José Steinsleger
En la semana previa a
la primera manifestación en España contra el uso obligatorio de la
mascarilla en la vía pública, y de otras medidas adoptadas por el
gobierno socialdemócrata de Pedro Sánchez para tratar de contener la
propagación del Covid-19, Miguel Bosé transmitió en su cuenta de
Twitter:
¡Nos quieren matar!…
¡que nos dejen vivir!.
Un día después, en Buenos Aires, la coalición derechista Juntos por
el Cambio (macrista), convocó a una concentración anticuarentena frente
al Obelisco. Entre los numerosos comentarios sobresalió el de una señora
de 91 años:
Ojalá tengamos vacuna, pero no una que te impongan. Quiero elegir. Si me guío por lo que dicen, está en manos de corruptos. Quiero elegir la vacuna que me puedo poner.
En el uno y otro caso… ¿miedo, ignorancia o ambas cosas a la vez? Se
supone que Bosé es un hombre ilustrado, aunque en sus declaraciones haya
venido alertando contra “…el dominio global propiciado por la ‘Alianza
Mundial para la Inmunización y la Vacunación’ –sic–)”, y oponiéndose a
la vacuna, el
gobierno mundial 5G(sic), y la
alianza España-Bill Gates(sic).
Si mal no recuerdo, el uruguayo Juan Carlos Onetti decía que le
bastaba recorrer las páginas de un periódico, para concluir que la
estupidez humana era inmortal. Bien. Pero ahora, varias vacunas vienen
en camino, y tras cinco meses de confinamiento el mundo real sonríe.
Mientras que el delirante, totalmente aislado, murmura, intriga y
difunde boludeces en las redes antisociales.
Buen récord de la ciencia, en comparación con las consecuencias de la
peste negra o peste bubónica que en el siglo XIV diezmó la población
europea, junto con el consecuente impacto emocional que terminó
reformulando las formas de sentir la religión, y las cosas de la
sociedad.
Con todo, la eventual desaparición del Covid-19 difícilmente podrá
evitar las enseñanzas que el virus ha instalado en el imaginario
popular. En primer lugar, la innegable evidencia de que sólo el Estado
(y una fuerte voluntad política), garantizan la lucha eficaz contra la
pandemia.
En Argentina, tras asumir los costos de la
tierra arrasadalegada por el gobierno neoliberal de Mauricio Macri, el presidente Alberto Fernández (AF) frenó la espiral inflacionaria, y estableció políticas con fines redistributivos: aumentos de sueldo, prohibiciones de despidos, moratorias fiscales, regulaciones en el sistema bancario.
Para los analistas de Página 12 Delfina Rossi y Juan Ignacio
Campos, la pandemia del Covid-19 ha movilizado alternativas como el
impuesto a las grandes fortunas, el ingreso básico universal, y la
necesidad de aceitar los mecanismos del estado regulador y de la
justicia: Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), programa de asistencia
al trabajo y la producción (ATP), otorgamiento de créditos bancarios a
tasas reales negativas, refuerzo del sistema de salud.
No obstante, los miedos y la ignorancia continúan siendo el caldo ideal de los “ anticuarentenxs” y “ terraplanerxs”, manipulados por la extrema derecha.
Los primeros hablan de
infectadura, o dictadura de los infectólogos. Básicamente, el supuesto avance de un eventual
gobierno mundialliderado por Bill & Melinda Gates (y que incluye la vacuna con un chip para controlarnos), y el
sionismo internacional. Que estarían representados por el filántropo, especulador y magnate George Soros, dueño de la fundación,
Open Society.
El proyecto “ argenmex” para producir la vacuna contra el
Covid-19 fue presentado por ambas naciones en la reunión de ministros de
la Celac. Y el desarrollo estará a cargo de la Universidad de Oxford,
el laboratorio AstraZeneca (la segunda mayor farmacéutica de Gran
Bretaña, que lleva muchos años de operaciones en Argentina), en un
convenio de colaboración con la Fundación Slim que pemitirá la
manufactura de un mínimo de 150 millones de dosis para América Latina.
Las empresas que participan de ambas naciones son Grupo Insud y
Laboratorio Liomont. La sustancia activa será hecha en Argentina, la
cual se exportará a México para su envasado, terminado, distribución y
exportación al resto de la región.
Me quedé pensando en la señora anticuarentena de Buenos Aires. A
diferencia de Miguel Bosé ella sí quiere ponerse una vacuna. Claro,
siempre y cuando pueda
elegir. Una vacuna (primero Dios), que no haya sido producida por gobiernos
populistasy
totalitarioscomo los de Argentina y México.
Del rockero León Giecco:
es un monstruo grande y pisa fuerte / toda la inmensa inocencia de la gente.
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