David Brooks
La Jornada
Marcha en el Valle Central de Delano, California, ayer, en repudio a
las políticas antimigrantes del presidente estadunidense, Donald Trump.
Condados rurales votaron mayoritariamente por el republicano, pero los
trabajadores del campo temen a las deportacionesFoto Afp
¿Es posible que Estados
Unidos continúe resbalando hacia un neofascismo, o es sólo una
desviación momentánea a la locura? ¿El caos, la ineptitud, los engaños,
los berrinches y los ataques son parte de un gran plan maestro, un caos
organizado, o de verdad son tan espantosamente ineptos e infantiles los
nuevos ocupantes de la Casa Blanca y sus compinches?
Pocos se atreven a decir que saben qué onda, mientras cada día
millones dentro y fuera de este país están en un limbo macabro donde
unos cuantos hombres (y muy pocas mujeres, con la excepción de la
princesadel castillo) están jugando, literalmente, con el futuro del planeta.
Vale señalar que mientras la atención se distrae con los últimos tuits, las
amenazas, el desorden administrativo, las supuestas pugnas entre
diversas bandas dentro de la Casa Blanca, la presunta interferencia rusa
y más, este nuevo gobierno ha logrado en los primeros dos meses
desmantelar cientos de regulaciones y normas ambientales y laborales
sobre empresas e industrias, e incluso ha anulado restricciones y
protecciones de todo tipo, desde la privacidad de usuarios de Internet
hasta derechos civiles.
Ni hablar de los cambios en la aplicación de las leyes de
inmigración, donde millones han sido calificados de amenaza y hasta de
enemigos de este país; y nadie en ningún lugar dentro de esta comunidad
inmigrante puede sentirse seguro. Aun sin redadas masivas, el nuevo
régimen ya ha logrado imponer el temor como condición cotidiana entre
los más vulnerables.
A pesar de extraordinarias expresiones de repudio y protesta popular
–algunas sin precedente en este país– desde que Trump asumió la
presidencia, y aunque el Ejecutivo ahora goza del índice de aprobación
más bajo para un nuevo gobernante, aún no se sabe si todo esto se
convertirá en una resistencia suficientemente numerosa como para poder
frenar y/o derrotar este asalto derechista.
Eso sí, casi todos los días, en multitud de esquinas del país se
escuchan los gritos de un extraordinario mosaico de oposición. Brotan
nuevas alianzas de todo tipo, de mexicanos y otros latinoamericanos con
árabes, de judíos y musulmanes, de jóvenes veteranos de Ocupa Wall
Street con veteranos de guerra, de veteranos de luchas por los derechos
gays con nuevos movimientos por los derechos civiles, de la defensa de
derechos de las mujeres vinculándose con los movimientos por derechos
laborales, de trabajadores de la salud con ambientalistas.
Este martes 4 de abril es el 50 aniversario del discurso –tal vez el
más peligroso y radical– del reverendo Martin Luther King Jr, en el cual
se atrevió a declarar que la guerra contra Vietnam era
una de las guerras más injustasde la historia mundial, y afirmó que la lucha por los derechos civiles tenía que estar vinculada con la lucha contra las guerras y las luchas por los derechos de los trabajadores y la justicia económica. Es un discurso que casi nunca se menciona en las celebraciones oficiales de King. El eco de sus palabras sigue siendo el llamado más elocuente a la resistencia 50 años después de que se escuchó en la gran iglesia Riverside en Nueva York. Aquí algunos fragmentos:
“Llega un momento en el cual el silencio es traición… Aun
cuando son presionados por las demandas de la verdad interna, los
hombres no asumen fácilmente la tarea de oponerse a las políticas de su
gobierno, especialmente en tiempos de guerra. Ni se mueve sin gran
dificultad el espíritu humano contra toda la apatía del pensamiento
conformista... Más allá, cuando los temas a la mano parecen más
perplejos como tan frecuentemente lo son en el caso de conflictos
atroces, estamos siempre al borde de ser hipnotizados por la
incertidumbre. Pero tenemos que proceder.
“Estamos llamados a hablar por los débiles, por los sin voz, por las
víctimas de nuestra nación, por aquellos que son llamados ‘enemigo’, ya
que ningún documento de manos humanas puede convertir a estos humanos en
nada menos que nuestros hermanos.”
Estados Unidos, señaló,
jamás podrá ser salvado mientras destruye las esperanzas más profundas del hombre por todo el mundo. El gran campeón de la no violencia afirmó: “nunca más podría levantar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los guetos sin hablar primero claramente contra el proveedor más grande de violencia en el mundo hoy día: mi propio gobierno.
“Estoy convencido de que si vamos a colocarnos del lado correcto de
la revolución mundial, nosotros como nación tenemos que emprender una
revolución radical de valores. Tenemos que empezar rápidamente el giro
de una sociedad orientada sobre las cosas a una sociedad orientada hacia
las personas. Cuando las máquinas y las computadoras, los motivos de
las ganancias y los derechos de propiedad son considerados más
importantes que la gente, el trío gigantesco del racismo, el
materialismo extremo y el militarismo se vuelve invencible.
“Nuestra única esperanza hoy día reside en nuestra habilidad de
recuperar el espíritu revolucionario y salir en un mundo a veces hostil
declarando nuestra hostilidad eterna a la pobreza, al racismo y al
militarismo.
“Ya no podemos gastar más en adorar al dios del odio o hincarnos ante
el altar de la represalia. Los océanos de la historia se hacen
turbulentos con las mareas cada vez más altas del odio. La historia está
amontonada con las ruinas de naciones e individuos que procedieron por
este sendero autoderrotador del odio.
“Tenemos que pasar más allá de la indecisión a la acción. Si no
actuamos, seguramente seremos arrastrados por los largos, oscuros y
vergonzantes pasillos del tiempo reservados para aquellos que tienen
poder sin compasión, poderío sin moralidad, y fortaleza sin visión...
Ahora, empecemos. Ahora redediquémonos a la larga y agria, pero bella lucha por un mundo nuevo.
Organizaciones sociales y personas de conciencia por todo el país
dicen que hoy día están respondiendo a esa invitación pendiente durante
medio siglo.
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