“La
hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la
mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las
pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus
mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más
poderosos...”, escribió Ingmar Bergman, explicando el sentido del guión
de su película La hora del lobo (1968). Como en el clásico
filme del cineasta sueco, América Latina está viviendo ahora su propia
hora del lobo: ese paso de la esperanza posneoliberal y los sueños
emancipadores, a la pesadilla de la restauración conservadora.
En solo unas semanas, el peor de los escenarios se consumó: en Argentina, la derecha recuperó el bastión neoliberal argentino –el mejor “modelo neoliberal” de la década de 1990-; en Venezuela, merced a sus tácticas de guerra económico, guerra mediática y al desgaste del gobierno de Nicolás Maduro, arrinconó a la Revolución Bolivariana arrebatándole la mayoría en el parlamento, después de 17 años de dominio del poder legislativo. Y en Brasil, los golpistas tejen sus redes en la oscuridad de los pactos para sacar de la presidencia a Dilma Rousseff.
Los lobos no han demorado en mostrar su dentadura afilada: en Argentina, el presidente Mauricio Macri conformó un gabinete con ministros reclutados de las compañías multinacionales (los Chief Executive Officer). La CEOcracia, como ya la han denominado, se configura a partir de la designación –entro otros cargos- de las exdirectoras ejecutivas de General Motors en Aerolíneas Argentinas, y de IBM y Telecom en la Cancillería; y de los exdirectores de la petrolera Shell en el Ministerio de Minas y Energía, de LAN Argentina en la Jefatura de Gabinete, y del Deutsche Bank en la Secretaría de Finanzas. No menos agresivo y polémico es el nombramiento de Patricia Bulrich como responsable de la cartera de Seguridad: a Bulrich se le vincula con fundaciones de la derecha estadounidense y con la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En Venezuela, la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD), aupada por Fedecámaras y el capital extranjero, ha reclamado la derogación de un conjunto de leyes que representan conquistas claves del chavismo: la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, la Ley de Precios Justos (que fue la respuesta a la guerra económica de desabastecimiento de productos básicos), la Ley del Banco Central de Venezuela, el Código de Comercio, la Ley del Puerto Libre, la Ley de Tierras, la Ley de Emergencia de Vivienda y Terrenos Urbanos, la Ley Contra la Estafa Inmobiliaria y la Ley de Presupuesto Nacional del año 2016, que destina casi un 60% de los recursos a la inversión social.
Ahora bien, por más que la derecha celebre eufórica sus triunfos electorales, no lo tendrá nada fácil para gobernar: la sociedades argentina y venezolana se encuentran mejor organizadas hoy que hace veinte años, con más experiencias de movilizaciones sociales, de participación democrática y de protagonismo popular. Además, aunque debilitadas por los resultados adversos, el Frente para la Victoria (kirchnerismo) y el Partido Socialista Unido de Venezuela (chavismo) mantienen cuotas nada despreciables de representación en gobernaciones y en los parlamentos. Quienes piensen que los proyectos antinacionales y proimperialistas se impondrán sin trabas, probablemente subestiman a las organizaciones populares y a la conciencia social que, pese a todo, se logró elevar en estos años.
Sin duda, serán tiempos de resistencia los que se vienen para nuestra América, en un contexto mundial de crisis capitalista y de recrudecimiento de las opciones de fuerza, del militarismo de las potencias, de las tensiones entre los defensores del hegemonismo unipolar y el mundo multipolar que intenta abrirse paso. Y allí, una vez más, como tantas veces en nuestra historia, corresponderá construir desde abajo, caminar, acompañar y defender lo ganado. Como dijera el poeta Roque Dalton, “en la lucha social también los grandes ríos / nacen de los pequeños ojos de agua / caminan mucho y crecen / hasta llegar al mar”. Es ley de vida… aunque los lobos anden sueltos.
- Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
URL: http://connuestraamerica.blogspot.com/2015/12/la-hora-de-los-lobos.html
En solo unas semanas, el peor de los escenarios se consumó: en Argentina, la derecha recuperó el bastión neoliberal argentino –el mejor “modelo neoliberal” de la década de 1990-; en Venezuela, merced a sus tácticas de guerra económico, guerra mediática y al desgaste del gobierno de Nicolás Maduro, arrinconó a la Revolución Bolivariana arrebatándole la mayoría en el parlamento, después de 17 años de dominio del poder legislativo. Y en Brasil, los golpistas tejen sus redes en la oscuridad de los pactos para sacar de la presidencia a Dilma Rousseff.
Los lobos no han demorado en mostrar su dentadura afilada: en Argentina, el presidente Mauricio Macri conformó un gabinete con ministros reclutados de las compañías multinacionales (los Chief Executive Officer). La CEOcracia, como ya la han denominado, se configura a partir de la designación –entro otros cargos- de las exdirectoras ejecutivas de General Motors en Aerolíneas Argentinas, y de IBM y Telecom en la Cancillería; y de los exdirectores de la petrolera Shell en el Ministerio de Minas y Energía, de LAN Argentina en la Jefatura de Gabinete, y del Deutsche Bank en la Secretaría de Finanzas. No menos agresivo y polémico es el nombramiento de Patricia Bulrich como responsable de la cartera de Seguridad: a Bulrich se le vincula con fundaciones de la derecha estadounidense y con la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
En Venezuela, la llamada Mesa de Unidad Democrática (MUD), aupada por Fedecámaras y el capital extranjero, ha reclamado la derogación de un conjunto de leyes que representan conquistas claves del chavismo: la Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, la Ley de Precios Justos (que fue la respuesta a la guerra económica de desabastecimiento de productos básicos), la Ley del Banco Central de Venezuela, el Código de Comercio, la Ley del Puerto Libre, la Ley de Tierras, la Ley de Emergencia de Vivienda y Terrenos Urbanos, la Ley Contra la Estafa Inmobiliaria y la Ley de Presupuesto Nacional del año 2016, que destina casi un 60% de los recursos a la inversión social.
Ahora bien, por más que la derecha celebre eufórica sus triunfos electorales, no lo tendrá nada fácil para gobernar: la sociedades argentina y venezolana se encuentran mejor organizadas hoy que hace veinte años, con más experiencias de movilizaciones sociales, de participación democrática y de protagonismo popular. Además, aunque debilitadas por los resultados adversos, el Frente para la Victoria (kirchnerismo) y el Partido Socialista Unido de Venezuela (chavismo) mantienen cuotas nada despreciables de representación en gobernaciones y en los parlamentos. Quienes piensen que los proyectos antinacionales y proimperialistas se impondrán sin trabas, probablemente subestiman a las organizaciones populares y a la conciencia social que, pese a todo, se logró elevar en estos años.
Sin duda, serán tiempos de resistencia los que se vienen para nuestra América, en un contexto mundial de crisis capitalista y de recrudecimiento de las opciones de fuerza, del militarismo de las potencias, de las tensiones entre los defensores del hegemonismo unipolar y el mundo multipolar que intenta abrirse paso. Y allí, una vez más, como tantas veces en nuestra historia, corresponderá construir desde abajo, caminar, acompañar y defender lo ganado. Como dijera el poeta Roque Dalton, “en la lucha social también los grandes ríos / nacen de los pequeños ojos de agua / caminan mucho y crecen / hasta llegar al mar”. Es ley de vida… aunque los lobos anden sueltos.
- Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
URL: http://connuestraamerica.blogspot.com/2015/12/la-hora-de-los-lobos.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario