Ilka Oliva Cprado
América Latina, con sus multicolores, su fecundidad, sus Pueblos Originarios y sus mártires, es una tierra de contradicciones, entre éstas las generaciones vencidas; acomodadas en la sombra del descaro, el oportunismo y la indolencia. Generaciones que se niegan a una identidad propia y que pisotean todo rastro de memoria y dignidad.
Generaciones ineptas, adormecidas, incapaces de valerse por sí
mismas. Incapaces de atreverse a crear, a cuestionar, a formular un
análisis propio, que se acostumbraron a copiar y pegar; a esconderse
atrás de las palabras y acciones de otras personas porque hacerlo no
exige responsabilidad alguna por los actos propios. Son pues, las
marionetas con las que se burla un sistema de dominación, que cada vez
se cimienta más sobre la raíz inerte de los que olvidan con facilidad,
porque viven flotando en una burbuja de indolencia e individualismo.
Incapaces de evidenciar y transformar políticamente el tiempo en el
que les ha tocado vivir, estas generaciones se convierten en los
escalones sólidos por donde trepan las clicas criminales que nos
gobiernan.
Para no tomar compromiso se hamaquean en frases que repiten con
fervor profundo de mojigatos en procesión de Semana Santa y, recitan
pretextos con la seriedad de los cobardes. Generaciones que hacen de la
poesía el peor de los ultrajes. Porque fácil es pretender no entender,
carecer de conocimiento, jugar a ignorar; porque fácil es vivir de las
explotación de otros.
Porque pensar por sí mismo es toda una revolución, porque expresar el
pensamiento propio es una afrenta al sistema, porque analizar no es lo
mismo que copiar y pegar; porque cuestionar lo que es injusto requiere
sangre en las venas, porque actuar contra el abuso no es cosa de
pusilánimes. Porque se pone en juego la comodidad, los favores, los
contactos y los beneficios obtenidos del silencio y el encubrimiento. De
la deslealtad.
Una América Latina fragmentada y mancillada por generaciones de
apocados que se dejaron marcar el camino, que fueron incapaces de
explorar, que se dejaron enclaustrar en un mundo de apariencias,
corrupción, sobornos, abuso, asalto y consumismo. Generaciones que se
negaron a sí mismas la oportunidad de diferir y la responsabilidad de
objetar. Que se dejan arrastrar por una corriente de aguas negras que
las deja pestilentes a sumisión.
Tan vencidas que son incapaces de reconocer y por el contrario
mancillan la memoria de tantos que a lo largo de la historia les
arrancaron la vida como pago por el sueño de una tierra libre y fecunda.
Tan vencidas que prefieren aparentar no ver, porque observar obliga a
cuestionar, a denunciar y a exigir. Tan vencidas que han tenido la
capacidad de agachar la mirada o voltear a otro lado: cuando el abusador
golpea, asesina y desaparece a quienes con agallas y amor han levantado
la voz por los oprimidos.
Generaciones que jamás hicieron un intento por recuperar su
identidad, su dignidad y su libertad. Que están tan vencidas que
seguirán recibiendo migajas y creyendo todo lo que les digan quienes
fabrican el sistema de dominio actual, es la verdad absoluta y la
aprenderán como un hábito y un patrón que seguirán pasando a las
siguientes generaciones. Haciendo de América Latina la tierra perfecta
para la mancilla y la desmemoria. Mientras son cómplices y responsables
de la opresión a sus pueblos, estas generaciones ignoran o pretenden
ignorar que ellas también fueron mutiladas y que han perdido mucho más,
porque sin dignidad la vida es un bagazo.
¿Son recuperables estas generaciones? Sí. Pero, es apostarle al
delirio y se necesitan agallas de locos soñadores para recuperar la
semilla y que germine.
En la locura no cabe la idea de que una golondrina no hace verano. En la resistencia habita el verde esperanza.
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Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com
24 de Julio de 2017, Estados Unidos.
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