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lunes, 20 de diciembre de 2010

Aguas políticas

American Curios
David Brooks
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El gobierno de Barack Obama promulgó una ley que extiende por dos años los recortes de impuestos para los más ricos de Estados Unidos, mientras el desempleo se ubicó en 9.8 por ciento en noviembre. En la imagen, un indigente recibe atención médica en Boston, MassachusettsFoto Reuters

Tal vez es el agua en Washington. Los representantes políticos del pueblo aprobaron un regalo de Navidad a los más ricos al aprobarse una ley que extiende los recortes de impuestos promovidos por el gobierno de George W. Bush a los más ricos, derrotaron un esfuerzo para legalizar a estudiantes inmigrantes que llegaron como menores de edad indocumentados, y mientras tanto los políticos han abandonado todo intento de reforma profunda de Wall Street, el origen de una crisis que ha dejado a millones sin empleo, sin techo, y sin esperanza y a la vez ha nutrido la xenofobia contra los inmigrantes.

Pero no todo ha sido perdido: los homosexuales y lesbianas ahora podrán abiertamente participar en las invasiones, intervenciones y batallas militares de Estados Unidos en lo que algunos consideran como un gran logro para el movimiento de derechos civiles gay.

El año político concluyó con el anuncio triunfante del presidente Barack Obama y el liderazgo republicano, de un acuerdo bipartidista que provocó un festejo navideño de los más ricos de este país, y casi nadie más. En el acuerdo, ya promulgado en ley por Obama, se extienden por dos años más los dramáticos recortes de impuestos para los ricos; todos aquellos con ingresos mayores de 250 mil dólares anuales, junto con una medida que mantiene un techo de 15 por ciento a impuestos sobre dividendos y ganancias sobre capital, muy por debajo de las tasas sobre el ingreso ordinario de los ciudadanos, y algo que beneficia a esa clase de especuladores financieros conocidos como hedge funds y otros.

Según un análisis del New York Times, el único sector que probablemente enfrentará un incremento de impuestos es el que está en la parte más baja de ingresos, los que ganan menos de 20 mil dólares anuales. A cambio, no se logró más que una extensión por 13 meses del seguro de desempleo (casi un millón estaban por perder esta última línea de rescate antes de la Navidad) para los que no han encontrado chamba. Hasta el momento no se ha escuchado gritos de felicidad y festejos por los más de 15 millones de desempleados, más otros millones mas de subempleados, al anunciarse este gran acuerdo para el bien de todos poco después de que el gobierno informó que la tasa de desempleo subió a 9.8 por ciento en noviembre.

Pocos días después, los mismos políticos en Washington fracasaron en aprobar un sueño para millones de estudiantes inmigrantes. El pasado sábado el Senado anuló la posibilidad de una iniciativa parcial de reforma migratoria al no lograr suficientes votos para promover el Dream Act que ofrecía una vía hacia la legalización para jóvenes que llegaron a este país sin documentos cuando eran menores de 16 años y que cumplieran los requisitos de ingresar a la universidad o servir por lo menos dos años en las fuerzas armadas. A pesar de que los demócratas mantuvieron mayoría en el Senado por la movilización del voto latino, que salvaron a varios políticos, incluido el propio líder demócrata del Senado, Harry Reid, de la derrota, y que a pesar de su desilusión con Obama en su fracaso de cumplir con su promesa electoral de una reforma migratoria integral y aceptaron por ahora su compromiso en promover el Dream Act, la clase política en Washington decidió anular el sueño de una educación para millones de jóvenes y sus familias (ver artículo de Jorge Durand, “Adiós al Dream Act” en La Jornada del sábado: www.jornada.unam.mx/2010/12/19/index.php?section=opinion&article=022a1pol).

Mientras tanto, los políticos, empezando por Obama, han decidido dejar el gallinero en manos de los zorros (lobos). El rescate y reforma de Wall Street se dejó desde el inicio de este gobierno en las manos de Lawrence Summers y el secretario del Tesoro Timothy Geithner, ambos con profundos vínculos profesionales e ideológicos con los dueños de Wall Street. Pero ahora, la Comisión sobre la Crisis Financiera, entidad bipartidista establecida para examinar las causas de la crisis financiera y económica y así ofrecer un diagnostico y receta para la reforma culmino con nada, dividida por líneas partidarias, con los republicanos insistiendo que el gobierno y la regulación, y no los bancos, fueron el origen del problema, a pesar de la masiva evidencia de lo contrario. De hecho, el repesentante republicano Spencer Bachus, quien será el presidente del Comité sobre Servicios Financieros, declaró hace un par de semanas que en Washington, la perspectiva es que los bancos deben ser regulados, y mi perspectiva es que Washington y los reguladores están ahí para servir a los bancos, reporta el economista Paul Krugman en su columna en el New York Times. Krugman concluye que la crisis no llevó a una renovación de la regulación bancaria como respuesta a los hechos como se esperaba sino lo que mostró es lo que ocurre cuando una ideología respaldada por enorme riqueza e inmenso poder enfrenta hechos inconvenientes. La respuesta es, los hechos pierden.

Pero eso sí, los políticos dieron un triunfo a los que promueven los derechos gay cuando aprobaron una iniciativa permitiendo que los gay sirvan, abiertamente, en las filas militares de este país. Ahora podrán, abiertamente, invadir y ocupar a otros países y defender a Estados Unidos de sus enemigos, aun si éstos también resultan ser gay (aunque tal vez aún en el clóset).

Tal vez una explicación de lo que ocurre en Washington está en el agua. Resulta que el agua potable de la capital está contaminada de plomo. La agencia federal Centro de Control y Prevención de Enfermedades informó que el agua en casi 15 mil hogares de Washington que fueron supuestamente reparados en un esfuerzo masivo para remover tubos de plomo podrían sufrir aún de altos niveles de contaminación de ese metal, reportó el Washington Post. Peor aún, se confirmó que niños en Washington fueron expuestos al envenenamiento de plomo entre 2000 y 2006. ¿Pero el plomo no afecta también a los cerebros de políticos?

Aguas con las aguas políticas en Washington.

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