Elecciones en Colombia, México y Venezuela definen geopolítica regional
Asistimos a un momento
estelar de grandes posibilidades de cambios de la realidad económica y
política en el concierto de las naciones del mundo y particularmente en
Latinoamérica y el Caribe; factibilidad de nuevos realinderamientos que
posibilitan continuar con la construcción de un mundo pluripolar y
multicéntrico. La imposición de los intereses globales imperiales, a la
cabeza de EE.UU, y respuestas de potencias emergentes, como Rusia y
China, indican que el mundo está interconectado y los movimientos de
unos y otros impactan en cada región, pero igualmente las decisiones
soberanas de naciones independientes inciden en la geopolítica.
La
agenda imperial norteamericana ha estado cruzada por la decisión de
crear y desarrollar guerras en diversas regiones del globo intentando
mantenerse como la fuerza militar hegemónica en el mundo y recuperar
posiciones políticas y económicas perdidas por errores estratégicos y
tácticos que priorizaron la guerra para acelerar el extractivismo y la
diplomacia de la fuerza, el garrote, el chantaje y las armas, para
mitigar la crisis interna y la crisis del capitalismo imperial. En
nuestra región ha sido evidente y reiterado su fracaso político por
frenar el avance del proceso bolivariano que en un corto período de
tiempo echó raíces profundas.
El fracaso Militar del golpe de
abril de 2002 en Venezuela conducido por EE.UU le llevó a buscar otras
formas de debilitar y frenar el proceso conducido por Hugo Chávez,
involucrando a numerosos países de la región, desarrollando todas las
estrategias de guerra en Venezuela y en los países que comparten
procesos democráticos. En sus movimientos hay varios objetivos, primero,
aniquilar la revolución bolivariana y su modelo político; segundo,
frenar el avance democrático popular en los países de la región;
tercero, aniquilar la nueva arquitectura organizativa geopolítica
regional y reimplantar la OEA. No ha podido concretar ninguna de estas
decisiones. Más aún, lo que ha obtenido son nuevos reveces y derrotas,
pasando por el fracaso militar en los bombardeos recientes a Siria, el
estruendoso fracaso político y diplomático en la VIII Cumbre de las
Américas y lo que es peor realización de la reciente cumbre de los
mandatarios de Corea del Norte y Sur, que terminó acercando a estos
países más a Rusia y a China que a EE.UU.
En la región avanzó
un movimiento democrático con Venezuela como cabeza, muy conectado con
los movimientos sociales y populares, producto de ello es UNASUR, CELAC,
ALBA, pero no logró ser monolítico, afianzarse. Esto le permitió a
EE.UU su paulatina recuperación e intervención, robusteciendo su
posición en Colombia, recuperando Honduras (2009), Paraguay (2012),
Argentina (2015) y Brasil (2016) y, promoviendo ahora en Nicaragua la
contrarrevolución, postergándose de esta manera lo que veíamos como
serios indicios de cambio de época desde la región. El movimiento
democrático de naciones latinoamericanas y caribeñas no lograron
consolidar el nuevo modelo político-económico, pero Norteamérica, con
todo su poderío concretado en estrategias de muerte, tampoco ha podido
consolidar sus propósitos, lo que indica que es posible revertir en la
región la arremetida imperial, neoconservadora fascista y de derecha y
pasar a un período de ofensiva democrática y popular que consolide la
paz y la estabilidad en la región.
Las elecciones
presidenciales en Venezuela y Colombia son la última gran batalla que
enfrenta el imperio por terminar de consolidar la correlación de fuerzas
a su favor y de esa manera ocupar todas las posiciones en la región,
este asalto final culmina con la contienda electoral en México. Los
resultados de las encuestas electorales son favorables a los cambios
democráticos y populares, a los sectores progresistas, pero para frenar
este avance incontrovertible Norteamérica y la burguesía de derecha y
ultraderecha nacionales ha desatado, en esta coyuntura electoral como
estrategia, la guerra en Colombia y Venezuela de la manera más descarada
y despiadada dejando al descubierto su Agenda Neocolonial de Muerte,
Despojo y Exclusión con una campaña de estigmatización, terror y miedo
bajo la mirada cómplice de la OEA y ONU.
La flagrante violación
de los Derechos Humanos en Colombia que arroja en plena campaña
electoral, en el último trimestre, con 56 asesinatos, 140 amenazados y
2500 desplazados indica que los diálogos de paz en Colombia han tenido
un propósito único, desarmar, desmovilizar y aniquilar la insurgencia y
al movimiento social, estos diálogos han estado inscritos en la
estrategia de guerra imperial. Santos planificó con Uribe el plebiscito
del NO y también se comprometió, en compensación por el triunfo del NO,
en NO presentar candidato presidencial por el partido de gobierno para
sumarse al candidato del uribismo, que hoy es Iván Duque, para que éste
dé la estocada final a los acuerdos de la Habana y cierre el proceso con
la insurgencia del ELN. Cómo explicar que un novel de paz, presidente
de la república, con un sólido partido de gobierno, no presente un
candidato presidencial que recoja, concrete y continúe su programa de
gobierno.
Este momento estelar de nuestra
historia requiere de hombres y mujeres comprometidos y audaces que, sin
abandonar sus postulados ideopolíticos, sean capaces de sumar para
frenar el inmediato escenario de muerte y desolación que sobrevendrá, no
solo en Colombia sino en toda la región, en el evento que el uribismo
asuma la presidencia. Hay que ser pragmáticos, realizar un profundo
esfuerzo de renunciar a prejuicios y preferencias naturales en aras de
causas superiores, la nación. Los resultados de las encuestadoras nos
pueden ayudar a tomar decisiones en este momento clave para el presente y
el futuro de nuestro país y la región. Las estadísticas no son
adversas, son antihegémónicas y antiimperiales, indican que Nicolás
Maduro es la Alternativa el 20 de mayo próximo en Venezuela (Primer
asalto), que Gustavo Petro está repuntando para el 27 de mayo en
Colombia (Segundo asalto) y López Obrador el 1 de julio en México
(asalto final). Esta es la vía para concretar un nuevo período para la
paz, la lucha contra la corrupción y por la autodeterminación de los
pueblos, que contribuya a ir consolidando un mundo multipolar y
pluricentrico que asegure una Latinoamérica humana, en paz, en
prosperidad.
Invito a la migración colombiana en Venezuela y en
el mundo a apostar a los cambios democráticos y populares que están en
ciernes e invito a los inmigrantes del mundo a solidarizarse con los
cambios en México, Colombia y Venezuela. Nuestra condición de
inmigrantes, refugiad@s y exiliad@s obedece a políticas nefastas
imperialistas y esto nos ubica de un lado en esta contradicción. No
podemos dar la espalda en este momento clave; permitir que el imperio y
sus aliados avancen en la región es aceptar nuestra situación y la
guerra total en Colombia, la invasión a Venezuela, la agudización de la
crisis humanitaria en México; es negarnos las posibilidades de paz y de
retorno con dignidad. Construyamos un Frente Amplio Democrático y
Popular con los que y alrededor de los que repuntan en las estadísticas,
que están comprometidos con la paz, la lucha contra la corrupción, la
autodeterminación de los pueblos y un mundo multipolar y pluricentrico.
No estoy insinuando que estamos en el fin de la historia, la lucha de
clases y la ideología (Fukuyama), NO¡ Estoy afirmando que en este
período hay que asegurar una alianza interclasista, amplia, ganar ganar,
que nos asegure la estabilidad, la gobernabilidad y nuevas condiciones
para procesos de acumulación y construcción de alternativas. Aseguremos
el triunfo, el presente es nuestro.
Jesús Rafael Gamarra Luna. Vocero Corriente Bolivariana Guevarista
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