Ángel Guerra Cabrera
¡Fuera Áñez! es la demanda que
se ha impuesto en la actual movilización popular de protesta en
Bolivia. Hace escasamente una semana la exigencia era: ¡Elecciones, ya!,
que se cumpliera con la convocatoria para la fecha del 6 de septiembre,
pactada en su momento por las organizaciones políticas y el Tribunal
Supremo Electoral (TSE). Rechazar la nueva posposición de los comicios
para el 18 de octubre adoptada por el TSE, la tercera, con la excusa de
proteger a la población contra el coronavirus, sin haber realizado
ninguna consulta a las fuerzas políticas y al movimiento popular. Como
ya relaté en este espacio ( La Jornada, 30 de julio, Opinión),
contra la posposición del acto electoral fue convocada una movilización y
cabildo abierto en la ciudad de El Alto por la Central Obrera Boliviana
(COB) y el Pacto de Unidad (reúne a los movimientos sociales campesinos
e indígenas), que dio un plazo de 72 horas al TSE para que repusiera la
elección el 6 de septiembre o de lo contrario se decretaría una huelga
general y bloqueos carreteros hasta que se accediera a su petición. El 3
de julio fueron aplicadas las medidas anunciadas por la COB y los
movimientos sociales, que pese a haberse reunido durante horas con el
órgano electoral no han logrado que éste adelante la fecha de las
elecciones. Y es que el presidente del TSE ha obedecido hasta ahora las
órdenes de Áñez. Las bases de la COB, del Pacto de Unidad y otras
fuerzas sociales se sienten ninguneadas por el gobierno de Áñez, que les
provoca el mayor hartazgo y rechazo por la evidente intención de la
autoproclamada de perpetuarse en el poder, haber desmantelado y saqueado
las empresas públicas, cerrado de manera arbitraria el curso escolar y
por su desastroso manejo de la pandemia desoyendo los consejos del
Colegio Médico, incluyendo una escasez de medicamentos básicos y
corrupción escandalosa en las compras sanitarias, como 500 ventiladores
que no se sabe dónde están.
Conviene recordar que Áñez se autoproclamó presidenta
interina, en violación del texto constitucional, el 12 de noviembre de 2019, pero aceptó más adelante cumplir con una agenda pacificadora y convocar a elecciones el 5 de mayo de 2020. Recordemos, desde entonces ha habido tres posposiciones con el pretexto de la pandemia.
¿Cómo se fraguó el golpe de Estado que entronizó a Áñez? Estados
Unidos y la derecha local realizaron una serie de acciones, previas y
posteriores a las elecciones de octubre de 2019, para hacer creer a una
parte de la población urbana, mediante una delirante campaña mediática
nacional e internacional, que las elecciones serían fraudulentas y para
alentar en las clases medias urbanas el racismo antindígena y, por
consiguiente, demonizar la gestión de Evo Morales. Más adelante,
promovieron un burdo montaje a cargo de Luis Almagro, secretario general
de la OEA, para arrojar un velo de duda sobre la transparencia del
proceso electoral y exigir que se realizaran nuevos comicios. Extremo
aceptado por Evo, pese a saber que era una acción del imperio para
derribar el proceso de cambios, pero en el intento de cortar la espiral
de violencia salvaje que la derecha había lanzado contra funcionarios de
su gobierno y sus familiares. Pero ya era indetenible el golpe de
Estado, organizado por poderosos intereses económicos y geopolíticos
locales y del imperio del norte ansiosos de acabar con una Bolivia
independiente, próspera y de justicia social y de apoderarse de sus
recursos naturales, entre ellos el litio. Contaron con el respaldo de la
policía y muy especialmente del ejército, cuerpos cuyos jefes
literalmente compraron con una millonada. Esto aseguró una violenta
represión por los militares de la oposición indígena y campesina al
golpe y condujo a las sangrientas matanzas en Senkata y Sacaba.
La situación actual es muy explosiva pues el régimen de Áñez está
sumamente debilitado por todo lo ya expuesto. Tanto, que la señora no ha
firmado hasta hoy el decreto que exige el comandante de las fuerzas
armadas para actuar contra las protestas. El miércoles se daba a conocer
que las fuerzas políticas, incluyendo el mayoritario MAS de Evo Morales
habían acordado aprobar en el Senado y Cámara de Diputados una ley
fijando las elecciones cuando más hasta el 18 de octubre, como fecha
única y definitiva, con participación de veedores de la ONU, la Unión
Europea, la Defensoría del Pueblo y otras organizaciones nacionales. Si
esto se aprobara faltaría saber la opinión de la COB y de las fuerzas
que están en los bloqueos, con los que habría que negociar esta salida,
pues hasta el momento muchos siguen pidiendo la renuncia de Áñez.
Aislada y deslegitimada, la señora no controla la situación. El problema
para Washington y la derecha boliviana es que, según las encuestas,
Luis Arce, candidato del MAS, ganaría las elecciones en primera vuelta, a
menos que lo invaliden para competir. Se abre un compás de espera donde
no está excluida la posibilidad de un autogolpe golpe cívico-militar,
como ha denunciado Evo Morales.
Twitter: @aguerraguerra
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