Al
finalizar el 2018 se habrán celebrado más de una decena de comicios en
América Latina –entre ellos cinco elecciones presidenciales–, es por
ello que las noticias sobre sondeos de intención de voto están a la
orden del día. Las encuestas son el método más generalizado para
intentar arrojar algo de luz sobre las preferencias del electorado. Sin
embargo, muchas veces erran con un amplio margen –o en forma reiterada
por una escasa diferencia– en sus tendencias. Estos “errores” levantan
suspicacias acerca de la intencionalidad e imparcialidad de las
encuestadoras y sus dueños.
Es
sabido que la opinión pública es permeable a los sondeos de opinión,
por ello en muchos países se ha puesto coto a la reproducción de dicha
información variando, según cada país, entre una o dos semanas previas a
la cita electoral. Paradójicamente, la teoría de que el voto, por lo
general, termina de definirse en las dos semanas previas a las
elecciones resta fiabilidad a priori –o al menos obliga a matizar– a las tendencias esbozadas en las distintas encuestas.
Las
formas más comunes en las que se influye en el electorado son a modo de
profecía autocumplida, es decir una predicción que, una vez hecha, es
en sí misma la causa de que se haga realidad. El mejor ejemplo en este
sentido es el hecho de que liderar las encuestas otorga un plus, ya que
ser percibido como posible ganador es un elemento fundamental en una
elección de voto estratégico. Sin embargo, no es la única. Las encuestas
son capaces de incidir en el comportamiento del electorado a partir de
la difusión de escenarios electorales, en los cuales el “voto útil” se
vuelve clave para interpretar el resultado final. Caso a caso,
los “errores” en los resultados de las encuestas reiteran que algo no
funciona del todo bien en las metodologías y los fines de las mismas.
Paraguay, construcción del relato del arrase
El ambiente electoral de los recientes comicios presidenciales estuvo
signado por la desconfianza en el sistema electoral. Los resultados
arrojados en la contienda evidenciaron la altísima brecha con los
sondeos de las principales encuestadoras, incluso con las cuestionadas
encuestas a boca de urna el día de los comicios.
El
margen de error de las encuestas puede generar disonancias entre
resultados y predicciones de aproximadamente 3 %, pero brechas de más de
10 puntos, especialmente en boca de urna, son difíciles de asimilar
como erratas o sorpresas. Más si se dan en escenarios de alta tensión
política y fuerte cuestionamiento de las instituciones oficiales.
A
dos semanas de las elecciones, el relato instalado por los medios fue
de contundente triunfo del candidato colorado sobre la coalición
opositora, por más de 30 puntos de diferencia. A catorce días de las
elecciones, el dueño de la empresa EcoDat llegó a afirmar que: “En lo
que respecta a las candidaturas a la Presidencia y Vicepresidencia, ya
son prácticamente el 90 por ciento de votos duros, por lo cual, el
resultado de las elecciones generales debería ser irreversible”1.
La empresa encuestadora más difundida en Paraguay, First Análisis y Estudios -de Francisco Capli- fue una de las que mayor diferencia marcó hasta el final entre ambos candidatos2.
Durante el acto electoral, los últimos sondeos en boca de urna de Capli
adjudicaron más de 10 puntos de ventaja al candidato colorado, siempre
con el aval comunicacional del diario ABC Color.
Tanto
Francisco Capli como Enrique “Taka” Chase, dueño de la encuestadora ICA
(Instituto de Comunicación y Arte), tienen historial en acusaciones de
complicidad con facciones del Gobierno colorado para manipular encuestas
a cambio de concesiones del Estado. En 2007 fueron públicas las
denuncias acerca de la manipulación de los sondeos en las internas del
partido oficial. La jefa de campaña del Movimiento Vanguardia Colorada
denunció a estas empresas por manipular sondeos de opinión a cambio de
contratos de más de 300 millones de guaraníes3.
En
los últimos días, las acusaciones que vinculan a Capli con el equipo de
campaña del candidato colorado se han acentuado, al punto que el
senador liberal Luis Alberto Wagner lo acusa de haber recibido 1.000
millones de guaraníes por intervenir en los resultados mediante la
manipulación de encuestas. Wagner afirma que se trata de “un sistema de fraude continuado que empieza con la falsificación de encuestas electorales” 4, en las que Capli tiene un rol protagónico.
De
acuerdo con el sistema de Transmisión de Resultados Electorales
Preliminares (TREP), el candidato del Partido Colorado, Mario Abdo
Benítez (MAB), ganó con una diferencia de 3,7 % y fue proclamado
presidente, sin haberse finalizado el escrutinio oficial y ante sendos
cuestionamientos del sistema de conteo rápido. Varios líderes de la
oposición, entre ellos, Efraín Alegre (EA), denunciaron la falta de
correspondencia entre las actas y se abocaron a su revisión5. Se prevé que el resultado oficial del reconteo sea dado el 31 de mayo6.
Costa Rica, erratas de 1era y 2da vuelta
En
las elecciones presidenciales costarricenses ocurrió un fenómeno
demoscópico similar al caso paraguayo, aunque con el plus de que también
se erró en el pronóstico de primera vuelta. Las principales
encuestadoras colocaron en el 3er lugar a quien resultase el ganador
definitivo de las elecciones: el candidato por el Partido Acción
Ciudadana (PAC), Carlos Alvarado. Tanto CID Gallup como Demoscópica
daban por ganador al candidato del partido tradicional (Partido de
Liberación Nacional -PLN-) Antonio Álvarez Desanti, quien finalmente
quedó en 3er lugar y fue excluido de la segunda vuelta.
Al
presidente electo de Costa Rica solamente lo dio ganador la encuesta
del Instituto de Estudios Sociales en Población (IDESPO) –52 % a 29 %,
la más cercana a lo que definitivamente ocurrió– y la segunda de las
tres mediciones hechas por el Centro de Investigación y Estudios
Políticos (CIEP) por un ínfimo 2 %. Por el contrario, la encuesta de CID
Gallup, las otras dos mediciones del CIEP y las siete realizadas por
Opol, señalaban el triunfo del candidato evangélico del Partido
Renovación Nacional (PRN), Fabricio Álvarez.7
Las
encuestas de Opol fueron difundidas por el diario digital Elmundo.cr.
Tanto la empresa Opol como el medio Elmundo.cr se vieron envueltos en
una serie de cuestionamientos sobre la vinculación de sus directivas8,
e incluso el director de Opol, Mauricio Muñoz, fue acusado de abierta
filiación al partido del pastor Fabricio Alvarado. El escándalo se
desató por las redes sociales y supuso la cancelación de la publicación
de la última encuesta de esta empresa consultora.9
Finalmente
ganó Carlos Alvarado con el 60,66 % de los votos (más de 20 puntos de
diferencia), resultado que dejó muy lejos de la mínima veracidad los
datos generados por las encuestadoras, especialmente en la segunda
vuelta.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de las consultoras
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de las consultoras
Honduras, los datos de la sospecha
Tras graves acusaciones de fraude y luego de más de 15 días de escrutinio, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Honduras dio
por ganador al entonces presidente Juan Orlando Hernández con una
votación de 42,9 % sobre el 41,4 % obtenido por el candidato por la Alianza de Oposición, Salvador Nasralla10.
Menos de 1,5 % de diferencia, mientras las semanas anteriores las
principales encuestadoras del país habían arrojado un promedio de más de
20 puntos de diferencia a favor de Juan Orlando Hernández. La firma
encuestadora costarricense, CID Gallup, permanentemente dio por ganador a Hernández.
Durante
la última semana de campaña, CID Gallup aventajó a Hernández con el 37 %
de intención de voto mientras Nasralla apenas obtendría un 22 % según
esta empresa ya cuestionada por presuntos vínculos con la maquinaria del
candidato oficial11.
La
empresa Paradigma adjudicó a Hernández el 40,72 % sobre el 24,7 % para
el candidato de la coalición. Asimismo, Moreno Resaerch dio por ganador a
Hernández con 48,2 % contra un 23 %. Sólo la encuestadora de Radio
Globo proyectó un resultado favorable para Nasralla, con 32 % de los
votos contra 26 % de Juan Orlando Hernández.
Con
la acusación nacional e internacional de fraude a cuestas, el resultado
oficial se diferenció exponencialmente de los números que las
encuestadoras difundieron hasta el último momento, lo que evidencia una
ejecución errática que dista, en gran medida, de la supuesta veracidad
de los sistemas de medición demoscópica.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de las consultoras.
Venezuela y la polarización en medidas
Las
más recientes elecciones en Venezuela, específicamente la elección de
la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) en julio de 2017 y las
elecciones regionales de gobernadores en octubre del mismo año,
patentizaron la aguda polarización que atraviesa la sociedad venezolana,
reflejada en los dispositivos de medición y consulta social que se
desenvuelven en el país. Lejos de alcanzar cierto equilibrio entre los
dos sectores que polarizan la contienda (chavismo y oposición), se
reiteró la uniformidad de los resultados arrojados por la mayoría de las
empresas encuestadoras, todos desfavorables al Gobierno bolivariano,
además de la brecha en puntos con respecto al resultado final.
En
un clima de fuerte tensión social y violencia callejera, la elección de
la ANC generó gran expectativa sobre el nivel de participación
ciudadana. Los líderes de la oposición al Gobierno se abstuvieron de
participar, por lo que el objeto de medición de resultados se centró en
el nivel de afluencia a las urnas. De once encuestadoras, sólo dos
(Hinterlaces e ICS) mostraron resultados no abstencionistas, el resto
–nueve encuestadoras–, arrojaron no más de 20 % de intención de voto. No
obstante, la participación alcanzó el 41,53 %, sumando 8.089.320 de
votos -lo que equivale a 20 puntos de diferencia con respecto a las
predicciones de las principales encuestadoras-.
Elaboración propia a partir de datos de las consultoras y datos oficiales del CNE
Las
elecciones regionales de octubre de 2017 se realizaron en un clima de
abierto ataque y deslegitimación del sistema electoral por parte de la
oposición al Gobierno. Sin embargo, esta vez sí incorporaron candidatos a
la contienda. Las empresas encuestadoras mostraron
de nuevo resultados adversos al Gobierno por más de 25 puntos. Voceros
de la oposición hicieron declaraciones permanentes en medios asumiendo
el triunfo de la mayoría de las gobernaciones del país. El resultado
electoral marcó otra ruta: el Gran Polo Patriótico (GPP) ganó 18
gobernaciones mientras que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) sólo
5. Los sondeos habían publicado resultados muy distintos, adjudicándole a
las MUD entre 13 y 23 gobernaciones.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de las consultoras
En
cuanto a los votos obtenidos por cada coalición, la diferencia entre
los resultados fue de más del 25 %, situación que reforzó la matriz de
fraude y deslegitimación de la autoridad electoral instalada como parte
de la campaña de la oposición.
Ecuador, cuestión de empresarios
En
los sondeos previos a las elecciones presidenciales ecuatorianas de
2017, una consultora mantuvo un error de cálculo en favor del candidato
opositor, Guillermo Lasso. En al menos tres mediciones –e incluso en el
boca de urna– Cedatos aventajó al banquero ubicándolo en primer lugar en
intención de votos. El cuadro a continuación evidencia la disonancia de
Cedatos con respecto al resto de los estudios de intención de voto.
Fuente: elaboración propia en base a datos púbicos de las encuestadoras y resultados oficiales del CNE
En
marzo de 2017, un portal electrónico publicó un trabajo de
investigación en el cual se evidenciaban los vínculos comerciales entre
la empresa LIVERCOSTAS S.A. –según la Superintendencia de Compañías,
Valores y Seguros bajo la administración de Iván Fernando Correa
Calderón– y Cedatos. De acuerdo al informe, la consultora recibió un
monto de 30.485,60 dólares en calidad de honorarios por los servicios de
“Estudio flash. Intención de voto de segunda vuelta.” Correa Calderón
fue vicepresidente ejecutivo del Banco de Guayaquil durante varios años y
jefe de campaña de Lasso en 201312.
Luego de las elecciones, la denuncia fue presentada ante la Justicia,
sin embargo el caso fue sobreseído en diciembre del pasado año.
Argentina y Brasil y la construcción de los escenarios de la competencia
En
el caso de las encuestas presidenciales brasileñas debemos distinguir
los fenómenos fortuitos de aquellos propios de la coyuntura y de la
delimitación del escenario político. En las mediciones de cara a la
primera vuelta electoral se distinguen dos momentos, cuya divisoria de
aguas es el mes de agosto. La prensa –en especial Folha de S. Paulo,
con su propia empresa de sondeos electorales DataFolha– proyectó la
imagen de Marina Silva como la heredera de Eduardo Campos (PSB), una vez
que éste muriera en un accidente aéreo en agosto 2014. El 30 de agosto
de dicho año, la portada del periódico paulista auguraba: “Marina crece y
empata con Dilma”. Noticias de esta índole se repetirían durante el mes
de septiembre, avaladas por las principales consultoras del país.
A
diferencia de los casos anteriores, la estrategia parece basarse en la
equiparación de contendientes. Las más importantes encuestadoras fueron
mostrando la tendencia a una caída en la preferencia de Marina Silva y
el crecimiento de Aecio Neves (PSDB). Como se puede ver en los gráficos,
de cara a la primera vuelta, hasta el día anterior, si bien por un
margen muy limitado, todavía no estaba claro quién iría a la segunda
vuelta, si Marina Silva o Aecio Neves.
Ahora
bien, una vez que la coalición liderada por el PSDB pasó a la segunda
vuelta con su candidato, la campaña se organizó en términos de
contraste, donde la “pureza” de la fórmula –candidatos a presidente y
vice eran del PSDB, algo inaudito puesto que siempre habían compuesto
fórmula con otros partidos– juega a favor de una polarización que ayuda a
la oposición (considerando también la variable de los 12 años de
gobierno previos que entraban en el balance que caía sobre Dilma
Rousseff, la candidata oficialista). Las primeras encuestas post primera
vuelta mostraban a Aécio Neves con ventaja, y así sucedió hasta muy
cerca del día de la votación. Sin embargo, resultados finales dieron
como ganadora a Dilma Rousseff, gracias a un vuelco durante la última
semana y media, y donde fue clave una activación social
participacionista que no estaba demasiado proyectada de antemano.
Fuente: Elaboración propia en base a los datos de encuestadoras
Hay
un dato previo, fundamental, que se repite también en el caso
argentino, donde las encuestadoras funcionan menos como un coro, pues
hay usualmente más discrepancias pero igualmente realizan la misma
función: condicionar las percepciones de determinados segmentos
electorales generando los “escenarios de la competencia”. Al igual que
las primeras mediciones comparativas entre Sergio Massa y Mauricio Macri
en la elección presidencial del 2015 respecto de sus posibilidades de
vencer al candidato oficialista en el balotaje –con ventaja para el
primero–, en Brasil Marina Silva también aventajaba a Aécio Neves en un
supuesto balotaje ante Dilma Rousseff, al inicio de la campaña.
Es
importante resaltar el hecho de que tanto Sergio Massa como Marina
Silva resultaban fundamentales para el comienzo de la campaña: retenían
votos “peronistas” y “petistas”, respectivamente, trasnformándolos en
opositores, de forma tal que no robustecieran la candidatura de Daniel
Scioli o de Dilma Rousseff, -justamente para que éstas no partieran de
una situación irreversible desde el punto de vista de su distancia-. El
sostén argumentativo era que tanto Marina Silva como Sergio Massa, eran
“la/el única/o que podían vencer en un balotaje al candidato
oficialista”13.Tanto
es así que, en el transcurrir de la campaña presidencial, las caídas de
sus estimaciones son bastante similares lo que lleva a pensar en una
misma dinámica: construir el escenario electoral con tres segmentos,
generando interés por un sector que lleve al balotaje a la opción mas
confrontativa y acentúe el contraste. Los números de las encuestas en
Brasil (2014) y Argentina (2015) son muy similares.
Chile y el error muestral del bipartidismo clásico
A
diferencia de los casos de Honduras, Paraguay, Ecuador o Venezuela,
donde todo indica que se fuerza una orientación en el resultado de los
sondeos, o de los casos brasileño y argentino, donde hay una comprensión
de la naturaleza en tres tiempos de las disputa electoral y, por lo
tanto, se trata de construir escenarios diferentes a condicionar, el
caso de Chile presenta errores muestrales funcionales a reforzar los
segmentos previamente establecidos de la competencia electoral
presidencial, con formato bipartidista.
En
el caso de Chile, aquél partido que representaba un modelo alternativo a
la lógica neoliberal fue deliberadamente subestimado en las encuestas.
Si en la realidad hay tres segmentos competitivos, las encuestas se
empecinaron en mostrar tan sólo dos. En la mayoría de los sondeos
previos a las elecciones del 2017 el bipartidismo chileno parecía gozar
de excelente salud y no presentar grietas. Y, sin embargo, una vez
contados los votos, la diferencia entre Guillier y Beatríz Sánchez fue
escasísima, muy distinta a la gran distancia –de entre 10 y 15 puntos–
registrada por las encuestas. Ni una sola encuesta se anticipó a este
escaso margen.
A modo de cierre
La
comparación de los resultados en la mayoría de las contiendas
electorales de América Latina con los pronósticos mostrados por las
principales empresas encuestadoras de la región, da cuenta de una
reiterada tendencia al error, no ya de márgenes de 1 a 3 % como suele
preverse en el campo de la demoscopia, sino de largos y altisonantes
fallos de incluso 20 y 30 puntos de diferencia.
Resulta
alarmante la sistematicidad de la tendencia errática que se expresa en
el mapa regional. Cabe la pregunta no sólo sobre la actualidad de
métodos y perspectivas de abordaje en el campo de las mediciones de
opinión, sino sobre el rol de intenciones y finalidades políticas que
subyace a las encuestas como parte de un engranaje complejo de
operaciones para incidir en los resultados electorales.
En los casos abordados se manifiestan tres efectos de manipulación:
- Inducción de opinión por arrastre: “lo que piense la mayoría gana”.
- Construcción de escenarios que generen polarizaciones de tipo “todo o nada”.
- Exclusión total de terceras opciones.
Además,
estallan en el tablero de las contiendas los cada vez más visibles
vínculos entre empresas encuestadoras, medios de comunicación y
empresarios cercanos a opciones políticas, lo que vicia las mediciones
desde su origen.
El
juego de las encuestas ataca directamente a la democracia pues asfixia
el campo decisor de los ciudadanos en base al poder de difusión de
profecías engañosas que suelen allanar el camino para la instalación
total de narrativas (con todo el peso de la mediocracia) a favor de una u
otra opción.
Si
bien la difusión de encuestas suelen prohibirse a dos semanas antes del
acto electoral, es vital la necesidad de regular con mayor énfasis la
normativa sobre mediciones y sondeos para no continuar ampliando las
distorsiones que ya comienzan a verificarse en torno a la manipulación
de la voluntad ciudadana.
1https://www.lanacion.com.py/destacado_edicion_impresa/2018/04/08/tres-de-cuatro-encuestas-dan-ganador-a-abdo-frente-a-alegre/
3http://www.ultimahora.com/capli-y-chase-hacen-millonarias-encuestas-el-gobierno-n66286.html
4http://www.nanduti.com.py/2018/05/02/francisco-capli-delincuente-afirma-senador-wagner/
5https://twitter.com/EfrainAlegre/status/988786218728075265
6http://www.dw.com/es/paraguay-oposici%C3%B3n-denuncia-fraude-electoral/a-43517327
8http://contexto.cr/costa-rica/politica/2018/03/28/secayo-el-antifaz-de-elmundo-cr-y-opol-consultores-s-a-mauriciomunoz-y-yamileth-angulo/
9http://elperiodicocr.com/opol-suspende-publicacion-de-encuesta-tras-ser-vinculada-con-propaganda-del-prn/
10https://elpais.com/internacional/2017/12/18/america/1513557348_630202.html
11https://www.telesurtv.net/bloggers/Elecciones-en-Honduras-barbarie-o-fin-del-golpismo-20171112-0006.html
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