Intervencionismo Galopante
Cuauhtémoc Cárdenas
¿Enojo, irritación, encabronamiento?
¿Vergüenza, lástima?, son sentimientos que se agolpan frente a la
pusilánime e ignominiosa actitud del gobierno mexicano, que se rebaja
para acatar la instrucción del gobierno de Estados Unidos, de su
presidente, al entrometerse en la política interna de Venezuela y
declarar, oficialmente, que aplicará a 13 funcionarios o ex funcionarios
venezolanos las mismas sanciones que decretara el gobierno de Trump,
sin siquiera presentar argumentos propios para sustentar estas medidas,
en un claro sometimiento intervencionista y servil.
Esta incondicional sumisión a la prepotencia trumpiana contradice todo lo que en el pasado se llamó la
política exterior mexicana, reconocida por la defensa, rescate y ejercicio de la soberanía nacional, el respeto a la autodeterminación y a la no intervención, la preservación de la paz y la búsqueda del diálogo y la negociación en los conflictos internacionales, abandonada paso a paso por los entreguistas gobiernos neoliberales, nunca por cierto, tan absolutamente ignorada como por la administración actual.
Puede haber, y es totalmente válido, simpatía o antipatía hacia el
actual gobierno venezolano, pero resulta inadmisible que en función de
una antipatía impuesta desde el exterior, oportunista y convenenciera en
el caso de los funcionarios mexicanos, el gobierno de nuestro país se
preste a conducta tan abyecta. Pudo haberse intentado buscar el diálogo
entre las partes confrontadas, respetando siempre su respectiva
autonomía y el marco que establecen tanto las leyes nacionales, como los
acuerdos internacionales aplicables en el caso, rotos éstos por la
indebida intromisión de la autoridad mexicana.
Quienes en México buscamos la vigencia plena de un Estado de
derecho, la observancia de los compromisos internacionales, el respeto a
los derechos consagrados en la Carta constitutiva de la Organización de
las Naciones Unidas y los correspondientes al ámbito continental,
exigimos al gobierno mexicano que se disculpe ante el pueblo y gobierno
venezolanos, así como ante las comunidades latinoamericana e
internacional por esta lamentable violación a nuestras propias leyes y a
los principios de una sana convivencia internacional.
Esperar dignidad donde sólo hay entreguismo y abyección, resulta una
aspiración perdida. Pero en la lucha estamos y en ella seguimos.
Ciudad de México, 28 de julio de 2017
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