Opinión
El
6 de agosto de 1825, nacía la República de Bolívar en brazos de los
“doctores dos caras”, tiempo después Bolívar le contaría a Manuela
Sáenz, que en realidad le hubiera gustado que la nueva nación se
llamara Juana Azurduy. La comandante de América se enteró por
correspondencia, Manuela le daba una buena noticia, dentro de las
tantas malas que la Juana tenía. Juana murió pobre, odiada por haber
sido comandante de 5.000 indios y murió mientras los “dos caras”
preparaban el festejo del 25 de mayo. Nadie hablo de ella, la generala
de indios murió sola, trasladada por cuatro indios y un cura que tuvo
que hacer colecta para comprarle un ataúd sencillo, modesto, humilde,
humillante.
Bolivia nacía rica, por eso Tarija se anexaba
por voluntad propia para tratar de tener la riqueza de una nación
prospera, se equivocaron, en menos de 50 años Bolivia llego a tener los
índices de pobreza más pobres del continente. Los caudillos militares,
veían a Bolivia como su patrimonio particular. Bolivia vivía del
tributo indígena, los indios mantenían las arcas del Estado.
Este
hecho, silenciado sistemáticamente por la historia oficial, sigue
siendo la caja negra del racismo, del desprecio al indio, el indio no
era ciudadano, no podía serlo, era una idea contranatura y sin embargo
los indios ya habían gestado la guerra de la independencia antes que
los Voltaire y Rousseaus aparecieran por estas tierras. Tupac Amaru,
Tupac Katari, Tomas y Damaso Katari habían anunciado en 1781, 44 años
antes, que vivir libres era posible, que era posible ser
independientes, que era posible ser iguales y que era posible ser
fraternos. El criollaje se asustó, vio que sus valores básicos en una
sociedad colonial eran temerariamente puestos en cuestionamiento por
unos “monstruos humanos”.
Si en el derecho romano se dice
que el “res nullius” es la condición para apropiarse algo que no es de
nadie, los indios eran dueños de los cuatro puntos cardinales
Abyaylences, que desde el polo norte hasta el polo sur estaba habitado
por culturas donde “producir para vivir” contrastaba con “matar para
sobrevivir”, el encontronazo aún nos es desconocido, la historia nos
muestra hombres blancos y limpios llegando en barcos destellantes. La
otra historia nos dice que los europeos -para la época-, consideraban
que “bañarse” era una forma idiota de quitarse la pureza del hombre al
nacer, bañarse no era bueno para Dios, peor para los hombres, olían
horrible, despedían olores nauseabundos que solo eran posibles de
disimular con los bisabuelos del “chanel” y el “yanbal”.
El
nacimiento de la palabra “indios” puede deberse a una equivocación de
Colón, pero se debe más a la angurria del oro, a ese “estiércol del
demonio” que según el Papa Francisco conmina a la iglesia católica
entera, “Ante dios, pedir perdón por los pecados cometidos contra los
pueblos indígenas”. Esos pecados no son pocos, ni el perdón resuelve
los hechos y a fojas cero.
Los millones de indios
muertos, el saqueo sistemático y voraz del oro y la plata, las muertes
de mujeres sometidas al “despanzurramiento” abriendo los vientres de
las mujeres rebeldes se adelantan cinco siglos a las políticas de
control de natalidad desarrolladas por gringolandia y experimentada en
las tierras del sur del continente, y que en Bolivia se llamaba Alianza
para el Progreso. El exterminio de los indios ayer y hoy, tiene un
mismo lugar de origen y un mismo destinatario, todo aquel que tiene la
piel morena es pobre que merece el castigo de Dios, un Dios que de
forma terrenal se llama racista.
Lo indio puede que hoy
sea una señal de igualdad, pero sigue siendo señal de peligro, para
elites y amigos ideológicos de esas elites (que como los periodistas
mal pagados, defienden al patrón antes que a sus propios derechos).
Antes solía decirse indio para insulto rápido, los mismos indios dicen
“indios” a sus primos, como los negros insultando de “negros” a sus
semejantes, no podía ser más loca la lingüística del autodesprecio.
Indios
fue la palabra que libró de pecado al asesino, al angurriento, al
español vicioso que vino como conquistador y que hoy, en forma de
ideología, aún maneja muchos hilos perversos de acción política. Indios
fue la palabra -en 1492-, con la cual millones de seres fueron
convertidos en inferiores por el color de la piel, ya dos siglos antes
la iglesia había demostrado con pruebas de Dios, que las mujeres eran
inferiores por féminas (feminus, fe disminuida)
Y
sin embargo los indios existen, y en el caso de Bolivia, tienen un
gobierno que resuelve las viejas injusticias del Estado contra las
mujeres y los pueblos indígenas. Tienen a Evo Morales recomendando que
debemos recuperar la capacidad de soñar, de mirar desde cerca a lo
lejos, que no debemos quedarnos mirándole el dedo cuando él nos está mostrando las estrellas…
Hoy
6 de agosto hay mucho para reflexionar, pero fundamentalmente pensar la
economía política del desprecio, la semántica del poder racista., para
que no suceda nunca más, para construir dignidad cada día, cada día
tiene que ser un 6 de agosto.
Pasar de la hora cívica -con cumpleaños incluido- a la hora política de la verdad como camino.
¡Jallalla Bolivia!
¡Jallalla Qullasuyu Marka!
http://www.alainet.org/es/articulo/171555
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