Brasil siempre ganó cuando fue democrático; perdió cuando no lo fue, expresa
La región no vivió una etapa populista, sino
gobiernos que abatieron las desigualdades
Dilma Rousseff, ex presidenta de Brasil, y el ingeniero Cuauhtémoc
Cárdenas Solórzano, en el contexto de la conferencia de prensa de ayer
en Ciudad de MéxicoFoto María Luisa Severiano
Blanche Petrich
Periódico La Jornada
Martes 25 de abril de 2017, p. 15
Cuando se habla de escándalos de corrupción y de
lucha anticorrupción casi siempre se habla de los políticos y no siempre
de los empresarios, de los dueños el dinero, que son los que canalizan
recursos obtenidos de un lucro ilegítimo y de la evasión de impuestos
para obtener ventajas y beneficios de los políticos. Con este enfoque,
Dilma Rousseff, la presidenta depuesta de Brasil, donde las acusaciones
de prácticas corruptas cruzan hoy día todo lo largo y ancho del espectro
político, ligó este tema con la gran oleada del retorno a las políticas
neoliberales en América Latina y con el riesgo que esto significa para
la democracia.
En una conferencia de prensa con la que inició su agenda de un día de visita a México, la ex presidenta sintetizó:
La corrupción es un rasgo de las sociedades dominadas por la mercantilización y por el uso del dinero, por parte de quien lo tiene, para conseguir ventajas. Esa es la lógica de la corrupción. La concentración de dinero en pocas manos es lo que permite su mal uso.
Y remató que en el combate de este problema, que hoy sacude a varios
países del hemisferio, México incluido, no basta con investigar:
Hay que sancionar. Y hay que suprimir principalmente los paraísos fiscales y la evasión de impuestos de los grandes capitales, porque son éstos, y no los trabajadores y las clases medias, quienes no pagan la tributación debida. Y para ello, añadió, se requiere voluntad política, leyes adecuadas e instituciones.
Rousseff, didáctica y paciente, literalmente bateó al reportero que
le preguntó sobre la forma en que han afectado a la región
latinoamericana los gobiernos populistas.
–¿Usted qué entiende por populismo? –preguntó la ex presidenta.
–Gobernantes paternalistas que basan sus políticas en el asistencialismo y el paternalismo.
–No –respondió–. No concuerdo con usted de que América Latina hubiera
tenido una etapa de políticas populistas. Tuvo un momento en que
coincidieron varios gobiernos que aplicaron políticas que elevaron
inequívocamente la ampliación de oportunidades para toda la población;
que abatieron las desigualdades, la precarización de trabajo. No puedo
caracterizar esta última década como populista, porque después del largo
ciclo de gobiernos neoliberales, que privilegiaron su relación
bilateral con Estados Unidos, de un periodo llamado de décadas perdidas,
por primera vez vi gobiernos latinoamericanos que pusieron atención a
los más pobres en uno de los continentes más desiguales del mundo. Todos
los organismos multilaterales reconocieron estas políticas de combate
de la miseria y el hambre.
En otro momento, Dilma Rousseff, economista de profesión, ministra de
Energía y Minas y jefa de gabinete durante los periodos de gobierno del
ex presidente Lula da Silva, negó que el golpe de Estado en su contra
fuera
necesarioporque tenía al país en quiebra. Y manifestó su fuerte convicción en los valores democráticos.
Brasil siempre ganó cuando fue democrático. Sólo perdió cuando no lo fue.Recordó que en su
ya largavida –tiene 71 años– vivió dos golpes de Estado. El primero, el golpe militar de 1964, cuando fue detenida, torturada y encarcelada durante 13 años, cuando era muy joven. Y el segundo, que la depuso de la presidencia, el año pasado.
Recordó que la derecha aprovechó una crisis política fabricada por
los partidos conservadores para dar el golpe. Cuando se inició el debate
para desaforarla y destituirla, se decía que ella había llevado a su
país a la quiebra.
Pero Brasil estaba muy lejos de estar en quiebra.
Para probarlo, recordó que Michel Temer, actual presidente asignado
por el Congreso, afirmó apenas dos meses después de asumir el mando que
el gran gigante sudamericano
goza de una economía robusta.
Rousseff comentó:
Una economía robusta no se construye en dos meses. Explicó que fueron 13 años de políticas populares y responsables las que dejaron a esa nación con una de las reservas monetarias más grandes del mundo, con una tasa de desempleo que fue la más baja históricamente, con un colchón de liquidez que le permite hoy día recaudar impuestos y endeudarse y que logró que Brasil quedara, por primera vez en su historia, fuera del mapa de los países con mayores índices de hambre.
La razón de fondo
Agregó que a partir de la oleada de gobiernos de derecha que retomaron el control en buena parte del hemisferio,
veo una vuelta muy grave al neoliberalismo, esto es muy grave para la democracia y también es muy grave para el combate a la corrupción, que con estos gobiernos populares se estaba frenando.
Y a la postre, enfatizó, esa fue la razón de fondo de su desafuero y
su destitución por parte de un sector de congresistas que,
paradójicamente, hoy están enjuiciados por corrupción.
“La causa de mi impeachment no fue, como ellos decían,
porque yo tenía la economía de Brasil estancada. Uno de los componentes
fue que a ese grupo le urgía detener las investigaciones de corrupción
que ya les estaba llegando muy cerca. Pero creo que el motivo principal
fue encuadrar a Brasil en las políticas neoliberales, incluso en lo
regional. Nosotros impulsamos una fuerte relación multilateral, no sólo
porque tenemos la misma razón, sino porque tenemos ahí mismo uno de los
mercados más importantes. También pusimos el esfuerzo en nuestra
relación con África, porque fuera de ese continente Brasil es el país
negro más grande del mundo, apenas después de Nigeria. Ese es el
componente racial, íntimamente ligado al de la exclusión. Esto se resume
en un pacto fundamental: mujeres negras.”
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