CELAG
A nivel regional, el
retorno o continuidad –según el caso- de los gobiernos de corte
neoliberal ha significado un desmedro y debilitamiento de los
sindicatos. En algunos casos, mediante la sanción de leyes o reformas a
las ya existentes, y en otros, por medio de la judicialización de sus
líderes y la intervención de los gremios. En todos los casos, el
avasallamiento de los derechos de los trabajadores es avalado por
iniciativa – discursiva o efectiva – del poder ejecutivo,
instrumentalizada por el poder judicial y legislativo, y en varias
ocasiones, con el tácito aval de sindicalistas colaboracionistas.
Finalmente en países como Colombia y Honduras, el coste de defender los
derechos colectivos de los trabajadores frente al capital concentrado
puede costar incluso la propia vida. Brasil y Argentina, el retorno
neoliberal y el trabajo
En el caso de Brasil, la reforma laboral de
Michel Temer aprobada por ambas cámaras del Congreso supone una
flexibilización sin precedentes, mellando la capacidad de negociación de
los gremios. El texto ha acarreado un sinnúmero de manifestaciones y
tres huelgas generales – en un país donde este recurso llevaba más de 20
años sin ejercerse - desde su presentación en el Congreso.
Entre sus controversiales medidas, habilita nuevas trabas y mayores
costos para las denuncias del trabajador a las empresas, facilita
contratar a autónomos en puestos estructurales, elimina las cargas
obligatorias a los sindicatos, consiente que los acuerdos alcanzados
entre la patronal y el trabajador se antepongan a lo establecido por la
ley -por ejemplo es lícito pactar jornadas que tengan hasta 12 horas
diarias y 48 por semana-. Asimismo, permite tercerizar y precarizar los
trabajos, obligar a las mujeres embarazadas y lactantes a trabajar en
lugares insalubres, establecer una remuneración según productividad
(destajo), el pago por debajo del salario mínimo y jornadas laborales de
hasta 12 horas, lo que a todas luces evidencia una fuerte pauperización
de los derechos de los trabajadores.
En Argentina, una de las
primeras medidas de Mauricio Macri como presidente fue reunirse con los
sindicalistas más influyentes. Pocos días antes, “los gordos” –como se
los denomina informalmente- habían logrado vetar al ministro de trabajo
que el mandatario tenía pensado, Jorge Lawson -cargo que fue ocupado por
Jorge Triaca, hijo de uno de los sindicalistas peronistas más conocidos
de los ´90-. Las cifras de la Organización Internacional del Trabajo
son muy claras cuando arrojan un alto nivel de sindicalización en el
país, el cual ronda el 40% - a diferencia de países como Brasil con el
16,6%, México con un 9,2% y Colombia tan solo 5,7%1-.
En el contexto de la reforma laboral brasileña, Macri arremetió contra
los juicios laborales y llamó públicamente a combatir “la mafia” de los
abogados y jueces que cada día “dejan a mucha gente sin trabajo”.
Abiertamente del lado del capital, ha buscado generar consenso en torno a
una reforma laboral al “estilo brasileño”. Sus declaraciones se oponen a
la Ley N° 20.744 , aprobada en 1974 -restringida dos años más tarde por
los militares golpistas, limitada en los ´90 por el gobierno neoliberal
de Carlos Menem, pero revitalizada desde 2003 por el kirchnerismo-.
Hasta el momento cuatro han sido los sindicatos intervenidos durante el
año y medio que Mauricio Macri lleva en gestión. El primer gremio
intervenido -como puntapié inicial de una política perjudicial hacia los
trabajadores- fue el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) en
febrero de 2016. Su ex líder, Enrique Omar "Caballo" Suárez, está preso
en el penal de Marcos Paz acusado de bloquear los puertos, extorsionar a
empresarios y encabezar una presunta asociación ilícita, mientras los
medios lo acusan del “delito” de ser el preferido de la ex mandataria,
CFK2.
En diciembre, el sindicato de vigiladores privados que conducía Ángel
García fue intervenido por la Justicia, desplazando a su líder por
supuestas irregularidades en el proceso electoral. En enero de 2017,
Triaca dispuso la intervención de la Federación de Empleados de la
Industria Azucarera (FEIA) por considerar que hubo irregularidades en su
proceso electoral interno. El último caso fue el Sindicato de
Vendedores de Diarios y Revistas de Capital Federal y Gran Buenos Aires
(SIVENDIA). En esta ocasión, el juez federal Marcelo Martínez de Giorgi
dictó el procesamiento sin prisión preventiva de su histórico líder Omar
Plaini, y dispuso un allanamiento en la sede sindical. En pocas horas,
el titular del sindicato de los Canillitas fue procesado por
falsificación de documentos, embargado en 200.000 pesos y desplazado de
la conducción de su gremio, que a la vez fue allanado en un
mega-operativo de Gendarmería.
El hecho más desopilante de
vulneración de derechos laborales por parte del Estado aconteció durante
el conflicto docente de este año, cuando el gobierno bonaerense
encabezado por la gobernadora María Eugenia Vidal avasalló los derechos
consagrados en la Constitución. Sin embargo, un fallo de la justicia
ordenó la devolución inmediata del dinero descontado a los maestros por
los días de huelga y en el caso del plus por presentismo ofrecido por la
gobernadora a los maestros que no se plegaran al paro, el mismo será
considerado como un adelanto de futuros aumentos. En general las medidas
macristas están orientadas a disminuir el valor del trabajo, y de paso
atacar las bases de Unidad Ciudadana.
México, sindicalismo charro
La reforma laboral promulgada por el ex presidente Felipe Calderón en
2012 significó un avasallamiento de los derechos de los trabajadores
-flexibilización laboral, autorización de contratos a prueba y
debilitamiento de la contratación colectiva, entre otros- y, como en
otros casos analizados, fueron enarbolados como una promesa de
generación de empleo. En su momento, fueron los trabajadores del
Sindicato Mexicano de Electricistas el ejemplo de la resistencia al
ajuste: 44 mil trabajadores fueron despedidos3.
Con el gobierno de Peña Nieto y el retorno del PRI, el icono de la
lucha son los maestros (y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación, CNTE) que resisten a la reforma educativa neoliberal - a
pesar de la represión de todo tipo perpetrada desde el Estado4, incluidos asesinatos selectivos-. En esta resistencia debe incluirse la masacre de Ayotzinapa.
La tradicional alianza entre centrales obreras y los gobiernos del PRI
arroja como saldo una tasa de informalidad del 57,2%. A tal punto que el
término “sindicalismo charro” ha sido acuñado en México para designar a
un tipo de dirigencia que acuerda con el gobierno en detrimento de los
propios trabajadores a quienes dice representar. La contracara de esta
situación es que, como enunciamos arriba, el minoritario sindicalismo
clasista e independiente que se opone a estas políticas, es perseguido y
combatido por el Estado5.
Recientemente y mediante el proyecto de modernización de la justicia
laboral por parte del presidente Peña Nieto, se propone la reforma del
artículo 123 de la Carta Magna. La cláusula propuesta restringe el
derecho a huelga, ya que sólo conservaran los derechos consagrados en la
Constitución quienes puedan probar ser mayoritarios ante las
autoridades, lo que ocasiona una merma del poder de negociación de los
sindicatos y, además, se encuentra en abierta oposición al convenio 98
de la OIT -lo que lleva a México a incurrir en una violación de tratados
internacionales-.
El pasado 1 de mayo, diversas centrales
sindicales independientes marcharon en contra de las políticas
económicas y sociales del gobierno, las reformas estructurales y la
precarización de sus condiciones laborales. Mientras tanto el PAN
(Partido Acción Nacional) vehiculiza las demandas de la Confederación
Patronal de la República Mexicana –Coparmex- y el PRI (Partido
Revolucionario Institucional) hace el juego con concesiones que
abiertamente favorecen a los empresarios para obtener gobernabilidad.
Colombia: la masacre sindical
De acuerdo con la información recopilada por diferentes confederaciones sindicales regionales e internacionales6
en 49 países en la década 1999-2009, el 63.12% de los 1253 asesinatos a
sindicalistas que se produjeron tuvieron lugar en Colombia. La Escuela
Nacional Sindical (ENS), además, identifica en una base de datos que
recoge información desde 1977 hasta 2011, que en el país se presentaron
un total de 2870 asesinatos, 5373 amenazas, 283 atentados, 210
desapariciones, 658 detenciones arbitrarias, 169 secuestros y 89 casos
de tortura contra sindicalistas.
La magnitud de la tragedia que
vive Colombia, hace que sea calificada por la Confederación Sindical
Internacional como uno de los países con más riesgos para llevar a cabo
la defensa de derechos a través de la actividad sindical.
Y es
que más de sesenta años de conflicto armado funcionaron también, con la
connivencia del oligopolio comunicacional, para cubrir con un tupido
velo la masacre que silenciosamente avanzó para fulminar la lucha
sindical y democrática, y en la que el paramilitarismo de la mano con
agentes del Estado y las empresas empleadoras, tuvieron un papel
fundamental7.
Una de las condiciones que el Congreso estadounidense había impuesto (y
luego olvidó…) para la firma del TLC con Colombia era que se tomaran
medidas contra el abuso a DDHH, especialmente la violencia contra
sindicalistas, asociadas más bien a las acciones de fuerzas de seguridad
y/o paramilitares.
La represión violenta a los líderes
sindicales se ha relacionado no solo con las reivindicaciones laborales,
sino con el fuerte arraigo político que desde los años 80 comenzaron a
adquirir a nivel territorial.
En la actualidad Colombia se
enfrenta nuevamente a un escenario de cambio de fuerzas en el nivel
territorial, similar al que se dio en los años 80. El denominado
fenómeno de copamiento de grupúsculos paramilitares diseminados por todo
el país, de las zonas y comunidades con fuerte arraigo de las FARC-EP
ha supuesto el asesinato de diversos líderes sindicales, indígenas y
campesinos defensores de derechos humanos, que velan por la restitución
de tierras, a defensores de derechos humanos y representantes de los
pueblos indígenas y de las juntas de acción comunal8.
Exactamente 41 desde el 1 de diciembre de 2016, fecha en que comenzó la
implementación de los Acuerdos de Paz alcanzados en La Habana. La
aniquilación sistemática del sindicalismo en Colombia continua en un
marco de relativa comodidad para los victimarios, quienes “aún tienen
poder, respaldo social y un gran manto de impunidad”9.
La violencia anti-sindical sigue teniendo repercusiones en la
desaparición de organizaciones sindicales, la disminución de la
afiliación sindical y su deterioro de la capacidad de movilización. Esta
situación y las restricciones de institucionales al ejercicio de la
práctica sindical ha alejado al sindicalismo de los espacios de diálogo y
construcción democrática y, paradójicamente, han supuesto el deterioro y
estigmatización del movimiento, siendo ilegitimado política y
culturalmente a través de los medios masivos de comunicación y discursos
políticos arraigados en la productividad capitalista donde no tienen
lugar las prerrogativas de los trabajadores.
Un buen ejemplo de
este ejercicio de deslegitimación se dio durante la contundente (y
exitosa) huelga que sostuvieron los maestros de Colombia (FECODE) que
comenzó en mayo de 2017 y se prolongó por 26 días, donde además de
mejoras en las condiciones laborales, los maestros se plantaron por la
resolución de las enormes falencias de la educación en Colombia, entre
otras, por el acceso universal al Sistema Educativo, la Canasta
Educativa para todos los estudiantes, la Implementación de la jornada
única, y la mejora de la infraestructura pública10.
Honduras, el peligro de ser sindicalista
En Honduras 61 de cada 100 habitantes son considerados pobres, en las
zonas rurales aproximadamente uno de cada 5 hondureños viven en pobreza
extrema o con menos de US$1.90 al día11.
La población de este país centroamericano no encuentra fuentes dignas
de trabajo, según datos de las centrales sindicales, menos del 15% de
los trabajadores está sindicalizado12,
ello en razón a las reformas de flexibilización laboral que han
destruido el mercado de trabajo y mantienen sin proyecciones de cambio
estructural a una de las naciones más pobres de la región.
La
pobreza cabalga sobre la flexibilización laboral. Los datos del empleo
informal, el subempleo y el desarrollo de actividades laborales
precarizadas dominan el panorama laboral. De las 3,2 millones de
personas consideradas ocupadas en el exiguo mercado laboral, sólo 1,5
millones son asalariados (la mayoría con contratos laborales flexibles),
los demás 1,7 millones están en las calles en las ventas ambulantes, en
talleres/maquilas en labores de explotación laboral ilegal o
hiperexplotación.
Hasta aquí el panorama laboral de Honduras ya
se observa desolador. Todo ello se empeora con la corrupción que
carcome los aportes de los trabajadores al sistema de seguridad. En el
2014 se denunció el saqueo del Instituto de Seguros Sociales y sectores
independientes sostienen que en el 2017 volverán a conocerse nuevas
denuncias que atentan contra los derechos previsionales. Una situación
laboral que viene empeorando, a partir del golpe de Estado del 2009, con
la reforma laboral del 2015 realizada por el actual presidente Jorge
Orlando Hernández y las mayorías del Partido Nacional en el congreso.
A todo ello se suma la violencia en contra de los líderes o activistas
sindicales, como lo demuestra el informe de la Red de Sindicalistas
contra la Violencia Antisindical y el Solidarity Center-CIO publicado el
mes de febrero de 201713.
Una violencia que se caracteriza por agresiones físicas, atentados,
secuestros, amenazas, desapariciones forzadas, hostigamiento y
asesinatos; que tienen un objetivo principal: destruir las
organizaciones de la clase trabajadora.
De acuerdo con el citado informe se registran 61 acciones violentas entre 2015 y 2017, que dejaron a 29 personas víctimas14;
posterior a la fecha del estudio se siguieron produciendo actos de
violencia antisindical, el más reciente en mayo en contra de dos
miembros del Sindicato de Trabajadores de la Agroindustria y Similares
(STAS), entre ellos a su Secretario General Moisés Sánchez15.
En vista de los hechos, se puede decir que en Honduras los trabajadores
están condenados a la pobreza con la flexibilización laboral, y a no
organizarse para buscar o defender sus derechos como trabajadores, so
pena de ser violentados en su integridad personal. Una situación que
trasciende al mundo sindical y se expresa también en los sectores
ambientalistas (en territorios indígenas y afrodescendientes), que
exigen consulta previa a los proyectos de mega- minería impulsados por
la primarización de la economía. Según Global Witnes desde 2009 en este
país han asesinado 123 activistas de la tierra y el medio ambiente,
otros encarcelados y otros amenazados, contando, como caso más
emblemático, el asesinato de la lideresa Berta Cáceres.
Ser
sindicalista en Honduras es una labor peligrosa, con muy pocas
posibilidades de encontrar en el poder judicial una fuente de presión
para evitar esa violencia. La impunidad es la característica y las
justificaciones policiales pretenden desviar siempre los móviles de esos
actos violentos, tratando de re-victimizar a los sindicalistas,
acusándolos de encontrar la violencia producto de actividades
irregulares. No es casual entonces, que la emigración sea la alternativa
más buscada por los trabajadores hondureños, quienes tratan de salir
huyendo de la pobreza y de los escasos derechos laborales.
Notas:
1 http://www.ilo.org/ilostat/faces/oracle/webcenter/portalapp/pagehierarchy/Page27.jspx?locale=es&_afrLoop=1389465394387566#!%40%40%3Flocale%3Des%26_afrLoop%3D1389465394387566%26_adf.ctrl-state%3Dhadyq20lm_25
2 http://www.perfil.com/politica/quien-es-omar-caballo-suarez-el-sindicalista-preferido-de-cfk-0030.phtml
3 http://www.estrategiainternacional.org/La-lucha-de-los-trabajadores-del-Sindicato-Mexicano-de-Electricistas?lang=es
5 http://www.celag.org/informe-desafios-estructurales-y-coyunturales-de-mexico-en-el-2016-por-aranzazu-tirado-sanchez-y-silvina-romano/
6
La Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres
(CIOSI), la Confederación Sindical Internacional (CSI), el Centro para
los Derechos Humanos y Sindicales (CTUHR), el Movimiento Sindical
Indígena y Campesino Guatemalteco (MSICG), la Escuela Nacional Sindical
(ENS) y la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT)
7
Respecto del asesinato de líderes sociales y sindicales y sus
victimarios, es ilustrativo el Informe Anual 2016 Sistema de
Información Sobre Agresiones Contra Defensores de DDHH en Colombia, del
Programa No Gubernamental de Protección a Defensores de Derechos
Humanos disponible en http://somosdefensores.org/index.php/en/
9 Ver Valencia, L. y Celis, J.C. (2012). Sindicalismo asesinado. Bogotá: Random House Mondadori
11 http://festagro.org/wp-content/uploads/2017/04/INFORME-FINAL.pdf, http://www.bancomundial.org/es/country/honduras/overview
12 http://www.elheraldo.hn/alfrente/565072-209/menos-del-15-por-ciento-de-los-trabajadores-estan-sindicalizados
14 Ibídem.
15 http://www.fidh.org/es/temas/defensores-de-derechos-humanos/honduras-agresion-fisica-y-amenazas-en-contra-de-sindicalistas-del
Bárbara Ester, Ava Gómez y Javier Calderón / Investigadores CELAG
Artículo publicado en: http://www.celag.org/sindicalismo-latinoamericano-la-mira/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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