David Brooks
La Jornada
Entre las políticas más repudiadas del presidente estadunidense, Donald
Trump, están las antimigratorias, por lo que comunidades y
organizaciones se han movilizado para expresar su rechazo. Ya sea en
marchas masivas, o pequeñas, la inconformidad está siempre en las
calles. En la imagen, manifestantes, ayer, a la espera del paso de la
caravana del mandatario, en West Palm Beach, FloridaFoto Afp
El político más popular en el Estados Unidos de Trump –ganando por un gran margen al presidente y los líderes del Congreso– es alguien que se identifica como
socialista, una mayoría de la población no sólo no votó por el actual mandatario, sino lo reprueba a niveles sin precedente, y las movilizaciones populares de protesta que ha detonado están generando un movimiento de resistencia tal vez nunca visto antes. O sea, este país no es (sólo) de Trump.
Un acordeón ofrecía una versión de Esta tierra es tu tierra (This land is your land) de Woody Guthrie –himno del pueblo, no de la
patria– en una de las marchas anti Trump de este pasado fin de semana realizadas en más de 100 ciudades con la participación de decenas de miles en el nuevo movimiento de resistencia en Estados Unidos.
Esa melodía surge de una larga historia de lucha –la guitarra de Guthrie tenía grabado sobre ella
esta máquina mata a fascistas– que hoy día tal vez enfrenta su momento más crítico para este país, y para el planeta.
La elección de Donald Trump, afirmó recientemente Noam Chomsky, puso a
las tres ramas del gobierno más poderoso de la historia bajo control
total del Partido Republicano, al cual considera como
la organización más peligrosa en la historia del mundo, ya que está comprometida
a la destrucción de la vida humana organizada. No existe precedente para esto.
Ante la pregunta sobre cómo se podrá enfrentar este peligro, el
intelectual radical más importante del país contestó que todo depende
del
tipo de resistenciaque se genere, sobre todo por los jóvenes y de gente
justo como tú, le respondió al entrevistador.
Es una pregunta que deberías hacerte a ti mismo, no a mí.
La pregunta ya tiene respuestas iniciales de todo tipo, algunas sin
precedente, desde el primer día del gobierno de Trump, cuando millones
–convocados por mujeres– se expresaron masivamente contra el nuevo
gobernante, así como en múltiples actos de protesta, grandes y pequeños,
que se organizan a diario por todo el país. Son los elementos iniciales
de algo que todos llaman
resistencia.
El próximo fin de semana, por primera vez en la memoria, científicos
tomarán las calles en Marchas por la Ciencia en Washington, y 425
movilizaciones en otras partes del país y del mundo (marchforscience.com).
Una semana después, el 29 de abril, se marcarán los primeros 100 días de este gobierno con una megamarcha en Washington
por el clima, los empleos y la justicia(https://peoplesclimate.org).
El primero de mayo se ha convocado a una huelga y movilización
nacional por inmigrantes, trabajadores y aliados que se expresará en
marchas por todo este país.
La resistencia no se expresa sólo en grandes actos y marchas, sino en una amplia gama de esfuerzos e iniciativas. El movimiento Santuario en
decenas de ciudades y universidades continúa organizando formas para
proteger a comunidades inmigrantes; una Caravana contra el miedo avanza
por el suroeste en repudio a las políticas antimigrantes de Trump (caravanagainstfear.org). En una cena de
Pascuas en la calle, en Nueva York, la semana pasada, ante una gran manta en que se leía:
esta es la resistencia judía, y una expresión de solidaridad con Black Lives Matter, un rabino nieto de judíos sirios, quienes se refugiaron primero en Europa y después en Argentina, de donde tuvo que huir después del golpe militar, convoca a la acción de la defensa colectiva de todo inmigrante, refugiado y minoría oprimida señalando:
un ataque contra uno es un ataque contra todos. Unos 750 inmigrantes se suman a una huelga de hambre en un centro de detención en Tacoma, Washington, en una acción en defensa de su dignidad (Facebook: NWDCResistance/).
Decenas de organizaciones han formado una coalición para
unificar las luchas de defensa de inmigrantes, afroestadunidenses,
latinos, indígenas, gays y otros contra las políticas de Trump,
vinculando la lucha contra el militarismo y la injusticia económica del
último año de Martin Luther King y el Primero de Mayo como día de
defensa de los derechos de los trabajadores y los inmigrantes (beyondthemoment.org)
Nuevas y viejas organizaciones e iniciativas nacionales –algunas
liberales que brotan de las filas derrotadas del Partido Demócrata,
otras más progresistas y hasta radicales que tienen raíces en
movimientos anteriores como Ocupa Wall Street, diversas luchas
ambientalistas, de defensa de derechos de mujeres y de trabajadores–
alimentan esta resistencia que aún busca cómo enfrentar una vez más lo
que King llamaba hace medio siglo
la feroz urgencia de ahora.
El presidente no tolera esta disidencia. La movilización nacional
después de su toma de protesta lo enfureció por su tamaño (mucho más
grande que los que llegaron al festejo oficial). Este domingo, 24 horas
después de las marchas en demanda de sus declaraciones tributarias, no
pudo evitar un tuit en el cual esencialmente acusó a manifestantes de
ser pagados por sus enemigos:
alguien debería indagar quién pagó para los pequeños mítines organizados ayer. ¡La elección ya se acabó!
Más aún, resulta que en el país que gobierna Trump, el político con
mayor aprobación popular es el senador y ex candidato presidencial
Bernie Sanders. Según una encuesta de Fox News (medio conservador pro
Trump) a mediados de marzo Sanders goza del mayor índice de aprobación
de cualquier político, con 61 por ciento, y la tendencia va mejorando
(Trump tiene 43 y la tendencia va empeorando). Este es un país muy raro:
vale recordar que una encuesta de Gallup el año pasado registró que la
mayoría (55 por ciento) de los jóvenes de entre 18 y 29 años tenía una
imagen positivadel socialismo, algo casi increíble en un país cuya cúpula se definió durante décadas como antisocialista.
Así, aun con el ruido ensordecedor de misiles y megabombas, la
promoción de políticas que asaltan a los más vulnerables de este país y
revierten el modesto avance en abordar el cambio climático, y de la
declaración de nuevas guerras contra derechos civiles y los inmigrantes y
refugiados, se escucha esa melodía, de ese acordeón, por todo el país.
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