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jueves, 13 de octubre de 2011

Chile, modelo en crisis y ofensiva estudiantil




Ángel Guerra Cabrera

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, vio subir su popularidad e imagen internacional como la espuma a raíz del espectacular rescate de los mineros chilenos y la descomunal cobertura mediática que recibió. Barack Obama elogiaba a la sazón el chilean way; el llamado modelo chileno –que ya crujía visiblemente– pareció tomar un segundo aire y volvió a ser mencionado a todas horas como ejemplo de eficiencia por los loros mediáticos. Pero exactamente un año después Piñera está asediado por los conflictos sociales y su popularidad va en picada, la más baja ya de un presidente chileno. ¿Cómo es posible, si la economía está creciendo a un ritmo del 6 por ciento anual y, según la revista Forbes, Chile es el mejor país para hacer negocios de América Latina y uno de los 25 mejores en el mundo?

Lo que no se menciona por la mafia mediática es que también Chile es uno de los países con más alta desigualdad social y menor tributación de los ricos por lo que ese crecimiento lo absorbe una exigua minoría. Una de las naciones con más alto grado de privatización del sistema educacional, sólo 40 por ciento de los escolares recibe educación en colegios públicos gratuitos mientras que en las universidades los estudiantes deben solicitar créditos para estudiar pues no existe forma de hacerlo gratuitamente. De modo que un universitario al concluir los estudios puede estar endeudado en hasta 30 mil dólares. El crecimiento excluye a los indígenas mapuches a quienes arrebata sus territorios para enriquecer a las trasnacionales, y sus beneficios no llegan a los trabajadores del cobre ni a otros muchos sectores populares hartos de la precariedad laboral y los abusos del gobierno y los empresarios.

La prolongada huelga estudiantil de secundaria y universidades en reclamo de la educación pública, ha sido un gran potenciador de las luchas de todos esos grupos, las entreteje y da mayor visibilidad, a la vez que recibe el firme apoyo de ellas. Como insisten sus líderes Camila Vallejo y Giorgio Jackson, el movimiento estudiantil se caracteriza por su transversalidad, al haber ganado también la adhesión de profesionales, intelectuales, artistas, ecologistas, feministas; en suma, de la mayoría de la población. No menos de 80 por ciento se pronuncia en las encuestas en favor de las demandas de estudiantes y profesores y 87 por ciento votó a favor de ellas en el reciente plebiscito ciudadano organizado por el Colegio de Profesores de Chile, incluyendo apoyar la creación de la figura legal que obligaría al gobierno a consultar a la ciudadanía todos los asuntos importantes.

La lucha de los estudiantes cumple ya cinco meses, con 37 grandes movilizaciones de cientos de miles de participantes, un paro nacional solidario de trabajadores con un amplio acatamiento y un ministro de Educación renunciado pero su sustituto, Piñera y demás miembros del gobierno no dan la más mínima señal de estar dispuestos a acceder a su demanda principal: que el gobierno central vuelva a administrar la educación primaria y secundaria, que se prohíba a las instituciones privadas lucrar con la educación y que se garantice en la Constitución el derecho a una educación pública y de calidad. El presidente llegó a elogiar al movimiento estudiantil en la Organización de Naciones Unidas y sus representantes han negociado con él pero sin mover sus posturas un milímetro y recrudeciendo cada vez más la represión policiaca.

Cuando el inquilino de la Moneda afirmó, refiriéndose al reclamo de educación gratuita que nada es gratis en la vida, Camila Vallejo le retrucó que esa postura tampoco le saldrá gratis a él. Es la reticencia del mandatario a la gratuidad de la educación, la nueva ley criminalizadora del movimiento estudiantil que pretende pasar su ministro del Interior y la suspensión de becas en algunas universidades lo que llevó a los estudiantes a romper las negociaciones con el gobierno. Sus dirigentes han convocado a nuevas movilizaciones, cacerolazos, asambleas barriales y carnavales populares, culminando con un gran acto el 19 de octubre en la Plaza Italia.

Camila ha llamado a los estudiantes a prepararse para una lucha larga con distintas modalidades pues no se puede estar tres años en paro. El movimiento es un abridor de nuevas alamedas que ha llegado para quedarse y sería el orgullo de Salvador Allende y Miguel Enríquez, dos ilustres chilenos que buscaban la revolución, aunque por distintos caminos.

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