario. El periódico El
Universo (de Guayaquil), del Grupo Pérez, y El Comercio de Quito, de la
familia Martínez, ocupaban el 65% de la circulación nacional.
En 2007, unas 19 familias controlaban 287 canales de televisión.
Entre seis y ocho canales de televisión con cobertura nacional estaban
ligados a los bancos privados. En estas condiciones, los medios de
comunicación en manos privadas representaban un 'poder de facto',
declarando a Rafael Correa un "dictador" con el cual no se podía
entablar un diálogo.Con la puesta en marcha de la Ley Orgánica de Comunicación en 2013, que estableció la distribución equitativa de frecuencias de radio y televisión, la guerra mediática contra Rafael Correa se hizo aún más despiadada y carente de toda ética. A los dueños de medios de comunicación no les agradó el hecho de quedarse solamente con el 33% de las frecuencias radioelectrónicas. El resto fue distribuido en la siguiente proporción: el 33% al sector público; 10% a la iglesia; y el 24% a las comunidades. Los exdueños de la 'verdad' que usaban la libertad de injuriar como si fuese una opinión denunciaron al unísono el "linchamiento mediático" debido a la 'ley Mordaza'.
El anuncio
del nuevo presidente, Lenín Moreno, de la apertura del diálogo con los
dueños de los medios privados de la comunicación, quienes durante los
últimos 10 años rechazaron todo tipo de diálogo con el Gobierno de
Correa para promover 'amor y paz' en el país está provocando el
desconcierto y preocupación de las bases de la Revolución Ciudadana.
Ya varios periodistas de opinión del periódico ligado al Gobierno El
Telégrafo, como Alfredo Vera, por ejemplo, consideran que "será difícil
que Lenín Moreno continúe el camino que fue trazado durante 10 años por
Rafael Correa" (18-07-17). Otro columnista del mismo periódico que
siempre apoyó al expresidente, Sebastián Vallejo, de pronto descubrió
con la partida de Rafael Correa a Bélgica que "lo que está cosechando
Alianza País son 10 años de una cultura democrática muy pobre y una
excesiva centralización".Los más poderosos periódicos de la derecha ecuatoriana, El Comercio y El Universo, han empezado a presentar a Lenín Moreno como un verdadero líder democrático que siente el pulso de su pueblo. Las alabanzas se intensificaron después de designar el presidente al derechista exeditor de El Comercio, Fernando Larenas, como director editorial del periódico público de El Telégrafo, de mayor importancia para la Alianza País.
Fernando
Larenas escribió en las páginas de El Comercio contra la Revolución
Ciudadana y, en especial, contra Rafael Correa. El nuevo editor ya
anunció la eliminación de la página editorial de El Telégrafo, sabiendo
como profesional que la página editorial es el corazón y la carta de
representación de cada medio de comunicación.
Por supuesto que, el mayor enemigo de la Revolución Ciudadana, el banquero Lasso, mandó inmediatamente
su 'felicitación' a Lenín Moreno y, cómo no, pues la derecha ya tiene
su representante en el mayor periódico público del país. Fue el mismo
Guillermo Lasso quien durante la última campaña electoral se olvidó de
la tolerancia, el diálogo, el respeto y llamó abiertamente a la
violencia contra la dictadura de Alianza País. Sus huestes quisieron
inclusive incendiar la capital al enterarse de su derrota en las
elecciones presidenciales.Ahora Guillermo Lasso se está autoproclamando el defensor de la democracia y de los derechos humanos, olvidándose de su promesa electoral de expulsar a Julian Assange de la embajada de Ecuador en Londres. A la vez, el mismo siniestro personaje está tratando de entablar una sutil amistad y diálogo con el presidente Lenín Moreno.
Toda la derecha está dispuesta a apoyar a Lenín Moreno en su
lucha contra la corrupción
mientras que no toque sus capitales en los paraísos fiscales. La
consigna de la lucha contra la corrupción es también el nuevo método de
los globalizadores iluminados para dominar el mundo. En otros tiempos
usaron el anticomunismo, después proclamaron la guerra
al narcotráfico
,
la reemplazaron por el terrorismo y ahora lograron retornar a su patio
trasero a Argentina y Brasil acusando a sus exlíderes de corruptos,
ocultando sofisticadamente el hecho de que los acusadores e instigadores
internacionales han sido los que promovieron la ola de corrupción a
nivel mundial. John Perkins lo describió en su libro 'Confesiones de un
Asesino Económico a Sueldo'. Tomando todo esto en cuenta, el presidente
Lenín Moreno tiene que cuidarse mucho de la sinceridad de los medios
privados de comunicación para ayudar a su Gobierno en la lucha contra la
corrupción en nombre de la democracia.
La supuesta 'dictadura' que instaló Rafael Correa es otro mito, otra 'falsa bandera'. Basta acordarnos del informe de uno de los más prestigiosos 'think tanks' británicos, World Values Survey 2014, que anunció que "Ecuador es uno de los países del mundo gobernado más democráticamente, incluso más que Estados Unidos, el Reino Unido y Francia".
Un año después,
en 2015, la "Corporación Latinbarómetro" presentó un informe sobre 18
países respecto a la percepción pública del Gobierno, la distribución de
la riqueza y la corrupción. El informe arrojó que el 56% de los
ecuatorianos estimó que en el país se gobierna para el bien de todo el
pueblo. El 49% cree que la distribución de la riqueza es justa y,
finalmente, Ecuador ostenta el primer lugar entre los 18 países
participantes en esta encuesta, con el 54%, referente al progreso en la
reducción de la corrupción en los últimos dos años.
Definitivamente, Lenín Moreno tiene que ser muy cuidadoso en su
diálogo con los que representan los intereses de la oligarquía y las
transnacionales en su intento de encontrar un camino más transparente y
unificador para su país y no olvidar el legado de su predecesor que
retornó el prestigio, la fe en sí mismo y la dignidad a los ecuatorianos
e hizo crecer su clase media en 10 años de un 13% al 49%.Por supuesto que el diálogo es siempre necesario, pero hay que tomar en cuenta que el "diálogo", según Rafael Correa, "es bienvenido… pero hay que saber con quiénes te sientas a la mesa y no dialogar con quienes saquearon Ecuador".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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