By José Reyez
La ideología violenta de extrema derecha, con casi 1 mil grupos activos, registra una actividad creciente en Estados Unidos, con más de 2 mil 300 acciones violentas y 272 asesinatos. Desde el 11 de Septiembre, deja más muertes que el terrorismo yihadista. Esta “derecha alternativa” es la que llevó al poder a Donald Trump y hoy consolida su crecimiento
El supremacismo blanco de Estados Unidos –como sistema político,
económico y cultural basado en el control del poder y la superioridad de
la raza blanca –, ha sido más letal que el yihadismo en los últimos 3
lustros, afirman especialistas del Instituto Español de Estudios
Estratégicos (IEEE).
Violencia y criminalidad caracterizan el movimiento supremacista en
Estados Unidos, un fenómeno ideológico que se basa en creencias, hábitos
y acciones y en el que existe una clara hibridación del movimiento con
el sistema político, y una infiltración en el ejército y cuerpos de
seguridad, consideran Jéssica Cohen y José María Blanco.
Advierten que las cifras letales del “terrorismo doméstico” en ese
país son contundentes: de 2 mil 400 atentados registrados desde los
ataques del 11 de Septiembre de 2001, hasta junio de 2015, sólo 60
fueron realizados por musulmanes, lo que supone un 2.5 por ciento del
total, según la Global Terrorism Database, de START (National Consortium
for de Study of Terrorism and Responses to Terrorism).
Sin embargo, precisan que los datos de la New America Foundation
muestran un punto de inflexión en 2015, cuando el yihadismo supera a la
extrema derecha en ataques letales.
Indican que en febrero de 2017, START señalaba que, si se excluyen
los atentados del 11 de Septiembre y de Oklahoma, la extrema derecha
violenta estadunidense ha acabado con el doble de vidas, hasta finales
de 2016, que el yihadismo (272 por extrema derecha y 130 por yihadismo).
La extrema derecha acapara el 74 por ciento de las 372 muertes
ocasionadas por el extremismo violento en Estados Unidos entre 2007 y
2016, señala por su parte la Liga Antidifamación (ADL, Anti-Defamation
Leage), organización que investiga el fenómeno del neofascismo a nivel
mundial.
En la misma línea, la Liga Antidifamación indica que en 2015 el
supremacismo blanco estuvo involucrado en un 52 por ciento de los
tiroteos entre extremistas y la policía. Por su parte, START identificó
el asesinato de 57 agentes policiales entre 1990 y 2015 por la extrema
derecha, en 46 hechos, frente a siete asesinatos, en 5 hechos, por
yihadistas.
Jéssica Cohen y José María Blanco apuntan que de los 215 asesinatos
cometidos por supremacistas en el periodo de 2005-2015, sólo 63 se
podían considerar por motivos ideológicos.
El supremacismo blanco se inscribe en los movimientos de extrema
derecha de Estados Unidos y se caracteriza por su oposición a los
sistemas democráticos, apoyo a las teorías conspiratorias, nacionalismo,
racismo, xenofobia, antisemitismo, el uso de la violencia, y se
configura por una variedad de movimientos, grupos e ideologías,
explican.
En el documento Grupos militantes de ideología radical y carácter violento, región América, publicado en mayo de 2017, agregan que la extrema derecha se diferencia entre radical right (movimientos conspiratorios, pero no basados en cuestiones de raza), extreme right (centrados en la superioridad de la raza aria o blanca) y far right (incluye a los dos anteriores además de ultranacionalistas).
Precisan que en los últimos años también ha cobrado actualidad la derecha alternativa alt-right
estadunidense, con planteamientos comunes al resto de los grupos
supremacistas, pero con nuevas formas de presentación y comunicación, y
con una gran presencia política desde el triunfo de Donald Trump en
noviembre de 2016.
Sobre los movimientos de odio existentes en 2016 en Estados Unidos,
los especialistas identifican a 916 agrupaciones, entre los que destacan
130 grupos vinculados al Ku Klux Klan, 99 grupos neonazis, 100 grupos
de nacionalismo blanco, 78 skinheads racistas, 21 de Identidad
Cristiana y 43 neoconfederados. A ellos se unen 101 grupos
antimusulmanes, 52 contrarios a homosexuales y lesbianas y 100 grupos
que propugnan el odio en general.
Apuntan que en 2015, el número de grupos de odio detectado fue de
892, aún lejos en todo caso de los 1 mil 18 grupos de 2011 o de los 457
grupos en 1999 (extremos de la serie analizada por el Southern Poverty
Law Center (SLPC), Centro Legal Para la Pobreza Sureña. El mayor cambio
ha sido el brusco incremento de grupos contrarios a los musulmanes, un
197 por ciento de incremento en un sólo año.
Los pilares del supremacismo
Jéssica Cohen y José Luis Blanco estiman que en los últimos años se
percibe cómo desde el ámbito político se procede, de forma pública y
abierta, a una construcción del odio racial y religioso. “Se basa
–dicen– en la superioridad de la raza blanca, y la amenaza del resto de
razas a esa supremacía, que se presenta utilizando el victimismo y trata
de argumentar sus posiciones en base a teorías conspiratorias”.
Añaden que, en 2015, la Liga Antidifamación clasifica lo que
considera como los cuatro pilares del pensamiento del supremacismo
blanco: los blancos deberían ser dominantes sobre otras razas; deberían
vivir únicamente en sociedades de blancos; los blancos tienen una
cultura propia superior al resto, y genéticamente son superiores al
resto de razas.
Pero también se considera como una ideología que se basa en la
construcción de enemigos, según la Southern Poverty Law Center, entre
los negros, musulmanes, judíos e inmigrantes, y centran sus ataques en
homosexuales, lesbianas y movimientos feministas.
Refieren que la característica común a los movimientos radicales y
violentos de extrema derecha, siguen siendo descentralizados, sin
jerarquía y sin hacer públicas sus membresías, al tiempo que operan en
células pequeñas o a nivel individual, sin descartar la existencia de
conexiones.
Las facciones más violentas operan en pequeñas células y coordinan
sus mensajes a través de internet, sin necesidad de establecer consensos
de actuación con terceros grupos. Algunos de sus miembros logran llegar
a las fuerzas armadas donde obtienen entrenamiento y armas, otros se
dedican al tráfico ilícito de armas, drogas y contrabando para recaudar
fondos.
Clasificación del supremacismo blanco
De acuerdo con los analistas del IEEE, el movimiento de la extrema
derecha en Estados Unidos se clasifica en tres grandes bloques. El
primero es el extremismo de la supremacía blanca que se basa en el odio
racista. Incluye a grupos como el Ku Klux Klan, los skinheads,
movimientos nazis, etcétera. Aunque debilitado en su número, mantiene
fortaleza en grupos como Movimiento Nacional Socialista, Alianza
Nacional, o Nación Aria. En 2011 se identificaron 133 grupos skinhead en Estados Unidos.
El segundo se refiere al extremismo antigubernamental. El
Departamento de Justicia considera bajo este epígrafe a las Milicias
Extremistas (Militia Extremists) y a los Ciudadanos Soberanos (Sovereign
Citizens). No reconocen la soberanía de Estados Unidos, ni el gobierno,
ni sus leyes. De 42 grupos en 2008 se pasó a 334 en 2011, mostrando un
gran crecimiento propiciado por la crisis. Entrenados en campamentos,
pretenden adquirir armamento y construir artefactos explosivos
improvisados.
Y el extremismo antiaborto, cuya mayoría de grupos no participan en
actividades criminales, pero quienes lo hacen usan un elevado nivel de
violencia, utilizando explosivos, ataques con ácido, tiroteos, incendios
y asesinatos a personal de la industria del aborto.
Sin embargo, los analistas precisan que el “terrorismo doméstico” se
clasifica más por amenazas terroristas que por grupos, a diferencia de
lo que ocurre con los grupos internacionales, incluidos en listas de
organizaciones terroristas (FTO Foreign Terrorist Organizations).
Influencia del supremacismo blanco en Europa
Un mundo globalizado, en el que el extremismo es identificado
claramente en la mayoría de estrategias de seguridad nacional como un
facilitador de riesgos y amenazas, Europa no está aislada de fenómenos
globales, consideran en su informe los autores del documento.
“La crisis económica, el desencanto global con la democracia, la
corrupción, la crisis de refugiados, la oleada de ataques terroristas
iniciada en 2015 y otros múltiples factores han disparado la
polarización política y social en el continente, con efectos directos en
un fuerte incremento de los discursos y los crímenes de odio.”
Igualmente, añaden que la pérdida de confianza en las instituciones
en muchos países, que afecta a la clase política e influye en el voto de
los ciudadanos, prende las narrativas extremistas y los movimientos
antigubernamentales, mientras que la reacción contra el salafismo lleva a
polarizaciones sociales que pueden generar enfrentamientos.
“Se configura entonces una nueva narrativa antimusulmán que en lugar
de oponerse a la inmigración por motivos raciales, lo hace aludiendo
razones culturales, es decir, la necesidad de no mezclar dos culturas
incompatibles para no perder la pureza y riqueza de la primera, para
ganar adeptos moderados dirigiéndose a un público más amplio.”
Estiman que una de las posibles influencias del supremacismo blanco es la resistencia sin líderes (leaderless resistance), y el caso la matanza de Breivik ha sido su mayor materialización en Europa.
La capacidad de intercambiar ideas, cultura, miembros, aprendizaje,
fondos, armas y, sobretodo, su potencial de influencia y penetración en
terceros países, como se viene denunciando recientemente con la extrema
derecha rusa, tiene impacto sobre la evolución de las políticas de
idéntico cuño en la Unión Europea.
Los analistas alertan que, pese a este contexto, el extremismo de
extrema derecha permanece relegado a ulteriores niveles de amenaza,
considerando estos grupos como irrelevantes o de escaso impacto en
cuestiones de seguridad nacional.
“No evidenciar esta amenaza, o evaluarla como débil es debido a la
percepción que se tiene de incapacidad por parte de estos grupos de
disponer de la fortaleza, apoyo social o estructura, es un gran error de
percepción dado que otros fenómenos, como el yihadismo, han mostrado
capacidad de actuar en episodios concretos, aún con medios escasos.”
Clasificación de los principales grupos
Jésica Cohen y José Luis Blanco, analistas del IEEE, señalan que el
Ku Klux Klan –nacido en el siglo XIX tras la Guerra de Secesión– no es
actualmente un movimiento unitario. Su primera versión data de 1865,
fundado por veteranos de la guerra, aunque adquiere carácter formal en
1915. Su vinculación con la violencia ha sido continua a lo largo de más
de 1 siglo. Se considera un movimiento en declive. Actualmente cuenta
con unos miles de seguidores. Entre los grupos que persisten destacan
Knights of the Ku Klux Klan (Arkansas) y Mississippi White Knights.
El nacionalismo blanco, por su parte, es la categoría más amplia. Su
ideología propugna la separación, política y económica, entre blancos y
otras razas, que se consideran inferiores a nivel intelectual, físico y
moral. Destaca el grupo Council of Conservative Citizens. En este grupo
se inscribe la alt-right o derecha alternativa que actualmente
gobierna en Estados Unidos. Conlleva una reformulación del nacionalismo
blanco. El término se refiere a un neoconservadurismo contrario al
tradicional, que rehúye de la corrección política y abraza posiciones
del supremacismo blanco y manifestaciones racistas.
El movimiento se manifiesta opuesto a lo que denominan cuckservative, una combinación despectiva de las palabras cuckhold
(del pájaro cuco, que pone los huevos en nidos de otras aves, pero
también como expresión sexual referida a la excitación de blancos viendo
copular a sus mujeres con negros) y conservative, expresión
con la que se refieren a quienes están centrados en la Constitución y la
libertad económica e individual, frente a su posición como colectivo,
cuyo foco es la nación, la raza, la civilización y la cultura.
En cuanto a los neonazis, Cohen y Blanco señalan que el primer grupo
neonazi estadunidense data de la década de 1950, el George Lincoln
Rockwell´s American Nazi Party, aunque alcanza su máximo con la National
Alliance, en la década de 1990, fundada por un discípulo de Rockwell:
William Pierce, autor de los Diarios de Turner, cuya muerte en
2002 llevó a un fraccionamiento y luchas internas. Actualmente, destaca
el National Socialist Movement de Detroit, con unos 350 miembros, y una
elevada involucración en actividades criminales. En 2016 varios líderes
han desarrollado un esfuerzo para lograr una alianza, conocida como
Frente Nacionalista (y que agrupa al National Socialist Movement, a
Aryan Strikeforce y al Traditionalist Worker Party). En su argumentación
se declaran como una tercera vía, opuestos al capitalismo y al
comunismo, contrarios a los judíos y la globalización y partidarios del
nacionalsocialismo.
Por su parte, el racismo skinhead es únicamente una de las ramas del movimiento skinhead
(junto a los tradicionales y a otra línea contraria al racismo). Su
origen data de la década de 1970, con un pensamiento similar al neonazi,
aunque se distinguen por una subcultura propia: tatuajes, pelo rapado,
vestuario con botas de trabajo con puntas reforzadas, repertorio musical
centrado en mensajes de odio y aceptación de la violencia. Entre los
grupos figuran: Hammerskin; Vinlanders Social Club; American Front, y
Supreme White Alliance. Otra característica de sus miembros es el
recurso a la violencia como actividad recreativa, con salidas grupales
orientadas a lograr un enfrentamiento físico con sus víctimas.
Otra de las categorías identificadas es la de la Identidad Cristiana.
Se trata de un movimiento sectario que adopta una interpretación
racista y antisemita de las escrituras. Consideran que Dios creó a las
personas de raza no blanca en el mismo momento que a los animales, y no
simultáneamente al hombre blanco. Parte de los seguidores creen que los
judíos son descendientes de una relación sexual entre Eva y la
serpiente. Con estos precedentes ideológicos no debe extrañar que estén
tras multitud de teorías conspiratorias de las últimas décadas, mientras
mantienen vínculos con el Ku Klux Klan o Aryan Nation. Aunque el
movimiento está estancado, con 21 grupos actuales, pero posiblemente
casi un centenar de predicadores en todo el país. Se han involucrado en
acciones violentas como el incendio de mezquitas y sinagogas.
Los Neoconfederados, por su parte, son grupos que añoran los tiempos
anteriores a la Guerra Civil y que pretenden restablecer algunos de los
aspectos previos al conflicto: esclavitud, segregación y leyes
electorales. El centro de su pensamiento es la inferioridad de la raza
negra. Destaca la League of the South, que pide la secesión, y ha
derivado a posiciones más extremas y racistas. Michael Hill, su
presidente, llamó en 2011 a unirse a una resistencia armada. En 2015
llegó a mostrar su disposición a iniciar una guerra de razas con negros.
Estos grupos son una alternativa a la afiliación a grupos como el Ku
Klux Klan, que se perciben como caducos y obsoletos.
Otra tipología creciente es la de bandas criminales en prisiones. El
primer grupo fue la Aryan Brotherhood, en los 60 en la prisión estatal
de California. La Liga Antidifamación identifica actualmente más de 100
grupos, entre ellos la Aryan Circle (Texas) que cuenta con más de 1 mil
500 miembros. La Aryan Brotherhood de Texas puede incluso alcanzar los 2
mil miembros. Su actividad se desarrolla tanto en las prisiones como
fuera de ellas, con una fuerte involucración en actividades de crimen
organizado, siendo la ideología una característica adicional y
secundaria.
Finalmente se encuentra el fenómeno mediático conocido como Lobos
Solitarios, y que en ocasiones se llega a considerar como un producto
exclusivo del yihadismo. No es así. Sus precedentes radican en el
anarquismo de finales del siglo XIX y en el movimiento supremacista
blanco del siglo XX, con la invocación a la llamada leaderless resistance, una invitación a actuar de manera individual o en pequeños grupos.
José Réyez/Primera parte
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