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jueves, 20 de julio de 2017

El Vaticano fustiga el apocalipsis geopolítico del trumpismo evangelista/blanco


Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada
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Callista Gingrich, esposa de Newt Gingrich, ex presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, comparece ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado sobre su nominación para convertirse en embajadora ante el VaticanoFoto Ap
Un demoledor artículo de La Civiltà Cattolica, avalado por el Vaticano, arremetió contra el fundamentalismo evangélico en Estados Unidos que opera una interpretación distorsionada de las Sagradas Escrituras y el Viejo Testamento para promover la guerra, desde su postura sobre el cambio climático, los migrantes y los musulmanes (https://goo.gl/Pkd1id).
Los autores, Antonio Spadaro, editor en jefe de La Civiltà Cattolica, y Marcelo Figueroa, reverendo presbiteriano (sic) y editor en jefe de la edición argentina del L’Osservatore Romano (rotativo del Vaticano), son confidentes de Francisco, el papa jesuita argentino.
El artículo centra sus letales dardos en Steve Bannon, anterior editor del portal Breitbart, quien es curiosamente católico, pero de corte escatológico (en el sentido teológico), cuya demonización de los migrantes mexicanos y musulmanes opera bajo la “visión maniquea de un mundo dividido entre el bien y el mal, donde la beligerancia puede adquirir una justificación teológica (sic) y sus reverendos buscan un fundamento bíblico usando textos de las Escrituras fuera de contexto”.
Spadaro y Figueroa se refieren al teólogo evangélico Rousas John Rushdoony, considerado el padre del fundamentalismo cristiano estadunidense de hoy, quien señala a Bannon como el exponente de su filosofía: “una necesidad teocrática  supersic!): someter el Estado a la Biblia con una lógica que no es diferente a la que inspira al fundamentalismo islámico (¡supersic!)”.
La teopolítica de Rushdoony/Bannon, genuino culto apocalíptico, colisiona con el papa Francisco y su postura de construir puentes en lugar de muros.
El reverendo Rushdoony (1916-2001) es el padre del reconstruccionismo (sic) cristiano o la teología dominionista que alimenta hoy las redes políticas del Council of National Policy y proclaman el Evangelio de la Prosperidad, cuyos seguidores, gratificados por Dios, son físicamente saludables, materialmente ricos y personalmente felices.
Otro reverendo, Norman Vincent Peale (1898-1993), ofició el primer matrimonio de Donald Trump e inspiró a Richard Nixon y Ronald Reagan con su best seller El poder del pensamiento positivo (https://goo.gl/fjguc7).
Spadaro y Figueroa se angustian de los lazos entre los fundamentalistas evangélicos y los integristas católicos aglomerados en el mismo deseo por una influencia religiosa en la esfera política y que conforman a los votantes de valor (sic): la masa de apoyo electoral.
Destacan las similitudes entre Hillary Clinton y Diocleciano (244-311), perseguidor de los cristianos, que abdicó por voluntad propia frente al triunfador Trump con el cristiano converso Constantino (272-337), quien venció a Majencio y al establishment romano gracias a intervención divina (in hoc signo vinces), por lo que los rezos de los militantes evangelistas blancos consideran la presidencia de Trump como una elección divina que avala su subsecuente ideología de conquista. ¡Paganismo de Diocleciano frente al cristianismo de Constantino!
A juicio de Spadaro y Figueroa, Bannon “cree (sic) en la visión de William Strauss y Neil Howe en El cuarto giro: lo que los ciclos de la historia dicen sobre la próxima cita de Estados Unidos con el destino” (https://goo.gl/v2tbxw).
A mi juicio, el maniqueísmo teopolítico y la geopolítica apocalíptica de Trump, quien califica a sus enemigos de muy malos, fueron explotados también por el eje del mal de Baby Bush, quien fue discípulo, durante su fase disoluta, de Billy Graham, el Papa de los evangelistas, quien lo redirigió a la ruta del bien.
Según Spadaro y Figueroa, tales posturas se basan en los principios fundamentalistas cristiano-evangelistas a inicios del siglo XX, que son sinónimo hoy de la derecha evangélica o del teoconservadurismo y sus orígenes de 1910 a 1915, cuando un millonario petrolero, Lyman Stewart, publicó los 12 volúmenes (sic) de Los fundamentales (https://goo.gl/nS8CAz), para contrarrestar las ideas modernistas de su tiempo y cuyos admiradores fueron Reagan y George W. Bush.
Stewart y sus turiferarios consideran a Estados Unidos un país bendecido por Dios y basan el crecimiento económico del país en su adhesión literal a la Biblia.
A mi juicio, hacen de lado el Sermón de la Montaña del nazareno, quien solamente se violentó al usar su látigo contra los fariseos, antecesores de los modernos globalistas monetaristas.
Spadaro y Figueroa critican que la narrativa de Stewart y sus epígonos no toma en cuenta el vínculo entre capital, ganancias y venta de armas cuando, al contrario, seguido la guerra misma es asimilada a las conquistas del Señor de los Ejércitos (Lord of Hosts) de Gideon y David.
Tales “grupos religiosos provienen primordialmente de los blancos (sic) del sur profundo de Estados Unidos” y, amén de ser creacionistas, profesan el dominionismo al considerar a los ambientalistas como gente que está en contra de la fe cristiana, con base en el Génesis.
Los evangelistas blancos sustentan su fórmula profética en una lectura unidireccional susceptible de anestesiar las conciencias, a juicio de Spadaro y Figueroa: combatir las amenazas a los valores cristianos estadunidenses y prepararse para la inminente justicia de un Armagedón, la lucha final entre el bien y el mal, entre Dios y Satanás, lo que hace de la comunidad de creyentes una comunidad de combatientes bajo el binomio fe/lucha.
The Guardian (https://goo.gl/svjgGa) juzga que el artículo de Spadaro y Figueroa fue publicado días después de que los líderes evangélicos rezaron en la Casa Blanca con Trump y el vicepresidente Mike Pence –de origen católico, pero que ha girado hacia al catolicismo evangélico (sic) como “ born again christian”–, donde abogaron por el apoyo a Israel (en la fase del supremacista Netanyahu), la libertad religiosa y la reforma a la salud.
Daniel Camacho, de The Guardian (https://goo.gl/vMMq1Z), comenta que Trump busca el apoyo evangelista blanco como precario muro ignífugo, con líderes evangelistas de la talla de Michele Bachmann y Johnnie Moore, anterior vicepresidente de Liberty University, la mayor universidad cristiana del mundo, con el himno Hagamos grande de nuevo a Estados Unidos, entonado por los coros evangélicos (https://goo.gl/3YfcZ3).
Sucede que Trump descolgó la apabullante mayoría (80 por ciento) de los cristianos evangélicos blancos y hoy su tasa de aprobación con ellos merodea en 78 por ciento, con todo y sus mega-escándalos (https://goo.gl/SVPJCn).
Después de su viaje a Polonia y al G20 de Hamburgo y antes de su visita a Francia, Trump acudió a su televisora favorita The Christian Broadcasting Network (https://goo.gl/dPNwAt), con el fin de entusiasmar a su base evangelista blanca anglosajona (los célebres WASP).
El gran escollo de los conservadores evangelistas blancos es demográfico, cuando ha disminuido su porcentaje, proyectado en 52 por ciento de los votantes en 2020, a lo que se refiere Robert P. Jones en El fin de los cristianos blancos de Estados Unidos (https://goo.gl/dcX4FP).
El Papa jesuita argentino apuesta a la demografía en Estados Unidos, a la próxima mayoría de los mexicanos, en gran parte católicos no-integristas (https://goo.gl/LQrMvm), si es que antes no sucede una implosión.
Twitter: @AlfredoJalifeR_
Facebook: AlfredoJalife

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