Foro Social Mundial
Fuentes: Rebelión - CLAE
Otro mundo es posible: ese fue el disparador que enamoró a
quienes luchaban en contra de la injusticia y la destrucción del
planeta, pero obviamente lo que se intentaba era evitar este mundo de la
financiarización y el despojo mundial. El Foro Social Mundial (FSM)
pasó a ser desde 2001 y por varios años un punto de encuentro de los
movimientos sociales contrarios a la globalización neoliberal y se
constituyó en voz alternativa a las directrices del Foro Económico
Mundial de Davos.
Casi dos décadas después, algunos de los históricos fundadores
convocaron a replantear objetivos y evaluar potencialidades. Pero hoy
lamentamos la ausencia de varios de los pensadores críticos que le
dieron fuerza al Foro, desde nuestro Eduardo Galeano, pasando por José
Saramago, Samin Amin, Immanuel Wallerstein, Francois Houtart, Samuel
Ruiz. Eso habla también de la falta de renovación del pensamiento
crítico (o de la falta de su difusión y socialización)
«¿El Foro Social Mundial, que celebra su vigésimo aniversario en
2021, es sólo un espacio abierto o puede, debería ser, también un
espacio de acción? Esta cuestión ha sido discutida durante años en su
Consejo Internacional y hasta ahora no hubo posibilidad de llegar a una
conclusión”, señala el manifiesto de los fundadores.
El Foro Social Mundial todavía tiene un gran potencial para darle voz
y ayudar a los movimientos a poner sus alternativas en un contexto
global donde los nuevos discursos y prácticas puedan converger. Es por
eso que pedimos un “renovado foro social mundial”, agrega..
“Nos enfrentamos a una crisis global multidimensional; se necesita
acción a nivel local, nacional y global, con una articulación adecuada
entre ellos. El FSM es el marco ideal para promover esta acción. De eso
se trata esta iniciativa», concluye el documento
Desanclarse del pasado
Durante muchos años, muchos “progresistas”, anclados en el pasado,
trataron de sortear las críticas a la realidad del FSM. Hace un par de
años señalábamos que muchos habián tomado posturas cercanas a la máxima
que dice que “en una fortaleza sitiada, la crítica es traición” (lo
único fuera de debate son los principios). Las dudas siguen vigentes:
continuar dentro del FSM para introducir estos debates tan necesarios o
construir otra herramienta y en ambos casos, con quién.
Claro, todo ésto en plena ofensiva neocolonial y en un declive del
progresismo a nivel latijoamericano y mundial, una mirada conservadora
impuesta por los medios hegemónicos y las redes sociales, y el temor de
algunos “organizadores” a perder a sus patrocinantes.
Estamos a la puerta del efecto de las nuevas tecnologías en la
sobrevida de los trabajadores y la economía, así como las noticias
falsas (fake news), la posverdad y la inteligencia artificial, lo que
hace necesaria un nueva agenda, pero manejada desde el sur. Claro, de
todo esto ni se hablaba en 2001 en Porto Alegre…
Señalábamos que el comité brasileño nunca quiso dejar el poder en un
modelo anárquico abstracto basado quizá en la visión de las comunidades
de base católicas brasileñas, sin ninguna relación con la realidad. Y el
Comité Internacional, de personalidades, siguió manejado por pequeños
grupos y figuras que más allá del altermundismo, representan a ONG
(algunas a sueldo), cada una de ellas con líneas y propósitos tan
concretos como propios, y muchas veces apenas a sí mismos.
Nueva agenda, nuevas formas
La única posibilidad de reflotarlo es para que vuelva a ser un
espacio de acción (y no sólo de debate) que incida en el mundo, reviendo
su carta de principios acorde a la realidad de un mundo peor que el de
hace 20 años, poniéndose acuerdo sobre los temas a debatir, incluyendo
el cambio climático, las migraciones, las guerras, la deuda externa, el
dominio de las nuevas tecnologías, las finanzas especuladoras, la enorme
desigualdad, el hambre, los modelos de desarrollo.
En el foro de San Salvador, por ejemplo, ni se habló del cambio
climático. Se impusieron los temas canalizados por ONG europeas y
estadounidenses, interesados en temáticas que no son urgentes ni
importantes para nuestras sociedades, pero que cuentan con
financiamiento para su organización.
Durante mucho años, el discurso de la horizontalidad se contradijo
permanentemente con el autoritarismo y la manipulación desde las
estructuras del poder del FSM), más entusiasmadas en organizar eventos
(todo es eventual, no hay continuidad ni seguimiento de los temas y
debates) entre convencidos, que dar la pelea por el pensamiento crítico
anticapitalista.
Recordamos que cuando los movimientos políticos comenzaron a
acercarse al Foro, se hizo todo lo posible para alejarlos, con la excusa
de evitar la contaminación. Y nuestros presidentes progresistas no
fueron bienvenidos. E incluso, recordemos, el grupo brasileño impidió
que el Comité Internacional emitiera un comunicado contra el juicio
político a la presidenta Dilma Rousseff. Ni siquiera se defendió la
democracia.
En los primeros foros, por ejemplo, el panel que se organizó sobre la
Utopía demostró la necesidad del debate, de la batalla de ideas, en la
guerra cultural contra el capitalismo y las fuerzas neocoloniales.
Hace unos años, las personalidades que dieron vida y prestigio al FSM
coincidían en señalar la profunda crisis, como indicaban las cifras y
la falta de repercusión y entusiasmo, e insistían en la necesidad de dar
paso a una horizontalidad siempre inclusiva y transparente, pero
aceptando que es necesaria un mínimo de organización y estructuración.
Desde el comienzo del proceso se insistió (desde los medios
alternativos) en la necesidad de que se crearan instrumentos para
compartir con los que no concurrían a los foros Pero el FSM fue quedando
con iniciativas endogámicas: de cada Foro no llegó nada de las
experiencias al resto del mundo.. Hoy los medios electrónicos hacen
posible lo que hace 20 años era impensable.
El antiguo diseño del FSM es facilitador de la fragmentación, de que
cada panel crea que lo más importante es su lucha y no la que dio origen
al mismo, la necesidad de inventar un mundo diferente, justo,
equitativo, de paz, de respeto a la naturaleza. Como decía Galeano en
los setenta, mientras algunos hacen la revolución, Brigitte Bardot lucha
en defensa de las ballenas azules…
En más de tres lustros, el FSM corrió los peligros como la
rutinización, la oenegización, la cooptación, la burocratización, la
falta de participación de movimientos reales, la dispersión, la
infiltración, el copamiento. Y esta realidad lo confirma. En medio de la
crisis sistémica del capitalismo, con una crisis climática, política,
social, sanitaria, migratoria, alimentaria sin precedentes, se insistía
en apostar a la tan mentada horizontalidad, que solo beneficia al
pensamiento único y al inmovilismo.
El FSM ha perdido peso e influencia en nuestra región, quizá porque
aquellos movimientos sociales que llevaron a nuestros presidentes
reformistas al gobierno, desaparecieron de las calles, porque también
ellos fueron cooptados (y burocratizados) para tareas del gobierno y los
movimientos desmovilizados.
Hoy muchos otrora altermundistas buscan foros sobre temas que tienen
interés para ONG europeas y estadounidenses y huyen de los temas
acuciantes para el futuro de su propia gente, quizá para no perder la
gimnasia forista… y su financiamiento.
El desafío es saber hacia dónde caminar, con quién caminar. Decía Antonio Machado que “no hay camino, se hace camino al andar”.
Aram Aharonian: Periodista y comunicólogo uruguayo.
Mágister en Integración. Fundador de Telesur. Dirige el Centro
Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) y preside la Fundación
para la Integración Latinoamericana (FILA).
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