En un año y medio
de gestión, el gobierno de Mauricio Macri no ha parado de avanzar en la
construcción de un nuevo proyecto cultural: el punto central ha sido
desandar el camino exitoso de los gobiernos kirchneristas en materia de
ampliación de derechos políticos, económicos y sociales. Para lograr
dicho cometido, ha colocado en el centro de sus disputas, la
modificación de la matriz distributiva del país. Es así como está
avanzando contra el sindicalismo, las principales conquistas sociales y
culturales, la política industrial y el desarrollo propio de la ciencia y
la tecnología.
En Argentina, por estos días, no paran de cerrar fábricas y
comercios. La pequeña y mediana empresa industrial está siendo
seriamente atacada como consecuencia de la apertura de las importaciones
y la destrucción del mercado interno. Hasta el momento, la tasa de
desempleo aumentó 65 por ciento en general, mientras que en los cordones
industriales se duplicó. Redujeron pensiones, cayó el salario real de
los sectores registrados 10 por ciento promedio el año pasado, aumentó
la pobreza en casi dos millones de personas, alcanzando 33 por ciento de
la población. La inflación no afloja y las prestaciones médicas a
nuestros jubilados disminuyen. La política industrial está siendo
desarticulada, sobre todo aquella tendiente al fomento y protección de
las pequeñas y medianas empresas. Como no podría ser de otra manera, la
distribución del ingreso empeoró considerablemente, aumentando 23 por
ciento la brecha entre 10 por ciento más rico y 10 por ciento más pobre.
Por si fuera poco, por estos días están llevando adelante un combate
contra el mundo del trabajo que no registra antecedentes en los últimos
años. Ya sea que se exprese contra el fuero laboral o contra los
sindicatos mediante la intervención y/o persecución. El mecanismo ahora
es nuevo y está teñido de una cierta cuestión inexpugnable: el cambio
tecnológico. El mensaje es muy claro: son los abogados laboralistas y
los sindicatos los responsables del desempleo, ya que ponen trabas al
cambiomundial que viene ocurriendo en los últimos años en materia tecnológica. Impresiona observar como, según el gobierno y sus esbirros, es el propio trabajador el responsable de quedarse sin trabajo. A tal punto ha llegado el desenfado, que los candidatos macristas a las próximas elecciones hacen campaña denostando a los trabajadores y sus organizaciones sociales y sindicales.
Por estos días también se encuentran desguazando el plan
energético nuclear, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (equivalente alConacyt mexicano), el Ministerio de Ciencia y
Técnica y acaban de privatizar parte del manejo de ARSAT (empresa de
fabricación de satélites) en manos de la empresa estadunidense Hughes,
proceso a partir del cual, se le entrega el negocio de banda ancha y el
satélite ARSAT 3 a dicha empresa. De esta manera, Argentina pasará de
fabricar satélites a privatizarlos, con lo que eso significa en términos
estratégicos, perdiendo toda soberanía satelital. Un verdadero atraso
en materia de desarrollo económico.
Como no podría ser de otra manera, dada la fuerte impronta
anti-industrialista del gobierno macrista, por estos días también asoma
la Argentina de la deuda, la de la bicicleta financiera y la timba
(juego de azar). Un gobierno que mantiene una tasa de interés promedio
que ronda 30 por ciento anual; un gobierno que emite un bono a 100 años,
que se endeuda recurrentemente de manera impensada hasta hace dos años y
que 39 por ciento de dicha deuda se fuga al exterior y el resto se
utiliza para el gasto corriente, no hace otra cosa que construir un
sistema económico y político inestable, además del fuerte
condicionamiento futuro al cual se verá sometido el país por parte de
los organismos financieros internacionales.
Las noticias desde Río de la Plata son negras para las grandes
mayorías, en línea con casi todo lo que ocurre en la región. La agenda
es muy clara. Hay que desmontar cualquier iniciativa que pretenda ganar
algún grado de libertad en materia de soberanía política e independencia
económica. Todo aquello que tenga que ver con el desarrollo científico
tecnológico y la ampliación de derechos políticos, económicos y sociales
de los
feos,
suciosy
malos, debe ser desarmado. Y todo se hace con el auspicio de Estados Unidos, en una clara continuidad histórica, al menos desde Woodrow Wilson hasta la fecha. El proceso se repite; el neoliberalismo ha llegado a Argentina de la mano de Macri y la Unión Cívica Radical.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos, UNAM. Coordinador de la
Licenciatura en Economía Política, Universidad Nacional de General
Sarmiento, Argentina.
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