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viernes, 14 de septiembre de 2012

Colombia: Los enemigos de la paz

La extensa cobertura de los grandes medios de comunicación al proceso de negociaciones de paz que ahora se inicia para llevar a su fin el largo conflicto militar en Colombia se ha centrado más en especular sobre las negociaciones que en el contenido de las mismas.
Para el diario español El País, por ejemplo, fue más importante un “desafiante” video clip de la guerrilla que el documento que recoge los acuerdos y la agenda del proceso, ignorado por ese periódico y prácticamente por todos los medios de prensa occidentales.
El hecho de que los dos primeros puntos de dicha agenda lleven el nombre de “Desarrollo agrario integral” y “Participación política” es un reconocimiento tácito al origen ecónomico y social del conflicto y a la necesidad de una transformación radical de la sociedad colombiana para que millones de excluidos tengan acceso a una vida digna, algo que desmiente la cobertura que esos medios han realizado de la guerra.
Parafaseando a Clausewitz, paz sin desarrollo social es la continuación de la violencia por otros medios. Los procesos de paz que tuvieron lugar en varios países de Centroamérica eliminaron la violencia política, mientras un entramado social donde el desempleo, la ausencia de servicios adecuados de educación y salud y carencias de todo tipo lanza a la los jóvenes a organizaciones criminales que para muchos son el único proyecto de vida a su alcance. En México, decenas de miles de vidas de pobladores humildes son sacrificadas por la guerra no declarada contra ellos por el proyecto neoliberal que ha convertido el narcotráfico en un estado paralelo.
La investigadora canadiense Naomi Klein cuenta en su libro “La doctrina del shock” cómo los revolucionarios sudafricanos, al negociar el fin del apartheid, dieron mayor prioridad a los aspectos políticos que a los económicos para después percatarse, con dolor, de que poco podían hacer desde el poder por cambiar las condiciones de vida de las mayorías por las que lucharon durante tanto tiempo. Hoy vemos rebrotar la violencia en las riquísimas pero empobrecidas zonas mineras de Sudáfrica.
En el punto uno de la agenda acordada entre el gobierno colombiano y las FARC están inscritas las raíces profundas de la guerra como vías hacia la paz: acceso y uso de la tierra, salud, educación, vivienda, erradicación de la pobreza, estímulo a la producción agropecuaria y a la economía solidaria y cooperativa. Busquen a quienes se han opuesto a ello en Colombia, América y el mundo y conocerán a los enemigos de la paz.
Iroel Sánchez Espinosa / CubAhora

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