Katu Arkonada
En poco más de tres meses,
el 6 de diciembre, se celebrarán las elecciones parlamentarias en
Venezuela. Las anteriores se celebraron el 6 de diciembre de 2015 y la
oposición obtuvo mayoría gracias a la abstención de 2 millones de votos
chavistas que decidieron quedarse en casa y no votar.
Pero las circunstancias hoy son otras y el chavismo se encuentra
unido después de haber sorteado infinidad de ataques políticos,
económicos y militares provenientes del imperialismo estadunidense y sus
cipayos locales, ataques intensificados desde la autoproclamación de
Guaidó el 23 de enero de 2019.
Es por eso que el ala más radical de la oposición venezolana,
agrupada en el llamado G4 (Voluntad Popular de Leopoldo López, Primero
Justicia de Henrique Capriles, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo)
planea, con el apoyo de Estados Unidos, boicotear el proceso electoral y
reactivar la movilización en la calle.
Fuentes colombianas con acceso a funcionarios estadunidenses y a
líderes de oposición venezolanos, conocieron de una reciente reunión por
videoconferencia celebrada entre miembros de la oficina externa de EU
para Venezuela en Bogotá (VAU) y varios líderes opositores del G4
encabezados por Leopoldo López, presidente de Voluntad Popular. En dicha
reunión se ultimaron procedimientos para sabotear las elecciones de
diciembre.
Sin embargo, llama poderosamente la atención que a esa reunión no
asistió Juán Guaidó, por tanto parece que el eje y apoyo estadunidense
se inclina de nuevo hacia alguien con credenciales violentas como el
líder de Voluntad Popular.
En esa reunión Leopoldo López, ya con experiencia en el sabotaje
violento, pidió a cada partido del G4 que procediera de inmediato al
reclutamiento de 100 mil voluntarios con el objetivo de movilizarlos
previamente pero sobre todo, el día de las elecciones, para abarcar
todas las mesas electorales del país.
La fuente que asistió a la reunión revela que, según explicó Leopoldo
López, los voluntarios deben tener la capacidad de manipular y
documentar irregularidades reales y supuestas ocurridas en el proceso,
por ejemplo, el uso de recursos del Estado por parte del PSUV y partidos
afines. Otros objetivos son demostrar una baja afluencia de votantes,
evidenciar violaciones de las fuerzas del Plan República, participar
decisivamente en la desmovilización del voto, y algo que es clave,
realizar actividades de protesta y
resistencia civilpara entorpecer tanto el voto oficialista como de los sectores dialogantes de la oposición que legitimarían la nueva Asamblea Nacional.
El G4 no va a participar en la contienda electoral, por tanto su
objetivo parecer ser documentar a partir de su propia injerencia para
luego intentar convencer a la comunidad internacional de lo
antidemocrático del proceso. El reto además es que eso sirva para
convencer al antichavismo de lo acertado de una estrategia que los va a
dejar fuera de la próxima AN.
Pero el líder del G4 fue más allá, planteando un objetivo más
ambicioso de 200 mil voluntarios que les permitirían tener unos 25
activistas por cada centro de votación, sugiriendo tomar como base el
número de voluntarios levantado para la fracasada operación de
ayuda humanitariaque pretendieron introducir de Colombia a Venezuela en febrero de 2019.
Richa Bhala, funcionario de la VAU, responsable de operaciones de
contrainteligencia desde su cargo de vicecónsul de la embajada de
Estados Unidos en Islamabad (Pakistán), aceptó con elogios la propuesta
insistiendo en la necesidad de ampliar la plataforma opositora. Por su
parte, Rafael Foley, jefe de la oficina externa de Estados Unidos para
Venezuela en Bogotá, insistió en que el G4 debe pasar de una oposición
más o menos estructurada a una organización de resistencia y
desobediencia civil que trascienda los cuatro partidos políticos
opositores.
Al parecer y según las mismas fuentes, próximamente verá a la luz un
llamamiento por parte del G4 que buscaría sumar nuevas fuerzas a una
nueva plataforma opositora.
Si bien parece que la estrategia de boicot pasa de nuevo por la
violencia, una vez dejado atrás el efecto Guaidó, que resultó ser un bluf
que cohesionó al chavismo, en la nueva plataforma opositora continuarán
confluyendo las mismas contradicciones y aspiraciones de los partidos
políticos tradicionales, que no han logrado unirse en torno a nada, más
allá de su odio al chavismo y su subordinación a Estados Unidos.
En cualquier caso, el 6 de diciembre está marcado con rojo en la
agenda de la oposición venezolana, que buscará dar un nuevo paso en su
intento de derrocar al chavismo.
Pase lo que pase en las elecciones estadunidenses, pues aunque no
gane Trump permanecen los mismos intereses que llevaron a Obama a firmar
una orden ejecutiva declarando a Venezuela peligro para la seguridad
nacional de Estados Unidos, en 2021 comienza un nuevo capítulo de la
revolución bolivariana y chavista que resiste en la defensa de su
petróleo y soberanía nacional.
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