El proceso bolivariano desde adentro
No es posible
entender la crisis actual en Venezuela sin analizar en conjunto los
factores que se desarrollan ‘desde adentro’, y que no son explicados en
su conjunto por los principales medios de comunicación. Planteamos siete
claves de la crisis actual en donde se resalta que no se puede
comprender lo que pasa en Venezuela sin tomar en cuenta la intervención
foránea y que el concepto de ‘dictadura’ ni explica el caso venezolano
ni es una especificidad regional de ese país. A su vez planteamos que se
están desbordando el contrato social, las instituciones y los marcos de
la economía formal y que se está canalizando el devenir y las
definiciones políticas de la actual situación por la vía de la fuerza y a
través de un buen número de mecanismos informales, excepcionales y
subterráneos. Proponemos que el horizonte compartido de los dos bloques
partidarios de poder es neoliberal, que estamos ante una crisis
histórica del capitalismo rentístico venezolano y que comunidades,
organizaciones populares y movimientos sociales se enfrentan a un
progresivo socavamiento del tejido social.
El trato que se le
da a Venezuela en los grandes medios de comunicación internacionales es
sin duda especial en todo el mundo. No tenga dudas que hay demasiadas
tergiversaciones, demasiado maniqueismo, demasiados slogans, demasiadas
manipulaciones y omisiones.
Más allá de las versiones
cretinizantes de la neolengua mediática que interpreta todo lo que
ocurre en el país en clave de ‘crisis humanitaria’, ‘dictadura’ o
‘presos políticos’, o bien de la narrativa heroica de la Venezuela del
‘socialismo’ y la ‘revolución’ que interpreta todo lo que ocurre en el
país en clave ‘guerra económica’ o ‘ataque imperial’, hay muchos temas,
sujetos y procesos que son invisibilizados, que ocurren mar adentro y
que esencialmente constituyen el escenario político nacional. No es
posible entender la crisis actual en Venezuela sin analizar en conjunto
los factores que se desarrollan ‘desde adentro’.
El criterio de
acción e interpretación basado en la lógica ‘amigo-enemigo’ responde
más a una disputa entre élites de los partidos políticos y grupos
económicos que a los intereses fundamentales de las clases trabajadoras y
la defensa de los bienes comunes. Es necesario apostar por miradas
integrales del proceso de crisis y conflicto nacional, que contribuyan a
trazar las coordenadas para trascender o enfrentar la coyuntura actual.
Presentamos 7 claves para su comprensión, analizando no solo
la disputa gobierno-oposición, sino también procesos que se están
desarrollando en las instituciones políticas, en los tejidos sociales,
en las tramas económicas, al tiempo que se resaltan las complejidades
sobre el neoliberalismo y los regímenes de gobierno y gobernanza en el
país.
I. No es posible comprender lo que pasa en Venezuela sin tomar en cuenta la intervención foránea
El rico y vasto conjunto de los llamados ‘recursos naturales’ del país;
su posición geo-estratégica; su desafío inicial a las políticas del
Consenso de Washington; su influencia regional para la integración; así
como sus alianzas con China, Rusia o Irán; le otorgan un notable
significado geopolítico a Venezuela. Sin embargo, hay sectores
intelectuales y mediáticos que continuamente buscan obviar las muy
fluidas dinámicas internacionales que impactan y determinan el devenir
político en el país, donde resalta el persistente accionar
intervencionista del Gobierno y los diferentes poderes fácticos de los
Estados Unidos.
En este sentido, estos sectores se encargan de
ridiculizar la crítica al imperialismo, y presentan al Gobierno Nacional
como el único actor de poder en juego en Venezuela, y por ende el único
objeto de interpelación política.
Sin embargo, desde la
instauración de la Revolución Bolivariana se ha desarrollado un intenso
intervencionismo estadounidense hacia Venezuela, el cual se ha
recrudecido y tornado más agresivo a partir de la muerte del presidente
Chávez (2013) y del contexto de agotamiento del ciclo progresista y
restauración conservadora en América Latina. Vale recordar la Orden
Ejecutiva firmada por Barack Obama en marzo de 2015 en la cual se
declaraba a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria para la
seguridad nacional de los EEUU –‘an unusual and extraordinary threat to
the national security and foreign policy of the United States’ [1] . Ya sabemos qué le ha ocurrido a los países que son catalogados de esta manera por la potencia del norte.
Actualmente, además de las amenazantes declaraciones del Jefe del
Comando Sur, el Almirante Kurt W. Tidd (6 de abril de 2017), planteando
que la ‘crisis humanitaria’ en Venezuela podría obligar a llevar
adelante una respuesta regional –‘The growing humanitarian crisis in
Venezuela could eventually compel a regional response’ [2] –, y
de la evidencia de la agresividad de la política exterior de Donald
Trump con el reciente bombardeo a Siria, el Secretario General de la
Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, encabeza junto a
varios países de la región el intento de aplicación de la Carta
Democrática para abrir un proceso de ‘restitución de la democracia’ en
el país.
Los ideólogos y operadores mediáticos de la
restauración conservadora en la región se muestran muy preocupados por
la situación de Derechos Humanos (DDHH) en Venezuela, pero no logran
explicar en sus análisis porque extrañamente no se hace ningún esfuerzo
supranacional del mismo tipo frente a la espantosa crisis de DDHH en
países como México y Colombia. En este sentido parece que la indignación
moral es relativa y prefieren callar.
Sea pues, por razones de
intencionalidad política o ingenuidad analítica, estos sectores
despolitizan el rol de los organismos supranacionales desconociendo las
relaciones geopolíticas de poder que los constituyen, que hacen parte de
su propia naturaleza. Una cosa es una lectura paranoica de todas las
operaciones impulsadas por estos organismos globales y otra muy
diferente es una interpretación puramente procedimental de su accionar,
obviando los mecanismos de dominación internacional y control de
mercados y de recursos naturales que se han canalizado a través de estas
instituciones de gobernanza global y regional.
Pero hay algo
importante que agregar. Si hablamos de intervención, no podemos solo
hablar de los EEUU. En Venezuela hay crecientes formas de
intervencionismo chino en la política y las medidas económicas que se
han ido tomando, lo que apunta a pérdidas de soberanía, incremento de la
dependencia con la potencia asiática y procesos de flexibilización
económica.
Una parte de la izquierda ha preferido callar estas
dinámicas, dado que parece que la única intervención que merece ser
señalada es la estadounidense. Pero ambas vetas de injerencia foránea se
están desarrollando para favorecer la acumulación capitalista
transnacional, la apropiación de ‘recursos naturales’ y para nada tienen
que ver con las reivindicaciones populares.
II. El concepto de ‘dictadura’ no explica el caso venezolano
Casi desde el inicio de la Revolución Bolivariana se ha tildado a
Venezuela de ser una ‘dictadura’. Este concepto sigue siendo objeto de
amplios debates en la teoría política debido a que ha sido desafiado por
las transformaciones y complejización de los regímenes y ejercicios de
poder contemporáneos, sobre todo en la actual época globalizada, lo que
plantea serios vacíos e imprecisiones en sus definiciones.
La
‘dictadura’ suele estar asociada a regímenes políticos o tipos de
gobierno en los cuales todo el poder está concentrado, sin limitaciones,
en una sola persona o un grupo de ellas; hay una ausencia de división
de poderes; ausencia de libertades individuales, de libertad de
partidos, libertad de expresión; e incluso en ocasiones el concepto ha
sido vagamente definido como ‘lo opuesto a la democracia’.
El
término ‘dictadura’ en Venezuela ha sido utilizado y masificado en la
jerga mediática de manera bastante superficial, visceral y de una forma
moralizante, prácticamente para plantearlo como una especie de
especificidad venezolana, distinguiéndose así de los otros países de la
región, donde en teoría sí habría regímenes ‘democráticos’.
El
asunto es que en Venezuela en la actualidad difícilmente se puede decir
que todo el poder está concentrado sin limitaciones en una sola persona o
un grupo de ellas, debido a que en el país estamos ante un mapa de
actores, que si bien es jerarquizado, es a la vez fragmentado y volátil
–sobre todo después de la muerte del presidente Chávez–, en tanto la
existencia de diversos bloques de poder que pueden aliarse o bien estar
enfrentados entre ellos y que desborda la dicotomía gobierno-oposición.
Aunque exista un gobierno con un componente militar importante, con
crecientes expresiones de autoritarismo y con cierta capacidad de
centralización, el escenario es altamente movedizo. No hay dominación
total de arriba hacia abajo, y hay cierta paridad entre los grupos de
poder en disputa. En cambio el conflicto podría desbordarse, caotizando
aún más la situación.
El hecho de que la oposición venezolana
controle la Asamblea Nacional, la cual ganó contundentemente por la vía
electoral, señala además que antes que una pura ausencia de división de
poderes, hay en cambio una disputa entre ellos, hasta ahora favorable a
la combinación Ejecutivo-Judicial.
Antes pues que hablar de un
régimen político homogéneo, estamos ante una amplia y conflictiva red de
fuerzas. La metástasis de la corrupción hace que el ejercicio del poder
se descentralice aún más, o bien se dificulte su centralización por
parte del Poder Constituido.
Lo que sí tiene que ver con el
viejo concepto romano de dictadura, es que en este contexto el Gobierno
nacional está gobernando por medio de decretos y medidas especiales en
el marco de un declarado ‘estado de excepción’, que se oficializa desde
principios de 2016. En nombre de la lucha contra la guerra económica, el
avance de la delincuencia y del paramilitarismo, y los avances
subversivos de la oposición, numerosas mediaciones institucionales y
procedimientos democráticos están siendo omitidos. Destacan por su
gravedad políticas de seguridad como la Operación de Liberación del
Pueblo (OLP), que representan intervenciones de choque directas de los
cuerpos de seguridad del Estado en diferentes territorios del país
(rurales, urbanos, barrios periféricos), para "combatir el hampa", los
cuales suelen tener polémicos saldos en muertes; la paralización del
referéndum revocatorio; la suspensión de las elecciones a gobernación en
2016 sin todavía quedar claro cuando se realizarán; crecientes
represiones y excesos policiales ante el descontento social producto de
la situación en el país; y un incremento de procesos de militarización,
resaltando las zonas fronterizas y las declaradas de ‘recursos naturales
estratégicos’.
Este es el mapa político que, junto a las
diversas formas de intervención foránea, configuran el escenario de
guerra de baja intensidad que atraviesa prácticamente todos los ámbitos
de la vida cotidiana de los venezolanos. Es este el marco en el que se
desenvuelven las libertades individuales, la oposición y pluralidad
partidaria, la convocatoria y realización de marchas, expresiones de
disidencia y críticas en los medios de comunicación, entre otras formas
de la llamada democracia en Venezuela.
III. En Venezuela se están desbordando el contrato social, las instituciones y los marcos de la economía formal
Si hay algo que podría definirse como una especificidad del caso
venezolano es que su escenario socio-político actual está desgarrado,
profundamente corrompido y altamente caotizado. Hemos sostenido que en
el país estamos ante una de las crisis institucionales más severas de
toda América Latina [3] , haciendo referencia con esto al
conjunto de las instituciones jurídicas, sociales, económicas,
políticas, entre otras, que conforman la República venezolana.
La crisis histórica del modelo de acumulación rentista petrolero, la
metástasis de la corrupción en el país, severas vulneraciones al tejido
social desde el ‘período neoliberal’ y en especial desde 2013, y la
intensidad de los ataques y disputas políticas, han desbordado en su
conjunto los marcos de las instituciones formales de todos los ámbitos
de la sociedad, canalizándose muy buena parte de las dinámicas sociales
por la vía de mecanismos informales, subterráneos e ilegales.
En el ámbito económico, la corrupción se ha transformado en un mecanismo
transversal y motorizador de distribución de la renta petrolera,
desviando enormes sumas de divisas a discrecionalidad de unos pocos, y
socavando las bases de la economía formal rentista. Esto ocurre de
manera determinante con PDVSA [4] , la principal industria del
país, así como con fondos clave como el Fondo Chino-Venezolano o con
numerosas empresas nacionalizadas.
El colapso de la economía
formal ha hecho de la informalidad prácticamente uno de los ‘motores’ de
toda la economía nacional. Las fuentes de oportunidades sociales, sea
de ascenso social o de posibilidad de mayores ganancias, se encuentran
con frecuencia en el llamado ‘bachaqueo’ de alimentos (el comercio
ilegal, a altísimos precios, dirigidos al mercado negro) [5] u otras formas de comercio en los diversos mercados paralelos, sea de divisas, medicinas, gasolina, etc.
En el ámbito político-jurídico, el estado de derecho carece de respeto y
reconocimiento por parte de los principales actores políticos, quienes
no solo se desconocen mutuamente sino recurren a movidas políticas
dispuestos a todo para vencerse el uno al otro. El Gobierno nacional
enfrenta a las que considera las ‘fuerzas enemigas’ con medidas de
excepción y conmoción, mientras que grupos de la oposición más
reaccionarios despliegan operaciones violentas de vandalismo,
confrontación y ataque a infraestructuras. En este escenario se ha
mermado sobremanera el estado de derecho, haciendo muy vulnerable a la
población venezolana.
Cada vez reina una mayor impunidad, la
cual se ha expandido a todos los sectores de la población. Esto no solo
hace que se enquiste aún más la corrupción, que luce indetenible, sino
que implica que la población no espere nada del sistema de justicia, y
cada vez más la ejerza con sus propias manos.
El colapso del
contrato social genera tendencias de ‘sálvese quien pueda’ en la
población. La fragmentación del poder también ha contribuido a que se
generen, crezcan y se fortalezcan diversos poderes territoriales, como
lo son los llamados ‘sindicatos mineros’ que controlan con armas minas
de oro en el estado Bolívar, o bandas criminales que dominan sectores de
Caracas como El Cementerio o La Cota 905 [6] .
El marco
presentado implica nada más y nada menos que el devenir y las
definiciones políticas de la actual situación en el país se están
desarrollando en muy buena medida por la vía de la fuerza.
IV. La crisis de largo plazo del capitalismo rentístico venezolano (1983-2017)
El hundimiento de los precios internacionales del crudo ha sido
determinante en el desarrollo de la crisis venezolana, pero no es el
único factor que explica este proceso. Desde la década de los años 80
hay crecientes síntomas de agotamiento del modelo de acumulación basado
en el extractivismo petrolero y la distribución de la renta que genera.
La actual fase de caotización de la economía nacional (2013-hoy) es
también producto del devenir económico de los últimos 30 años en el
país. ¿Por qué?
Varias razones lo explican. Alrededor del 60%
de los crudos venezolanos son pesados y extra-pesados. Estos crudos son
económicamente más costosos y requieren mayor uso de energía y el empleo
de procesamientos adicionales para su comercialización. La rentabilidad
del negocio que alimenta al país va descendiendo con respecto a tiempos
anteriores, cuando prevalecían crudos convencionales. Esto ocurre al
mismo tiempo que el modelo exige cada vez más ingresos rentísticos y
cada vez más inversión social no solo para paliar las crecientes
necesidades de una población que sigue en aumento.
La
hiper-concentración poblacional en las ciudades (más de 90%) promueve un
uso de la renta orientado fundamentalmente en el consumo (de bienes
importados) y muy poco en formas productivas. Las épocas de bonanza
promueven el fortalecimiento del sector extractivo (primario) –los
efectos de la llamada ‘Enfermedad Holandesa’– lo que vulnera
notablemente a los ya débiles sectores productivos. Luego de finalizada
la bonanza (como ocurrió a fines de los 70 y ahora desde 2014), la
economía queda más dependiente y aún más débil para enfrentar una nueva
crisis.
La corrupción socio-política del sistema también
posibilita fugas y descentralizaciones fraudulentas de la renta, lo que
impide el desarrollo de políticas coherentes de distribución para paliar
la crisis
La creciente volatilidad de los precios
internacionales del crudo, así como cambios en los balances de poder
global en torno al petróleo (como la progresiva pérdida de influencia de
la OPEP) tienen también significativos impactos en la economía
nacional.
Mientras se desarrollan todos estos vaivenes
económicos en el país, los recursos ecológicos se siguen socavando y
agotando, lo que amenaza los medios de vida de millones de venezolanos
para el presente y futuro.
La actual solución que impulsa el
Gobierno nacional ha sido incrementar notablemente el endeudamiento
externo, distribuir la renta de manera más regresiva para la población,
expandir el extractivismo y favorecer al capital transnacional.
En suma, cualquiera de las élites que gobierne en los próximos años,
tendrá que enfrentar, sí o sí, los límites históricos que se han
alcanzado con el viejo modelo rentista petrolero. No bastará solo
esperar un golpe de suerte para que los precios del petróleo suban. Se
vienen trascendentales cambios y habrá que estar preparados para
enfrentarlos.
V. ¿Socialismo? En Venezuela se está llevando a cabo un proceso de ajuste y flexibilización económica progresivo
En el país se está desarrollando un proceso de ajuste progresivo y
sectorizado de la economía, flexibilizando previas regulaciones y
restricciones al capital, y desmantelando paulatinamente los avances
sociales alcanzados en tiempos anteriores en la Revolución Bolivariana.
Estos cambios aparecen enmascarados en nombre del Socialismo y la
Revolución, aunque representan políticas cada vez más rechazadas por la
población.
Destacan políticas como la creación de las Zonas
Económicas Especiales, las cuales representan liberalizaciones
integrales de partes del territorio nacional, una figura que entrega la
soberanía a los capitales foráneos que pasarían a administrar
prácticamente sin limitaciones dichas regiones. Se trata de una de las
medidas más neoliberales desde la Agenda Venezuela implementada por el
gobierno de Rafael Caldera en los años 90, bajo las recomendaciones del
Fondo Monetario Internacional.
También resaltan la paulatina
flexibilización de los convenios con las corporaciones foráneas en la
Faja Petrolífera del Orinoco; liberalización de precios de algunos
productos básicos; creciente emisión de bonos soberanos; devaluación de
la moneda, creándose un tipo de cambio flotante (Simadi); aceptación de
algunos trámites comerciales directamente en dólares, por ejemplo, en el
sector turismo; o el fiel cumplimiento de los pagos de deuda externa y
los servicios de la misma, lo que implica un recorte en las
importaciones y consiguientes problemas de escasez de bienes de consumo
básico.
Se está impulsando el relanzamiento de un extractivismo
flexibilizado, apuntando fundamentalmente hacia las nuevas fronteras de
la extracción, donde destaca el mega-proyecto del Arco Minero del
Orinoco, el cual plantea instalar como nunca antes la mega-minería en un
territorio de 111.800 kms2 de extensión, amenazando fuentes
de vida claves para los venezolanos, en especial para los pueblos
indígenas. Estos proyectos suponen además el atornillamiento por largo
plazo a los esquemas de dependencia que produce el extractivismo [7] .
Cabe destacar que estas reformas se combinan con el mantenimiento de
algunas políticas de asistencia social, continuos aumento de los
salarios nominales, algunas concesiones a demandas de las organizaciones
populares y el uso de una narrativa revolucionaria e antiimperialista.
Esto evidentemente tiene como uno de sus principales objetivos el
mantenimiento de los apoyos electorales que quedan.
Estamos en
presencia de lo que hemos llamado un ‘neoliberalismo mutante’, en la
medida en la que se combinan formas de mercantilización,
financiarización y desregulación con mecanismos de intervención estatal y
asistencia social.
Parte de la izquierda ha estado muy
enfocada en evitar la llegada de gobiernos conservadores al poder para
así evitar la ‘vuelta del neoliberalismo’. Pero olvidan mencionar cómo
gobiernos progresistas también avanzaron en varias medidas selectivas,
mutantes e híbridas de perfil neoliberal, que finalmente afectan al
pueblo y a la naturaleza [8] .
VI. ¿La alternativa? El proyecto de los partidos de la ‘Mesa de la Unidad Democrática’ (MUD) es neoliberal
La derechista ‘Mesa de la Unidad Democrática’ (MUD) es el bloque
predominante de la oposición partidista al Gobierno nacional, aunque una
oposición de izquierda haya venido creciendo lentamente y es muy
factible que lo siga haciendo. Esta izquierda crítica, al menos la más
definida, no se identifica con la MUD por lo que no articula
políticamente con esta.
La MUD no es un bloque homogéneo, y en
cambio existen sectores que van, desde influyentes grupos radicales de
extrema derecha –que podríamos llamar ‘uribistas’–, hasta llegar a
algunos sectores de conservadurismo light, y de liberalismo elitario con
cierta tendencia distribucionista. Estos diversos grupos tienen una
relación conflictiva entre ellos y con eventuales careos y desplantes
mutuos.
A pesar de sus diferencias, a los diferentes grupos de
la MUD los une al menos tres factores fundamentales: su matriz
ideológica, las bases de su programa económico y su agenda reaccionaria
ante el Gobierno nacional y ante la posibilidad de una profunda
transformación de corte popular emancipatorio. Nos referiremos a las dos
primeras.
Su matriz ideológica está profundamente determinada
por la teoría neoclásica y por el liberalismo conservador, enalteciendo
obsesivamente la propiedad privada, el fin de la ‘ideologización’ por
parte del Estado y el auge de las libertades empresariales e
individuales.
Estos pilares ideológicos son más claros en la
programática de este bloque que en sus propios discursos mediáticos,
donde la retórica es simplista, superficial y llena de consignas. La
síntesis más acabada de su modelo económico se encuentra en los ‘
Lineamientos para el Programa de Gobierno de Unidad Nacional
(2013-2019)’ [9] . Se trata de una versión neoliberal más
ortodoxa del extractivismo petrolero, en relación al proyecto del actual
Gobierno venezolano.
Destaca el hecho de que, a pesar de
enarbolar la bandera del ‘cambio’ y la ‘Venezuela productiva’, su
propuesta plantea llevar la extracción de petróleo en Venezuela hasta 6
millones de barriles diarios, poniendo énfasis en el incremento de las
cuotas de la Faja Petrolífera del Orinoco. Aunque se acusen, riñan y
señalen públicamente, las propuestas petroleras de Henrique Capriles
Radonski (Petróleo para tu Progreso) [10] y Leopoldo López (Petróleo en la Mejor Venezuela [11] )
son gemelas, y consensuan con el ‘Plan de la Patria’ 2013-2019
impulsado por el Gobierno nacional. El cambio anunciado no es más que
otro atornillamiento con el extractivismo, más rentismo y desarrollismo,
y las consecuencias económicas e impactos socio-ambientales y
culturales que conlleva este modelo.
VII. La fragmentación del ‘pueblo’ y el progresivo socavamiento del tejido social
En todos estos procesos de guerra de baja intensidad y caos sistémico,
el principal afectado es el pueblo trabajador. La potente cohesión
socio-política que se configurara en los primeros años de la Revolución
Bolivariana ha sufrido no solo un desgaste sino una progresiva
desarticulación. Pero estas afectaciones han llegado incluso a la propia
médula de los tejidos comunitarios del país.
La precariedad
para cubrir las necesidades básicas de la vida cotidiana; los incentivos
a la resolución individual y competitiva de los problemas
socio-económicos de la población; la metástasis de la corrupción; la
canalización de los conflictos y disputas sociales por la vía de la
fuerza; la pérdida de referentes ético-políticos y el desgaste de la
polarización debido al descrédito de los partidos; la agresión directa a
experiencias comunitarias fuertes o importantes y a líderes
comunitarios por parte de diversos actores políticos y territoriales;
hacen parte de este proceso de vulneración de los tejidos sociales que
apunta a socavar los verdaderos pilares de un potencial proceso de
transformación popular-emancipatorio o de las capacidades de resistencia
de la población ante un mayor avance de fuerzas regresivas en el país.
Mientras tanto, diversas organizaciones de base popular y movimientos
sociales a lo largo y ancho del país insisten en construir una
alternativa desde sus territorios. Los tiempos dirán cual será su
capacidad de resistencia, adaptación y sobre todo su habilidad colectiva
para articularse entre ellos y disputar con mayor fortaleza el rumbo
del proyecto político nacional.
Si hay una solidaridad
irrenunciable que debería impulsarse desde las izquierdas en América
Latina y el mundo, debe ser con este pueblo luchador, ese que
históricamente ha cargado sobre sus hombros la explotación y los costos
de la crisis. Ese que frecuentemente ha desbordado y se ha re-apropiado
de las calles buscando que sus demandas sean escuchadas y atendidas. Ese
que en la actualidad se enfrenta a los complejos dilemas que suponen
los actuales tiempos de reflujo y regresiones. Este pareciera que es el
verdadero punto de honor de las izquierdas. El costo de darle la espalda
a estas contra-hegemonías populares en nombre de una estrategia de
conservación del poder podría ser muy alto.
Caracas, abril de 2017
*Emiliano Teran Mantovani es sociólogo venezolano, ecologista político e investigador en ciencias sociales.
[1] https://obamawhitehouse.archives.gov/the-press-office/2015/03/09/executive-order-blocking-property-and-suspending-entry-certain-persons-c
[2] http://www.southcom.mil/Portals/7/Documents/Posture%20Statements/SOUTHCOM_2017_posture_statement_FINAL.pdf?ver=2017-04-06-105819-923
[4] http://www.correodelorinoco.gob.ve/impacto/maduro-hay-que-ir-a-sanear-profundamente-a-pdvsa-corrupcion-todos-ambitos/
[5] http://www.eluniversal.com/noticias/economia/leon-bachaquero-invierte-400-revender-gana-mil_21462
[6] http://efectococuyo.com/principales/van-al-menos-24-fallecidos-en-enfrentamientos-entre-cicpc-y-bandas-delincuenciales; http://www.radiomundial.com.ve/article/enfrentamiento-en-cota-905-deja-14-muertos-y-134-detenidos-audio
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