Cuando
de niños leíamos o escuchábamos noticias sobre posibles guerras
virales, nunca se relataban los oponentes. A diez meses del primer brote
de coronavirus, los oponentes siguen siendo difusos, aunque los
ganadores del capital están a la luz pública. La pandemia no es
solo un concepto médico, hoy es sobre todo geopolítico, económico,
filosófico, psicológico, cultural, ideológico, educativo, comunicativo y
atraviesa la estructura de la sociedad para entrelazarse con las
dinámicas objetivas y subjetivas de la reproducción.
Una
fortaleza de la teoría de la dependencia de orientación marxista es la
exposición de la creación de la desigualdad entre los centros y las
periferias. La división internacional del trabajo subordina la periferia
a la producción de materias primas y población laboral barata, mientras
los centros monopolizan la dominación del valor agregado. Las
dimensiones de la dependencia son múltiples, al igual que las de la
pandemia: económicas, políticas, culturales, ideológicas, sociales,
educativas, comunicativas. Las naciones y poblaciones periféricas son
subsumidas, al igual que la naturaleza. Los centros imperialistas
planifican bajo la dictadura global digital la conservación universal de
la hegemonía. La coacción militar, comercial, impositiva limita la
acción de los Estados subordinados. Los intelectuales latinoamericanos
analizaron las otras modernidades y propusieron diferentes
formas para superar la dependencia. La estrategia periférica de
Industrialización por Sustitución de Importaciones dio resultados
parciales en las naciones que la aplicaron, sobre todo México, Brasil y
Argentina, pero en estos días se necesita pensar en una perspectiva postpandémica. La modernización neoliberal anuló varios probables proyectos. Ahora, la estructura de la dependencia, configurada en siglos, está atravesada por la pandemia. Vivimos los síntomas de una mezcla entre las dos: la pandependencia.
Las
corporaciones farmacéuticas generan ganancias exorbitantes a través de
la producción de sus mercancías. Los fármacos en el mundo capitalista
tienen como intención primaria la producción de ganancias y sólo como intención secundaria
la curación de las enfermedades. Las farmacéuticas más grandes del
mundo: Roche, Bayer, Pfizer, Abbot, Merck, Sanofi, Novartis, Celgene,
GSK (GlaxoSmithKline), Abbie obtuvieron 42.9 billones de dólares de
ganancias en 2019. Solo Roche, entre el año 2018 y 2019, incrementó su
valor en el 8% y su valor de mercado en 6.9 billones [CITATION Bus19 \l
12298 ]. En 2020 continúan al mismo ritmo de crecimiento. Entre estas se
encuentran las empresas productoras de vacunas más grandes del mundo:
GSK, Merck, Pfizer, Sanofi, CSL, Emergent, Mitsubishi Tanabe Pharma,
Sinovac. GSK, la más grande, obtuvo, en 2019, 8.326 millones de euros
por producir vacunas[CITATION Mar203 \l 12298 ].
Más de
170 proyectos combaten por la aprobación en distintos niveles de las
vacunas contra el SARS-CoV2. Esta competencia se ha convertido en una
verdadera guerra comercial. Rusia de inicio ofreció que su vacuna sería
gratis, como un principio ético para enfrentar la pandemia; la población
mundial está a la espera de que así sea. China envía sucesivos créditos
hacia los países periféricos para que puedan comprar insumos y la
futura vacuna. Trump negocia para EEUU la compra de lotes enteros de
medicamentos y vacunas. China y EEUU están preocupados más por los
precios de venta internacional y la monopolización del negocio, que por
una solución efectiva, gratuita y responsable.
Como dije
en otro artículo, la vacuna segura para el coronavirus puede asemejarse a
la sonrisa de Gagarín cuando completó el primer viaje tripulado por un
humano a espacio exterior terrestre. Países y medios de comunicación
occidentales han abierto un cuestionamiento a la vacuna rusa, aunque
occidente usa tecnologías similares. La vacuna rusa, la de Oxford y la
de EEUU tienen similitudes tecnológicas standard, se distancian por las
composiciones de laboratorio y decisiones administrativas de cada
nación. En todo caso, los compuestos de la Sputnik V ya fueron usados
años antes contra el Ébola y el MERS-CoV y es parte del grupo de las
vacunas vectoriales artificiales (RT, 2020).
La
anticipación de la vacuna rusa ha causado oposición sobre todo en EEUU y
de menor modo en Europa. EEUU, siendo la mayor potencia mundial, ha ido
a la zaga del tratamiento político, económico y sanitario de la
pandemia. Potencias como China y Rusia demuestran mayor organización, al
igual que ciertos países emergentes: Vietnam y Corea del Sur. Un Estado
pequeño y bloqueado como Cuba ha ayudado a tratar el virus en varios
países de Europa; Cuba está ya probando su propia vacuna. Es concluyente
que la guerra de las vacunas tiene objetivos geopolíticos de control,
manipulación, dominio, subordinación y alianzas a futuro. La guerra de
las vacunas es una herramienta que instrumentaliza las desigualdades. El
coronavirus fue usado políticamente para acabar con las movilizaciones
globales y económicamente para la pandependencia temporal.
20/08/2020
https://www.alainet.org/es/articulo/208579
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