CELAG
El 2018 presentará más de una decena de citas electorales para Latinoamérica[1]
y las iglesias neo-pentecostales (o evangélicas como se les conoce
popularmente) tendrán una participación relevante en la mayoría de los
países de la región, luego de algunas décadas de instalación como
mediadores de la fe, de la mano de su “centro espiritual” situado en los
Estados Unidos[2] .
Aunque su accionar es relativamente nuevo, hablar de la participación
política de las religiones no es una novedad. Es extensa la historia de
la iglesia católica como agente cohesionador y reproductor de la cultura
colonial sobre el sentido común de la población, de su influencia en
los debates políticos de la formación de los Estados-Nación
latinoamericanos[3] , y de su ascendencia sobre las élites dominantes de las instituciones gubernamentales.
El poder adquirido por estas iglesias neo-pentecostales y su creciente
influencia en las elecciones, lleva a preguntarse por las razones de su
relevancia política, y también por cómo han desafiado el poder simbólico
y político de la iglesia católica; o cómo y por qué llegaron a
participar de la política con candidaturas propias o aliadas de los
partidos políticos. Interrogantes que se avivan ante las evidencias de
la efectividad y visibilidad de su participación electoral, apoyados por
sus redes de feligreses, y con la creciente capacidad económica,
comunicacional y logística que les permite una agenda electoral
conservadora, funcional al neoliberalismo y contraria a derechos y
libertades republicanas[4].
La primera pista para responder estos “misterios” surge de comprender
el vacío dejado por los partidos políticos a partir de la crisis de
representatividad vivida en los años ´90, luego de décadas de
frustraciones sociales por la mediocre gestión gubernamental, por la
corrupción, por la falta de voluntad organizativa y por los efectos
negativos del neoliberalismo para amplios sectores poblacionales. Al
desembarcar desde los Estados Unidos en los años ‘80, los
neo-pentecostales encontraron una masa de ciudadanos deslaboralizados,
sin esperanzas y sin contención política.
Han tenido mayor
éxito en esa relación de fe y política en aquellos países donde la
crisis de los partidos devino en confusión, en empresas electorales y en
severas debilidades institucionales, en especial en Centroamérica,
Brasil, Colombia y Perú, donde su poder fue in crescendo al
punto de ser actores principales de las elecciones presidenciales y
parlamentarias. Mientras que su performance electoral es baja en los
países que lograron transformaciones políticas con anclajes fuertes de
cultura política militante, como en Venezuela, Argentina, Uruguay o
Bolivia.
Partidos políticos débiles, iglesias fuertes
La crisis de los partidos políticos en América Latina desatada en los
años ´90, tuvo rasgos organizativos y de representación de intereses
sociales, muchos de los cuales no se sobrepusieron y abandonaron la idea
clásica de mediar las necesidades individuales y colectivas de grupos
sociales (aunque sólo fuera mera retórica), para convertirse en
estructuras empresariales en las cuales los votos y las adhesiones no
son políticas, sino transacciones de costo-beneficio –es decir,
mercantiles-, para las cuales se requieren inversiones millonarias y
mediaciones comunicacionales ligadas a las estrategias de ventas, con
menos anclaje en convicciones ideológicas o filosóficas. Una situación
que deja el terreno expedito para que las propuestas basadas en la fe
neo-pentecostal intervengan para llenar de contenidos (religiosos) el
espacio vacío que dejó la política abandonada por los partidos en los
años de impulso neoliberal.
En ese escenario, las iglesias
neo-pentecostales con su trabajo de convencimiento individual en
búsqueda de feligreses, con respuestas “sagradas” a distintos problemas
individuales/existenciales, se instalaron en territorios logrando
cercanía con la comunidad, cabalgando sobre el descredito de la iglesia
católica y generando nuevas expectativas de salvación, lo cual se
trasladó al terreno electoral en forma de orientaciones del sentido
común religioso “representándoles” de forma directa en los parlamentos.
La fe en el momento oportuno
La ofensiva neoconservadora en Latinoamérica incluye, como parte de su
doctrina, el señalamiento negativo a la restitución de derechos y
libertades civiles, ligándola al detrimento de la familia y “las buenas
costumbres”. Un discurso efectivo por ser difícil de disputar, al estar
basado en creencias bíblicas, concebidas como estáticas y ahistóricas
establecidas, de una vez y para siempre, por una deidad. Sus líderes o
pastores, parlamentarios o candidatos presidenciales, utilizan en su
discurso político pasajes bíblicos para justificar sus posturas
anti-progresistas, como quedó en evidencia en el papel jugado por
Eduardo Cunha en el golpe parlamentario contra Dilma Rousseff en Brasil[5]
, o por las acciones de la senadora Viviane Morales y el pastor Miguel
Arrázola en contra del Acuerdo de Paz en Colombia, o en las propuestas
electorales de Fabricio Alvarado, candidato presidencial en Costa Rica[6] .
El mejor ejemplo del giro conservador del electorado quedó evidenciado
en los sondeos de cara a las presidenciales costarricenses, los cuales
ubicaron al candidato del Partido Restauración Nacional, representante
de la iglesia neo-pentecostal, primero en intención de voto. Su salto
cualitativo de los últimos lugares en las encuestas a candidato favorito
se debió a su férrea oposición al matrimonio entre personas del mismo
sexo, en el contexto del fallo de la CIDH a favor del mismo. Alvarado se
ha destacado en su labor parlamentaria por sostener posturas
conservadoras, pronunciándose en contra del aborto, el matrimonio
igualitario, la fertilización in vitro, entre otras[7].
En Brasil, la mayoría de los candidatos presidenciales buscan
estrategias para congraciarse con el electorado evangélico. Los grupos
adherentes a la fe pentecostal representan a casi un tercio de la
población, de acuerdo a la medición de Datafolha[8], lo que resulta decisivo a la hora de definir la elección. A su vez, analistas como Antonio Lavareda[9]
destacan que el voto evangélico adquirirá un mayor peso en las
elecciones de 2018 debido al fin de la financiación privada de campañas.
Mientras tanto, se hizo evidente el aumento exponencial de
pentecostales tanto en el Congreso como en el número de representantes
electos en las elecciones Municipales de 2016, especialmente en la
periferia de las regiones metropolitanas. Es por ello que recientemente,
muchos aspirantes presidenciales como el gobernador de São Paulo,
Geraldo Alckmin (PSDB) y el ministro de Finanzas, Henrique Meirelles,
han buscado acercarse a las iglesias pentecostales.
Robson
Rodovalho, fundador y presidente del Ministerio Sara Nossa Terra
explicita su posición: “Lo que nosotros entendemos que la sociedad
anhela hoy es un candidato que esté comprometido con la cuestión del
liberalismo de mercado (…) y al mismo tiempo que sea conservador en los
valores, la familia natural, el hombre y la mujer, en la vida, en contra
de la cuestión del aborto”[10].
El diputado Jair Bolsonaro (PSC-RJ) quien se encuentra segundo en las
encuestas de intención de voto, también ha despertado la simpatía de
creyentes gracias a bautizarse en el río Jordán (Israel) por las manos
del pastor Everaldo Pereira.
Una fe parlamentaria
En Perú, la influencia en el Parlamento de los grupos pentecostales
también es notoria, especialmente representada por el fujimorismo. El
sector evangélico ha demostrado una gran capacidad de actuación conjunta
para cumplir sus objetivos. Su primera votación en bloque fue en
diciembre de 2016, a favor de la censura[11]
al entonces ministro de Educación, Jaime Saavedra, por lo que ellos
consideran “ideología de género”. Posteriormente, el autodenominado pastor evangélico ,
José Linares, declaró que el Congreso se había comprometido a censurar y
remover del cargo a la entonces ministra de Educación, Marilú Martens,
sucesora de Saavedra. Finalmente, su deseo se concretaría el 17 de
septiembre del pasado año[12]. Los cinco legisladores que conforman el bloque evangélico participan y tienen una postura a favor de la campaña “con mis hijos no te metas”[13] -movimiento
ciudadano de origen limeño que surge a fines de 2016 como respuesta a
las políticas públicas del Gobierno en lo concerniente a la
implementación del “enfoque de género”-.
El argumento de la
ideología de género también los llevó a votar en contra de retirar los
beneficios penitenciarios para los condenados por violación. Si bien
estuvieron a favor en la votación inicial de marzo, en junio se
opusieron al señalar que el título del proyecto hacía referencia a la
“violencia de género”. Junto a ellos, otros dieciocho legisladores
acompañaron su voto. La participación neopentecostal en el Congreso ha
variado, sin embargo el mayor número de legisladores evangélicos se
registró en los ´90, cuando Alberto Fujimori colocó catorce diputados y
cuatro senadores feligreses.
Cuando la Paz y la fe entran en controversia
El caso colombiano ejemplifica el modo en que las iglesias evangélicas
ganaron terreno real y simbólico en la región. Mientras la iglesia
católica se convirtió en un actor institucional con arraigo de las
élites económicas y las clases medias-altas, las iglesias
neo-pentecostales llevaron a cabo un trabajo más vinculado a comunidades
alejadas y pobres, por su labor misionera, apoyada e impulsada desde
EE.UU., como forma de contención social. Esto traería aparejado un
cambio estratégico de los partidos de la derecha política que
históricamente gravitaban en la iglesia católica[14].
La crisis de institucionalidad partidaria de finales de la década del
´90 evidenció la necesidad de un acercamiento entre los partidos de la
derecha política (en especial de la conservadora) y las iglesias
neopentecostales que movilizaban, ya para entonces, amplios sectores
despolitizados y socialmente marginados. Esta alianza logró imponer un
sentido común en las clases populares de la defensa –a ultranza– de la
familia, creando constructos y marcos como la ya mencionada “ideología
de género” y campañas como “ con mis hijos no te metas ”. De esta
forma, la derecha en su disputa logró culpabilizar a la izquierda o a
perspectivas progresistas de todo aquello que pudiera “dañar” al núcleo
central de la sociedad.
El creciente poder de las iglesias
neopentecostales en Colombia ha resultado definitorio en procesos
políticos claves para el país a lo largo de la última década -sus
resultados más recientes se hicieron evidentes en el plebiscito por la
Paz del 2 de octubre de 2016-. El eje articulador del progresismo
colombiano para disputar el sentido a la derecha fue la Paz. No
obstante, en diferentes momentos la derecha eclesial encontró la forma
de torpedear todo intento de posicionar este eje discursivo,
potencializando el discurso de la familia como forma de desvirtuar los
Acuerdos de Paz. Con noticias falsas e interpretaciones erróneas, el
Acuerdo de Paz fue “satanizado” como la puerta de entrada de “males”
como la restitución de derechos a las mujeres víctimas del conflicto.
Consideraciones finales
En Latinoamérica, la agenda neopentecostal es contraria a los derechos
de las mujeres, a la diversidad sexual, a la educación sexual y a la
educación reproductiva, siendo efectiva para lograr apoyo en sectores
sociales empobrecidos. La conexión de la pobreza con las iglesias y una
agenda anti-derechos basada en preceptos morales ahistóricos encajan a
la perfección en la ofensiva conservadora. Es por ello que el escenario
de crecimiento de la acción política de las iglesias neopentecostales es
notorio, al tiempo que la iglesia católica se esfuerza por recuperar la
influencia y la adhesión mayoritaria, con un Papa sudamericano y ligado
a la opción por los pobres.
Y de aquellos polvos, estos lodos.
Las iglesias neopentecostales ya no son actores políticos
circunstanciales para la derecha, nuclean buena parte del electorado, en
un modo ahorro de las campañas clientelares –la fe es
gratuita, los mercados no– y sobre todo en la nueva fuerza política que
se disputan los diferentes partidos de la derecha para posicionarse
firme y seguramente en la liza electoral. Latinoamérica se convirtió en
un terreno de disputa política con un prominente ingrediente religioso.
Notas:
[6] https://www.nacion.com/el- pais/politica/fabricio- alvarado-la-fe-de-la-mano-de- la-politica/ GZDFOXAARNFWHAWLWFOVS4GIL4/ story/
[8] http://www1.folha.uol.com. br/poder/2017/10/1929311- evangelicos-impulsionam- bolsonaro-e-marina-e-derrubam- lula-diz-datafolha.shtml
[9] http://www.huffpostbrasil. com/2018/01/12/voto-dos- evangelicos-tera-peso-inedito- nas-eleicoes-de-2018_a_ 23332289/
[12] http://larepublica.pe/ politica/1099822-sector- evangelista-se-jacta-de-tener- mayoria-en-el-congreso
Javier
Calderón, Bárbara Ester y Ava Gómez (@javiercc21 @barbaraestereo
@Ava_GD) son investigadores del Centro Estratégico Latinoamericano de
Geopolítica (CELAG)
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